Warlock, el brujo (1989, Steve Miner) Warlock


Es 1691, a un hombre (Julian Sands) lo acusan de ser brujo y, por ello, es condenado a morir quemado en la hoguera. Pero justo antes de su ejecución, su celda es invadida por una extraña y misteriosa fuerza que consigue hacerlo desaparecer junto a Redferne (Richard E. Grant), el hombre que lo capturó. Trescientos años más tarde, ambos aparecen en Los Angeles ...


Yo soy aquel de cuya costilla antigua hizo nacer ...

Yo soy aquel cuya llegada las estrellas anunciaron ...

Yo soy aquel cuyo corazón fue forjado con el carbón más negro ...

Soy el que concluirá la obra magna del espíritu no nacido de Satanás.


Warlock, el brujo es un pequeño clásico de culto para muchos aficionados al cine fantástico entre los que, ¡oh, sorpresa!, me incluyo. Es una película que recuerdo con gran cariño y que alquilé infinidad de veces en el videoclub cuando era un chavalete, por eso me resulta sumamente placentero revisionarla y hablar de ella. Y es que lejos de perder ese encanto que me fascinó por entonces, la sensación de que estoy ante una joya de la serie b es más fuerte que nunca. Fantasía, terror, humor, viajes en el tiempo, brujería ... Abróchense los cinturones y síganme en la búsqueda del El Gran Grimorio ...

La idea y el guión corren a cargo de David Twohy, a quien mencionábamos hace poco al hablar de Critters 2, de quien también es guionista. Twohy pasó cerca de ocho semanas escribiendo una historia muy distinta a la final en la que se centraba en la persecución de un brujo en el siglo diecisiete que posteriormente volvería a ser perseguido en la actualidad, pero por razones presupuestarias tuvo que simplificar el guión. El dirige es Steve Miner (también produce), un director del que he comentado varias de sus películas como la grandiosa House: Una casa alucinante, o la segunda y tercera parte de Viernes 13. Fue Miner el que tuvo la idea de contratar a actores ingleses para los papeles de Warlock y de Redferne debido a que quería un acento inglés marcado como el de los colonos americanos del siglo diecisiete. Miner quedó impresionado con el casting de Richard E. Grant (Withnail y yo) y le adjudicó el papel de Redferne, para el de Warlock pensó en Julian Sands, quien en principio era reacio a actuar en una película de terror, pero tras leer el guión accedió. La música es obra del maestro Jerry Goldsmith y destaca mucho el tema principal. Los efectos ópticos hoy día resultan tan desfasados como entrañables y son obra de la compañía Perpetual Motion, aunque , en principio, se había pensado en Dreamquest: cambio obligado por motivos presupuestarios.


El grueso de la historia narra la búsqueda de Warlock, en el presente, de El Gran Grimorio, un libro dividido en tres partes que es considerado la biblia de Satán y que una vez completo revelará el verdadero nombre de Dios, que pronunciado al revés provocará el fin del mundo y coronará a Warlock como el hijo de Satanás. Para impedírselo, Redferne, contará con la ayuda de Kassandra (Lori Singre), una joven víctima de un maleficio de Warlock mediante el cual envejecerá 20 años cada días que pase. Ambos, cada uno por sus motivos, se lanzarán tras la búsqueda del temible brujo.
A mi juicio, la estructura recuerda a Terminator (1984, James Cameron). Y es que son varios los paralelismos existentes entre las dos películas: viaje en el tiempo, héroe que protege a chica y villano, persecución (aunque al principio son ellos los que persiguen al malo), desconfianza de Kassandra hacia Redferne por considerarlo loco al igual que Sarah con Kyle, asesinato del compañero de piso de Kassandra ... Pero no creáis que soy el único en pensar así, fueron muchos los críticos que hicieron esta comparación cuando se estrenó. No obstante, la película resulta muy entretenida y disfrutable.

