Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

Star Trek VI, Aquel país desconocido (Star Trek VI, the undiscovered country, Nicholas Meyer, 1991)



          En 1991 el universo Star Trek había vuelto con fuerza a la televisión con La nueva generación, y nuestros héroes clásicos, ya entrados en años y en kilos, ya no daban para más en la gran pantalla. Roddenberry lo sabía, ellos lo sabían, y Paramount lo sabía. Ya hemos comentado que la escena final de Star Trek V era ya un amago de epílogo con Bones, Kirk, y Spock compartiendo una hoguera de acampada en el bosque y hablando del pasado con nostalgia.
         Sin embargo, los productores deciden “ordeñar la vaca” una vez más, en una sexta entrega que podía haber sido mucho más: Aquel país desconocido, esta vez con la dirección de otro habitual de la franquicia, Nicholas Meyer.


LO QUE PUDO HABER SIDO Y LO QUE FUE
         Pocos saben que la última película de la serie original pudo no haber contado con ninguno de los ya veteranos actores que la protagonizaron. En una primera idea, ni Shatner, ni Nimoy, ni DeKelley, Doohan, Nicholls o Takey iban a aparecer en pantalla, porque el argumento que había sobre la mesa era una recreación de sus años en la academia con actores jóvenes en sus papeles. Y no era la única idea. Había otra más:
         Todo el equipo creativo, incluidos Nimoy y Roddenberry, tenía ganas de hacer una película que reflejara en profundidad el desconocido mundo de los klingon, y esa idea es la primera que rondó cuando se estaba preparando el argumento para Aquel país desconocido. Además, tanto Leonard Nimoy como Harve Bennet, productor de los anteriores títulos de la franquicia, veían en ello la ocasión para hacer un guiño a los acontecimientos que se estaban viviendo en esos momentos en Europa Oriental: la caída del muro de Berlín, del telón de acero y la descomposición del bloque soviético. Así, dejaron volar su imaginación para idear una alegoría de la actualidad de 1991 en el futuro: La Federación y el imperio Klingon serían Occidente y la URSS, sumida en una grave crisis e incluso con un líder reformista estilo Gorbachov, y Kirk sería el enviado para firmar la paz entre los bloques.
         Sin embargo, cuando Paramount entró en juego con sus propios guionistas no fue ni lo uno ni lo otro y quedó a medio camino. Lo que en principio iba a ser una historia explicativa sobre el mundo de los klingon, un deja vú sobre nuestros héroes jóvenes la academia estelar o una alegoría sobre la caída del muro de Berlín, se quedó en una aventura más para nuestros avejentados protagonistas, en la que son enviados a negociar con los Klingon, son acusados falsamente de asesinato y han de escapar de una prisión en el hielo.


LOS PROTAGONISTAS
         Como siempre, el elenco contaría con los “siete magníficos” de siempre, y para el papel de villano se recurrió a otro actor de campanillas, en este caso a Christopher Pummer, todo un clásico del celuloide con títulos a sus espaldas como Sonrisas y lágrimas (1965), La batalla de Inglaterra (1969), o El hombre que pudo reinar (1975), y habituado también a papeles de malvado y roles de carácter como Sherlock Holmes, aunque ninguno que requiriera tantas prótesis faciales o kilos de maquillaje como el del jefe klingon Chang. Le flanquean otro villano de relumbrón, David Warner, al que recordamos como Jack el destripador en Los pasajeros del tiempo (1979) o Shark/Dillinger en Tron (1982), y la televisiva Rosanna de Soto.

       Para el bando de la Federación, los productores, en su afán por recuperar rostros conocidos de anteriores títulos, barajaron la posibilidad de que Kristie Alley recuperara su papel de Saavik, la vulcana lugarteniente de Spock, pero por entonces Alley ya era una superestrella gracias a la serie Cheers, y de nuevo su caché se puso prohibitivo para una Paramount siempre escatimando en el presupuesto. Además, en esta entrega, Spock es traicionado por su ayudante y era complicado que los fans hubieran aceptado algo así de la fiel e íntegra Saavik. Por ello se creó un nuevo papel, el de Valeris, que recayó en otra joven actriz, Kim Katrall, que ya estuvo entre las candidatas para ser Saavik a principios de los ochenta y que acabó participando en títulos como Loca academia de policía (1982) o Golpe en la pequeña China (1986).



El toque exótico lo puso la actriz y modelo de origen somalí Iman, que interpretaba un alienígena metamorfo que ayuda a los protagonistas a escapar de la cárcel subterránea de hielo del lejano planeta en el que son confinados por los kilingon. Es en esa parte de la película, con la nieve falsa y el cartón piedra, cuando más se percibe el aroma que augura el final de un ciclo.


LA DESPEDIDA
En su libro de memorias, al que ya hemos hecho referencia en otros artículos sobre Star Trek, Leonard Nimoy recuerda con un punto de amargura como se dirigió a su amigo William Shatner tras una de las últimas escenas en los siguientes términos: “¿Estás pensando lo mismo que yo, Bill? ¿De verdad que este es el final de nuestra misión?”.
 

         En un rápido balance, y tras reseñar las seis películas del reparto original de la serie, podríamos decir que la primera, Star Trek la película, es un alarde visual de gran presupuesto, con un argumento potencialmente atractivo, pero un desarrollo lento y sin dinamismo. La segunda, La ira de Khan, es quizás la más fiel al original, una historia de aventuras a la vieja usanza con buenos y malos, combates espaciales y un final dramático, la muerte de Spock. Siguiendo a partir de aquí un hilo argumental coherente, la siguiente película, En busca de Spock, es otra aventura muy similar, y concluye con nuestro vulcaniano revivido. Su continuación, Misión salvar la Tierra, es la más original y rompedora, repleta de humor, mensaje ecologista y un viaje en el tiempo a los ochenta; por eso quizás es la favorita de muchos fans, entre los que me incluyo, junto con La ira de Khan. El bajón llega ya con La última frontera, lastrada por un flojo guión y continuos recortes presupuestarios, y el epílogo Aquel país desconocido.
         Pese a todo, ochenters, nos quedamos con lo mejor: la alegría de haber disfrutado de Star Trek en nuestra infancia en pantalla pequeña y nuestra juventud en pantalla grande. Por eso “he sido, y siempre seré… su amigo”.

"Space, the final frontier. These are the voyages of the starship Enterprise. Its continuing mission: to explore strange new worlds, to seek out new life and new civilizations, to boldly go where no one has gone before…"

Ochenters, en marcha a velocidad factorial. Larga y próspera vida.

Por VICTOR SANCHEZ GONZALEZ













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