Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

The Warriors, los amos de la noche (The Warriors, Los Guerreros, Walter Hill, 1979)



Ochenters, vamos a comentar un film legendario e icónico para nuestra generación: The Warriors, los amos de la noche (1979), dirigida por el maestro del género de acción Walter Hill, y protagonizada por Michael Beck, Walter Remar y Deborah Van Valkenburgh, junto a un reparto coral de jóvenes pandilleros. Una historia de bandas juveniles de los suburbios de Nueva York inspirada en los mitos de la Grecia clásica. Un film intenso, una epopeya moderna, un viaje iniciático lleno de peligros, que se ha convertido en una de las cintas más recordadas e influyentes del cine de finales del siglo XX.

EL ARGUMENTO Y LOS PROTAGONISTAS
         La película nos presenta un Nueva York tomado por bandas callejeras de jóvenes rebeldes que desafían al sistema. Son numerosas, variadas y heterogéneas en todos los aspectos; racial, social, ideológico, incluso de género. Por ello, el carismático líder de una de las más numerosas, Cyrus, de los Gramercy Riffs, propone reunir a medianoche en un parque de la ciudad, a todas las bandas con una sola regla: solo han de venir nueve miembros por cada una, y desarmados. Los Warriors acuden con su plana mayor.
         Cyrus pronuncia un discurso inspirador, en el que llama a la unidad de los clanes para tomar la ciudad y combatir la represión policial. Todos le aclaman, pero, inesperadamente, desde la multitud aparece una pistola que le abate de un disparo. El autor espera haber actuado en el anonimato, confundido entre la multitud, pero uno de los Warriors le ha visto: ha sido Luther, jefe de los Roghes. Cuando se percata de ello, el artero y taimado Luther grita “¡Han sido los Warriors!”.
         A partir de entonces, se desata el caos y una batalla campal, en la que Cleon, el jefe de los Warriors es asesinado también. El resto de la banda consigue escapar del maremagnum descontroladamente y a la carrera. Cuando consiguen reunirse, no les queda otra opción que regresar a su territorio, porque, no solo los Gramercy Riffs, sino todo el resto de bandas de la ciudad, han puesto precio a sus cabezas. Lo harán bajo el mando de Swan, el Jefe de Guerra y segundo en el escalafón del grupo.
         Aunque el film es muy coral, hay tres personajes que destacan dentro del grupo de los Warriors:
         El mencionado Swan, interpretado con gran solvencia por el joven y entonces desconocido Michael Beck, en un papel que le hizo saltar a la fama y convertirlo en estrella emergente (lástima que el fracaso en taquilla de su siguiente película, el musical “Xanadú” con Olivia Newton-John, le dejara fuera del star sistem). Swan es un jefe responsable y juicioso, que reúne todas las virtudes del liderazgo, incluidas la fuerza, la templanza, el valor y la nobleza.
         Su compañero es Ayax (nombre del más fuerte y valiente de entre todos los griegos que asediaban Troya en la Iliada), interpretado por James Remar. Es un joven fuerte y valeroso, pero también impulsivo, lo que le hace caer en la trampa de una mujer policía.
         Al grupo se une de forma circunstancial una joven perteneciente a la tribu de los Orphans, Mercy (Deborah Van Valkenburgh), una chica menuda, de rasgos latinos, de indudable atractivo, pero muy alejada del estereotipo de las protagonistas femeninas al uso. Mercy se va a convertir en el interés amoroso de Swan y, cual Medea a Jasón, se quedará con ellos hasta el final.

         Junto a ellos, el resto de los Warriors: Brian Tyler como Snow, David Harris como el nativo Cochise, Tom McKitterick como el aguerrido Cowboy, Marcelino Sánchez como el joven Rembrandt, el artista de graffiti del grupo, Terry Michos como Vermin, Thomas G. Waites como Fox, y Dorsey Wright que interpretaba al líder Cleon.


Enfrentado a ellos, el inquietante villano del film, el malvado Luther, turbadora interpretación de David Patrick Kelly. Mencionaremos también a Masai, jefe de guerra de los Gramercy Griffs (el actor de color Edward Sewer), que en la versión española doblaba el legendario Constantino Romero. 


UN MITO MODERNO
La trama, como hemos dicho ya, se inspira en las epopeyas de la Grecia clásica, tanto las homéricas (especialmente la Odisea), o la Anábasis de Jenofonte (conocida también como “La expedición de los diez mil”), como las recogidas por la mitología (como “Jasón y los Argonautas”). Es una epopeya moderna, que ocurre en una sola noche, una tórrida noche de verano, pero que vale por los diez años de viaje de Ulises, la ida y vuelta de los Argonautas a la Cólquide, o la huida del Asia Menor de los guerreros hoplitas de Jenofonte.
Al igual que ellos, los Warriors tendrán que viajar, luchar, escapar a la carrera, con los enemigos pisándoles los talones. También en una veloz nave, como los Argonautas o Ulises. Su barco, su Argo, no es otro que un vagón de metro, que tiene que atravesar el proceloso mar de la noche neoyorquina, hasta alcanzar la añorada patria, su particular Ítaca, que también resulta ser una isla, Conney Island, de donde son originarios los Warriors.
En su odisea, se encontrarán con todo tipo de peligros: monstruos, gigantes, arpías, sirenas… A los que se tendrán que enfrentar, en este caso usando más la violencia que su ingenio. Y su gesta heroica la va narrando en directo un heraldo muy particular, una locutora de la radio nocturna, entre disco y disco.

