Artículo escrito para el número 4 del fanzine Freakland.
¡Hola freaklanders! Confío en que ninguno sufra hematofobia porque en este artículo la sangre correrá a raudales desde los afilados colmillos de esos seres tan apasionantes como detestables y tan adictos a este líquido vital como nosotros al cine fantástico.
Pelis de vampiros hay a tutiplén: desde los clásicos Nosferatu (1922, F.W.Murnau) y Drácula (1931, Tod Browning), pasando por las míticas pelis de la Hammer, el icono del “blackexplotation” Blacula (1972, William Crain), el “superhéroe” vampiro Blade (1998, Stephen Norrington) o los descafeinados vampiros de Crepúsculo (2008, Catherine Hardwicke), hasta remontarnos a la actualidad con películas como Vampiros contra el Bronx (2020, Osmany Rodríguez)... Pero ahhhh: ¿qué tendrán los ochenta que también lograron impregnar a este subgénero de su espíritu transgresor, irreverente y definitivamente mágico?
Hasta finales de la década de los setenta, con el cine de los vampiros ocurría lo mismo que con el de los hombres lobo; salvo casos muy puntuales se repetía más que el discurso de un político y el público había perdido en gran parte su interés por este tipo de productos. En el cine de licántropos fueron películas como Aullidos (1981, Joe Dante), Un hombre lobo americano en Londres (1981, John Landis), Lobos Humanos (1981, Michael Wadleight) o En compañía de lobos (1984, Neil Jordan) las que revitalizaron el subgénero, tanto en forma como en contenido: en forma gracias a un avance espectacular de los efectos especiales; en contenido al actualizar sus premisas y situarlas en un contexto plenamente contemporáneo.
¿Qué películas de vampiros fueron las que - al igual que en el caso del cine de hombres lobo – lograron que los no muertos salieran de sus tumbas para lograr que el público recuperase su interés por ellos?
Para responder a esta pregunta voy a hacer un repaso por el cine de vampiros de los años ochenta centrándome en las películas que considere que contienen los rasgos más característicos de la década; evidentemente es una selección personal y subjetiva, así que quizás echéis de menos alguna. Será un comentario bastante general en el que analizaré con mayor profundidad las películas Noche de miedo (1985, Tom Holland) y Jóvenes Ocultos (1987, Joel Schumacher) por ser mis favoritas de esta selección y por considerarlas más redondas.
¡Preparad la estaca, los ajos y el crucifijo porque partimos a cazar chupasangres!
El Ansia (1983, Tony Scott) abrió las puertas del cambio con su marcado componente gótico, estética de videoclip (no en vano fue dirigida por Tony Scott) y visión postmoderna del mito. Imborrable ese inicio en la sala de conciertos sonando Bela Lugosi´s Dead del grupo post punk británico Bauhaus mientras la pareja de vampiros interpretada por David Bowie (¿os suena?) y Catherine Deneuve (a la que posteriormente se sumará una impresionante Susan Sarandon) otea cual depredadores a sus inminentes víctimas.
Demasiado adelantada a su época y consecuentemente incomprendida, pero no por ello hoy día menos reivindicada como una película de culto.
Damos un giro de 180 grados y encaramos una apuesta revolucionaria de vampiros extraterrestres que en lugar de chupar sangre succionan vida: Lifeforce (1985, Tobe Hooper). Una producción que no desentona para nada con los excesos a los que la Cannon nos acostumbraba, con un guión de Dan O´Bannon - basado en la novela Vampiros del espacio (1976) de Colin Wilson - que bebe de la ciencia ficción de serie B de los 50 y el pulp.
Liferforce se estrelló contra la taquilla y la crítica, aunque con el paso de los años también se ha convertido en objeto de culto. Pero guste o no, ¿a que TODOS recordáis a la perfección ese plano frontal de Mathilda May?
