Deprisa, deprisa es probablemente la película más representativa e
influyente del subgénero cinematográfico propiamente español conocido como
“Cine Quinqui”, que tuvo su apogeo entre finales de los setenta y principios de
los ochenta del pasado siglo. Curiosamente, no la dirigió uno de los dos
“especialistas” en la temática, como fueron José Antonio de la Loma y Eloy de
la Iglesia, sino un director más ecléctico como Carlos Saura.
EL ARGUMENTO Y LOS PERSONAJES
La
trama narra la historia de un grupo de jóvenes desarraigados del extrarradio de
Madrid, que malviven entre la marginalidad, el robo, el trapicheo, o el consumo
de drogas, y forman una banda para cometer atracos a mano armada.
Desde
el primer momento, y para dar más realismo a la historia, Saura quiso que fuera protagonizada, no por
actores profesionales, sino por verdaderos “chicos de la calle”. Sus dos
protagonistas masculinos eran delincuentes habituales: José Antonio Valdelomar
era atracador y cometía hurtos con asiduidad, y Jesús Arias, alias Susi, grabó sus escenas en varios
permisos carcelarios. En la película, ambos adolecen de dotes interpretativas
(se nota como improvisan muchas veces los diálogos, y no se les entiende al
hablar), pero aportan frescura, espontaneidad, e incluso veracidad al film, que
a veces parece incluso tomar tono de documental.
Por su parte, la protagonista femenina, Berta Socuellamos, que tampoco era actriz profesional y fue escogida por Saura en un casting en el barrio de Villaverde, es, sin embargo, la que más poso y hondura proporciona a su personaje, Ángela, la joven que se empareja con el personaje de Valdelomar (Pablo). De hecho conforme avanza la historia, ella se convierte en la auténtica protagonista, hasta el dramático y emotivo final (de hecho aparece la primera en los créditos finales).
Tal es la relación de amor adolescente entre Ángela
y Pablo, que ella pasa a formar parte de la banda, junto con Meca (Arias), el
“conseguidor” de los “palos” (atracos), y Sebas (José María Hervás), el
encargado de los coches, que disfruta prendiéndolos fuego tras cada golpe para
“ocultar las huellas”. También hay una segunda chica, María, interpretada por
María del Mar Serrano, que es la novieta de Sebas, pero no participa en los
atracos de la banda.
Al principio, sus golpes son en
establecimientos, negocios, empresas, atracos de poca monta que perpetran,
ellos con el típico pasamontañas, y Ángela con capucha, gafas de sol y un
bigote postizo. Sin embargo, poco a poco van complicándose más, hasta que deciden
atracar una sucursal bancaria, algo que les viene más que grande, y tendrá
consecuencias en el desenlace de la película.
LA AMBIENTACIÓN Y LA BANDA SONORA
La
película, como en general el llamado “cine Quinqui”, se ambienta en aquellos
tiempos, la Transición y los primeros ochenta, pero solo es reflejo de la época
en parte, puesto que se centra en elementos marginales, y no es un retrato social
en su conjunto, y habría, para obtener una visión completa, que combinarla con otros subgéneros y cineastas del momento
(Garci, Colomo, Trueba, o la llamada “comedia madrileña”, por ejemplo). Su
temática es, como hemos dicho, la delincuencia, el desarraigo, la marginalidad,
esa sociedad que no se ve o no se quiere ver, y en la que hay miseria, delincuencia
y drogas (de hecho, Carlos Saura, la veía como una especie de remake de otro de sus títulos, “Los
Golfos”, que dirigió veinte años antes). Esa marginalidad, ese desarraigo, está presente en todos y cada uno de los fotogramas del film. Desde los suburbios de la capital hasta en el iniciático viaje de Ángela para cumplir su sueño, conocer el mar, que no llega en una idílica playa de fina arena, de las innumerables de nuestra costa, sino en un enclave oscuro y pedregoso, casi siniestro.
