Ochenters,
suerte tuvimos de vivir aquellos años y aquella tele, con Los payasos, Félix Rodríguez de la Fuente, Gloria Fuertes… Ellos
nos hicieron como somos, junto a nuestros padres claro, y les debemos, como a
ellos, lo que somos. Por eso vamos a dedicar unas emotivas y cariñosas líneas a
aquellos locos vestidos de rojo, que tanto nos hicieron reír, en aquellos años en
blanco y negro, a los que empezaba a llegar el color. Ay, aquellos sábados por
la mañana con Gaby, Fofó, Miliki, y los demás… ¿Cómo están Ustedes?... ¡Bien!
EL
ORÍGEN DE LA LEYENDA
Nuestros
héroes vienen de una familia de payasos circenses que se
remonta al siglo XIX, y comenzaron en la profesión en los felices años treinta
de nuestro siglo, nada menos que en el mítico Circo Price, pero, después de la
guerra, fueron de los tantos que emigraron a Hispanoamérica en busca de una
vida mejor.
Su
primer destino fue la soleada y caribeña Cuba, donde los tres hermanos Aragón,
Gabriel (Gaby), Alfonso (Fofó) y Emilio (Emilín en un principio, aunque pronto
se lo cambiaría por Miliki), comenzaron a hacer sus pinitos en televisión, lo
que les hizo conocidos también en México (donde se iniciaron en el cine), Venezuela
e incluso Estados Unidos. Su siguiente destino sería Puerto Rico, donde
estarían desde 1965 hasta 1971, con el programa El Show de las 5, uno de los más vistos y recordados en la historia
de la televisión en aquel país. Luego recalaron en Argentina, donde, ya con la
incorporación de Fofito, hijo de Fofó, tienen también su propio Show televisivo
y ruedan más películas.
Su
éxito en Hispanoamérica hace que una TVE con aires de renovación se fije en
ellos, y en 1972 les contrate para el programa El gran circo de TVE, que pasaría a sustituir a Los Chipitirifláuticos.
Su carisma, su talento,
y esa conexión mágica que, como Félix o Gloria Fuertes, tenían con el público infantil, hizo que alcanzaran un éxito
arrollador, y, ya conocidos como Los
payasos de la tele, se convirtieran en todo un fenómeno televisivo y social
en la España de los setenta y primeros ochenta.
LOS
PAYASOS UNO A UNO
GABY: Su papel era del serio del grupo,
el que, supuestamente ponía orden en el caos de los demás. No vestía de payaso,
como los otros, sino de frac, y siempre iba un poco al margen de ellos. Tocaba
el saxofón.
FOFÓ: Pese a no ser el mayor, era el que
hacía las veces de jefe, el que mandaba (por lo menos entre los de la nariz de
payaso), el que quedaba siempre por encima en las situaciones cómicas, y el que
llevaba la voz cantante, también en
las canciones. Su instrumento era la trompeta. Pese a ser a veces brusco y
mandón, era el personaje más querido, hasta el punto de que su fallecimiento inesperado
en 1976, fue una tragedia para los niños de entonces, y de un impacto social a
nivel nacional, similar al que tendría cuatro años más tarde la trágica muerte
en accidente de avioneta del gran Félix Rodríguez de la Fuente, en 1980, de la
que también nos enteramos un sábado por la mañana. Siempre nos emocionamos al
recordar estos momentos, como al ver la estatua dedicada al Fofo en la entrada
al Parque de Atracciones de Madrid.
MILIKI: Su personaje era quizás el de
mayor poso interpretativo, y el que más calaba en la chavalería. Era el más
noble, el más soñador, siempre risueño, y también atolondrado. Su instrumento era
el acordeón. Al fallecer su hermano Fofó, fue el que, digamos, tomo la jefatura
del grupo, aunque siempre con un aire mucho más benévolo y tolerante, también
el liderazgo en las canciones, dándoles un toque más entrañable, y también pasó
a ocupar el primer lugar en el corazón de los niños.
FOFITO: Al ser el más joven, era
también el más alocado, el más procaz y el que decía siempre la mayor tontería.
Tocaba la guitarra, y hoy es el único del cuarteto original que todavía vive,
aunque el resto estén siempre en nuestros corazones.
MILIKITO: Hijo de Miliki, se incorporó
al grupo tras el fallecimiento de Fofó. Con una sólida formación musical (es pianista),
y un talento natural como mimo, tenía escasa experiencia ante las cámaras, y
por ello inicialmente se decidió que fuera mudo (al estilo de Harpo Marx), y se
comunicara agitando un cencerro en vez de una bocina como aquel. Sin embargo,
más adelante, “recuperó milagrosamente la voz”, revelándose como un excelente payaso.