Si algo a destacar es el carisma de Julian Sands interpretando a Warlock. La verdad es que es construye un villano espectacular: inmisericorde, cruel, odioso y sarcástico al mismo tiempo. Rápido conocemos de su carácter en la escena en la que, para conseguir su anillo, corta el dedo, sin previo aviso, al compañero de piso de Kassandra y luego lo mata arrancándole la lengua de un mordisco y escupiéndola a la sartén que hay sobre el fogón. Otra escena a destacar es en la que entabla una conversación con un niño y al enterarse que no está bautizado (con la grasa de alguien no bautizado los brujos pueden elaborar un elixir para volar) comienza a reírse y a balancearlo en el columpio; siendo la inocente criatura ignorante de su destino inmediato y quedando el espectador compungido aún si ver nada de lo que pasa después ...
El papel de Richard E. Grant, que interpreta a Redferne también nos ofrece grandes momentos, sobre todo cómicos, por el choque que le supone aparecer 300 años en el futuro y de la mano de Lori Singer (quien, al parecer, sufrió de verdad con el maquillaje) sufriremos lo que es envejecer 20 años cada día que transcurre ...



En taquilla sólo alcanzó los nueve millones pese a contar con un presupuesto de quince y ni siquiera fue estrenada el año en que concluyó su producción. Y es que debido a problemas financieros, su productora (New World Pictures) lo retrasó dos años hasta que fue lanzada, de forma bastante limitada, por Trimark Pictures. Un verdadera lástima para una película que hoy día es considerada de culto ...

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA



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Critters 2 (1988, Mick Harris) Critters 2: The Main Course


Han pasado ya dos años desde que las criaturas aterrorizaran por primera vez el pueblo de Grovers Bend y obligasen a emigrar a los Brown. Pero en plena Pascua, Brad Brown regresa justo a tiempo para comprobar cómo los huevos ocultos en su granja eclosionan y surge una manada letal. Afortunadamente, los cazarecompensas Ug, Lee y Charlie (ahora también cazarecompensas), acuden al rescate ...


Secuela de Critters (1986, Stephen Herek) que fue la última de la saga en estrenarse en cines . Repite la New Line Cinema como productora y esta vez dirige el mítico Mick Garris, quien debuta para la gran pantalla, y que junto a David Twohy (Warlock, el brujo; Pitch Black) escribe el guión. Pese a que Critters 2 está mucho más enfocada al humor que al terror de su predecesora, resultando así una película más apta para todos los públicos ,los resultados en taquilla no llegaron a cubrir el presupuesto de 4, pero en mi opinión una secuela muy digna y divertida.




Un gran acierto es dar mayor protagonismo a los cazarecompensas de la primera parte, Hug (Terrence Mann) y Lee (que ahora adopta el aspecto de la explosiva Roxanne Kernohan), a los que se ha sumado Charlie (Don Keith Opper), quienes, para no variar, siembran el caos en su cruzada contra los critters. A ellos se suma Scott Grimes en su papel de Brad Brown. Esta vez, la acción no se centra en el ataque a una familia, sino en ataques de critters por todo el pueblo, con la novedad de ser más numerosos y de tener capacidad para unirse en una gran bola critter gigante que devora todo a su paso. Como he dicho, el tono ligero es el que marca la tónica, y pese a haber muertes, predomina el humor negro frente a lo terrorífico o truculento: el ataque al "conejo de Pascua", la ocupación de la hamburguesería son ejemplos de esto. Otro momento cómico que resulta un guiño cinéfilo es cuando Lee casi adopta el aspecto de una figura de Freddy Krueger (la New Line fue la productora de Pesadilla en Elm Street). La música de Nicholas Pike también está al servicio del humor y se aleja de la atmósfera oscura del anterior compositor (David Newman), por su parte, en los efectos especiales repite la empresa de los hermanos Chiodo.



Critters 2 es una secuela entretenida que complementa perfectamente a la primera película y que debería haber puesto el punto y final a una saga cuyas tercera y cuartas partes nada aportan.

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA




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Critters (1986, Stephen Herek) Critters


La vida de la familia Brown se derrumba cuando unos letales carnívoros alienígenas llegan a su granja de Kansas. Atrapados en una pesadilla mortal, los aterrados Brown lucharán por sus vidas ...


