Cuando el sueño profundo cayó sobre los hombres, me
sobrevino un temor y un estremecimiento que hizo temblar todo mi cuerpo.
Dado
que la tercera parte (Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño) fue
la más taquillera de la saga, la New Line Cinema no se lo pensó dos veces para
dar continuación a las andanzas de nuestro cabroncete onírico favorito.
Entre
los nombres que sonaban fuerte para dirigir (inexplicablemente) se encontraba
el de Renny Harlin, un realizador poco experimentado de nacionalidad finlandesa
que no entusiasmaba precisamente al productor Bob Shane, pero que al final fue
elegido por su insistencia y al no convencerle tampoco ningún otro candidato.
Harlin tuvo muy claro que el verdadero héroe de la historia debía ser Freddy
Krueger y continuó la senda de ese humor negro que ya se había instalado en la
tercera parte. Además, el hecho de que una inminente huelga de guionistas
amenazase el rodaje, propició que sólo diesen siete días a Brian Helgeland (Mystic
River, L.A Confidential) para escribir un guion basado en una historia suya y
de su amigo William Kotzwinkle. Esto hizo que resultase muy general e
incompleto, por lo que se improvisó mucho y Harlin se inspiró en sus propias
pesadillas juveniles para las que acontecen en la película.
Pesadilla en Elm Street 4: El amo del sueño enlaza
directamente con Los guerreros del sueño. Los supervivientes Kristen (Tuesday
Knight en lugar de Susanna Arquette), Kincaid (Ken Sagoes) y Joey (Rodman
Eastman) prosiguen su vida después de los terribles acontecimientos vividos en
el psiquiátrico. Pero de nuevo Kristen siente la presencia de Freddy y arrastra
a sus amigos a sus sueños, hasta que de la forma más abolutamente absurda y
estúpida (un perro que mea fuego, ¡por Dios!) Freddy resucita y tomará nuevamente
venganza. Pero no creáis que Kristen vuelve a ser la fémina protagonista, esta
pasa el testigo a Alice, la hermana de su novio Rick, y esta irá adquiriendo
los poderes del grupo de amigos que Freddy irá liquidando uno a uno hasta que
se enfrente a él.
Lo más interesante de esta parte, que por lo demás repite
muchos clichés de las precedentes, es que, además de resultar muy divertida y
entretenida, amplía las secuencias oníricas ofreciéndonos algunas realmente impactantes como la del beso de tornillo de
Freddy a la asmática y empollona Sheila, la conversión en el bicho que más odia
de Debbie, la pizza de almas, el bucle onírico o la de las almas luchando por
escapar del pecho de Freddy; espectaculares secuencias obra de artistas de los
efectos especiales como John Carl Buechler y Steve Johnson, que hacen de esta
parte una de las más recordadas. La música, ambiental, electrónica y gótica es
obra de Craig Sagan.
Pesadilla en Elm Street 4: El amo del sueño debió ser el
punto y final de una saga que con esta entrega dio todo lo que tenía que dar. Pero
al lograr superar a la tercera parte en recaudación (recordemos que hasta ese
momento había sido la más taquillera de la saga) al lograr casi 50 millones de
dólares, la quinta parte no se hizo rogar. A partir de este punto el declive
fue considerable, y, a pesar de contener elementos más o menos interesantes,
las siguientes secuelas jamás alcanzarían la magia de estas cuatro primeras.
GERMÁN
FERNÁNDEZ JAMBRINA
TRAILER
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Coincido contigo después de esta película vino el declive... hasta "Freddy contra Jason" que personalmente me lo paso como un enano con ella. De ésta destacaría el momento bucle, la escena de la chica con las pesas y como se rompen sus brazos, la muerte con la chica dentro de la cama de agua, el beso de la muerte de Freddy y esa pelea kung fu final. Divertida y muy entretenida.
ResponderEliminarSaludos.
Uffff...qué recuerdos. Tenía en su momento, la misma edad que los protagonistas. Y me sentí por ello muy identificado. Recuerdo como no, la escena de la chica que se le rompen los brazos y se transforma en una especie de insecto. Y la gran belleza de la protagonista. La parte 5. La del hijo de Fredy. No fue mala. Pero tienen toda la razón. Ya se veía un declive innegable. En una historia ya muy gastada. Cómo pasa el tiempo. Gracias por esos recuerdos.
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