Vamos ahora con una de esas comedias juveniles tan marcadamente estadounidenses en las que el humor desenfrenado y el contenido “picantón” se daban la mano: Mordiscos peligrosos (1985, Howard Storm) . Fue el primer papel protagonista de un Jim Carrey que interpreta a un adolescente virgen a punto de cumplir el sueño de muchos de los de su edad: tirarse a una Milf; el problema es que esta atractiva mujer madura (Laure Hutton) es una vampiresa centenaria. A Carrey también le acompaña Karen Kopins en el papel de su novia... No me gustaba esa chavala a mí ni ná...
Toca viajar literalmente a las antípodas: a Japón. Vampire Hunter D (1985, Toyoo Ashida) es una adaptación cinematográfica de la serie de novelas creadas por Hideyuki Kichuki con ilustraciones de Yoshitaka Amano. El interés de Vampire Hunter D radica precisamente en tratar el tema del vampirismo desde el prisma del animé japonés, dando como resultado una obra diferente de lo que estamos acostumbrados con momentos y personajes chocantes para la mentalidad occidental, pero sin rehuir de una ambientación marcadamente gótica y combinando al tiempo elementos históricos antiguos y modernos.
En definitiva, una interesante fusión cultural que no os dejará indiferentes.
Hacemos el primer parón para detenernos un poco más con la primera de mis joyas vampíricas de los 80: Noche de miedo (1985, Tom Holland). Una grandísima película que se sitúa en el terreno juvenil tan propio de los ochenta pero imbuyéndole un humor cargado de metalenguaje que recuerda al gran homenaje/parodia de El baile de los vampiros (1967, Roman Polanski).
La historia narra como los cuerpos de varias chicas jóvenes aparecen en la ciudad. Charly Brewster (William Ragsdale), un adolescente con las hormonas a punto de ebullición, sospecha que su nuevo vecino Jerry (Chirs Sarandon) es el asesino; pero no un asesino “normal”, sino un vampiro. Por supuesto, su novia Amy (Amanda Bearse), su madre (Dorothy Fielding) y su amigo “ Rata” (Stephen Geoffreys) permanecen incrédulos ante la teoría de Charly, e incluso el gran Peter Vincent (Roddy McDowall) - un matavampiros de película en horas bajas al que recurre como medida desesperada - le toma por loco. Pero Charly sabe que bajo la encantadora fachada de Jerry Dandrige se esconde un verdadero chupasangre.
Esa continua parodia/homenaje al cine de vampiros característico de la productora Hammer encuentra en el personaje de Peter Vincent (Roddy McDowall) su encarnación, y es que no por casualidad el nombre proviene de dos grandes “monstruos” del cine de terror: Peter Cushing y Vincent Price. Peter Vincent, una de las bazas fuertes de la película y mi personaje favorito de Noche de miedo, es un actor trasnochado que sobrevive presentando un programa que emite viejas películas de terror (Noche de miedo) que ya nadie- excepto Charly- ve. Y es que según sus propias palabras: “Los jóvenes sólo quieren ver locos furiosos con la cara cubierta haciendo picadillo a chicas vírgenes”. Esto, como no, no es más que una claro guiño a la oleada de “slashers” que inundó el género de terror de los ochenta a raíz de Halloween (1978, John Carpenter). Vincent, pese a su reticencia inicial, se verá obligado a aceptar su papel ficticio y enfrentarse en “la realidad” a uno de los seres que tantas veces ha matado en sus películas. La diferencia es que ni es tan valiente como su personaje de celuloide - él ni siquiera cree en los vampiros- ni su enemigo se mostrará tan vulnerable como las vampiresas que mata hasta con la estaca empuñada al revés.
