“Era un frío día de nieve a principios de diciembre, la falta de recursos había forzado a cerrar mi vieja escuela y a mitad de curso me enviaban a una nueva. Estaba acostumbrado a la tranquilidad de los espacios abiertos del campo y ahora me encontraba en el corazón de Londres en plena época victoriana. Las calles estaban llenas de todo tipo de actividad imaginable; era tal la cantidad de cosas que veía que no conseguía reaccionar. Al bajar de mi carruaje, la visión de mi nueva escuela me llenó de miedo y aprehensión. A pesar de ello me invadía una ola de curiosidad. No obstante, nada podía prevenirme de la increíble aventura que iba a correr y del extraordinario individuo que iba conocer y que cambiaría mi vida.”
John Watson, “El secreto de la pirámide”
Londres, siglo XIX, un caballero inglés cruza las nevadas calles londinenses sin percatarse de que una extraña figura encapuchada le sigue sigilosa emitiendo un ligero tintineo. El hombre de porte elegante se detiene frente a la carta de un lujoso restaurante cuando siente un pequeño pinchazo en el cuello, acto seguido la sombra de la figura encapuchada desaparece entre el trasiego de carruajes y viandantes, poco sospechará el desdichado que esa será su última cena, y que instantes después de su muerte – después de haberse precipitado contra el pavimento desde la ventana de su mansión presa de poderosas alucinaciones- la sombra del encapuchado se alejará de nuevo, esta vez por encima de su cadáver.
“Young Sherlock Holmes”, conocida en España como “El secreto de la pirámide”, es una película de aventuras dirigida por Barry Levinson, escrita por Chris Columbus y producida por el rey midas de la industria cinematográfica, Steven Spielberg. “El secreto de la pirámide” supone una original incursión en el terreno del cine de aventuras juvenil tan trillado a lo largo de la década con películas como “Exploradores”, “Una pandilla alucinante”, “ET” o “The Goonies” -estas últimas selladas con el cuño spielbergiano , la primera como director, la segunda como productor- presentando, como novedad respecto a sus coetáneas, una revisión del personaje de Arthur Conan Doyle en un tiempo anterior a sus obras y del que nada escribió; la juventud de Sherlock Holmes, su primer encuentro con J.Watson y su primera gran aventura. Es por eso que “El secreto de la pirámide” se aparta por completo de adaptaciones más fieles al personaje de Conan Doyle- recomiendo la maravillosa “La vida privada de Sherlock Holmes”, dirigida por uno de los grandes del séptimo arte, nada menos que el gran Billy Wilder-, y tal y como reza una advertencia al comienzo de la película: “El siguiente relato es original y no está basado en las hazañas de Sherlock Holmes tal y como fueron descritas en las obras de Sir Arthur Conan Doyle”
En la película se pueden diferenciar claramente dos partes. En la primera asistimos a una presentación de los personajes principales en la que se nos muestra a un joven Holmes (Nicholas Rowe) con un enorme talento deductivo – Holmes describe la personalidad de Watson en su primer encuentro tan solo mirándole unos segundos-, excelente estudiante- rasgo que contrasta con el que nos da Conan Doyle, quien le atribuyó un talento excepcional en determinados aspectos y un absoluto desconocimiento de otros rangos del saber (Holmes sería, según Doyle, el especialista de Ortega y Gasset y no el sabio que se pretende mostrarnos en esta película)-, y perdidamente enamorado de la bella Elisabeth, la única chica residente en la escuela que vive a cargo de su tío y mentor intelectual de Holmes, el erudito profesor Waxflatter. Por su parte, John Watson es retratado como un joven bonachón, torpe y sensato que muestra predilección por los dulces. Watson supone la antítesis de un Sherlock Holmes aventurero, seguro de si mismo, con gran vanidad intelectual y diestro espadachín.