Quizás por ello, dejó el circo en 1981 para emprender carrera en solitario,
inicialmente como humorista y cantante (recordemos su mítico programa de gags
al estilo Paul Hogan, Benny Hill o Saturday Night Live, Ni en vivo ni en directo), para luego convertirse en presentador y
productor con la llegada de las televisiones privadas.
RODY: Hijo pequeño de Fofó, fue el
último en incorporarse a la troupe,
entre 1982 y 83, cuando Milikito dejó el show, y éste paso a llamarse, en su
última etapa, El loco mundo de los
payasos. Rody se pintaba la cara de negro y se caracterizaba de afrocubano.
En las últimas décadas, ha sido también el que ha seguido un poco el legado
circense de la familia con giras por España, algunas junto a su hermano Fofito.
A estos componentes también habría que
añadir a Rita Irasema, hija de Miliki, que, junto a su padre, presentó una variante
del programa entre 1993 y 95.
EL CIRCO
Y SUS CUATRO PARTES
El programa se grababa inicialmente en
una carpa de circo, en Madrid, con un enloquecido público infantil llenando la
grada, normalmente colegios enteros llevados allí en autobús. Comenzaba con la
famosa canción que todos recordamos y sabemos tararear: Había una vez… Un circo que alegraba siempre el corazón…
Luego
se dividía en cuatro partes:
LA
PRESENTACIÓN: Los payasos salían de uno en uno preguntando a los niños del
público ¿Cómo están ustedes?... ¡Bien! Cuando
los cuatro estaban en pista, hacían un breve entremés cómico al estilo de los
payasos del circo clásico.
LA
ACTUACIÓN: Era un número de circo, alternando malabaristas, equilibristas,
domadores, trapecistas, etc.
LA
AVENTURA: Era el momento preferido de los seguidores del programa. Se trataba
de una escena de unos 10 minutos de duración, ambientada a modo de telecomedia,
en la que los payasos vivían una peripecia cada vez en un lugar distinto, y en
la que participaban también otros actores. Entre ellos el personaje recurrente
del Señor Chinarro, muy querido
también por la audiencia infantil, interpretado magistralmente por el actor
Fernando Chinarro, que hacía de un tipo normal, que se veía envuelto en las
locuras de los payasos, y se desesperaba con sus tonterías. Hay que decir
también que las aventuras muchas veces tenían moraleja, y también las
utilizaban para hacer pedagogía (aprender las tablas numéricas, por ejemplo).
LA
CANCIÓN: Para terminar el espectáculo, los payasos cantaban una de sus
populares canciones, siempre con la participación de los niños del público, y
con la ayuda de sus instrumentos musicales.
AQUELLAS
INOLVIDABLES CANCIONES
Vamos
a reseñar tan solo algunas de ellas, las que nuestra generación más recuerda, y
también comentaremos su intencionalidad, siempre didáctica o festiva, y, por
supuesto, contextualizada a la época:
HOLA DON PEPITO, HOLA DON JOSÉ: Es
quizás la canción más popular junto con la que comentaremos después, La gallina turuleca. Habla de dos
señores que se encuentran por la calle y se saludan. Ensalza el valor de la
amistad y las buenas costumbres. Como en casito todas, contaba con la
participación del público infantil haciendo de coro, y respondiendo al Hola Don Pepito… con un Hola Don José… ¿Pasó usted por mi casa?...
Por su casa yo pasé…
LA GALLINA TURULECA: Como ya hemos
comentado, otra de las más recordadas. Tiene una intención didáctica, para
ayudar a los más pequeños a aprender los números, porque cuenta la historia de
una gallina que ha puesto un huevo, ha puesto
dos y ha puesto tres…
EL
AUTO NUEVO: Es la canción por la que más se recuerda a Fofó, también la más
divertida, y en la que los niños nos lo pasábamos en grande, porque aparte de
cantar, había que hacer movimientos con las manos y el cuerpo (llevar el
volante, el tunel, los baches, las curvas…). Su intencionalidad era sobre todo lúdica,
aunque, como era constante en ellos, los payasos siempre ensalzaban los valores
familiares, y también en este caso la prudencia en la conducción. El viajar es un placer, que nos suele
suceder. En el auto de papá, nos iremos a pasear… Vamos de paseo, ¡pí, pí, pí! Vamos con el semáforo… Rojo, amarillo y... ¡Verde!
