“La
resistencia del pueblo ante una serie de dictadores impopulares fue
acrecentándose en Nicaragua durante más de cincuenta años. En la
primavera de 1979 los nicaragüenses de todas las esferas sociales se
unieron en un último intento para derrocar al presidente Anastasio
“Tacho” Somoza.
Conforme
fue recrudeciéndose la lucha en Centroamérica, los periodistas del
mundo entero se percataron de que este conflicto podía convertirse
en un foco de noticias de importancia internacional.”
La olvidada Bajo el
fuego (Under Fire, Lion’s Gate para MGM, 1983) es una de
esas joyas de estantería de videoclub que ni los canales temáticos
reponen pero para las que siempre hay un sitio en CINE DE LOS
OCHENTA. Un drama histórico con tintes bélicos y de aventura
romántica, que podría encajar en el subgénero de “cine de
periodismo”, en concreto de reporteros de guerra. Sus puntos
fuertes: El excelente reparto (Encabezado por el trio
Nolte-Cassidy-Hackman), un director eficiente (Roger Spottiswoode),
buena ambientación, una poderosa banda sonora (del gran Jerry
Goldsmith), y un sólido guión, quizás algo efectista y con un
punto comercial, que la sitúa en la línea de otros filmes pegados a
los acontecimientos de la época como Apocalipse Now, Missing
o Salvador.
El
reparto
La película contó con
tres de las estrellas más rutilantes de principios de los ochenta.
El protagonista principal es Nick Nolte, en el zenit de su carrera
tras protagonizar el éxito de taquilla límite 48 horas junto
con otro actor del momento, Eddie Murphy. Nolte Interpreta al
escéptico y descreído fotógrafo Russell Price, que viaja de guerra
en guerra, y que evoluciona a lo largo de la película hasta
comprometerse en la causa rebelde.
Le secunda el veterano
Gene Hackman, ganador de un Óscar por French Conection, y que
venía de encarnar al mejor Lex Luthor en Superman. Interpreta
a Alex Grazier famoso corresponsal televisivo que está de vuelta de
todo.
Cierra el trio la siempre
solvente Joanna Cassidy, que entonces tenía 38 años y acababa de
ser la replicante Zhora en Blade Runner. Cassidy,
caracterizada para atenuar su extraordinaria belleza, es Claire
Strayder, una acreditada periodista radiofónica comprometida y bien
informada.
Junto a ellos,
un elenco de excelentes secundarios: René Enríquez (conocido
por la serie Canción triste de Hill Street) que borda el
papel del dictador Somoza, el por entonces desconocido Ed Harris,
como despiadado mercenario, el actor francés Jean Luis Trintignant,
como espía playboy, y Richard Masur como delegado de prensa del
gobierno.
La
historia
Los tres protagonistas
son amigos de siempre y han estado cubriendo guerras en todo el
mundo, además Alex (Hackman) y Claire (Cassidy) han sido pareja
hasta hace poco y cuando los tres coinciden en Managua, el veterano
periodista acaba de recibir una jugosa oferta para ser presentador y
se marcha precipitadamente. Este hecho y la prolongación de la
guerra, llevan a que Russell (Nolte) y Claire, que siempre se han
gustado, se enamoren y juntos traspasen la barrera de la objetividad
periodística para tomar partido por los rebeldes, porque la de
Nicaragua no es una guerra más; enfrenta a todo un pueblo contra un
gobierno corrupto y dictatorial, y ellos tienen claro de qué lado
están; lo que les llevará a poner su vida en juego, la de los tres,
mientras el resto de corresponsales ven la guerra desde la terraza
del hotel.
El guión y la trama de
la película están muy bien perfilados. La cinta es todo un tratado
sobre ética periodística. Refleja muy bien el trabajo de los
corresponsales de guerra, la fotografía de prensa y el ambiente de
los informadores. También sabe captar la esencia del conflicto
nicaragüense: Una revolución popular, joven y justa, a la que
apoyan todas las fuerzas vivas del país incluida la iglesia católica
local. Hace referencia a las principales aristas del conflicto, como
la implicación de la CIA y su apoyo a Somoza, el lobby americano en
torno al dictador, las dudas del Presidente Jimmy Carter o la
simpatía de Occidente por los sandinistas. Además, el clímax de la
película está inspirado en el asesinato del periodista de ABC Bill
Steward por guardias nacionales somocistas ocurrido el 20 de junio de
1979.