Esta presentación de personajes es acompañada por una línea argumental paralela en la que varios hombres se suicidan tras experimentar terribles alucinaciones y que tendrá relación directa con los protagonistas en la segunda parte. Así, una vez que Holmes vence a Dadley (un envidioso compañero de Watson y Holmes) en una prueba de deducción, tal y como reza el narrador: “Fue un momento maravillosos para Holmes, pero poco podía él espera que sus maravillosos poderes y su talento pronto serían sometidos a una prueba mucho mayor, una prueba de proporciones terroríficas y mortales.” Los tres amigos se verán envueltos en una aventura que adquiere tintes épicos- una aventura con secta egipcia incluida (Rame Tep), sacrificios humanos, duelo de espada y persecuciones- que tendrá por objeto solucionar las extrañas muertes, en la que Holmes encarará primera vez , con consecuencias trágicas para su vida, a su archienemigo Moriarty, y en la que se nos ira desvelando el hipotético origen de ciertos rasgos de la constitución psicológica de Holmes tal y como nos es presentado por Conan Doyle; nos descubre el origen de su futura misoginia y de su complejo de Edipo; además de explicarnos los porqués de su afición a fumar en pipa, de su indumentaria, de su rivalidad con Moriarty e incluso el de su típica frase: “Elemental, querido Watson”
Pese a su relativo fracaso de taquilla creo que estamos frente a una película muy destacable en comparación a otras de su estilo. No se aprecian deficiencias en su trama o en su estructura, está bien enfocada al público al que se dirige y cumple a la perfección su objetivo, que no es poco tratándose de una película de aventuras; entretener. Esto lo logra sin reparar en gastos de un gran despliegue de efectos especiales que son francamente muy buenos- de hecho, en “El secreto de la pirámide” podemos disfrutar del primer personaje en 3D aparecido en una película- y que harán las delicias visuales del espectador; en este aspecto destacan todas las escenas de las alucinaciones. Por su parte, la ambientación está muy cuidada y es rica en matices, ya sea al mostrarnos las calles de Londres o la decoración egipcia de la secta Rame Tep.
Escena aparición primer personaje 3D
La estupenda banda sonora corre a cargo de Bruce Broughton, autor de temas míticos como el de “Silverado” o el de la serie Dallas, que por el tema principal de “El secreto de la pirámide” fue nominado a un Grammy, lo más destacable, a parte del ya mencionado tema principal, es la música utilizada en las escena del sacrificio, que añade gran intensidad y acentúa la tensión con el uso de los coros a una ya de por si tensa escena. Quizás la mayor carencia de la película sea que evoque irremediablemente a otros productos de la factoría Spielberg; así podemos encontrar similitudes entre el vuelo de Holmes y Watson y el vuelo de Eliot en “E.T” o entre los sacrificios en honor de Osiris y a los cometidos en “Indiana Jones y el templo maldito”. En general, el regusto que nos deja la película es el de un producto muy Spielberg, nada fuera de lo normal si nos atenemos a otras de las películas en las que ejerció como productor, véase “Los Goonies” o “Poltergeist” (en la que quizás, dicen las malas lenguas, hizo algo más que producir).
Escena sacrificio
Una fantástica película de aventuras que hará las delicias de jóvenes y nostálgicos.
Atención especial a los créditos finales.
GERMÁN
FERNÁNDEZ JAMBRINA
Ficha técnica
Trailer
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Diner
Mucho más que entretenida. Divertida y original!
ResponderEliminarA mi hija le pienso enseñar todas estas joyas de los ochenta y más allá, al menos lo que me ha gustado a mí de siempre. Al menos que tenga una buena base para cuando llegue a la edad de interesarse por los Crepúsculos y tonterías varias que, sin duda, seguirán poblando el cine dentro 14 o 15 años. Aunque ojalá me equivoque y algún día cambie de nuevo la cosa, ofreciéndonos un cine auténtico.
ResponderEliminarHola Trepamuros. Yo no tengo hijos, pero hago lo propio con mis primos y sobrina. Dentro del cine juvenil los ochenta son el súmmum.
ResponderEliminarUn saludo
Yo tengo 3 peques y mas allá de que el de los 80 es muy buen cine, son los valores y el enseñar a soñar junto con el espíritu aventurero lo que me hace ponerles pelis ochenteras cada vez que puedo
ResponderEliminarUna película absolutamente genial, una joya. Lo del final, pues yo como hago igual que Mr. Bean, jeje...siempre me he quedado a verlos :-)
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