Queridos Ochenters,
tengo que confesaros que me ha costado como nunca saber cómo empezar a hablaros
de otra de las películas de mi infancia, pero es tal el cariño que siento hacia
este dúo de justicieros de mano larga, que he tenido que verme la película en
cuestión varias veces seguidas (como cuando tenía unos ocho años)
Por aquel entonces, mi
pasión por el cine ya estaba latente, por supuesto no podía permitirme comprar
las cintas originales pero sí rogar por un VHS virgen que me permitiera grabar
todas mis películas favoritas. Una de ellas, que aún conservo a pesar de estar
rota por tanto visionado, era la película de la que me dispongo a hablar, “Y Si No, Nos Enfadamos”.
Y los motivos por los que me ha resultado especialmente difícil comenzar son dos; uno de ellos es puramente sentimental, debido al cariño infinito que siento hacia los actores protagonistas y a los que considero una parte importante de mi infancia cinéfila, pero sobretodo, por la dificultad para tratarla, pues apenas hay información de ésta más allá de la propia película y algún dato suelto de producción, aun así, mi pasión por todos los estilos de cine (especialmente musical para maldición de mi familia y amistades) no me permitía dejar en el olvido a mis queridos Carlo Pedersoli y Mario Girotti, o lo que es lo mismo, Bud Spencer y Terence Hill.
Y los motivos por los que me ha resultado especialmente difícil comenzar son dos; uno de ellos es puramente sentimental, debido al cariño infinito que siento hacia los actores protagonistas y a los que considero una parte importante de mi infancia cinéfila, pero sobretodo, por la dificultad para tratarla, pues apenas hay información de ésta más allá de la propia película y algún dato suelto de producción, aun así, mi pasión por todos los estilos de cine (especialmente musical para maldición de mi familia y amistades) no me permitía dejar en el olvido a mis queridos Carlo Pedersoli y Mario Girotti, o lo que es lo mismo, Bud Spencer y Terence Hill.
Pero no divagaré más y
os hablaré de qué trata esta cinta, que, al igual que el mal entendido cine de
acción, el guion no es más que una excusa para entretener y sobretodo para ver
en pantalla lo que todos esperábamos de pequeños, justicia a golpes.
Comencemos.
Ben (Bud Spencer) es un
malhumorado mecánico aficionado al automovilismo y que es dueño de un taller
mecánico junto a su viejo amigo Jeremías, interpretado por Luis Barbero.
En los primeros minutos
de la cinta, vemos cómo Ben se maravilla ante la oportunidad de conseguir un flamante
bólido rojo nuevo con capota amarilla modelo “Dune Buggy”, el cual es el primer premio de un concurso de Rallycross.
En ese mismo momento
aparece Kid (Terence Hill) para incordio del pobre Ben y como es normal en sus
personajes, hace todo lo posible por fastidiar a los interpretados por su
compañero, que viene a participar en el concurso de rally para optar también al
primer premio.
Tras una frenética
carrera y en la que, como era de esperar, ambos ganan, reciben el premio, un
único bólido que se tendrán que repartir.
Y aquí somos participes
de una disputa por ver cómo deciden quién se queda el coche, produciéndose uno
de los diálogos que guardo en el recuerdo y que repetía con mi hermano hasta la
saciedad a la hora de decidir cómo nos jugábamos algo.
Kid – ¿Nos lo jugamos a las cartas?
Ben – No. ¿Echamos un pulso a ver quién gana?
Kid – No. ¿Nos lo jugamos a cerveza y salchichas?
Ben – ¿…Dónde?
Ben – No. ¿Echamos un pulso a ver quién gana?
Kid – No. ¿Nos lo jugamos a cerveza y salchichas?
Ben – ¿…Dónde?
Para los que no hayáis
visto la película, el reto no consiste en otra cosa que beber cervezas y comer
salchichas hasta que uno se retire, teniendo que pagar la cuenta y perdiendo el
premio, en este caso, el bólido.