Otra producción que le salió bastante rentable a la New Line Cinema, no comparable al éxito que supuso Pesadilla en Elm Street, pero nada desdeñable al recaudar la cantidad de 13 millones de dólares con un presupuesto de 2. Dio lugar además a una tetralogía en la que se pueden destacar las dos primeras partes y olvidar la tercera y la cuarta. Critters es un clásico ochentero muy ameno y divertido que conjuga ciencia ficción, terror y humor negro y se suma a la lista de películas en la que sus protagonistas son unas criaturas que sembrarán el desastre como es el caso de Gremlins, Hobgoblins, Munchies y Ghoulies. Critters, supone una película genuina de serie b, mientras que Hobgoblins, Munchies y Ghoulies, son una recalcitrante serie z; Gremlins, sin embargo, es una producción de primera categoría (de la Amblin de Spielberg, nada menos).

Pese a que pueda parecer que Critters surgió para subirse al carro del éxito de Gremlins, la verdad es que su guión (Domonic Muir), fue escrito antes que comenzase la producción de la película de Joe Dante. Entre sus actores destaca la presencia de Dee Wallace, Scott Grimes, M.Emmet Walsh, Billy Zane, Terrence Mann y Don Keith Oper. Dirige Stephen Herek (Las alucinantes aventuras de Bill y Ted, Rock Star), la música está compuesta por el premiado David Newman y de los efectos especiales se encargó la compañía de los hermanos Chiodo. 


La historia comienza en un asteroide conformado como una cárcel de máxima seguridad en la que están esperando la llegada de ocho critters, criaturas de apetito insaciable por a carne, pequeño tamaño, dientes de piraña y rodeados de púas como las del erizo que pueden lanzar a placer. Los critters lograr huir en una nave antes de ser encarcelados, pero para darles caza se envía a dos cazarrecompensas (de aspecto humanoide , pero con un rostro informe que puede mimetizarse con cualquiera que ellos elijan y así cobrar apariencia) de gatillo fácil y consecuencias francamente destructivas. Como veréis, este inicio puede recordarnos a, por ejemplo, el comiezo de El terror llama a su puerta (otra joya de serie b), cambiando las babosas por critters. Y cuando estas aterrizan en La Tierra, concretamente en un pueblo de la américa profunda situado en Kansas, la temática ya nos remite directamente a Gremlins, salvando las distancias, porque la carga de terror, sangre y mala leche (sobre todo por parte de las voraces criaturas) es muy superior.

 
A esta atmósfera terrorífica ayuda mucho la música del ya nombrado David Newman, así como que el grueso de la acción se desarrolle de noche y que se centre en el acoso de los critters a la familia Brown en su granja; el aspecto de los critters, con esos ojos rojos, enormes dientes y púas venenosas, y sus inmisericordes ataques en los que no dudan en mutilar y devorar todo a su paso, hacen el resto. No obstante, el humor está muy presente durante todo el metraje como durante las escenas de unos cazarecompensas - uno ha adoptado el aspecto de un cantante de rock famoso (Terrence Mann), y el otro cambia varias veces de aspecto para sorpresa de los habitantes del pueblo – que en su búsqueda de critters provocan más destrozos que ayuda. Otros momentos muy graciosos son las referencias a Cazafantamas en el logo de la camiseta de los jugadores de bolos o la conversación de un critter con un peluche de E.T. preguntándole: ¿Esta no es tu casa, verdad? Y acto seguido devorarle la cabeza (recordemos que Dee Wallace era Mary, la madre de Elliot en ET).



En cuanto a los actores, a parte de Wallace, destaca la actuación de un joven Scott Grimes que fue nominado a la categoría de mejor actor joven en varios festivales. Hablando de personajes, mis favoritos son el cazareompensas Ug (Terrence Mann) y el paleto alcohólico Charlie (Don Keith Opper) obsesionado con los extraterrestres. Como curiosidad señalar que existe un final alternativo algo más amargo para los Brown, puesto que no recuperan su casa.

En definitiva, un clásico ochentero muy disfrutable e indispensable.

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA




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FINAL ALTERNATIVO



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Critters 2

Campeón de campeones (1989, Robert Radler) Best of the Best


La selección nacional de taekwondo de los Estados Unidos va a enfrentarse a Korea. Pese a que son buenos deportistas, a priori nada tienen que hacer contra los cinco koreanos que son considerados como los mejores del mundo. Además, deberán sobreponerse a sus diferencias individuales y problemas personales para lograr formar un verdadero equipo ...