Y así llegamos a la otra novedad que Noche de miedo nos presenta con respecto a otras películas: el personaje de Jerry Dandrige (Chris Sarandon). Un “hombre” refinado, atractivo, seductor y aparentemente encantador – a quien para más inri, entre víctima y víctima, vemos hincar el diente a varias manzanas (en clara referencia del carácter frugívoro de los murciélagos)- que trata de pasar desapercibido y que se aleja del arquetipo acartonado y anacrónico al que el cine nos tiene acostumbrados. Una ruptura del estereotipo que, por otra parte, podemos también ver en la vampira que acechaba a Jim Carrey en Mordiscos Peligrosos o en la pareja de El ansia y que continuarían por otros derroteros más modernos (macarras, si se quiere) con los vampiros de Jóvenes ocultos o los de Los viajeros de la noche (ambas de 1987).
Además, los amantes del terror gozarán de la gran fuerza que despliegan las escenas más escabrosas - en gran parte gracias al magnífico maquillaje de Ken Díaz (La Cosa, Piratas del Caribe) - como la del ataque en casa de Charly, los enfrentamientos entre Peter y "Rata", o la"batalla final" en la guarida del no muerto. Una atmósfera bien lograda que complementan a la perfección la composición musical de Brad Fiedel (Terminator 1 y 2, Mentiras arriesgadas) y una buena ambientación a caballo entre lo "moderno" y lo "retro". Todo ello bajo la dirección de un Tom Holland - quien repitió éxito al mostrar posteriormente a uno de los iconos más conocidos del cine de terror, Chucky, en El muñeco diabólico (1988) - que escribió y dirigió la que para mí es su mejor película y que dio lugar a una secuela: Noche de miedo II (1988, Tommy Lee Wallace), y a un remake en 2011 que contaba con Colin Farrell en la piel de Jerry Dandrige.
Para no perder continuidad pegamos un salto temporal a 1988 y nos adentrarnos en esta secuela.
Son muchos los cambios que observamos tanto en el apartado técnico como artístico de Noche de miedo II. La dirección recae en Tommy Lee Wallace - amigo y asiduo colaborador por entonces de John Carpenter -, un director que tenía en su haber la interesante , pero defenestrada por los fans, Halloween III: El día de la bruja (1982, Tommy Lee Wallace). En el elenco actoral ni siquiera se planteó volver a llamar a Chris Sarandon porque lo que se pretendía era hacer una película más barata que la primera, y, por entonces, el bueno de Chris era una estrella que demandaría un salario acorde a su estatus. Tampoco regresaron por verse involucrados en otros proyectos Amanda Bearse (Amy) y Ed Thompson (Stephen Geoffreys), quien, recordemos , parecía haber sobrevivido a su supuesta muerte al final de la película. Amy es sustituída por Alex (Traci Lind) mientras Ragslade y McDowall encarnan de nuevo a Charly y a Peter. El también productor de la primera, Herd Jaffe, repite labor , pero desde su propia productora , Vista Organization; lejos queda la producción de Columbia Pictures.
El propio Wallace participó en el guión y fue aconsejado por Holland de que no se tomase la película demasiado en serio; debía haber terror,pero también momentos divertidos. Wallace, asustado por el fracaso de Halloween III, prefirió ser conservador y trató de emular la fórmula del éxito de la película de Holland. Así, Noche de miedo II es un calco de la original en rasgos generales. Vale que la historia cambia, pero, repito, sustancialmente es idéntica.
La historia comienza con un Charly - después de tres años de terapia psicológica - supuestamente convencido de la inexistencia de los vampiros. Un día, durante una visita al edificio donde vive su amigo Peter Vincent, observa la llegada de cuatro nuevos inquilinos- aquí el primer deja vu es patente con la entrada de las grandes cajas (en la primera parte observa cómo su vecino introduce un ataud) – Resumiendo: Charly comienza a sospechar que los vecinos de Peter son vampiros, y tras un toma y daca constante en que se juega a te creo/no te creo (tanto por parte de su novia Alex, como de Peter Vincent), llegará la confrontación. Como veis, nada diferente a la historia original. Incluso el modo en el que Peter descubre la existencia de los vampiros mediante un espejo es igual; por no hablar del final o del número del bailecito que, si en la primera era Amy la bailarina, ahora es el propio Charly embrujado por los encantos de la vampiresa Regina Dandrige (¡con la misma música de Brad Fiedel!). Y es que hasta la novedad de que Charly esté siendo vampirizado como venganza por parte de Regina Dandrige (Julie Carmen), la hermana del difunto Jerry, nos remite a la situación vivida por Amy con Jerry.