Para la “competición”
gastronómica porcina y cervecera (más espuma que cerveza) deciden ir al
restaurante del parque de atracciones cercano al taller mecánico de Ben, pero
al poco entran en escena el estereotipo por excelencia de “los villanos” de la
cinta, una parodia de mafia que trabajan para un orondo especulador
inmobiliario conocido por todos como “El Padrino” e interpretado por John
Sharp, el cual quiere quedarse con los terrenos del parque de atracciones para
construir el casino más alto del mundo, y así, como buen villano extorsionador,
ordena a sus secuaces que amedrenten a los usuarios del parque y destrocen
algunos de los locales comerciales del mismo como advertencia a los vecinos de
la zona, empezando como ya he mencionado por el restaurante donde se encuentran
Ben y Kid.
También conocemos al
“consigliere” del Don, conocido como “El Doctor” e interpretado por “Donald
Pleasence”, que realmente es la cabeza pensante de todo el plan para el
desalojo del parque de atracciones.
Aquí, y haciéndonos
partícipes de lo absurdo, vemos como Ben y Kid siguen con su concurso, absortos
ante el destrozo que la banda está causando en el bar, llegando a volar varios
taburetes cerca de sus cabezas. Ante tanto “ruido”, y con el bar ya destrozado,
deciden marcharse a otro sitio para seguir con el concurso, y es donde
sucede el hecho en el que se centra todo el guion, que como vuelvo a repetir,
no es más que una excusa para que lluevan los mamporros.
Al salir del local, uno
de los secuaces de “El Padrino” que está amenazando a los usuarios del parque bate
en mano para que se bajen de sus coches o los destroza, les ordena lo propio a
Ben y a Kid, los cuales conducen el bólido. Ante la negativa de estos, pues no
entienden el motivo por el que se tienen que bajar del coche, el matón les
advierte que si no se bajan del bólido, se lo “carga”.
Kid – Qué nervioso es. ¿por qué tiene
empeño en cargárselo?
Al hacer caso omiso al
mafioso, siguen su camino. Es entonces cuando uno de los matones golpea el
bólido con otro coche provocando un accidente que destroza el bólido, el cual es consumido por
las llamas.
Ben no tiene interés en
reclamar nada, pues serían muchos líos y no merece la pena, pero tras la
insistencia de Kid deciden ir a visitar al “Padrino” para pedirles que les den otro
bólido nuevo idéntico al suyo, pues lo han perdido por culpa de sus matones.
Pero quiero haceros partícipes del humor absurdo e inocentón que desprende toda
la cinta para que comprendáis por qué me gustaban tanto. La escena se
desarrolla en un salón de baile, del cual es dueño el "Padrino" y donde las parejas
van poniendo una mano al hombro para cambiar de compañero de baile entre los
que se encuentran Ben y Kid; uno de los esbirros jefes que se hace llamar Atila
(con una cara realmente cómica) los reconoce y decide intervenir para echarlos
del local y como veis, termina incluso en una conga. Os dejo la escena.
Como digo, un humor
simple pero efectivo que aún a día de hoy me provoca carcajadas.
Tras conseguir llegar al "Padrino", al que ellos llaman “papi”, le explican el
por qué de su visita, el mensaje es simple: “Debéis devolvernos nuestro
cochechito” ya que lo han perdido por culpa de sus hombres, a lo que el padrino
responde con tono desafiante que qué ocurre si se niega, a lo que contestan que
si se niega, se enfadan (tremendos). Como es normal, esto enfurece aún más al "Padrino", que ordena a Atila darles una lección. Tras el primer encuentro con
Atila, el cual les incendia el coche con ellos dentro, llegan a la conclusión
de que tienen que hacérselo comprender para que les devuelvan el bólido. Aquí
entramos en una serie de gags de la pareja acosando al matón a cual más
divertido, terminando en un gimnasio donde se encuentran entrenando los
esbirros del "Padrino". Como era de esperar, empiezan las tortas. Esta escena es
puramente Bud Spencer y Terence Hill, con la canción principal de la BSO que casa
a la perfección con lo absurdo de la escena. Os la dejo a continuación.
Una vez todos los
matones aleccionados y con los mejores golpes clásicos de cada personaje más
propios de los dibujos animados que del cine, Ben y Kid quedan a la espera de
que los mafiosos respondan a su petición, pero como es normal, estas
humillaciones no hacen otra cosa que enfurecer aún más al “Don” el cual envía a
un grupo de motoristas para darles otra lección, y les ordena que le vayan
relatando a través de una radio cómo va la misión.