Sin embargo, el guión se
permite una indisculpable de licencia narrativa: El “Macguffin”
(recurso que hace de hilo conductor) de la película, un supuesto
líder opositor carismático llamado “Rafael”, personaje
inventado que se inspira vagamente en el Ché Guevara, metido con
calzador y que chirría enormemente para los conocedores de la
historia, ya que la revolución sandinista fue un movimiento
colectivo, sin líder claro, con muchos “comandantes”
desperdigados por la selva y coordinados apenas en sus objetivos,
algo que, contradictoriamente, sí se refleja en otras partes del
film, como también la crudeza de conflicto en la excelente secuencia
del campanario, cuando cesa la música y, tras un momento de
silencio, los protagonistas pasan el muro y comienzan los disparos
(Una de las escenas más logradas del cine bélico contemporáneo,
injustamente olvidada, y rodada por cierto, como el resto de
exteriores, en la región mexicana de Chiapas, escenario también de
posteriores movimientos revolucionarios). Uno de esos momentos
cinematográficos capaces de helarte la sangre.
También es fiel el
retrato del dictador Anastasio Somoza, heredero de una dinastía de
tiranos que había gobernado Nicaragua durante casi todo el siglo XX.
El actor René Enríquez, con el que guarda incluso parecido físico,
realiza una magnífica interpretación del personaje: Histriónico,
brutal, y que vive en un mundo de fantasía alejado de la realidad.
Pero sobre todo, si algo
refleja la película en todo su esplendor, es el trabajo de los
reporteros de guerra, abundando en la idea muy extendida entonces del
periodista integro, independiente, comprometido y solvente
económicamente. Un concepto que hoy en día ha saltado por los aires
con los grandes grupos de comunicación vinculados a intereses
económicos globales que han reducido la profesión a una caricatura
(El modelo actual es el periodista sumiso, mal pagado y que trabaja
al dictado o no trabaja).
El
trasfondo
La guerra de Nicaragua se
enmarca dentro de los conflictos locales frecuentes en la Guerra Fría
(Corea, Vietnam, Afganistán…), en los que de una u otra forma se
veían involucradas las dos superpotencias. Surge por hastío y de
forma espontánea, sin una adscripción política clara salvo
desalojar a la dinastía Somoza del poder, y cuenta con apoyo de
todos los sectores sociales, incluida la iglesia, los empresarios o
el diario conservador La Prensa de Managua, aunque el
aglutinador es el movimiento
sandinista, que Washington cataloga entonces como comunista afín
a la URSS y no le dará tregua en la era Reagan. Así, ahogado
económicamente por el bloqueo norteamericano, y sometido a un estado
de guerra civil permanente desde sus dos fronteras por la denominada
“Contra”, entrenada y financiada por la CIA, el gobierno
sandinista, que nunca tuvo un apoyo soviético efectivo, se agota al
final de la década de los ochenta, convoca elecciones libres y cede
pacíficamente el poder al ganador, lo que ha permitido a los
sandinistas volver a gobernar democráticamente Nicaragua en el siglo
XXI.
La
banda sonora
A lo largo de la película
tiene una gran relevancia la banda sonora original, a cargo de uno de
los grandes del Séptimo Arte, Jerry Goldsmith, un compositor de
estilo ecléctico, autor de innumerables partituras cinematográficas
como El planeta de los simios o Desafío total, y
nominado al Óscar en 17 ocasiones aunque sólo lo ganara en 1976 por
La profecía. Es precisamente la música de Goldsmith,
soportada sobre una melodía de inspiración andina interpretada con
flauta de pan (tan potente que Tarantino pidió repescarla para su
Django), la que consigue para Bajo el fuego su única
nominación ese año para los premios de la Academia (reticentes entonces con
todo lo que sonara a acción y aventura). Así, el Oscar a la mejor
película fue a parar aquel año al melodrama lacrimógeno La
fuerza del cariño, pese a que el gran éxito de taquilla había
sido El retorno del Jedi, por el que John Williams, tampoco se
llevó el Óscar a la mejor banda sonora que fue a otra soberbia
partitura, la de Bill Conti por Elegidos para la Gloria.
Balance
Pese
a que en el momento de su estreno tuvo un relativo impacto, Bajo
el fuego es hoy una película olvidada. Las televisiones no la
reponen, no es fácil de encontrar en pequeño formato y las
generaciones jóvenes ni siquiera han oído hablar de ella. Pese a
ello, refleja un momento histórico recordado por los que lo vivimos
y contiene momentos de extraordinaria fuerza cinematográfica.
Una película a medio
camino entre el cine comercial de entretenimiento y el de denuncia
política, soportada magníficamente por los protagonistas, con sus
dilemas éticos periodísticos y su triángulo amoroso en el
escenario de los conflictos civiles centroamericanos de principios de
los ochenta.
VICTOR
SANCHEZ GONZALEZ
TRAILER
Tarantino tenía la consigna de perjudicar esta joya musical realmente. Adquirió los derechos y retiró todas las referencias del tema musical con la película original del canal Youtube. Django de Tarantino no merecía la pena y su Kill Bill está sobrevalorada... Afortunadamente para inicios de este año las políticas de derecho de autor cambiaron y muchos videos que hacen referencia a 'Bajo Fuego' ya han regresado poco a poco...
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