Pero no quisiera que me malinterpretarais. Noche de miedo 2 se deja ver bien, resulta entretenida, está bien rodada y no es ni mucho menos una de esas secuelas infames que nadie desearía que se hubiera perpetrado. Lo que pasa es que todo recuerda demasiado a situaciones ya vistas y no se ha arriesgado ni un ápice para tratar de contar algo distinto. Y mira que tiene momentos cojonudos, como el del ataque al campus universitario con ese vampiro patinador encarnado por el coreógrafo Russell Clark – que curiosamente había coreografiado Vamp (1986), de la que hablaré a continuación-, la hipnótica y cautivadora presencia de Julie Carmen , el extraño grupo de vampiros formado por el ya citado vampiro patinador, un vampiro lobo salido, o el fortachón (el mítico Brian Thompson) insectívoro. Además, Charly sigue siendo Charly y Peter Vincet es la hostia. Destaca también el maquillaje a cargo de Greg Cannom (Jóvenes ocultos, Vamp, el Drácula de Coppola) y los efectos visuales de Gene Warren Jr. (Terminator y Terminator 2).
En taquilla no funcionó bien, en gran parte debido a su pobre distribución, pero corrió mejor suerte en los videoclubs. La película Noche de miedo 2 (2013, Eduardo Rodríguez) lanzada directamente al mercado de vídeo no es un remake de esta sino una secuela del remake de 2011.
Retrocedemos a 1986 de la mano de Vamp (Richard Wenk), otra película curiosa que bebe de sus predecesoras, pero un poco a marchas forzadas, y que despliega una estética completamente naif (no en vano está protagonizada por Grace Jones). Nos sumergimos en una rama repleta de vampiresas en un club de striptease que se adelanta en 10 años a la historia de Tarantino y Rodriguez en Abierto hasta el amanecer (1996, Robert Rodríguez)). Aquí confluyeron los talentos del coreógrafo Russell Clark y el del maquillador Greg Cannom, que, como estoy seguro de que recordaréis, repetirían en Noche de miedo 2 (1988, Tommy Wallace).
Un año después, en 1987, Larry Cohen dirigió Regreso a Salem´s Lot. Cohen había sido barajado en principio para dirigir la miniserie basada en la novela de Stephen King que al final terminó dirigiendo Tobe Hooper, así que digamos que trató de resarciste con esta secuela basada en un guión suyo. Me parece una película simplemente correcta, pero que no me gusta tanto como otras del finito director como ,por ejemplo, La sustancia maldita (1985) o La serpiente voladora (1982). De todos modos la recomiendo a los curiosos… Es decir, a todos vosotros.
El vampiro adolescente (1987, Jimmy Huston), como su propio nombre indica (aunque su título original es My best friend is a vampire), nos cuenta las andanzas de un adolescente (Robert Sean Leonard) que no sólo tendrá que lidiar con los típicos problemas de esa horrible etapa juvenil, sino que a esto se le suma que una vampiresa (Cecilia Peck, sí , la hija de Gregory Peck) le convierta en un chupasangres. A partir de entonces nuestro jovenzuelo colmilludo tendrá que hacer malabares para esconder su condición de no muerto a sus padres, al tiempo que trata de escapar de dos cazavampiros la mar de inútiles e intenta enamorar a su compañera de instituto Darla (Cheryl Pollak). Para ello contará con la ayuda de Modoc (Rene Auberjonois), su vampiro mentor.
