La “Comedia Madrileña”, aquellos felices 80

 


“Los ochenta son nuestros”, titulaba una obra de teatro de Ana Diosdado. Hoy hablamos del subgénero por antonomasia del cine español de los 80: La “Comedia Madrileña”. Como siempre, tiramos de recuerdos, de vivencias, de emociones, y lo hacemos con todo el cariño y la añoranza.


¿QUÉ ES LA “COMEDIA MADRILEÑA”?

La “Comedia Madrileña” es un subgénero que tuvo su auge en los 80 y que presenta lugares comunes como su ambientación urbana, protagonistas de clase media-alta, en la treintena (hombres atribulados, y mujeres dominantes y sofisticadas), tramas de enredo, alocadas, y con un humor cuidado.

Estilísticamente, la “Comedia Madrileña” huye de forma consciente de la zafiedad, el chiste fácil, el “destape” y la horterada, que había caracterizado a la comedia “made in Spain” hasta entonces, cuyo máximo exponente era el llamado “Landismo”, al que luego haremos referencia, y que aún a finales de los 70 y principios de los 80 daba sus últimos coletazos.

Su inspiración es la llamada “alta comedia” del Hollywood dorado (de hecho Trueba es un admirador declarado del cine de Billie Wilder, al que dedicó su estatuilla en su discurso en el Dorothy Chandler Pabillion).

Además, la “Comedia Madrileña” adopta el signo de los nuevos tiempos, con la Transición y la democracia, el estilismo ochentero, la modernidad, la “Movida”. Esa ficción que podríamos denominar “progre”, de espíritu nihilista, amnésico, de huida hacia adelante, de “el pasado no existe”, también muy propia del momento.

En ese sentido es un fiel reflejo de la sociedad de entonces, aunque también en cierto modo idealizada (sus protagonistas son pudientes triunfadores, que viven en céntricos apartamentos de lujo y colorín, visten traje blazer con corbata de “paramecios” ellos, y trajes chaqueta con escote y minifalda, o falda “ra-ra” con supertacones ellas, y lucen peinados a la moda, en los que no faltan las mulets o la gomina). En este aspecto la “Comedia madrileña” contrasta con otro género en boga por entonces, como era el llamado “Cine Quinqui”, ese sí más comprometido en reflejar una sociedad de contrastes en la que también existe la marginalidad, la pobreza y las drogas.

         Sus máximos representantes son sin duda los reputados directores Fernando Colomo y, el ganador de un Óscar de la Academia Fernando Trueba, aunque muchos otros directores coquetearon o cultivaron el género, como el también oscarizado Francesc Bellmunt, José Luis Cuerda, Emilio Martínez Lázaro o el propio Pedro Almodovar.

         En cuanto a sus estrellas en la pantalla, sin duda la “Comedia Madrileña” tiene a la mujer como protagonista. Una mujer joven, independiente, urbana, lo que ahora llaman “empoderada”, que domina y maneja, y que reflejan como nadie iconos del género como Carmen Maura, Verónica Forqué o Ana Belén. En cuanto a los protagonistas masculinos, sin duda el máximo exponente es Antonio Resines, por entonces con pelo y un llamativo bigotazo. Junto a él, figuras como su “compinche” Santiago Ramos u Óscar Ladoire. Como hemos dicho, representan personajes masculinos muy alejados del galán al uso. Son tipos acomplejados, inseguros, a los que sus esposas/novias/intereses amorosos, manejan a su voluntad, y que se ridiculizan en la mayoría de los gags de humor.

         Junto a ellos, hay un elenco de nuevos y viejos secundarios como los jovencísimos Antonio Banderas o María Barranco, Kitty Mamber, Guillermo Montesinos, Loles León, Alex Angulo, Ramón Barea, Marisa Paredes, y tantos otros. Y junto a ellos, pequeños papeles recurrentes para actores ocasionales como El Gran Wyoming o el malogrado Pirri.


