Warlock, el brujo (1989, Steve Miner) Warlock


Es 1691, a un hombre (Julian Sands) lo acusan de ser brujo y, por ello, es condenado a morir quemado en la hoguera. Pero justo antes de su ejecución, su celda es invadida por una extraña y misteriosa fuerza que consigue hacerlo desaparecer junto a Redferne (Richard E. Grant), el hombre que lo capturó. Trescientos años más tarde, ambos aparecen en Los Angeles ...


Yo soy aquel de cuya costilla antigua hizo nacer ...

Yo soy aquel cuya llegada las estrellas anunciaron ...

Yo soy aquel cuyo corazón fue forjado con el carbón más negro ...

Soy el que concluirá la obra magna del espíritu no nacido de Satanás.


Warlock, el brujo es un pequeño clásico de culto para muchos aficionados al cine fantástico entre los que, ¡oh, sorpresa!, me incluyo. Es una película que recuerdo con gran cariño y que alquilé infinidad de veces en el videoclub cuando era un chavalete, por eso me resulta sumamente placentero revisionarla y hablar de ella. Y es que lejos de perder ese encanto que me fascinó por entonces, la sensación de que estoy ante una joya de la serie b es más fuerte que nunca. Fantasía, terror, humor, viajes en el tiempo, brujería ... Abróchense los cinturones y síganme en la búsqueda del El Gran Grimorio ...

La idea y el guión corren a cargo de David Twohy, a quien mencionábamos hace poco al hablar de Critters 2, de quien también es guionista. Twohy pasó cerca de ocho semanas escribiendo una historia muy distinta a la final en la que se centraba en la persecución de un brujo en el siglo diecisiete que posteriormente volvería a ser perseguido en la actualidad, pero por razones presupuestarias tuvo que simplificar el guión. El dirige es Steve Miner (también produce), un director del que he comentado varias de sus películas como la grandiosa House: Una casa alucinante, o la segunda y tercera parte de Viernes 13. Fue Miner el que tuvo la idea de contratar a actores ingleses para los papeles de Warlock y de Redferne debido a que quería un acento inglés marcado como el de los colonos americanos del siglo diecisiete. Miner quedó impresionado con el casting de Richard E. Grant (Withnail y yo) y le adjudicó el papel de Redferne, para el de Warlock pensó en Julian Sands, quien en principio era reacio a actuar en una película de terror, pero tras leer el guión accedió. La música es obra del maestro Jerry Goldsmith y destaca mucho el tema principal. Los efectos ópticos hoy día resultan tan desfasados como entrañables y son obra de la compañía Perpetual Motion, aunque , en principio, se había pensado en Dreamquest: cambio obligado por motivos presupuestarios.


El grueso de la historia narra la búsqueda de Warlock, en el presente, de El Gran Grimorio, un libro dividido en tres partes que es considerado la biblia de Satán y que una vez completo revelará el verdadero nombre de Dios, que pronunciado al revés provocará el fin del mundo y coronará a Warlock como el hijo de Satanás. Para impedírselo, Redferne, contará con la ayuda de Kassandra (Lori Singre), una joven víctima de un maleficio de Warlock mediante el cual envejecerá 20 años cada días que pase. Ambos, cada uno por sus motivos, se lanzarán tras la búsqueda del temible brujo.
A mi juicio, la estructura recuerda a Terminator (1984, James Cameron). Y es que son varios los paralelismos existentes entre las dos películas: viaje en el tiempo, héroe que protege a chica y villano, persecución (aunque al principio son ellos los que persiguen al malo), desconfianza de Kassandra hacia Redferne por considerarlo loco al igual que Sarah con Kyle, asesinato del compañero de piso de Kassandra ... Pero no creáis que soy el único en pensar así, fueron muchos los críticos que hicieron esta comparación cuando se estrenó. No obstante, la película resulta muy entretenida y disfrutable.

Si algo a destacar es el carisma de Julian Sands interpretando a Warlock. La verdad es que es construye un villano espectacular: inmisericorde, cruel, odioso y sarcástico al mismo tiempo. Rápido conocemos de su carácter en la escena en la que, para conseguir su anillo, corta el dedo, sin previo aviso, al compañero de piso de Kassandra y luego lo mata arrancándole la lengua de un mordisco y escupiéndola a la sartén que hay sobre el fogón. Otra escena a destacar es en la que entabla una conversación con un niño y al enterarse que no está bautizado (con la grasa de alguien no bautizado los brujos pueden elaborar un elixir para volar) comienza a reírse y a balancearlo en el columpio; siendo la inocente criatura ignorante de su destino inmediato y quedando el espectador compungido aún si ver nada de lo que pasa después ...
El papel de Richard E. Grant, que interpreta a Redferne también nos ofrece grandes momentos, sobre todo cómicos, por el choque que le supone aparecer 300 años en el futuro y de la mano de Lori Singer (quien, al parecer, sufrió de verdad con el maquillaje) sufriremos lo que es envejecer 20 años cada día que transcurre ...



En taquilla sólo alcanzó los nueve millones pese a contar con un presupuesto de quince y ni siquiera fue estrenada el año en que concluyó su producción. Y es que debido a problemas financieros, su productora (New World Pictures) lo retrasó dos años hasta que fue lanzada, de forma bastante limitada, por Trimark Pictures. Un verdadera lástima para una película que hoy día es considerada de culto ...

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA



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