En mi opinión resulta algo anodina, pero conserva el encanto de este maravilloso y nostálgico cine juvenil de los ochenta.
Los viajeros de la noche (1987, Kathyr Bigelow) es una de las más potentes de la lista: un brutal western sobrenatural al estilo Peckinpah y tintes de road movie. Cuenta la historia de un cowboy que queda prendado de una belleza y por cuya “nocturna” condición se ve obligado a emprender un viaje con una singular familia de psicópatas chupasangres a los que les encanta “jugar” con los seres humanos. La familia es comandada por un despiadado Lance Henriksen que es secundado , entre otros , por un desquiciado Bill Paxtón (tristemente fallecido en 2017).
Asistiremos ojipláticos a las andanzas de este grupo de rednecks dementes: a destacar el bizarrismo de la escena del bar de carretera y el efecto de la luz solar sobre el cuerpo de estos vampiros tan bestias.
Una película muy interesante y que nos ofrece una visión “científica” de la maldición vampírica al ser causada por una especie de virus que transforma al infectado y que se puede curar por medio de una transfusión sanguínea (esto suena un poco a Blade, ¿no?).
Hubiera merecido sin duda un análisis en profundidad porque está al nivel de Noche de miedo y Jóvenes Ocultos, pero en el este fanzine no escribo sólo yo y he terminado descartándolo por cuestiones de espacio.
Por fin llegamos al plato fuerte de la noche... A ver si os suena alguna de estas frases...
¡Luchamos por la verdad, la justicia y el modo de vida americano!
Tío, te has convertido en un vampiro. ¡Mi hermano es un vampiro de mierda!... ¡Verás cuando se entere mamá!
Lo único que nunca me ha gustado de Santa Carla son estos malditos vampiros.
La historia de Jóvenes ocultos (1987, Joel Schumacher) surge de Janice Fischer y James Jeremias. La idea era hacer una versión vampírica de la novela del Peter Pan de James Matthew Barrie (de ahí el título The Lost Boys en referencia a los niños perdidos del País de Nunca Jamás). Finalmente , sólo se tomaría como base el libreto porque el guión fue reescrito por Joel Schumacher junto a Jeffrey Joam (El chip prodigioso, Indiana Jones y la última cruzada, Arma Letal 2). La cuestión es que a Schumacher no le gustó el original al recordarle a unos Goonies pasados por el tamiz del chupasangre; de ahí que hiciese hincapié en la carga sexual y modificase la edad de los protagonistas situándolos en la adolescencia. El productor ejecutivo Richard Donner (que volvería a trabajar con el difunto Harvey Bernhard quien ya había producido trabajos de Donner como La profecía, Los Goonies, Lady Halcón y ésta que nos ocupa) iba a dirigir la película, pero rechazó el trabajo para centrarse en Arma Letal (1987) y al final- después de barajar otros directores como Richard Franklin o Mary Lambert - la dirección recayó en un Schumacher que tenía tablas en televisión, pero que había rodado películas tan dispares como La increíble mujer menguante (1981), Los locos del taxi (1983) o St.Elmo. Punto de encuentro (1985).
Para el director suponía un cambio considerable respecto a sus películas anteriores y le planteó un reto por hacer algo original que otorgara un soplo de aire fresco al tradicional y encasillado cine de vampiros que permaneció incólume hasta principios de la década. Sus influencias fueron las novelas Entrevista con el vampiro y Lestat el vampiro de Anne Rice. En cuanto al cine bebió de Nosferatu (1979) de Herzog , Drácula (1979) de Badham y El ansia (1983) de Tony Scott.; otras influencias fueron la mezcla de terror y humor presente en algunas películas de Hitchcok y en las de Abbott y Costello.