Pese a
este tono de la película, los nostálgicos encontramos todo un arsenal de recuerdos con los que identificarnos, desde la
máquina de “marcianitos” del bar, pasando por la disco con luces, humo de
tabaco y bola de luces, aquellos Renault 124 o Symca 1200, los policías
vestidos de marrón, los famosos “maderos”, montados en sus “lecheras” y
disparando con las “Zetas”. Incluso vemos en un monitor de televisión a un
jovencísimo Matías Prats dando el Telediario con las “greñas” del momento. Eso
sin hablar de otros detalles menos románticos pero también muy de la época, como los “talegos”, las camisas “desabrochás”, el “porrete”, la
“rayita”, o los estercoleros y las barriadas de casas de pisos construidas en
medio de la nada, sin calles, ni aceras, solo terraplenes.
En
cuanto a la banda sonora, que inmediatamente asociamos a unos habituales de
este subgénero, el grupo de rumba contemporánea “Los Chunguitos”, en este caso cobra especial relevancia por su
grado de implicación en la trama, de la que forma parte intrínseca, reconocible
e inseparable de Deprisa, deprisa
(especialmente el soberbio tema central de la película, Me quedo contigo, que no aparece hasta mediado el metraje, pero que
luego acompaña a los protagonistas hasta el emotivo final, y dota a la historia
de toda su épica). Es como si el resto de temas de popurrí rumbero o disco, en
la peli, fueran como un reflejo del mundo de confusión en el que viven los
protagonistas, hasta que su vida toma un rumbo, aunque sea hacia el abismo. Un
camino iniciático y epopeyico, que también queda reflejado en las repetidas
imágenes de trenes pasando a toda velocidad, o en la noche de disco antes del
golpe final.
Me quedo contigo Los Chunguitos
ESTRENO CON POLÉMICA
Deprisa, deprisa fue un éxito de crítica y público, y ganó el Oso de Oro de Berlín en 1981. Sin embargo, debido a su contenido explícito, no tanto de sexo, como de consumo de drogas y violencia, fue inicialmente prohibida tanto en Alemania como en Francia, aunque luego fue estrenada con calificación. En España, solo el diario conservador ABC, la denostó por su “realismo social”, e incluso llegó a acusar a Carlos Saura de “pagar con drogas” a los protagonistas, algo que el director negó rotundamente, respondiendo además que ambos eran “delincuentes habituales” y que no hubieran necesitado de él “para abastecerse”. Valdelomar cobró 300.000 pesetas por hacer la película, y Arias la mitad, “lo que hicieran con ese dinero no era cosa mía”, dijo Saura.
CONCLUSIÓN: EL CINE “QUINQUI” Y SU MOMENTO
Deprisa, deprisa, no es solo una película del llamado “Cine Quinqui”, algunas muy superficiales y de consumo rápido, sino que es una fábula, una tragedia romántica sobre la imprudencia y la búsqueda de emociones de estos jóvenes anti-héroes, que refleja también las cicatrices de la periferia urbana, en aquellos momentos tan inciertos y convulsos que les tocó vivir.
En
cuanto al subgénero en general, fue un auténtico fenómeno en la época con
multitud de títulos, sobre todo con dos directores José Antonio de la Loma y
Eloy de la Iglesia, y títulos como “Navajeros”, de 1981 (en la que se ven
escenas rodadas en la tristemente famosa Cárcel de Carabanchel, de la que hoy
no queda ni un ladrillo), de Eloy de la Iglesia, y protagonizada por su actor fetiche chinqui José Luis Manzano,
y “Colegas” del mismo director, de 1982, que además de con Manzano, contó con
la participación del malogrado Antonio Flores y su hermana Rosario en los
papeles principales. Por su parte, José Antonio de la Loma se centró en
personajes como “El Torete” o “El Vaquilla”, y también realizó títulos como
“Perros callejeros”, y su spin off “Perras callejeras”.
Pero
de todas ellas, sin duda nos quedamos con Deprisa,
deprisa, y el temazo de su banda sonora: “Si me das a elegir, entre tú y
ese cielo, donde libre es el vuelo, para ir a otro nido… Ay amor, me quedo
contigo…”
Por @VictorSescritor
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