Salvar una vida con una derrota es ganar victoria de honor en el interior.


Una de las películas favoritas de artes marciales de mi infancia. Y es que, a pesar de ser una golosina para degustadores del subgénero, se aleja de los tan manidos estereotipos que solían caracterizar a este tipo de producciones que copaban las estanterías de los videoclubs.

En Campeón de campeones no existe el típico héroe protagonista que reparte cascoporros a mansalva (pese a que algunos personajes tengan más peso que otros: en este caso Tommy Lee y Alex Grady) , en su lugar, son cinco luchadores que pese a su peculiar forma de ser y de pelear deberán olvidar sus diferencias para poder actuar como un equipo. Así, Virgil (John Dye) es muy pacífico y practica budismo, Sonny Graso (David Agresta) es todo un conquistador y Travis Brickley (Chris Penn) es un pendenciero. Pero los dos personajes que tienen más peso en la película son Alex Grady (el mítico Eric Roberts), un desconsolado viudo que cuida solo de su hijo pequeño y que lidia con una terrible lesión sufrida años atrás; y Tommy Lee (Phillip Rhee, quien ideó la historia y produjo la película), un fuera de serie traumatizado al tener que enfrentarse al despiadado Dae Han Park ( Simon Rhee), el luchador que mató en combate a su hermano. El equipo lo completan Frank Couzo (James Earl Jones), un férreo entrenador que terminará por mostrar su lado más tierno, y Catherine Wade (Sally Kirkland), quien les aportará paz y fortaleza mental. En cuanto al equipo coreano, destacan los actores Simon Rhee y James Lew, ambos espectaculares actores marciales y especialistas con una experiencia profesional que quita el hipo. Curiosamente, siendo Simon Rhee el hermano de Phillip Rhee, es su personaje el que mata en combate al hermano ficticio de Tommy Lee y quien se enfrentará a él en épico combate (hermanos en la realidad y enemigos en la ficción).




En realidad, en Campeón de campeones las escenas de acción son mínimas (la mayoría son las ecenas de los combates finales) y todo el metraje previo es una excusa para profundizar en las relaciones entre las distintas personalidades de los protagonistas y su evolución hasta llegar a formar un verdadero equipo. Las peleas más importantes son internas. Además, nos habla de temas tan importantes como la amistad, el honor, el sacrificio y el perdón por encima de la venganza personal. El momento más emotivo y recordado sucede cuando Tommy, tras perdonarle la vida y a costa de perder el campeonato, recibe la medalla a manos de un Dae Han Park (recordemos que este había matado a su hermano) visiblemente emocionado y que pronuncia una de las frases más maravillosas que podemos encontrar en una película de artes marciales: "salvar una vida con una derrota es ganar victoria de honor en el interior". Os juro que aún se me pone un nudo en la garganta con esta escena.

Lo dicho, una de mi películas de artes marciales preferidas.


GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA



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Alien nación (1988, Graham Baker) Alien Nation


Los Angeles,1991, hace pocos años que una nave extraterrestre cargada con 300.000 esclavos alienígenas ha aterrizado en la ciudad y sus tripulantes acogidos por la autoridades...


Graham Baker (Impulso infernal, El final de Damien) dirige esta curiosa mezcla de buddy cop movie y ciencia ficción producida, entre otros, por Gale Anne Hurd (Terminator, Aliens, Terminator 2 ...), en la que la relación entre los detectives Sykes (James Caan), un humano que ha perdido recientemente a su compañero de mano de un alienígena, y Samuel George Francisco (Mandy Patinkin), el primer detective extraterrestre, encierra un trasfondo que saca a relucir problemas universales como los surgidos de la convivencia entre culturas distintas o el racismo (es una clara precursora de Distrito 9).

Si bien resulta interesante por su propuesta - y sobre todo cuando se nos desvela el terrible pasado de los visitantes y la producción de la droga Jabroka a cargo del malvado William Harcourt (Terence Stamp) – la película me resulta muy superficial al no profundizar en la cultura alienígena, o en esos problemas de convivencia entre especies distintas; cosa que hubiera dado mucho más jugo: y es que es poca la información que tenemos de los visitantes aparte de su aspecto (maquillaje a cargo de los Stan Winston Studios), que se emborrachan con leche agria, se pirran por el castor o que el agua salada es para ellos un ácido. Supongo que esta superficialidad viene condicionada por el formato fílmico, y es por eso indispensable recordar que (a pesar de no haber sido un boom en taquilla) dio lugar a una serie, varias películas para la televisión, cómics e incluso novelas; una franquicia que la enriquece profundamente.


GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA


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El club de los poetas muertos (1989, Peter Weir) Dead Poets Society



“Sólo al soñar tenemos libertad, siempre fue así; y siempre así será”.

“¡Oh, Capitán, mi Capitán!”.



Dirigida por un Peter Weir (para mí un maestro en el séptimo arte) quien ,como en la mayoría de sus películas, imprime su genuína y alternativa visión del mundo y de la vida (recordemos La última ola, Galipolli, Único testigo, La costa de los mosquitos, El show de Truman ...), El club de los poetas muertos es  un clásico ochentero que cautivó a crítica y público recaudando la increíble cantidad (sobre todo para tratarse de un drama) de casi 236 millones de dólares y cosechando multitud de premios. La película narra la relación entre un nuevo profesor de literatura  y sus alumnos  en uno de los internados más prestigiosos, estrictos y exigentes a finales de los años 50 en el noroeste de los Estados Unidos. La historia es obra del guionista Tom Schulman, quien se basó en sus propias experiencias como estudiante. A destacar también la música del ganador de tres Oscars, Maurice Jarre.

El club de los poetas muertos supone una visión rupturista contra los valores establecidos en cuanto a la educación académica y familiar por la que muchos jóvenes se vieron oprimidos en ese tiempo y lugar, pero que se puede generalizar a muchos ámbitos  (seguro que muchos nos sentimos identificados). Y es que John Keating - un magnífico Robin Williams al que Weir dio manga ancha a la improvisación – ejemplariza el ariete que pretende desmontar ese rígido sistema por el que los alumnos de la Welton Academy se ven costreñidos y que ven en él una válvula de escape hacia mundos inexplorados y llenos de posibilidades, hasta entonces, inéditas. 



Keating no enseña literatura. Keating supone un choque frontal a sus mentes bisoñas repletas de información académica , pero vacías del jugo de la vida. Carpe Diem, es la primera lección de Keating: aprovechad el momento, pues cuando menos esperéis estaréis criando malvas. 

“Toma las rosas mientras puedas;
veloz el tiempo vuela,
la misma flor que hoy admiras
mañana estará muerta”.

Pero también versan sobre el amor, el aceptar puntos de vista diferentes, la búsqueda de las pasiones, de los sueños, el seguir un camino propio ...

"Todos necesitamos ser aceptados, pero deben entender que sus convicciones son suyas. Aunque a los otros les parezcan raras o impopulares, aunque el rebaño diga "eso esta maaaal" (como si estuvieran balando)... deben encontrar su propio paso, su propia manera de caminar, en cualquier dirección, como quieran, sea ridícula, orgullosa, como sea".

Y por supuesto, sus enseñanazas son una delicia para todo amante de la literatura. Autores como Walt Whitman, Shakespeare, Robert Frost, Alfred Lord Tennyson y Lord Byron .

"No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (...). Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos" .



Como veis, la película está repleta de frases memorables. Pero no se puede afrontar la película aceptándo sin más sus enseñanzas de un modo ciego y dogmático. El propio Keating cae, en varias ocasiones, en los mismos errores de dogmatismo que el achaca a la educación que se imparte en la Welton Academy. En mi opinión, tan sectaria es la enseñanza en el centro como obligarles a arrancar la introducción de Evans Prichard o el saltarse el estudio de autores realistas. ¿Por qué sólo centrarse en el romanticismo y obviar los estudios filosóficos y otro tipo de literatura? Ese es la mayor pega de Keating: en ocasiones actúa de la misma manera que el enemigo a quien pretende combatir. 

No obstante, la película no resulta tan maniquea, y consta de varios momentos en los que equilibra un poquitín la balanza. Uno es cuando abronca a un alumno que pretende que lo expulsen bajo su consigna del Carpe Diem inculcándole la virtud de la prudencia. Otro es cuando el joven Todd (Ethan Hawke, quien quedó impresionado con Robin Williams como actor) , escribe la consigna del  Carpe Diem en una hoja para, tras la visión del tocho de libros que tiene que estudiar, arrugarla y lanzarla a la papelera. Y es que, ¿cómo diablos va a aprovechar el momento bajo esas circunstancias?