LAS BANDAS RIVALES
         A lo largo de su huida, de su periplo, los Warriors van a ir enfrentándose con las bandas juveniles y tribus urbanas más peligrosas de la ciudad. Ellos son forasteros, de las afueras, están en territorio desconocido, y rodeados de enemigos.
         Los primeros que les salen al paso son los Turnbull ACs, del Bronx, una pandilla interracial, como ellos, que les persigue en un viejo autobús escolar reconvertido en tanque urbano al estilo Mad Max. Escapan corriendo hacia el metro y toman la línea directa a Conney Island en la estación de Gunhill. Los Warriors ya se ven a salvo, pero el tren se detiene debido a un incendio provocado en las vías.

         Obligados a bajar en Tremont, llegan a territorio de los Orphans, una banda menor que no ha sido invitada al cónclave, por lo que, inicialmente, no tendrían por qué serles hostiles. Swan inicia una negociación con el líder de los Orphans, Sully, para que les dejen atravesar su territorio en paz, pero la entrada en escena de Mercy hace que las cosas se tuerzan, y los Warriors tengan que huir de nuevo hacia el metro.
         Al llegar a Broadway, son interceptados por la policía, y el grupo se ve obligado a dividirse. Vermin, Cochise, y Rembrandt, consiguen coger un tren a Union Square, mientras Fox y Mercy huyen por las vías. Los restantes, Ajax, Snow,  Cowboy y Swan, tienen que salir del metro hacia el parque Riverside en Manhattan, donde les esperan los peligrosos y llamativos Baseball Furies, que visten los uniformes del equipo de los NY Yankees, llevan la cara pintada de colores, y les persiguen armados con bates. Es en ese parque es donde pierden a Ayax, seducido por una mujer policía que se hace pasar por dama solitaria que lo engatusa (como Circe a Ulises), para luego arrestarlo.
         Mientras, Vermin, Cochise, y Rembrandt viven otro episodio sacado de los textos de Homero, cuando se encuentran con las Lizzies, una banda de atractivas jóvenes que les envuelven con sus cantos de sirena, y les llevan a una fiesta en su particular tugurio con música psicodélica, alcohol y marihuana. Embelesados, están a punto de sucumbir a sus mortales encantos, pero escapan en el último momento.

         Mientras, Swan encuentra a Mercy en la estación de la calle 96, y juntos toman el metro para encontrar a los demás. Es en este momento cuando se produce una de las secuencias más impactantes del film. Sucios, cansados, magullados y derrotados, ambos jóvenes yacen desplomados en sus asientos, cuando dos parejas de “niños pijos”, bien vestidos y peinados a la moda, que vienen de alguna discoteca chic, entran en el vagón, y les miran como apestados, como si fueran de otro planeta. Mercy se avergüenza, y trata de arreglarse el pelo, pero Swan la coge la mano para detenerla y les planta cara con su mirada, y ella hace lo mismo. “Nosotros somos auténticos”, parecen decir, “vosotros no”.

         El grupo consigue reunirse de nuevo para, quizás la pelea más violenta y explícita de toda la película, la que tienen con los silenciosos Punks, liderados por un enigmático jefe que va en patines. El combate se produce en los baños de la estación de Bowery, y es una orgía de golpes, puñetazos, sangre y excesos de furia y ensañamiento.

         Con el camino despejado, los Warriors conseguirán por fin llegar a las playas de Conney Island ya de día, donde se producirá el desenlace de la historia, en el que estarán presentes los Gramercy Riffs y los Roghes.

ESTRENO, REPERCUSIÓN Y LEGADO

La película se basa en la novela del mismo título de Sol Yurick. Inicialmente, Walter Hill pensaba hacerla como western, pero Paramount estaba interesada por entonces en películas de temática juvenil. Se rodó en unas semanas y con bajo presupuesto. Hill quería peleas realistas, y contar con pandilleros “de verdad” y policías fuera de servicio para que las escenas corales resultaran lo más veraces posibles.
Su estreno, con buena acogida de público y taquilla, no estuvo exento de polémica, fue criticada por algunos por su exceso de violencia, y alabada por otros por su fuerza visual y narrativa. Sin embargo, hoy en día, The Warriors, los amos de la noche, se considera un film de culto, venerado tanto por los cinéfilos, como por los amantes de la cultura underground. Y por supuesto, por los ochenters.









