En una estación experimental de la Antártida, un equipo de investigadores descubre a un ente extraño venido del espacio, que según todos los indicios ha permanecido enterrado en la nieve durante más de 100.000 años. Al descongelarse, experimenta una metamorfosis sorprendente... (http://www.filmaffinity.com/es/film313264.html)
El hombre es el lugar más cálido para esconderse.
Obra maestra del cine de terror y posiblemente la película más redonda de Carpenter. Inicialmente concebida como un remake de El enigma del otro mundo (1951, Christian Nyby/ Howard Haws), tornó sin embargo hacia una adaptación del relato Who Goes There de John Campbell, en el que también se basó la película de Nyby y Hawks, al obviar esa especie de Monstruo de Frankenstein de El enigma del otro mundo y centrarse en la idea del relato original en la que un organismo extraterrestre es capaz de imitar la apariencia humana. Constituye la primera parte de la trilogía del apocalipsis que completan El Príncipe de las tinieblas (1987) y En la boca del miedo (1994).
El propio Carpenter reconoce que quizás se trate de su película más trabajada al contar con cerca de un año para su preproducción. Un tiempo más que holgado para un director acostumbrado a rodar en pocas semanas con bajos presupuestos. En el equipo técnico destaca Dean Cundey (Halloween, La niebla, Escape de Nueva York) como director de fotografía y el genial Rob Bottin (Aullidos, El chip prodigioso, Robocop) quien diseña y crea los efectos de maquillaje. El gran trabajo del guión fue a cargo de Bill Lancaster, hijo del conocidísimo actor Burt Lancaster. El storyboard es obra de Michael Plog. La música no fue compuesta por Ennio Morrinone, aunque el resultado es muy carpenteriano, quien pese a lo reputado de su nombre fue nominado a los razzies por peor banda sonora. Los exteriores fueron rodados en British Columbia y los interiores en Los Angeles, con temperaturas cercanas al bajo cero que provocaron multitud de constipados entre los actores debido al contraste térmico que sufrían al salir del estudio, y es que Los Angeles estaban siendo azotados por una ola de calor. En el elenco actoral repite por tercera vez Kurt Russell como protagonista, aunque se trate de una película coral. Un papel, que, por cierto, no iba en principio dirigido a él; Carpenter pidió consejo de amigo a Russel para elegir al actor que interpretase a MacReady, pero tras un tiempo infructuoso de búsqueda terminó por ofrecerle el papel.
Dos son los aspectos que destacan sobre manera sobre el conjunto de la película. En primer lugar ese ambiente de desconfianza, miedo y paranoia que se instala en el seno del grupo, porque, ¿quién está seguro de que la persona que tiene al lado es humana y no la cosa? Recordemos que "la cosa" asimila al organismo y adopta su forma como si de una réplica perfecta se tratara. La inquietante presencia del Alaskan Malamute da paso a una palpable tensión narrativa que Carpenter imprime de forma soberbia, contagiando al espectador hasta el punto de que nosotros mismo desconfiamos, hasta el final, de quién está infectado o no. Pero no todo el mérito es de Carperter. El guión de Lancaster es preciso como un reloj suizo y una cornucopia de pequeños detalles, en ocasiones aparentemente insignificantes, que en conjunto potencian esa desasosegante atmósfera de paranoia pura. También ayudan mucho las actuaciones de un elenco electoral sumamente entregado, destacando la de Russel en la piel del piloto MacReady. El grupo, aislado completamente a causa de un hostil exterior azotado por tormentas de nieve, viento gélido y temperaturas bajo cero, no puede huir de esa estación ubicada en algún lugar de la Antártida. El enemigo, por tanto, son enemigos. Tan despiadado se muestra el clima como el extraterrestre que los liquida de forma cada vez más sangrienta. Pero el mayor enemigo, metáfora de toda esta historia con envoltorio de ciencia ficción y terror, no es otro que la desconfianza que sienten unos por otros, porque, en palabras de Carpenter, el enemigo somos nosotros.
Esta claustrofóbica atmósfera queda apuntalada con un final desesperanzador, negativo al extremo y nihilista por antonomasia. Carpenter fue coherente hasta el final y rechazó el final feliz, pese a que sí se llegó a rodar: Mac Ready lograría ser rescatado y tras un análisis de sangre comprobaría que no estaba infectado - otro final alternativo, que se puede ver en los extras de la edición especial en DVD, muestra como el Alaskan Malamute se aleja de los humeantes restos de la base -. En vez de eso abandona al héroe a merced de la hipotermia, con otro superviviente del que no estamos seguros no esté infectado (Childs, interpretado por Keith David), bebiendo güisqui y esperando una muerte segura mientras sonríe y remata con la enigmática frase final: "¿Por qué no esperamos aquí un rato a ver lo que ocurre?"