MI BARBA TIENE TRES PELOS: Es otra de
las más divertidas porque es un juego en el que, a medida que avanzan las
estrofas, hay que sustituir las palabras, barba y pelos, por gestos. Mi barba tiene tres pelos… Tres pelos tienen
mi barba…
COMO ME PICA LA NARIZ: Otro de los
clásicos de su repertorio, en el que los niños tenían que estornudar. Cómo me pica la nariz… Ya no lo puedo
resistir…
DALE RAMÓN: La canción del niño
futbolista. Dale Ramón, Dale Ramón… Chuta más fuerte para ver si metes gol…
ASÍ PLANCHABA: Es una canción
deliciosa, y también muy recordada, pero también es quizás por la que más ha
pasado el tiempo, ya que reproduce los estereotipos asociados a las niñas, y al
género femenino en general, en aquellos tiempos(lavar, planchar, cocinar, rezar…
Así planchaba así así…), mientras,
como hemos visto en la anterior, al niño se le ponía a correr, saltar y jugar
al futbol. Era algo consustancial a los tiempos, espontáneo y nada intencionado
por parte de nuestros queridos payasos, que nos querían igual a niños y niñas,
y tienen muchas canciones dedicadas a ellas, como la siguiente.
SUSANITA TIENE UN RATÓN: Es otra de las
más recordadas, y también la favorita de Miliki. Susanita tiene un ratón… Un ratón chiquitín… Aunque asociamos las canciones al conjunto
de los payasos, es justo también decir que letra y música son casi siempre de
Emilio Aragón padre, Miliki.
SI TOCO LA TROMPETA: Si toco la trompeta, tara, tara tareta… Con
esta canción, los payasos buscaban que los más pequeños conocieran los
instrumentos musicales de forma divertida. A este respecto, siempre
recordaremos a nuestro Miliki tocando una canción con niños puestos en fila a
modo de teclado y con una campana cada uno. Él les tocaba el hombros y así iban
nota a nota. ¡Qué momentos!
FELIZ EN TU DÍA: Es otra de las más
famosas, y que aún hoy cantamos a nuestros hijos junto al Cumpleaños feliz, en sus onomásticas. Feliz, feliz en tu día… Amiguito que Dios te bendiga… Que reine la paz
en tu vida… Y que cumplas muchos más… Nuestros payasos eran entrañables, les
adorábamos, y les adoramos, pero también reconocíamos y reconocemos, que eran
bastante tradicionales y beatones. Era la España de entonces.
VALORACIÓN
Y LEGADO
Para un niño de entonces, que además
tuvo la ocasión de ir de pequeño con el colegio a ver el rodaje de uno de los
programas, os podréis imaginar la emoción que supone hacer este artículo
homenaje. Fue una fría mañana de invierno de aquella España aún en blanco y
negro. Nunca habíamos estado en un rodaje televisivo. Nos sorprendía todo,
desde las cámaras grúa hasta las largas esperas, y las repeticiones. Los
payasos tardaron una eternidad en salir, y luego hicieron la presentación por
lo menos seis veces (debía ser para ver cuál quedaba mejor), hubo varias
actuaciones circenses, un bocadillo más pan que chorizo con una Mirinda, y,
para nuestra decepción, nada de Aventura. Y ese sábado por la mañana plantados
delante del televisor para vernos, y no salimos, y troceados, hasta meses
después. Otra decepción.
Más adelante, allá por 2001 tuve la
ocasión de conocer a mi ídolo de los payasos, el gran Miliki, en una rueda de
prensa en la presentaba un libro. Llego tarde también, como todos los artistas,
y diciendo ¿Cómo están ustedes? En mi
turno, antes de la pregunta, le di las gracias “por la infancia que nos habían
dado” a nuestra generación, a lo que él respondió emocionado, hasta tal punto
que su gesto salió reflejado en los periódicos del día siguiente. Para él, ya
anciano, éramos “sus niños de treinta años” a los que dedicó un CD de canciones.
Años después, también tuve ocasión de dar
las gracias a Rody, que vino con su circo a nuestro barrio. Se llenó de madres
y padres cuarentones con hijos pequeños. En las canciones, pidió “un padre” y
allí estaba yo para cantar Mi barba tiene
tres pelos, junto a mi hijo, que se pegó al micrófono. Y Rody, sinceramente
emocionado también, manifestó su sorpresa porque él también se la supiera.
Como toda historia de payasos, esta
también tiene que tener un punto triste, y es que el legado de estos iconos del
circo y la televisión, no es un legado de unidad, sino de disgregación, porque
los herederos han tomado caminos diferentes. Como ya hemos dicho, Emilio Aragón
hijo es un reputado productor de televisión, compositor y director de orquesta,
y encarna el legado de Miliki. Por otro lado están Los gabitos, que son hijos de Gaby, que también han sacado sus discos
y han montado espectáculos. Y por otro lado, como ya también hemos reseñado,
Rody, hijo de Fofó, y que encarna su legado.
Pero nos quedamos con la magia de
entonces, con aquellos recuerdos, con aquel se
me luenga la traba, feliz año huevo, y… ¿Cómo están ustedes?... ¡Bien!
Por Víctor Sánchez González @VictorSescritor