Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.
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Efemérides - 07/06 - Los Goonies

 


El 7/06/1985 , hace 37 años, se estrenaba Los Goonies (The Goonies, Richard Donner)

Especial series de dibujos de nuestra infancia


Ochenters, vamos a echar la vista atrás hasta nuestra más tierna infancia para recordar aquellas series de dibujos que nos marcaron, nos han hecho como somos, y, sin duda, deberíamos poner a nuestros hijos. Como siempre, Lo hemos hecho con todo el cariño, no hemos podido dedicar largos comentarios a todas, y seguro que nos hemos dejado alguna, pero por lo menos encontraréis, aunque sea sólo mencionadas, las más simbólicas y representativas.


MAZINGER Z

         Nuestra serie de aventuras por excelencia. La historia original se publicó como manga en Japón en 1972, e inmediatamente interesó a la Toei Animation para su adaptación televisiva, que ya la tenía lista para su emisión por la Fuji TV a finales de aquel año, y se emitió allí hasta 1974. Pronto llegó a todo el mundo, y también a España.
         La serie contaba con todos los ingredientes para fascinar al público infantil: Robots gigantes que volaban y lanzaban rayos, jóvenes protagonistas con los que te podías identificar, malvados villanos a los que combatir, y aventura a raudales.
         Todos recordamos su famosa canción de cabecera, el grito “¡planeador abajo!” o “¡puños fuera!” de Koji Kabuto (el chico que manejaba a Mazinger), o el famoso también “fuego de pecho” del robot femenino Afrodita A, compañera de Mazinger, y que pilotaba la joven y bella Sayaka Yumi, probablemente el primer amor platónico/televisivo que tuvimos de los chavales de la época (como Koji lo sería de la chicas).
         La serie original constaba de 92 episodios, de los que TVE compró 33 para su emisión a partir de 1978 en el horario estrella de la sobremesa de los sábados, después del telediario y antes de la película de Sesión de tarde. Como anécdota diremos hubo un glorioso momento, allá por 1979, en el que los sábados ponían Mazinger Z y los domingos La abeja Maya.
          Pese a que la serie fue todo un éxito, TVE no compró más capítulos, y la cortó de sopetón, casi sin avisar, para poner en su lugar Orzowei, una serie italiana con actores, temática muy distinta, ambientada en África, y que resultó bastante decepcionante.
 


VICKIE EL VIKINGO


         Sin duda, la más emblemática de las series de dibujos animados de nuestra infancia, y que TVE emitió por primera vez en 1975 los lunes por la tarde. La serie era una coproducción de las televisiones alemana y austriaca, ZDF y ODF, aunque la factura gráfica corrió a cargo de la prestigiosa productora japonesa Nippon Animation.         
         Al contrario que otras series de dibujos de entonces, como Heidi o Marco, que tenían una trama bastante melodramática e incluso lacrimógena, Vickie el Vikingo era una serie de aventuras, llena humor, optimismo y valores como la amistad, el compañerismo, el respeto a la diferencia, el trabajo en equipo, o el cuidado de la naturaleza.
         Los protagonistas eran los vikingos de la aldea sueca de Flak, liderados por Alvar, padre de Vickie, un niño curioso e inteligente, cuyas ideas sorprendentes e imaginativas salvaban todo tipo de situaciones, y le hacían imprescindible en cada viaje por mar en busca de tesoros.
         En esta serie cabe destacar también su preciosa banda sonora, compuesta por el especialista checosclovaco Karel Svoboda, que combinaba magistralmente los temas cantados que son casi himnos, con la potente música electrónica para las persecuciones, o bellas melodías para los finales felices.