Como podéis imaginar,
nuevamente son Kid y Ben los que dan la lección a los moteros. El "Padrino" muy
enfurecido y siguiendo los consejos de "El Doctor", decide contratar a Paganini, (Manuel de Blas) un asesino a sueldo,
para acabar con los problemas con la pareja de una vez por todas.
Paganini, el cual no
pronuncia ni una palabra en toda la cinta, como era de esperar tampoco logra
su objetivo, llegando a ser coaccionado por Kid que se hace con el mismo fusil
que Paganini iba a usar contra ellos durante el caótico ensayo del coro de
Bomberos dirigido por un excéntrico director de orquesta que no gana para
batutas e interpretado por el cómico español Emilio Laguna, escena que estaréis
recordando con una sonrisa y tarareando la famosa canción a la vez.
Paganini es obligado a
ir al local del “Padrino” con un violín en mano a cambio del fusil para hacerle
comprender al mismo que siguen esperando recuperar su “cochecito”
Tras esto, Ben ya está
harto de la situación y decide desistir de su intento en reclamar el coche,
pero “El Doctor” decide atacar al que él considera el artífice de todo, al
pobre Jeremías, amigo de Ben, al cual conocen porque había trabajado como
cocinero en el restaurante del "Padrino".
Esto enfada y mucho a
Ben, al igual que a Kid, que deciden dar una paliza a todos los matones del
local.
Ben y Kid – “Ya estamos enfadados”
Os dejo esta última pelea.
Queridos ochenters, con este último vídeo
dejo la trama… Sí ya, os he contado prácticamente toda la cinta, pero no puedo
evitar recordar las escenas de esta fantástica y divertida película.
Para
ir terminando, os dejo algunas curiosidades que he ido encontrando sobre la
cinta, así como de los propios Carlo y Mario.
-La película fue un
éxito, traducida a más de 15 idiomas.
-Se rodó entre Madrid y
Roma. Las partes rodadas en Madrid fueron rodadas junto al estadio Vicente Calderón.
-El famoso tema de la
película, “Dune Buggy” fue interpretado por Oliver Onions, grupo de música
italiano que también participó en películas como “Banana Joe” o “Sandokan”.
-En la escena en el
parque de atracciones con el cohete sobre raíles donde los participantes
podían demostrar su fuerza y el cohete salía despedido cuando Ben lo lanza,
hubo un fallo con la potencia a la que debía salir despedido y éste cayó sobre
varios operarios que terminaron en el hospital.
-Carlo Pedersoli, antes
de dedicarse a la interpretación, fue campeón de natación durante diez años y participó
en dos olimpiadas representando a Italia.
-Su primera aparición
fue en “Quo Vadis?”, donde interpretaba a un guardia romano.
-Su nombre artístico
procede de la mezcla de su actor favorito, “Spencer Tracy”, con su cerveza
favorita “Budweiser”, dando así el nombre por el que a día de hoy lo conocemos,
“Bud Spencer”.
-Por el contrario, a
Mario Girotti le dieron una lista con veinte posibles nombres en la que tuvo
que decidir en menos de veinticuatro horas.
-Mario empezó en el
mundo del cine a los doce años en la cinta “Vacanze Col Gangster”
-Mario y Carlo llegaron
a ser grandes amigos, rodando hasta diecinueve películas juntos.
-Una multitud despidió
a Carlo Pedersoli con gran cariño, así como su amigo Mario, sonando en su
funeral el clásico “Dune Buggy” de esta cinta.
Amigos, pues por hoy me
despido con la sensación de felicidad que siempre me deja la revisión de esta
cinta, tarareando aún sus cómicas canciones y disfrutando de cada una de sus películas
como el primer día. No puedo estar más agradecido a Carlo y a Mario por darnos
tanto con tan poco. Bud Spencer y Terence Hill siempre formarán parte de
nuestra bagaje ochentero, y nos gustase su cine o no, debemos de reconocer que eran únicos en el cine de comedia al más puro estilo del gag clásico.
Hasta el próximo escrito
amigos.
Acabo de ver la pelicula con mi hija y nos partimos de risa. Saludos.
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