El segundo aspecto a destacar son las creaciones y diseños de Rob Bottin. Sin duda al mismo nivel en cuanto protagonismo que la dirección de Carpenter o el guión de Lancaster. Bottin - siempre recordado por elaborar una de las transformaciones licantrópicas más espectaculares de todos los tiempos: la de Aullidos (1981, Joe Dante) -, no en vano discípulo aventajado de Rick Baker, despliega su genio ilimitado en una inmisericorde muestra surtida de aberraciones sin parangón. No cabe definir las transformaciones y muertes con otro adjetivo que no sea el de brutal. A lo que asistimos es a un festival de lo grotesco que se da la mano con el subgénero gore. La película rebosa sangre, carne amorfa e imágenes que convierten a la más perturbadora pesadilla en una película de Disney. Ejemplos de esto son la transformación en la perrera, la cabeza que se despega del cuerpo para , a continuación, desplegar unas patas tipo arácnido y andar, o la bestial y alucinante secuencia en la que un torso se abre como si fuera una boca de enormes dientes afilados que amputan unos brazos de un mordisco.
La recepción de La Cosa el año de su estreno no estuvo a la altura de sus expectativas. Cubrió gastos al recaudar cerca de 20 millones de dólares sólo en Estados Unidos (siendo el presupuesto de 15), pero quedó lejos de las cifras que se esperaban para una película tan espectacular. Las explicaciones a esta fría recepción son variadas. Hay quien lo achaca al estreno de E.T. ese mismo año; los espectadores preferirían la dulce visión de Spielberg que la despiadada de Carpenter. Otro piedra en el camino fue el estreno de Blade Runner (1982) el mismo día que el de La Cosa. Pero dejando aparte competidores más o menos directos, a mí me parece que el público no estaba preparado para asimilar esa grotesca y desesperanzadora pesadilla carpenteriana. Según Russel, a la gente le gusta ir al supermercado y comprar la carne envuelta y fileteada, pero nadie quiere ver como se mata y descuartiza al animal (ni, por supuesto, hacerlo). Y eso fue lo que Carpenter mostró. Con el paso del tiempo, ya fuese a través del alquiler en VHS, o por el boca a boca, La Cosa adquirió el estatus de culto que siempre debió ameritar, y hoy día es considerada una obra maestra del cine de terror. En Internet circulan miles de teorías (algunas muy interesantes, otras francamente delirantes) que especulan sobre el significado de su final, de algunos de sus aparentemente insignificantes detalles, o sobre quien está en realidad infectado; todo ello contribuye a acrecentar aún más su aura legendaria.
GERMÁN
FERNÁNDEZ JAMBRINA
TRAILER
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Peliculón del copón. Ya no se hacen así
ResponderEliminarClasicazo. En mi opinión,la obra maestra de Carpenter¡Y lo bien que se mantiene!Los extraordinarios efectos de maquillaje de Rob Bottin valen más que todo el CGI del mundo.Y pensar que algunos críticos listillos de la época dijeron que estaba solo ligeramente por encima del porno...
ResponderEliminarY tiene mérito la lucha de Carpenter con el estudio para mantener ese final, cuando le pedían uno más feliz en el cual MacReady fuese rescatado.
ResponderEliminarHola, amigos.
ResponderEliminar- Adolfo: no podría estar más de acuerdo con tu comentario.
- Iker: Yo también creo que es la obra maestra de Carpenter. Los críticos , como muchas veces, ni puñetera idea ...
- Anónimo: Ese final es el más acertado y coherente con la película. No debía ser otro.
Gracias por vuestros comentarios.
Es una obra fundamental no sólo ya del cine de terror sino también para entender las películas que vinieron después, pues es raro no encontrar alguna influencia de La Cosa en cualquier producción del género de las siguientes dos décadas. Ocupa el lugar que merece dentro de su ámbito, pero desgraciadamente el cine en general no la reconoce como la película imprescindible que es.
ResponderEliminarUna peli redonda, no le hacen falta remakes ni hostias, es lo mejor de un Carpenter ya de por sí magnífico!
ResponderEliminarMe encanta tu blog. Es una JODIDA MARAVILLA.
ResponderEliminarGran post y GRAN película, La Cosa de John Carpenter.
Se te ha olvidado mencionar a Lovecraft, no?
Un abrazo enorme y MUCHISIMAS GRACIAS por el blog.