La Niebla (1980, John Carpenter) The Fog


En la costa de California se alza el pintoresco centro turístico de Antonio Bay. Mientras sus residentes se preparan para las celebraciones del centenario de la ciudad, la tripulación de un viejo barco aparece brutalmente asesinada. Al mismo tiempo, en el mar, una misteriosa niebla que oculta un mortífero secreto comienza a desplazarse inexorablemente cada noche hacia la costa. Según una leyenda local, estos extraños sucesos están aparentemente relacionados con un terrible acontecimiento sucedido hace cien años. A medida que se aproxima el día del centenario el horror se acerca a su clímax. (http://www.filmaffinity.com/es/film701969.html) 


¿Todo aquello que vemos o creemos ver, no es más que un sueño dentro de otro sueño?  (Edgar Allan Poe)

Son las doce menos cinco, casi medianoche. Hora para contar una historia. Una de esas historias que sirven para quitar el frío. Faltan cinco minutos para que comience el día 21 de abril. Hace cien años y precisamente el día 21 de abril en el mar, en las aguas que rodeaban Spivey Point, navegaba un velero que se acercaba a tierra. De pronto, en plena noche, se vio envuelto por la niebla. Por un momento esos hombres no pudieron ver nada, absolutamente nada. Pero al fin, divisaron una luz. Era una columna de fuego que ardía en la orilla, tan potente que podía atravesar la espesa niebla. Enfilaron la proa hacia aquella luz, que resultó ser una hoguera semejante a esta. El barco se estrelló contra las rocas, el casco se partió en dos, su mástil fue arrancado de cuajo. El barco se hundió, con todos los hombres abordo. En el fondo del mar reposa desde entonces el Elisabeth Dane, con toda su tripulación, con sus pulmones llenos de agua salada y sus ojos abiertos mirando fijamente en la oscuridad. Y en la superficie, con la misma rapidez con que llegó, se fue aquella niebla, retirándose mar adentro, y jamás volvió a aparecer. Por eso, los pescadores que viven aquí , lo mismo que sus padres y sus abuelos, creen que el día que la niebla vuelva a Antonio Bay, los hombres que yacen en el fondo de las aguas cercanas de Spivey Point, se alzarán, se alzarán y buscarán la hoguera que les condujo a su trágico destino y horrible muerte.


A John Carpenter se le ocurrió la idea central de La Niebla durante un viaje a Stonehenge, cuando promocionaba su Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976), y le llamó la atención un banco de niebla que se desplazaba sigilosamente por el mar. La semilla de La Niebla creció y se convirtió en un guión escrito por el mismo Carpenter y su habitual colaboradora, Debra Hill, quien también es productora, en el que la influencia de escritores como Lovecraft, Hodgson o Arthur Machen (Machen es el nombre del marinero interpretado por John Houseman) me parece evidente. La Niebla es una historia de marineros que regresan de la muerte para cobrar venganza y que explora uno de los miedos primigenios del ser humano: lo que oculta la oscuridad, aunque en esta ocasión no sean las tinieblas las que impidan nuestra visión, sino una niebla verdosa, plúmbea y luminiscente...  sobrenatural. 

La frase de Poe que abre la película (idea de Debra Hill), aunque parezca ajena a la trama, adquiere significado en la sobresaliente atmósfera onírica que destila cada uno de sus fotogramas. Y es que Carpenter, mediante el empleo de la música (compuesta por él), la iluminación (muy inquietante el uso de tonalidades verdes y rojas), la presencia de la sobrenatural niebla luminiscente y un ritmo propio del cine clásico en el que la historia cuece a fuego lento, consigue crear una película atmosférica por antonomasia. Ejemplo de esto es el magistral inicio en el que un viejo marinero relata una historia de terror a unos trémulos niños cobijados frente al fuego de una hoguera. Carpenter demuestra su maestría en esa magnética secuencia inicial con la que nos atrapa transcurridos apenas tres minutos, empleando únicamente el tic-tac de un reloj, los inquietantes acordes de su música, la tenue luz de la hoguera y la historia del velero Elisabeth Dane, relatada por el viejo marinero ante una infantil audiencia que escucha con los ojos como platos. De este modo tan sencillo, y genial, nos sumergimos en una historia clásica de fantasmas, tanto en su forma como en su contenido.



El 21 de abril de 1980 se cumplen cien años del centenario de la fundación del pueblo costero, Antonio Bay. A las 12 de medianoche extraños sucesos acontecen, sucesos que culminarán con el brutal asesinato de tres marineros por los seres que oculta la niebla. Tras estos acontecimientos, conectados directamente con el relato del marinero, la historia avanza a través de las pesquisas de sus personajes: Nick Castle (Tom Atkins), rudo marinero, junto a su fugaz amorío Elizabeth Solley (Jamie Lee Curtis), busca el barco que cree perdido sin conocer la suerte de sus compañeros;Stevie Wayne (Adrienne Barbeu), locutora de un programa de radio, divisa desde el faro una espectral niebla que va contra el viento; y el Padre Malone (Hall Hollbrock), a través del diario de un antepasado, descubre la maldición que se esconde tras la fecha del centenario, y qué es lo que acecha tras la niebla. Se trata pues de una historia coral en la que Carpenter maneja, como experto titiritero, varios personajes simultáneamente, y para ello se vale de un recurso constante en sus películas: el montaje paralelo.