LA ABEJA MAYA

         Si hasta ahora hemos hablado de series, digamos, “de personas”, La abeja Maya es una de esas historias tan propias de la literatura infantil protagonizadas por animales humanizados, que, si bien mantienen las funciones básicas de su especie (en su caso, vuelan, recolectan néctar y polen o hacen miel), por lo demás hablan y se comportan como humanos.
         La serie, de 1975, estaba basada en el libro del escritor alemán Waldemar Bonsels, y nos contaba las aventuras de una pequeña abejita junto con su amigo Willy, el saltamontes Flip, y el resto de los insectos del bosque.
         Al igual que Vickie el vikingo, La abeja Maya era una coproducción de la ZDF y ODF, producida por la Nippon Animation, y compartía con ella su espíritu alegre y optimista, y la preciosa música original de Karel Svoboda, que también forma parte de la banda sonora de nuestra vida.
         Como anécdota diremos que, aparte de lo comentado, Vickie el vikingo y La abeja Maya también compartieron sus voces españolas, ya que las dos dobladoras de los personajes principales de ambas series se intercambiaron los papeles: Matilde Vilariño era Maya e Ílvi, la amiga de Vickie, y Mari Pe Castro, que ponía la voz a Vickie, también lo hacía con el amigo de Maya Willy.

PIPI CALZASLARGAS

Aunque no fuera de dibujos, “Pipi Calzaslargas” fue todo un fenómeno televisivo que marcó a nuestra generación. Estaba inspirada en los libros infantiles de la escritora sueca Astrid Lindgren, traducidos a más de 70 idiomas.
Su origen es muy curioso: Para confortar a su hija enferma durante su convalecencia en cama, Lindgren se inventó un personaje alocado y divertido, una niña peliroja llamada Pippi Långstrump, que llevaba dos trenzas casi horizontales, que vivía con un mono y un caballo, y era imaginativa y rebelde contra todo convencionalismo.
La serie, con guión de la propia autora, se rodó en 1968 y fue emitida por primera vez en Suecia en 1969. Dado su gran éxito internacional, TVE la tenía en su agenda, pero era tan rompedora para la época que no se atrevió a programar  su estreno hasta la agonía del régimen franquista, en 1974. Se emitía los domingos por la tarde y no nos la perdíamos.
Pese a que los niños y niñas adorábamos la serie, tuvo un cierto rechazo por parte de la España carpetovetónica y recalcitrante de entonces, que no la aceptó desde un primer momento, y solo recuerda de ella que en un capítulo se les veía probando un cigarrillo, como si ningún chaval de los sesenta o setenta, incluso ellos mismos, hubiera fumado o al menos dado una calada de chavales.
Desde los sectores más conservadores de la sociedad se creía que la serie era un “mal ejemplo”, al mostrar una niña que daba rienda suelta su imaginación, y animaba a sus amigos Tommy y Anika a jugar y divertirse con libertad, en contacto con la naturaleza, sin ataduras, y a hacer todo tipo de locuras, como caminar hacia atrás, pintarse la cara o dormir con los pies en la almohada (algo escandaloso e impensable parece ser). Por cierto, ese conservadurismo casposo y trasnochado lo representa en la serie la estirada señorita Prysselius, en contraposición con los Settergren, los tolerantes padres de Tommy y Anika. Por cierto, un personaje muy similar al que encontramos en la ya mencionada Heidi, representado por la odiosa Srta. Rottenmeyer, rezongando y protestando por todo, incluso de los maravillosos parajes de los Alpes suizos, y siempre tratando de coartar el espíritu libre y bondadoso de la niña, y su benéfica influencia sobre su amiga Clara, en contraposición con el adusto pero comprensivo abuelo.