Desde el principio, Schumacher decidió que el escenario contemporáneo de Jóvenes ocultos necesitaría redefinir el poder seductor y el horror asociado a los vampiros. Así, el estilo visual de la película, diseñado para provocar un efecto misterioso e inquietante, destaca por sus fuertes contrastes: para las escenas diurnas quería captar una sensación sutil de peligro; las escenas nocturnas son misteriosas y surrealistas, como si todo transcurriese dentro de un sueño: la iluminación, la estética de las vestimentas y los decorados son tan arriesgados como rompedores. Se combinaron elementos del mundo real y familiar con otros ligeramente surrealistas y extraños; un proceso que aportó un efecto desorientador. La guarida de los vampiros, por ejemplo, se diseñó como el vestíbulo de un hotel victoriano que se hundió en una gigantesca falla durante el gran terremoto de San Francisco de 1906. No es baladí señalar el detalle de que la guarida esté decorada con una gran fotografía de Jim Morrison (líder y cantante del grupo The Doors); sin duda, Morrison es un gran icono pop que desborda la sexualidad y el nihilismo que Schumacher quería encarnar en el grupo de jóvenes vampiros.
El reparto principal fue una elección arriesgada ya que la mayoría de los actores eran principiantes. Corey Feldman era, de entre los jóvenes, el que había participado en películas de más renombre como Gremlins, Goonies o Cuenta Conmigo. El resto (Jason Patric, Corey Haim, Kiefer Sutherland, Jami Gertz ...) se enfrentaban a la producción más "seria" de sus carreras como actores principales. Entre los actores veteranos cabe destacar a Edward Herrmann como Max, a Dianne Wiest (tantas veces vista en películas de Woody Allen) en el papel de la madre de Michael y Sam , y a Barnard Hughes interpretando al cachondo abuelo de la familia.
En principio, los nombres de los personajes iban a estar también basados en la novela Peter Pan, así David (Kiefer Sutherland) iba a llamarse Peter y Lucy (Dianne Wiest ), Wendy. Estas referencias fueron eliminadas, sin embargo hay otros guiños como el del nombre de los hermanos Edgar y Alan Frog (Corey Feldman y Jamison Newlander) en honor a Edgar Allan Poe , o el de Max (Edward Herrmann ) por Max Schreck (el actor que encarnó al Nosferatu de Murnau).
Entre el elenco actoral surgieron dos amistades muy fuertes, aunque corrieron desigual suerte con el tiempo... La primera de ellas fue entre los dos Coreys (Haim y Feldman). Una amistad que se materializó en diversas películas que protagonizaron juntos como Papá Cadillac (1988) o Una chica de ensueño (1989) y que duraría hasta la desgraciada muerte de Corey Haim en 2010. Distinta suerte corrió la iniciada entre Jason Patric y Kiefer Sutherland: Sutherland quedó anonadado cuando Patric le birló a su prometida, Julia Roberts, días antes de la boda, aunque finalmente ambos se reconciliaron en 2011.
Gran parte del rodaje transcurrió en la comunidad costera de Santa Cruz, California del norte, o en sus alrededores. El popular paseo nocturno de Santa Cruz sirvió como lugar preferido por los vampiros adolescentes y el Pogonip Country Club hizo de hogar rústico , estilo de pabellón de caza, del abuelo (Barnard Hughes). También podemos ver la montaña rusa o el carrusel construido en 1911.
A principios de los setenta, Santa Cruz, fue un campo abierto para los pertubadores homicidios de nada menos que tres asesinos en serie que confluyeron en la misma ciudad y al mismo tiempo : Ed Kemper, Herbert Mulin y John Linley Frazier. Así que como veis, la frase “Bienvenidos a Santa Carla. Capital criminal del mundo.” que nuestros queridos protagonistas leen en un cartel publicitario de bienvenida a su nuevo hogar es una broma macabra que tiene sus raíces en la realidad del lugar.
Miles de residentes de la localidad respondieron al anuncio de selección de familias y tribus urbanas tipo punks, surferos, patinadores y hippies. Unos 2000 candidatos firmaron para varias noches de trabajo en la que fue la mayor producción cinematográfica hasta el momento en la zona.