UNAS CUANTAS PELÍCULAS (NO PODEMOS PONERLAS TODAS)

         Por establecer un punto de partida, la crítica más estricta, establece como su principio la “Ópera Prima” de Fernando Trueba, que precisamente es de 1980. Sin embargo, otros analistas se remontan a unos años antes, en plena Transición, y lo sitúan en “Tigres de papel” (1977), de Fernando Colomo, o  “¿Que hace una chica como tú en un sitio como éste?” (1978).

         Cómo no recordar el divertidísimo momentazo de “Òpera prima” en el que un sabelotodo Resines, le explica al indeciso Òscar Ladoire cómo alargar el coito “pensando en la muerte”. Las relaciones de pareja, y especialmente el sexo, se tratan, quizás por primera vez tras la vieja censura, con naturalidad y sin los tapujos de la sotana.

Otro título emblemático es “Sal gorda” (Trueba, 1983), en la que un atribulado músico en plena crisis creativa, interpretado por el coautor del guion junto a Trueba, Óscar Ladoire, tiene que componer la canción “hit” para una nueva película, en un plazo de tres días, y todo en medio de un monumental enredo en su casa, en el que hay hasta rusos.



A “Sal Gorda”, le seguiría “Se infiel y no mires con quién” (Trueba, 1985), protagonizada por el tándem Resines-Ramos y sus partenaires Ana Belén y Carmen Maura. Todo un enredo de malentendidos y adulterio al más puro estilo

Lubitch-Wilder en el que todo va de mal en peor. Si una película reúne todos los ingredientes de la “Comedia Madrileña”, es esta. Por cierto, Resines y Ramos repetirían fórmula en otro título más menor y de la misma temática, aunque ambientado en el Norte, “Mi novia está loca” (Enrique Urbizu, 1988), en el que forman un extraño trio con la bella Ana Gracia.


         En cuanto a Colomo, además de las mencionadas, podríamos añadir “Estoy en crisis” (1982), o “La vida Alegre” (1985), con Forqué y Resines, ambos médicos, él asesor del Ministro socialista de Sanidad, al que ella pone en aprietos al abrir una clínica de enfermedades venéreas.

         Como hemos mencionado, no solo Colomo y Trueba cultivan el género. Mencionaremos dos ejemplos: Almodovar y Gómez Pereira.

         Si hay un film del universo almodovariano que podríamos catalogar como arquetipo de “Comedia Madrileña” es sin duda “Mujeres al borde de un ataque de nervios” (1988), con un elenco espectacular encabezado por una inconmensurable Carmen Maura, secundada por la siempre efectiva María Barranco. Con una trama de enredo y humor que bien le hubiera valido el Óscar por el que estuvo nominada, y no se llevó en parte porque aquel Hollywood de los 80 no había entendido aún el estilo Almodovar de decorado, colorín y fondo pintado de la Gran Vía (que sin duda interpretaron como de director descuidado y ahorrativo), como tampoco gustaría la persecución Taxi-Harley, disparos con sonido a petardo incluidos, muy pobre para lo acostumbrado en la época dorada del cine de acción (recordemos que Almodovar era y es un excelente director de escena, especialmente de actrices, pero no lo es tanto como cineasta completo). De haber sabido el impacto y el éxito del film, no hubiera estado de más que hubiera coreografiado mejor la escena, o la hubiera encargado a un especialista de segunda unidad, incluso de spaguetti western, que los había entonces en España, y que la hubiera bordado. “Mujeres” es para muchos el mejor film de Almodobar, que luego cayó en una espiral “woodyaleniana” de películas autobiográficas y de autohomenaje, y que ganó finalmente el Óscar más por su prestigio internacional y su carrera, que por el film en concreto, que creo fue “Todo sobre mi madre”, cuando si por alguna peli lo mereció, fue por “Mujeres”.

         Terminamos este repaso con otro film emblemático, que constituye tanto el cenit como el ocaso del subgénero “Comedia Madrileña”: “Todos los hombres sois iguales” (Manuel Gómez Pereira, 1994). La historia de tres parejas de mediana edad en vías de separación (Imanol Arias-Pastora Vega, por entonces pareja también en la vida real, Tito Valverde-Kitty Mamber, y Resines-María Barranco), que termina con los tres hombres viviendo en plan “pisito de solteros”, para el que contratan una joven asistenta (la bella Cristina Marcos), de la que los tres se enamoran y compiten por conquistar.


LA COMPARACIONES SON ODIOSAS

En un acto de cierta maldad, también propio de comedias de enredos como estas, no nos resistimos a comparar la “Comedia Madrileña” con otro subgénero “Tipical Spanish” con el que guarda algunas similitudes y también notables diferencias, y que en cierto modo podría considerarse como su antecedente en el cine español: El “Landismo”. ¿El “landismo”? Os preguntaréis. Pues sí, ochenters, siendo estas películas tan rancias, casposas, machistas, clasistas, y todos los “istas” que queráis, se puede establecer comparativa, y vamos con ello:

Ambos modelos se ambientan en Madrid, y tienen la intención de reflejar la sociedad urbana de clase media de su momento, sin entrar en mucho más. Si el “Landismo” abusaba del chiste fácil, los personajes estúpidos, y la chicas “florero” ligeras de ropa, y nos presentaba un Madrid tradicional y castizo, a mayor gloria del franquismo y la dictadura; la “Comedia madrileña” nos presenta argumentos más elaborados, humor de situación también, pero original y de nivel, los personajes, aunque a veces también alocados, tienen poso y personalidad, tanto en los papeles masculinos como en los femeninos, que en muchos casos son los que llevan el peso de la trama o lo hacen al mismo nivel que los de los varones, que además, como hemos dicho, ya no son el típico “macho hispánico de pelo en pecho”, sino que viven angustiados, indecisos, aturdidos y confusos por la atropellada “vida moderna” de los 80. Además, su temática es inseparable del Madrid de los 80, la modernidad y la Movida, de los años de la euforia de los gobiernos socialistas de Felipe González que arrasaba en las elecciones con una mayoría absoluta tras otra.

 

BALANCE Y LEGADO  

         Las pelis de esta época siempre las vamos a ver con cariño y nostalgia del pasado perdido que nunca volverá. Añoranza de ese optimismo ochentero en el que todo era posible, antes de la bofetada en la cara de los 90 (que decir del nuevo milenio). Como subgénero, la “Comedia madrileña” inspiró a las nuevas generaciones de cineastas, y tuvo su influencia también en la televisión de los 80, con series como “Chicas de Hoy en día” o “La mujer de tu vida”. Sin embargo, negros nubarrones se cernían sobre el tubo catódico con la llegada de las televisiones privadas a principios de los noventa. Lo que podría haber sido un soplo de aire fresco para la anquilosada TVE, fue un retorno a lo más rancio y casposo del “Landismo”, con series como “Lleno por favor”, protagonizada por el propio Landa, “Los ladrones van a la oficina” (una especie de “cementerio de diosaurios” de viejas glorias de la época del NODO), o la superexitosa “Farmacia de Guardia”.

         Como siempre, quedémonos con lo mejor, con el recuerdo grato de aquellos maravillosos años de sueños y anhelos. Con el bigote de Resines, con la sonrisa de Ana Belén, con la singular voz de Verónica Forqué, y con la simpar Carmen Maura: “Está   mintiendo. Me puede engañar con cualquier cosa menos con la voz”.

 

Víctor Sánchez Escritor

#Vict80er






Class Reunion (1982/ Michael Miller) Reunión de clase

 

Hoy nos trasladamos a una reunión de clase muy especial, que parte de una premisa muy atractiva, pero cómo veremos tiene una ejecución no tan buena como prometía.