LAS SERIES ESPAÑOLAS DE BRB

         Todos recordamos la cabecera de tantas series de nuestra infancia y adolescencia que llevaban el logotipo de BRB Internacional, la productora fundada en 1972 entre otros, por Claudio Biern Boyd, que comenzó como simple distribuidora de muchas de las series que estamos comentando, y otras como Los ángeles de Charlie, La pantera Rosa, Tom y Jerry, El bosque de Tallac, Banner y Flappy, Tom Sawyer o El osito Misha que fue la mascota de los Juegos Olímpicos de Moscú 80.
No fue hasta ese año, 1980, cuando BRB comenzó a producir sus propias series animadas. La primera de ellas fue Ruy el pequeño Cid, que contaba las aventuras infantiles del que luego sería héroe legendario del medievo español, y que le encargó a la Nippon Animation. Después vendrían Fútbol en acción (protagonizada por Naranjito, la mascota del Mundial España 82), David el Gnomo, D'Artacan y los tres mosqueperros o La vuelta al mundo de Willy Fog, imprescindibles en  la sobremesa de los sábados y que tampoco nos perdíamos.
         Contrariamente a lo que se pudiera pensar, otra legendaria y muy popular serie de animación española de la época, Don Quijote de La Mancha (1979), no fue producida por BRB sino que TVE se la encargó a los realizadores Cruz Delgado y José Romagosa, que pese al éxito cosechado, disolvieron su sociedad tras ella. Sin embargo, BRB sigue funcionando hoy en día, y ha distribuido series de referencia para nuestros hijos como Pokemon, y ha seguido produciendo dibujos propios, como los del oso deportista Bernie.



LOS LOONEY TUNES Y HANNA-BARBERA

         No podemos dejar de recordar la avalancha de dibujos animados procedentes de Hollywood, como todos los de la factoría Disney, o los Looney Tunes, de la Warners Bros. Como no recordar las Merrie Melodíes (“fantasías animadas de ayer y de hoy presenta…”), al Pato Lucas, a Porky, el Correcaminos, Silvestre y Piolín, El gallo Claudio, Speedy González, o la estrella del estudio Bugs Bunny (“¿qué hay de nuevo, viejo?”). Todos ellos inseparables de sus creadores, los dibujantes y realizadores David DePatie, Fritz Freeling, Chuck Jones, o Tex Avery.
         Mención aparte merecen también los dibujos de Hanna-Barbera, un estudio de animación independiente fundado en 1957 por William Hanna y Joseph Barbera, que anteriormente habían trabajado para la Metro-Goldwin-Mayer. A ellos les debemos, entre otras, Los Picapiedra, Los Supersónicos, Tom y Jerry, El oso Yogui, Jonny Quest, Hong Kong Phooey, Pixie y Dixie, Maguila Gorila, Leoncio el león y Tristón, Pepe Pótamo, Don Gato, Canuto y Canito, o el gran Scooby-Doo.



LAS SERIES DEL MOMENTO QUE TAMBIÉN VEÍAMOS

Y bueno, para terminar mencionaremos también varias series emblemáticas de nuestra infancia, que, aunque no fueran “para niños” específicamente, pues también veíamos, cuando nos dejaban nuestros padres, como Curro Jiménez, Espacio 1999, Sandokan, Wonder Woman, El increíble Hulk, Starky y Hutch, Los hombres de Harrelson, Galáctica, Verano azul, o la ya referida Los ángeles de Charlie. Luego, ya entrados los 80, llegarían V, El coche fantástico, El Equipo A o MacGyver.



CONCLUSIÓN

Ochenters, suerte tuvimos de crecer con aquellas maravillosas series y dibujos, que, como ya hemos dicho, nos hicieron como somos, y, junto con otros referentes televisivos como Los payasos de la tele, Gloria Fuertes, Félix o Carl Sagan, y también cinematográficos, como los de La guerra de las galaxias, Star Trek, 007, Alien, Conan o Terminator, nos forjaron como mujeres y hombres con carácter, nobleza, generosidad y principios, pero también imaginación, inteligencia, curiosidad y sentido del humor. ¡Somos ochenters!