Para mostrar el poder sobrenatural de la banda de vampiros fue necesario una variedad de efectos especiales. Schumacher quería que fueran capaces de volar con rapidez y de repente parar en el aire sin descender lentamente. Este efecto era imposible usando sólo arnés y rendaje. Para lograrlo se utilizó una combinación de técnicas de pantalla azul y control de movimientos computerizado (que implica cambios de iluminación, movimientos de cámara y montajes ópticos). El director de efectos, Eric Breig, explica que el tiempo necesario para crear esos efectos dejaría pasmado a cualquier aficionado del cine. Por ejemplo, en la escena en la que un vampiro se estrella contra el equipo de estéreo los efectos requirieron dos semanas de trabajo mientras en la pantalla la secuencia dura 10 segundos. Aún así no se abusa mucho de este tipo de efectos; de hecho, no vemos volar a los vampiros hasta la batalla final y cuando se suceden los primeros ataques sabemos que lo hacen porque la cámara nos muestra una visión subjetiva aérea; es decir, algo ataca volando, pero no vemos qué. Destaca también el maquillaje del ganador de tres Oscars , Greg Cannom (Vamp, Noche de miedo 2), quien les dota de unos rasgos grotescos, feroces y demoníacos.
Como película de entretenimiento, Jóvenes ocultos, funciona al 100 % . La mezcla de humor y terror está bien dosificada y el público juvenil se identifica enseguida con los personajes, ya sean los buenos (algunos genuinamente frikis como el abuelo o los hermanos Frog) o los malos (¿nunca soñasteis con pertenecer a esta pandilla de vampiros macarras?), y es atrapado por esa estética desbordante y por una gran historia que le va como anillo al dedo al plantearle temas cercanos a su ámbito vital como el desenfreno juvenil, las amistades, los amores o el certero paralelismo que emplea con el modo de vida nocturno de este grupo y el uso de drogas. Son muchas las escenas que no se borrarán jamás de la memoria: los ataques aéreos, la llegada de Sam y Michael a Santa Carla sonando People are strange, el grupo colgando en el puente, el momento "gastronómico" de Michael dentro de la guarida, la batalla final, el momentazo sublime de lo friki durante el concierto de Tim Capello mientras interpreta I still Believe (uno de los más icónicos de los 80)...
Hablando de música hay que señalar que cuenta con una gran banda sonora compuesta por Thomas Newman en la que el uso del órgano y la orquesta le da una atmósfera oscura que le va como anillo al dedo. Pero también contiene canciones como la mencionada I still believe de Tim Capello , la versión de People are strange de Echo & the Bunnymen, Lost in the shadows de Lou Gramm (cantante de Foreigner), y la guinda del pastel, Cry little sister de Gerard McMahon: el tema principal que se repite a lo largo de toda la película con esos maravillosos coros tan angelicales como inquietantes...
Por poner algún pero creo que en ocasiones el guión juega al despiste de forma gratuita, sobre todo en lo relativo a la identidad del vampiro jefe: la entrada de los vampiros al videoclub, la caída de la cometa con forma de murciélago en la casa de Max, la invitación a la casa de Lucy …
Y por supuesto lo peor es un flojo final por apresurado y rocambolesco que empaña un poco el conjunto. Una lástima porque con un final más meditado estaríamos ante una obra redonda.
Aún así es una de mis películas favoritas de la década y toda una referencia en el subgénero de los vampiros. La novedad que presenta Jóvenes ocultos respecto a sus coetáneas no reside en centrarse en la figura del vampiro adolescente, sino en hacerlo de una manera más rompedora (si exceptuamos Los viajeros de la noche, claro) . Sin duda fue la película de vampiros más influyente de los 80 tanto por su revisión y actualización del mito vampírico como por su estética. Y es que sus ecos retumban en todas las producciones posteriores hasta la actualidad.