Al final, todo ese optimismo y vitalidad desbordantes se ven aplastadas por la cruda realidad. Y el Club de los poetas muertos , y como no, Keating, van a ser el chivo expiatorio por la directiva como consecuencia de la muerte de Neil , uno de sus más insignes estudiantes (Robert Sean Leonard), quien prefiere suicidarse a seguir el camino implantado por su padre y que le obliga a renunciar a su pasión: el teatro. 

Pero este final tiene un matiz agridulce cuando, en lo que es una de las escenas más emotivas que nos ha dado el séptimo arte, muchos de ellos vuelven a rebelarse al subirse encima de sus pupitres al grito de: “¡Oh, Capitán, mi Capitán!”.


GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA




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Pesadilla en Elm Street 5: El niño de los sueños (1989, Stephen Hopkins) A Nightmare on Elm Street: The Dream Child


Un año después de los acontecimientos ocurridos en Pesadilla en ElmStreet 4: El amo del sueño (1988, Renny Harlin), Alice (Lisa Wilcox) y Dan (Danny Hassel) continúan su relación al tiempo que se gradúan en el instituto en compañía de sus nuevos amigos Greta, Mark e Yvonne. Freddy Krueger no ha dado señales de vida, pero cuando Alice se queda embarazada las pesadillas no tardar en regresar ...


Curiosamente, la historia de esta quinta parte había sido ofrecida a la New Line por el guionista Leslie Borden para Pesadilla en Elm Street 3: Los guerreros del sueño. El guión, lógicamente, fue rechazado, pero años después la New Line contactó de nuevo con Borden para materializar su propuesta de manos del desconocido director Stephen Hopkins (recordemos que salvo Wes Craven, todas las partes anteriores también fueron dirigidas por novatos) al que dieron dos meses de plazo para entregar la película. En coherencia con la anterior secuela, El niño de los sueños continúa la historia ahí donde la dejó El amo del sueño, Lisa Wilcox y Danny Hassel repiten en sus papeles de Alice y Dan y, por supuesto, Englund hará de las suyas como Freddy.



El niño de los sueños, si bien alejada de ese terror espectacular y festivo de la tercera y la cuarta parte, amerita virtudes que la ensalzan como una película bastante superior a lo que la recordaba. Y es que marcada a fuego con un tono deliberadamente oscuro y gótico despliega una atmósfera opresiva y una imaginería visual apabullante que hará las delicias de cualquier amante del cine fantástico y de terror. Para lograr esto se basa en el uso del filtro azul en la iluminación, grandilocuentes decorados (como el del sanatorio mental) y la inquietante música de Jay Fergusón. Además, algunas de las secuencias oníricas son tan impresionantes como la fusión del hombre y la máquina que protagoniza Dan junto a su moto o la la lucha de Mark y "Super Freddy" dentro de un cómic.







Pero su trama no se queda atrás en cuanto oscuridad y - quizás con un ritmo más lento a lo que estamos acostumbrados - pone encima de la mesa temas tan controvertidos como la anorexia, la conducción bajo los efectos de bebidas alcohólicas, la maternidad juvenil o el aborto y el derecho de la madre a decidir. Al tiempo, nos muestra el origen de Freddy con la escena de violación de los cien maníacos a una monja (Amanda Krueger, su madre).





Pienso que esta temática dura e "incómoda" y el lógico cansancio que se presupone tras cinco partes son los responsables de la tibia acogida por parte de un público que reaccionó mal en taquilla (con 22 millones de dólares fue la recaudación más baja hasta entonces) y que , en general, la considera una de las peores de la saga. Hay quien echa la culpa a un mal guión en el que el regreso de Freddy a través de los sueños de un niño no nato no tiene ni pies ni cabeza, pero si os paráis a pensar, después de la pesadilla homoerótica que supuso La venganza de Freddy, y su resurrección en El amo del sueño por medio de una meada de perro, lo descabellado es sugerir que esta trama sea descabellada ...


GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA




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