Por Víctor Sánchez Escritor @VíctorSescritor






















Brian Dennehy, el malo bueno de los 80


Ochenters, tras su reciente fallecimiento a los 81 años, queremos recordar al gran Brian Dennehy (Bridgeport, Connecticut, 9 de julio de 1938-New Haven, Connecticut, 15 de abril de 2020), el icónico malo bueno de las pelis de acción de los 80, aunque también fue un notable actor teatral, con dos premios Tony a sus espaldas y ganador de un Globo de Oro por la serie “La muerte de un viajante”.
Inseparable de su físico imponente, su presencia en pantalla, con esa corpulencia, ese cabello rubio prematuramente cano, sus hombros cargados, y su aspecto duro, le asociamos a films emblemáticos de los 80 como Rambo Acorralado (First Blood, 1982) o F/X Efectos mortales (1986).
Sin embargo, su carrera comenzó a finales de los setenta, donde apareció en una capítulo de la serie M. A. S. H, y con pequeños papeles en películas como Buscando al Sr. Goodbar, F. I. S. T. (en la que coincidiría por primera vez con Sly), 10 la mujer perfecta o El final de la cuenta atrás.
En 1982 participó en Acorralado, en la que interpretaba al descreído e intransigente Sheriff del pueblucho de montaña al que llega John Rambo dando tumbos por la carretera, del que primero le quiere echar y luego le detiene y maltrata sin motivo. Esta película fue la que le asentó en el panorama de Hollywood como secundario habitual. Como anécdota diremos que tanto Stallone como él, llegaron al papel tras ser rechazado por otros actores debido al tono violento de la película. En el caso de Dennehy, rechazaron el personaje entre otros Gene Hackman y Robert Duvall Lee Marvin.

Su siguiente película fue Gorky Park (1983), uno de sus escasos papeles de bueno, junto con quizás su “bueno” más entrañable, el líder de los bondadosos visitantes alienígenas de Cocoon (1985). Aquel año también se luciría como villano en el soberbio western contemporáneo Silverado, a las órdenes de Lawrence Kasdan.

Un año después le veríamos como casi coprotagonista en F/X Efectos mortales, junto a otro de los actores icónicos de los 80, Brian Brown, en un thriller urbano con los efectos especiales del cine como leiv motiv. Y también repitiendo como malvado en la comedia de acción Peligrosamente juntos, ambientada en el mundillo de del arte neoyorkino, y protagonizada por el trío Robert Redford, Debra Winger y Daryll Hanna.

A partir de ahí le hemos visto como secundario en innumerables películas, por citar solo dos de las siguientes décadas, Presunto inocente (1990), en la que hacía de fiscal de distrito y jefe de Harrison Ford, y Asalto al Distrito 13 (2005), donde, ya avejentado, hacía de veterano policía junto a Ethan Hawk.


Siempre en nuestro recuerdo el gran Brian Dennehy.

Por Víctor Sánchez González











“En busca del arca perdida” (Raiders of the lost ark, Los cazadores del arca perdida, Steven Spielberg, 1981)


    Ochenters, tenemos el honor de comentar uno de los grandes hitos del séptimo arte de los años 80, el clásico de aventuras “En busca del arca perdida” (Raiders of the lost ark, Los cazadores del arca perdida, Steven Spielberg, 1981), producida por George Lucas, dirigida por Steven Spielberg, y protagonizada Harrison Ford, Karen Allen, Paul Freeman, John Rhys-Davies y Denholm Elliott. Convertida en icono, y tras su éxito arrollador, daría paso a una serie de películas que seguiría con “Indiana Jones y el templo maldito”, que reseñaremos también.

ANTECEDENTES DE LA HISTORIA
        
         Aunque en los títulos de crédito veamos en primer lugar al maestro Steven Spielberg, todo el mérito de la idea y la puesta en marcha del proyecto se lo debemos al genio y la visión del gran George Lucas. El propio Spielberg lo confiesa en cada entrevista: “todo el mérito es de George”, dice, “a mí solo me eligió para dirigirla”.
         Y es que fue así: tras el éxito arrollador de la saga Star Wars, y con todavía el capítulo final sin estrenar, el creador cinematográfico George Lucas ya estaba pensando en una nueva historia de aventuras, aunque esta vez no la ambientaría en “Una galaxia muy, muy lejana”, sino más cerca, en exóticos parajes de nuestro planeta, y tampoco en un contexto de fantasía futurista, sino en la reciente historia del siglo XX, en concreto en el contexto de los años previos a la Segunda Guerra Mundial, caracterizados por las ansias expansionistas de la Alemania Nazi ante el estupor y la pasividad de la Sociedad de Naciones, que le permitió anexionarse Austria y los Sudetes, apoyar a la Italia de Musolini, o participar en la Guerra de España apoyando a los sublevados para instaurar un régimen fascista.