En taquilla funcionó bien: 32 millones de dólares con un presupuesto de 8,5. Dio lugar a una adaptación literaria y a cómics, y se barajó una secuela bajo el título de The Lost Girls que no se realizó. En su lugar , en 2008 se estrenó Jóvenes Ocultos 2: Vampiros del surf , y en 2010 Jóvenes Ocultos 3: Sed de sangre, ambas de bajo presupuesto y protagonizadas por Corey Feldman. En la actualidad hay un proyecto para una serie basada en la película a cargo de The CW Network
Último dato freaklander para para despedir la peli. Resulta que Kiefer Sutherland habló en 2019 sobre una escena eliminada y dijo lo siguiente:
“Hay fragmentos rondando por la película, cortaron algunos trozos, pero había un tipo en la playa que estaba calvo y le habían puesto un molde en la cabeza”, continúa el intérprete. “La parte de la escena que más me gustó fue porque, literalmente, era como un pastel: me comí toda la parte de atrás de su cabeza y la sangre corría por todas partes. Me habían ordenado que sonriera como un niño comiendo pastel, y las dos imágenes eran absolutamente aterradoras”.
¡Bon apettit, Kiefer!
Nos encontramos en una recta final copada de rarezas que espero colmen vuestra sed de sangre freak...
En Besos de vampiro (1988, Robert Bierman), el tan amado como odiado Nicolas Cage interpreta a un agente literario que se obsesiona con la idea de que se está convirtiendo en vampiro. Esto dará lugar a una sucesión de situaciones a cada cual más disparatadas y de paso seremos testigos de un despliegue brutal de histrionismo de manos de Cage, algo que si bien suele ser habitual en él en este caso alcanza proporciones bíblicas. Por cierto, el tío se llegó hasta a zampar una cucaracha en una escena… ¡Eso sí que es amor al arte!
Personalmente no la soporto, os lo juro por Snoopy. Además ni siquiera es una película de vampiros, ¡qué coño!
La guarida del gusano blanco (1988, Ken Russell) está libremente basada en la última novela escrita por Bram Stoker y es una locura psicotrónica que le viene como anillo al dedo al extravagante Ken Russell. En el elenco actoral encontramos a Hugh Grant y a Amanda Donohoe.
Una rareza que chirría estéticamente hasta el extremo de provocar dolor en los ojos.
Termino de una maldita vez (no iba a ser santa escribiendo sobre vampiros) recomendando dos perlitas bastante desconocidas pero muy sabrosonas a modo de sendas guindas que coronen este pastel de hemoglobina.
Policía de medianoche (1989, Farhad Mann) es una TV Movie concebida como el episodio piloto de una serie para CBS que no llegó a realizarse. Posteriormente la idea se vendió a una productora canadiense que sí la llevo a término con el nombre de “Forever Knight”. En Policía de medianoche el protagonista es un vampiro policía… ¡Sí, sí! ¡Un vampiro madero! Nuestro detective investigará una serie de crímenes y para ello sus habilidades vampíricas le van a resultar enormemente útiles.
La mítica Vestron Pictures parió Vampiros a la sombra (1989, Anthony Hickox). Una joyita super cachonda ambientada en el oeste norteamericano que resulta tan original como disfrutable y cuya premisa adelantó en casi veinte años a la de la serie True Blood (2008).
Además cuenta entre sus filas con David Carradine como jefazo de los vampiros y a Bruce Campbell interpretando a un descendiente de Van Helsing… ¡Ya estáis tardando en verla!
En fin, Serafín. Espero que esta lectura se os haya hecho corta pues significaría que la habéis disfrutado tanto como yo escribiendo. Llegó la hora de la despedida así que con esto y un bizcocho (si Nosferatu quiere) nos leemos en el próximo número de este maravilloso fanzine, al cual auguro una vida próspera.
¡Esto es todo amigos!
Germán Fernández Jambrina