Por medio de esta acción paralela consigue momentos de gran tensión, como cuando Stevie Wayne pide ayuda por radio al ver que la niebla se acerca a su casa, donde está su hijo, y Nick y Elizabeth acuden al rescate, o ese final en el que el grupo es atacado en la iglesia al tiempo que Stevie corre idéntica suerte en el faro desde donde emite su programa. Otro gran ejemplo de ese montaje paralelo, que en este caso le sirve para preparar el terreno para un golpe (efectista) de terror, es el momento en que el Padre Malone lee el diario a Kathy Williams (Janet Leigh, madre de Jame Lee Curtis e intérprete de la más famosa escena de ducha jamás rodada: la de Psicosis de Hitchcock) mientras Nick y Elisabeth están en el barco y este relata una historia que le ocurrió a su padre (que no es otra que la del mítico barco Marie Celeste), para culminar con el abrupto hallazgo de uno de los cadáveres.



Otra constante en el cine de Carpenter, del que La Niebla no podía escapar, es la idiosincrasia de sus personajes. En efecto, ya en las primera palabras entre Nick y Elizabeth queda claro por donde van los tiros cuando esta, al ser recogida tras hacer autostop, le pregunta: "¿Eres raro?" - a lo cual Nick le responde - "Sí, soy un tipo muy raro". Esta línea de diálogo resume a la mayoría de los protagonistas de Carpenter: anti-héroes o, en todo caso, jamás gente "normal" o adaptada a los parámetros por los que se rige la sociedad; pensemos  en "Snake Plissken", en Jack Burton, o en el obrero interpretado por Roddy Piper en Están vivos (1988). Por otro lado, todas las mujeres son fuertes e independientes: Elizabeth huye, sola, en busca de una nueva vida; Stevie cuida, también sola, a su hijo; y Kathy Williams, a pesar de recibir la noticia de la muerte de su marido, no renuncia a dar su discurso, sobreponiéndose a la noticia con pasmosa entereza. Las mujeres son absolutamente hawksianas, tanto es así que la sufrida Adrienne Barbeau tuvo que fumar para interpretar a su personaje, pese a no ser fumadora, porque Carpenter quería que fuese un homenaje a las mujeres de las películas de Hawks , muchas veces fumadoras. 

La veneración de Carpenter por Hawks también se manifiesta en el hecho de que en muchas de sus películas un grupo de personas se vea recluido en un espacio cerrado y amenazado por un peligro exterior, repitiendo el leit motiv de Río Bravo (1959). Tal es el caso, descarado, de Asalto a la comisaría del distrito 13 (1976) o el de La Cosa (1982). En La Niebla esta recurrente situación no ocurre hasta el final, pero aún así, a través de ella llegaremos a la resolución de la trama.



Llama mucho la atención lo cuidado de todos los aspectos de su producción a pesar de contar con un presupuesto de sólo un millón de dólares. La magnífica fotografía corre a cargo de Dean Cundey (Regreso al futuro, ¿Quién engañó a Roger Rabbit), el encargado del diseño de producción, así como el editor, fue Tommy Lee Wallace (Noche de miedo II, It), y el genial Rod Bottin (Aullidos, Robocop, Seven), quien repetiría con Carpenter en La Cosa (1982), trabajó en maquillaje y en los artesanales efectos especiales. Algunos de los fantasmas fueron interpretados por Wallace mientras que Bottin hizo lo propio con Blake, e incluso Carpenter hizo un cameo como Bennet, del que se sintió sumamente avergonzado. La niebla fue creada mediante hielo seco y máquinas de niebla, pero la localización del faro en Point Reyes (California)- según parece el segundo lugar más neblinoso de América - facilitó mucho el conseguir tomas de niebla natural. Como curiosidad señalar que Carpenter rodó la Niebla en Bodega Bay , cerca de Point Reyes, misma localización en la que se había gestado Los Pájaros (1963, Hitchcock).

Si bien la intención de Carpenter fue en todo momento sugerir y dejar que el terror fluyera de la imaginación del espectador, cuando vio terminada la película quedó descontento porque se dio cuenta de que el resultado no era lo suficientemente terrorífico. Fue por eso que volvió a grabar diversas escenas potenciando el terror más visceral. Por ejemplo, en la matanza de los marineros, los fantasmas no eran mostrados y las muertes no eran tan explícitas, Carpenter cambió esto en las escenas añadidas y le dio un toque más violento. De todas las maneras, vista hoy, pasados treinta y cuatro años de su estreno, La Niebla es una película entrañable en comparación con los excesos visuales y de casquería a los que nos someten las películas de género. Y quizás este añadido a posteriori de muchas escenas tuviera mucho que ver con ese final tan facilón como precipitado que, a mi parecer, empaña un poco el conjunto de esta, por otro lado impecable, película.



La Niebla de Carpenter suele ser considerada una película menor dentro de los más selecto de su filmografía. Sin embargo, en el apartado comercial fue otro éxito absoluto al haber recaudado 21 millones de dólares con, recordemos, un presupuesto de uno. Por mi parte, cada vez que la veo paladeo con más gusto esta historia de terror gótica que constituye una pieza única en su especie. No recuerdo ya las veces que la habré visto y no hay una sola en la que cese de encontrar detalles nuevos. Para quien se acerque por primera vez a esta película le recomiendo hacerlo de noche, siempre de noche, a poder ser lluviosa, y con niebla, con mucha niebla ...

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA


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4 comentarios:

  1. Muy acertada la analogía con Hawks.

    Al final, las películas de Carpenter no dejan de ser películas de indios y vaqueros, del fuerte asediado por los indios. Solo que el fuerte ya no es un fuerte y sus indios suelen ser mucho mas aterradores que los indígenas americanos.

    Encantado con tu blog, chico.


    Muchas gracias.

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  2. Estoy a punto de verla, luego comento que me pareció.

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  3. Estoy a punto de verla, luego comento que me pareció.

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  4. Estupenda pelicula de terror que vi en el cine en 1980.

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