El pelotón chiflado (1981, Ivan Reitman) Stripes


Ochenters, hoy vamos a comentar una de las comedias emblemáticas de la década:  El pelotón chiflado (Columbia Pictures, 1981), dirigida por el especialista Ivan Reitman y protagonizada por el totum revolutum de los cómicos norteamericanos del momento, encabezados por el dúo Bill Murray-Harold Ramis y con nombres como John Candy, Warren Oates, Sean Young o John Larroquette.

EL ARGUMENTO

Como tantas películas de temática militar, la acción se divide en dos partes: El entrenamiento y la misión. El personaje de Murray es un taxista fracasado, que, en un arrebato de locura tras dejarle su novia, convence a su compinche Ramis, un profesor malpagado, para que los dos se alisten voluntarios en el ejército. Allí se van a encontrar con un pelotón de auténticos chiflados al mando de un veterano y estricto sargento “curtido en mil batallas” y un capitán novato e incompetente. Tras un entrenamiento de lo más accidentado, les enviarán a una misión secreta en Europa en plena Guerra Fría.


EL ELENCO PROTAGONISTA

La estrella de la película es el gran Bill Murray, un cómico de campanillas procedente del prestigioso show televisivo “Saturday Night Live” y que será la estrella indiscutible del género en los ochenta con títulos como “Cazafantasmas” o “Atrapado en el tiempo”. Su personaje es Winger, el caradura del grupo.
El compañero de fatigas de Murray es su amigo Harold Ramis, guionista también de la película, que interpreta a Russell Ziskey, inseparable de Winger. Ramis, que antes había escrito “Los albóndigas” (protagonizada por el propio Murray), y “Desmadre a la americana”, era reacio a participar en El pelotón chiflado como actor, incluso se llegó a hablar con Denis Quaid, pero su colega Bill Murray se plantó y le dijo que si no salía él no haría la película.
Los personajes femeninos principales corren a cargo de Sean Young, la replicante buena de “Blade Runner”, y la menos conocida P. J. Soles. Las dos tienen papeles de poco recorrido; son dos policías militares que sacan de apuros a los protagonistas para caer rendidas en sus brazos.
El grupo de reclutas lo componen jóvenes cómicos en lo mejor de su carrera como Judge Reinhold, John Diehl o Conrad Dunn. Mención especial merece el genial John Candy, memorable en el papel de Ox, el soldado entradito en kilos, que se lleva todas las escenas en las que aparece y es el condimento imprescindible de la película.
Los mandos del pelotón son el inepto capitán Stillman, interpretado por otro as de la comedia como John Larroquette, y el sargento Hulka, un papel a la medida del veterano Warren Oates, que, aunque también tiene sus momentos chistosos, pone el contrapunto serio a la película, situando a su personaje en el pódium de los sargentos cinematográficos ochenteros junto al sargento Highway, Clint Eastwood, y al sargento Folley, Louis Grosset Jr. (Dejamos aparte al terrorífico sargento Hartman de “La chaqueta metálica”, Lee Ernie, que era exmilitar).


LOS MEJORES MOMENTOS

La película es tan divertida, tan redonda, con un guión tan logrado, que es difícil destacar algunos momentos sin dejarse otros igual o más graciosos. De todas formas, vamos mencionar algunos de los más conocidos.
Nada más bajar del autobús, Ox (John Candy), antes de que le rapen su llamativa melena ochentera, no se le ocurre otra cosa que soltarle al sargento Hulka su famosa frase “Espero que esto sea el comedor, estoy hambriento. ¿Qué hay, Eisenhower?”, poniendo ya patas arriba a toda la audiencia.


Luego llegan los madrugones, el entrenamiento en la pista americana y un intento nocturno de escapada en el que Murray y Ramis son descubiertos por las dos policías militares (Young y Soles), y que termina en ligoteo entre los cuatro, con Murray seduciendo a Soles en plan burdo mientras la pareja Young-Ramis siguen más el “rollo intelectual”.
Poco después llegamos a la divertida secuencia del primer fin de semana de permiso en la ciudad, puro ejemplo de comedia zafia, con los reclutas de paisano entrando en un local de mala nota en el que Ox va a enfrentarse a su famosa pelea en el barro en la que tiene que quitar el sostén a cuatro luchadoras profesionales, una escena de la que el propio  Candy desconfiaba hasta ver en el cine como el público se tronchaba de risa, y que le hizo famoso.


Cómo no mencionar también el desfile de graduación; como el sargento Hulka sufre un accidente, deben prepararlo por su cuenta, y la noche antes todo el pelotón se duerme en el hangar en el que practicaban y llega tarde, sin preparación ni uniforme de gala, pero, siguiendo las instrucciones de Murray, improvisa una actuación totalmente irreverente y absolutamente fuera del reglamento, pero que impresiona al general al mando, que inmediatamente les destina a un proyecto secreto en Europa, en el que les espera un recuperado sargento Hulka.

Escena del desfile con el doblaje original

Ese proyecto secreto no es otro que probar el prototipo de un “vehículo de asalto urbano” camuflado como inocente e inofensiva furgoneta de turistas (el macguffin de la película).
En su primer fin de semana en Italia, la única función del pelotón es custodiar la ridícula autocarabana y en su turno de guardia, mientras el intelectual Ziskey (Ramis) se estudia el manual del vehículo, Winger (Murray) planea que lo “tomen prestado” para pasar el fin de semana en Alemania con las chicas que estás allí destinadas.
Cuando el capitán Stillman quiere llevar a una conquista femenina a ver el vehículo para presumir, se encuentra con que ha desaparecido, y lejos de dar parte al mando (para no ser el hazmerreír del regimiento), decide por su cuenta y contra la opinión del experimentado sargento Hulka, que el pelotón salga a buscarlo en plena noche con un camión.
En el colmo de su ineptitud, Stillman se confunde en el mapa y se adentran por error dentro de las fronteras de Checoslovaquia, donde el enemigo soviético les toma prisioneros a todos menos a Hulka, que consigue mandar un S. O. S. por radio.


Solo el sofisticado receptor del vehículo EM-50 que los muchachos se han llevado de escapada a las montañas es capaz de recibir la comunicación y, al descubrir que es su unidad, deciden ir a rescatarlos aprovechando que la furgoneta lleva sofisticado armamento camuflado.
Es el momento para los disparos y las explosiones, incluida la del puesto fronterizo en el que dos guardias checos hacen frente a la “horda capitalista”, según los periódicos locales.


El final de la película, ambientado por la marcha militar compuesta por el siempre solvente Elmer Bernstein, es un delirio de carcajadas porque a cada personaje se le obsequia con la portada de una revista o diario: “gana una cita de ensueño con Ox”, “El sargento Hulka se retira y abre una hamburguesería” o para el destituido capitán Stillman un pequeño recuadro en el que dice “El mando del Ártico recibe a su nuevo comandante”, y la cosa termina con Murray y su fusil M-16 con el titular “El nuevo ejército, ¿Estados Unidos sobrevivirá?”

CONCLUSION

El pelotón chiflado fue un éxito de crítica y taquilla, y con el tiempo se ha convertido en uno de los clásicos de la comedia de los ochenta. Una verdadera lástima que la versión extendida fuera redoblada al español sin respetar ni las voces ni los textos originales con lo que no solo pierde todo su encanto sino la gracia de la mayoría de sus gags. A veces, alguna cadena emite todavía la versión auténtica que es mucho más divertida.

Por Víctor Sánchez González








1 comentario: