Justo en el centro de las galaxias, entre la luz y las tinieblas,
se alza El Castillo de Grayskull. Durante innumerables siglos, La Hechicera de
Grayskull ha mantenido éste universo en armonía. Pero los ejércitos de la
oscuridad nunca descansan en su ambición eterna de conquistar Grayskull. Porque
aquellos que controlen Grayskull tendrán el poder. El poder de un ser supremo,
el poder de un ser todopoderoso, el poder de convertirse en Masters del
Universo.
La historia comienza en el planeta Eternia, donde Skeletor y
su ejército han conquistado El Castillo de Grayskull y han hecho prisionera en
un campo de fuerza a su guardiana, La Hechicera, quien lentamente se debilita y
traspasa sus poderes a Skeletor. Pletórico de poder y cuando la luna alcance su
cénit, El Gran Ojo se abrirá y todos lo poderes del universo serán suyos.
Mientras tanto, He-Man, Duncan y su hija Teela dan con un cerrajero muy
peculiar que se llama Gwildor. Éste les explica que fue a causa de uno de sus
inventos, la llave cósmica, un instrumento capaz de abrir una puerta
dimensional en cualquier lugar y tiempo, que Skeletor y sus tropas irrumpiesen
por sorpresa dentro del Castillo de Grayskull. Regresan al Castillo y tratan de
liberar a La Hechicera por medio de otra llave cósmica que Gwildor guardaba en
secreto, pero al ser descubiertos huyen por una puerta dimensional cuyas
coordenadas desconocen y aparecen en el planeta Tierra. Allí pierden la llave
que será encontrada por July y Kevin, una pareja a punto de separase. He Man y
amigos van en busca de la llave y Skeletor envía a un grupo de mercenarios a La
Tierra …
La archiconocida empresa de juguetes Mattel (la de Barbie y
Ken), pendiente de los resultados económicos de la adaptación cinematográfica
de Conan el Bárbaro (1982), tuvo previsto crear una serie de muñecos de juguete
basados en los personajes de la película de John Milius. Ésta fue un éxito, sin
embargo, su tono marcadamente adulto alejó a la compañía juguetera de un
proyecto destinado al público infantil, pero decidieron transformar la línea de
Conan en otra serie de muñecos que fuesen bien acogidos por los pequeñuelos:
nació He-Man y los Masters del Universo (¿y quién es He-Man, si no Conan teñido
de rubio o un Ken cachotas?)
Los muñecos, como todos sabemos, fueron un éxito, y pronto
apareció una serie de dibujos animados, entre 1983 y 1985, para televisión de mismo nombre y con una
fuerte carga de moralina al final de cada episodio. El terreno estaba abonado
para la adaptación a la gran pantalla. Fue la inefable Cannon la que trasladó
las andanzas de los de Eternia a los cines. Con uno de sus mayores presupuestos
(22 millones de dólares, aunque tenían previsto que fuese de 15 millones y
medio), su empresa más ambiciosa resultó otra punta más en el ataúd para el
cierre de la productora (17 millones recaudados)
Masters del Universo es una de esas películas denostadas
unánimemente por público y crítica, pero que personalmente no me parece ni tan
mala, ni comprendo del todo cómo ha podido obtener tan pobres beneficios y más
cuando, retrotrayéndome a la infancia, me veo sentado en la butaca del cine,
disfrutando como nunca y rodeado de gente que alucinaba tanto o más que yo con
las andanzas de He-Man y Cía. Claro que, en muchas ocasiones, lo que nos
encantaba de críos hoy día no lo soportamos - me pasó hace poco revisando El
secreto del lago (1986) - ; pues resulta que en este caso no me ocurre lo
mismo: no sólo no la considero una mala película sino que me parece bastante
entretenida y me gusta, vamos.
Creo que con Los Masters de Universo sucede como con tantas
otras películas sobre las que unos malos resultados (y el que le hayan colgado
el sambenito de mala), provoca ser aceptada con ésta categoría y respaldada así
públicamente pese a que muchas veces
incluso guste.¡Ay pillines! ¿Cuántos de vosotros, guardianes de la pulcritud
cinematográfica, atesoráis una copia de Los Masters y os la zampáis de cuando en
cuando, para rematar con el grito de: ¡Yo tengo el poder!, al finalizar la
película?
Bromas aparte, pienso sinceramente, que, pese a tener
grandes fallos, el conjunto es salvable y reivindicable y que acapara mucho de
la magia tan característica de aquella década. No un peliculón, pero tampoco un
truño de proporciones épicas. Y pensemos por un momento que si aplicásemos la
misma vara de medir para Los Masters que para otras películas consideradas intocables
de nuestra infancia, muchos mitos caerían.
Vale que al pobre y primerizo (era creador de cortos para
parques de atracciones) Gary Goddard sufrió presiones, recortes y putadas
varias de Golan y Globus, pero la dirección, a pesar de las piedras en el
camino, y sobre todo teniendo en cuenta que hablamos de un producto made in
Cannon, es bastante digna. Por ejemplo, a Goddard le acortaron el tiempo de la
pre- producción a dos meses, cuando una película de estas características necesitaría,
por lo menos, un año. También le cortaron la escena en la que July (Courney
Cox) se despide, ¡e incluso he leído que tuvo que poner dinero de su bolsillo
para rodar la escena de la lucha de He Man y Skeletor y poder terminar la película!
Otro de los problemas con el presupuesto fue que la acción
se desarrolló en La Tierra y no en Eternia como se tenía previsto inicialmente.
Sin embargo a mí me parece mucho más atractiva la visita de He Man a La Tierra
porque hace que empaticemos más con los personajes. Si aún con la mayoría de la
acción desarrollándose en La Tierra, partes de Los Masters (sobre todo las
relativas a Skeletor y a los centuriones) tufan a La Guerra de las Galaxias
(Darth Vader y el Ejército Imperial), imaginaros si toda la película
transcurriese en Eternia. Otro cambio fue la del personaje de Orko, un duende
volador, que sustituyeron por Gwildor, el cerrajero, para ahorrar en los
efectos del vuelo. Considero que el mayor error de la película, y uno que canta
a leguas, es la inexistencia de gente en el momento que las fuerzas de Skeletor
llegan a La Tierra. ¿Una batalla de seres de otro planeta en mitad de la ciudad
y nadie que lo vea? Este error lastra la película por lo que descoloca al
espectador.
Como he dicho, la historia me gusta tal y como está. En general
me parece una buena película fantástica, con grandes momentos de acción, ciencia
ficción y con toques de humor, destinada
al público infantil y juvenil. Los efectos especiales, teniendo de nuevo en
cuenta lo limitado del presupuesto, son bastante buenos, y corren a cargo del oscarizado
Richard Edlund (Star Wars). La música, a cargo de Bill Conti (Rocky, Elegidos
para la gloria), recuerda en momentos a Star Wars y en otros a Superman, y básicamente
no da tregua durante la hora y media de metraje, destacando sobremanera la
melodía de la llave cósmica, que me parece tremebunda y aflora recuerdos a
tutiplén. Para la posteridad queda la escena tras los títulos de crédito… quien
no la conozca, ya sabe…
A pesar del fracaso, la Cannon quiso contraatacar con una
segunda parte, eso sí, con un presupuesto aún más raquítico de seis millones de
dólares. El elegido para acometer tal empresa fue Albert Pyum, y con Lundgrend
rechazando retomar papel, el surfista Laird Hamilton interpretaría a He-Man. El
proyecto quedó en agua de borrajas, pero como ya se habían gastado un par de
millones en la pre-producción, pues aprovecharon los escenarios para rodar en
veinticuatro días, el mismo Albert Pyum, lo que fue Cyborg (1989),
protagonizada por nuestro amigo Juan Claudio.
Desde hace tiempo se habla de un remake, pero, yo, amigos
míos, no hablaré más, puesto que huyo de ellos como de la peste.
GERMÁN
FERNÁNDEZ JAMBRINA
TRAILER
La peli es de lo mejor de la Cannon, se nota el incremento de presupuesto con respecto a otras de sus películas. "Masters del universo" no es un bodrio, aunque tampoco una buena película. Creo que la decisión de situar toda la trama en la Tierra juega en su contra, es la típica solución de películas que no tienen presupuesto suficiente. Pero eso sí, la película trae consigo algunos recuerdos de la infancia impagables. Siempre recordaré con cariño la batalla en la Tierra con He-Man montado en una especie de monopatín volador. Entretenida y bastante mítica, tampoco se le puede pedir mucho más.
ResponderEliminarSaludos.
Rodi, como he escrito en el comentario, a mí me gusta la trama en la Tierra tal y como está. Creo que de ese modo, sobre todo cuando eres un chavalín, sientes la historia más cercana.
ResponderEliminarEl placer culpable de los niños de los 80 junto a Flash Gordon.
ResponderEliminarEstoy contigo, no solo me gusta (MUCHO) sino que considero que es una buena (sin mas) película de aventuras-fantasía.
ResponderEliminarDolph Lundgren ES (y será, remakeen lo que quieran remakear) He-Man por los siglos de los siglos. En esta película tiene una naturalidad y un noseque, que si ves esta y a continuación ves, no se... Rocky IV y te parece que son dos actores diferentes.
Meg Foster, con esos ojos, la quiero en todas mis películas, POR FAVOR.
El Esqueletor de Langella es COJONUDO.
Y si, la película, OBVIAMENTE, podía haber sido mucho mejor. Pero, EY! es una película CANON. De la CANON. Tengamos en cuenta el contexto, por favor.
No es lo mismo fabricar una casa con ladrillos que con palillos...
Gracias por el blog.
Buenas noches que bien
ResponderEliminar