El creador de Todo en un día, la mujer explosiva o solos con nuestro tío , entre otras, es decir el fallecido John Hughes, fue el guionista de esta comedia, que bebía en cierto modo de aquel descomunal exitazo que fue Desmadre a la Americana y de cuya serie ,The Delta House, John había sido escritor. 
Partimos de una broma pesada a un nerd en la fecha de graduación de un instituto , un momento en el que como todos sabemos, lo único que se hace en estas películas es beber y tener sexo o escarceos , pero hete aquí, que la broma se desmadra demasiado, ya que al nerd se le engaña diciéndole que la chica le mola le espera en un coche, pero la única condición para ir , es que se ponga una capucha de papel en la cabeza, cosa que ella también lleva puesta...el caso es que como he dicho, la broma resulta ser demasiado pesada y se descubre que quien le está masturbando es ni más ni menos que su hermana melliza.

Diez años después nos enteramos que el nerd Walter /Blackie Dammett, quien por cierto parece ser que influyó a Jim Carrey para sus habilidades gestuales en Ace Ventura , es ni más ni menos que un peligroso psicópata, desquiciado del todo tras aquella broma de muy mal gusto y que coincidiendo con la reunión de sus compañeros de clase , busca venganza contra todos ellos.

Para darle un tono de comedia, la presentación de cada uno de los integrantes, se nos hace con el añuario y de todos ellos destaca Stephen Furst , el Kent Dorfman de Desmadre a la americana y a Barry Diamond, el más loco de todos los que fueron a Despedida de Soltero de Tom Hanks , sin olvidarnos del comediante Art Evans , a quien recordamos por sus roles en Fright Night o en el aeropuerto en la torre de control de la Jungla 2.
Tampoco nos podemos olvidar del gran Chuck Berry que se marca un numerito musical muy National Lampoon´s al igual que ocurriese en la escena de la fiesta toga de Desmadre a la americana.

La reunión no deja de ser una excusa de volver a ver a los antiguos compañeros y ponerse a parir entre ellos cual marujas y la verdad es que hay de toda clase de fauna: un vampiro , dos fumetas (lo mejor de la película), el pijo relamido, la pareja que se vuelve a reencontrar tras diez años y están más calientes que un horno de pan, los beatos que por lo visto uno de ellos lleva la religión a su manera y el don nadie que resultará ser el héroe de la función...sin olvidarnos de la bruja que despide fuego por la boca y prende cigarrillos con su dedo como si fuese la antorcha humana...

Cómo véis al bueno de John se le fue la olla con tanto personaje psicotrónico , y si bien remarco, que la premisa inicial, de hacer una especie de spoof slasher comedy por así decirlo, la cosa queda floja , muy floja.
Hay escenas que le meten la cámara rápida, al más puro estilo de la comedia muda de los años veinte, que si bien, llega a funcionar con los fumetas en plena huída, falla en una escena que podía haber sido un puntazo, que es aquella en la que la cocinera es acosada por el asesino ( la imagen que veis arriba expuesta) y digo desaprovechada, por que la cocinera es ni más ni menos que la mamá Fratelli de los Goonies, Anne Ramsey que intenta hacer unos movimientos marciales , que por desgracia son echados a perder a causa del uso de la cámara rápida.
Si bien hay situaciones que te sacan la risilla, el destape típico de estas comedias de principios de los ochenta que preludia el descuartizamiento de ambos e intentan rizar el rizo con escenas como aquella en la que para salir de un baño se recurre a la bruja escupiendo fuego por la boca, hay otras secuencias que lastran el conjunto, como la de la actuación de las tres barbies que no tiene ni pies ni cabeza o el empeño por mostrarnos al vampiro en plan seductor, pero sin dar rienda suelta a matar su sed de sangre, que quizás hubiese sido una secuencia más cómica y desmadrada.

El final acaba como todas las de aquella etapa, con el don nadie de turno salvando a la barbie en apuros y haciéndose pareja los dos y con un cierre musical totalmente innecesario que da pena ver.

En resumen, un querer y no poder, surgido a rebufo de Desmadre a la americana y que sin embargo pierde agua como el Titanic tras empotrarse con el iceberg.

NOTA OCHENTER: 4/10 si no teneis nada que ver, pero no perdáis el tiempo