Cyborg (1989/Albert Pyun) Cyborg

Lo primero, antes de empezar con esta película, es dar las gracias a @Espartanosdelcine por su ayuda, porque sin ellos, seguramente se me hubiese pasado desapercibida esta película, para mi gusto infravalorada en su época y que es una de las mejores de Jean Claude Van Damme

SINOPSIS:
En un futuro post-apocalíptico , la plaga ha mermado a la población mundial y sólo un Cyborg tiene la llave para erradicar esa plaga, pero un grupo de villanos anda tras esa cura y la única esperanza de la Humanidad, recae en Jean Claude Van Damme

EL ORIGEN:
Originariamente la película iba a ser la una secuela de Masters del Universo, pero problemas de presupuesto ( Cannon estaba en bancarrota, de hecho ésta fue su última producción) derivaron en que la película fuese la que nos ocupa, inicialmente pensada como una ópera heavy sin diálogo, filmada en blanco y negro y ojo al dato, con Chuck Norris de protagonista. 
Menahem Golam y Yohan Globus, tras el éxito de Contacto Sangriento, convencieron a Albert Pyun, que lo mejor sería contratar a Van Damme en el rol del slinger Gibson como protagonista de la fábula futurista.
Un Albert Pyun que venía de realizar una epopeya bárbara de espada y brujería como era Cromwell , Rey de los Bárbaros (1982) o Viaje al Centro de la Tierra (1988) y que es conocido por ser un hombre orquesta dentro del mundo del cine, al trabajar tanto en la dirección, como en los guiones o el montaje de sus películas, si bien en ésta tuvo que dejar paso a la mano de Van Damme, que se metió en la sala de montaje, con el fin de dar mayor espectacularidad a las escenas de acción, al igual que hiciese en su anterior trabajo para la gran pantalla como fue Contacto Sangriento y todo ello motivado porque en los test-screenings que se hacen en los pasos previos a las películas, el resultado fue un nefasto 1/100 para la película ( cuenta la leyenda que yo fuí el único al que le gustó la primera versión).
LAS HOSTIAS:
Como buen cine de hostias que se precie, lo que hay que hacer es rodear al macho alfa de mazos, mazados ( que las proteínas por lo visto debían estar de oferta en aquellos tiempos, porque para ser una época de hambre y enfermedad, los colegas estaban todos como auténticos Sugus).
Vincent Klyn, uno de los mejores surferos de los ochenta, fue el oponente Fender, para Van Damme. Un tío duro de pelar, que tiene un par de anécdotas en el film como fueron el hecho de que pusiesen en su boca, un diálogo en el que manifiesta su aversión al agua, cuando como he dicho era un consumado y famoso surfista de la época y otra tuvo que ver con sus ojos.
Esos ojos claros, son lentillas de cristal de la época, sí no como las de ahora que son gelatinosas, si no unas de cristal, que par colmo en determinado momento de darse de hostias con el belga, parecía haberlas perdido y tuvieron que parar el rodaje para buscarlas, cuando para su sorpresa y la de todos en general, la seguía llevando puesta, ya que se le había desplazado y hubo que realizar técnica de cirujano para poder recolocarlas sin dañar a sus ojos, cosa , ya que estamos, que sí ocurrió con el actor Jackson "Rock", a quien Van Damme dejó tuerto accidentalmente en una escena que tiene con él, en la que se baten en un duelo con cuchillos y espadas, de hecho existe una demanda que áun dura desde aquella época.
Como dije anteriormente para acompañar a Klyn, se le rodeó de mazados, entre los que destacan  culturistas como Ralph Moeller, alemán de origen y que hubo de ser doblado entero en la sala de montaje ( a pesar de tener cuatro frases) y que sufrió la muerte más espectacular de la película, aquella que tien lugar en las cloacas, con un JCVD haciendo el espagat entre dos columnas y clavándole un cuchillo al pasar el germano por debajo y Stefanos Miltsakakis, fallecido el pasado mes de junio y quien se hizo famoso gracias a JCVD ya que apareció peleando junto a él en hasta cinco películas del belga.
Como conjunto de tanta testosterona rulando por la pantalla, la película es entretenida y hace que su apenas hora y veinte minutos se pase rápido. Como escenas de lucha, realmente sólo hay que destacar la que tiene lugar en las ruinas con todo el equipo de pandilleros recibiendo de lo lindo de JCVD y la más recordada, la que tiene lugar al final de la película en Atlanta, con esa pantalla llena de croma y que rememora, como bien dijeron mis colegas de @Espartanosdelcine a la escena famosa de Rick Grimes entrando a caballo en la desértica Atlanta.
En esta escena final, bajo un diluvio sin fin, tanto Klyn como JCVD parecen retarse para ver quien grita más alto, porque a los puntos, el que más hostias recibe es el belga sin discusión, sobre todo con la puerta del coche, hasta que en esos arranques de furia tan clásicos del cine ochenter, al final será Jean quien deje muerto y colgado ( tal cual) a Klyn.

CONCLUSIÓN:
Título póstumo de la Cannon con un papel a la medida de Van Damme, infravalorado en mi opinión personal, porque con cuatro duros, hicieron una película más que decente que nos deja para el recuerdo el espagat de Van Damme en las cloacas y que además tiene una secuela con Angelina Jolie haciendo de Cyborg y tiene una precuela en marcha llamada Cyborg: Dark Rift con el mismo Albert Pyun dirigiendo el cotarro.
Joya ochentera de obligado visionado para los amantes del cine de evasión