         Si para Star Wars, Lucas se inspiró en comics, y viejas películas de viajes espaciales, en especial en el Flash Gordon de Alex Raymond, para esta nueva película prefirió inspirarse en el modelo clásico de aventuras de los años cincuenta, y los seriales de bajo presupuesto de la productora Republic, que veía de pequeño.
         Rápidamente, se puso a escribir una historia de acción, humor y aventura, protagonizada por un intrépido arqueólogo, que busca por todo el mundo reliquias de gran valor. En un principio, llamó a este personaje Indiana Smith. El apelativo Indiana hacía referencia, no tanto al estado de la Unión que lleva ese nombre, sino a un perro que Lucas tuvo en su infancia, y por el que guardaba un gran cariño y recuerdo.
         Como es sabido, tras la crisis de stress que sufrió tras el rodaje de La guerra de las galaxias (que hizo que su por entonces esposa Marcia Lucas completara el montaje de la película casi en solitario), George Lucas era reticente a seguir dirigiendo sus films porque los médicos le tenían amenazado con un posible ataque cardíaco (de hecho, El imperio contraataca, la había dirigido uno de sus profesores de la Escuela de Cine, Irvin Kershner, con él como productor ejecutivo). Por ello, debía buscar un director solvente y de su absoluta confianza para dirigir este nuevo proyecto.
         Inmediatamente, pensó en su amigo Steven Spielberg, el único que había creído en La Guerra de las Galaxias cuando, antes del estreno, en su casa de las afueras de San Francisco, mostró un premontaje del film a un selecto grupo de nuevos cineastas de su círculo, entre los que estaban, entre otros, Brian de Palma, Martin Scorsese o su mentor, Francis Ford Coppola.

         Sin embargo, la cosa no iba a ser fácil; Spielberg acababa de estrenar con éxito arrollador Encuentros en la tercera fase, y ya planeaba otros proyectos. Lucas no sabía si quiera si podría proponérselo, cuando, casualmente, ambos se encontraron de vacaciones en Maui, y Spielberg le comentó que estaría interesado en dirigir alguna película de James Bond. Animado por esta confesión, Lucas le dijo: “Yo tengo un personaje mejor que James Bond”, y entonces le habló de su proyecto. Se pusieron de acuerdo enseguida, solo con una salvedad; a Spielberg no le convencía el apellido “Smith”. “¿Qué te parece Jones?”, le respondió Lucas. Y así se quedó.
Aunque la historia ya estaba clara desde un principio, y tanto Lucas como Spielberg la perfilaron a medias, para la redacción del guión recurrieron a todo un profesional de su círculo, el reputado Lawrence Kasdan, convertido en otro de los pilares de la trama y los personajes. Y a ellos se unió el equipo de efectos especiales “marca de la casa”, con la ILM de Lucasfilm al frente,  y el responsable de la banda sonora sería, como no, el habitual de ambos directores, el superlativo John Williams, que compondría una partitura épica y romántica a la altura, que se ha convertido en todo un clásico, y la gran familia ochenter puede tararear de memoria.
Y para producir la película, George Lucas se guardaba una pequeña venganza con la XX Century Fox: dolido aún por el despido de Alan Ladd Jr., que tanto le apoyó en La guerra de las galaxias, y enfadado por la cicatería presupuestaria del estudio para El imperio contraataca, que le obligó a pedir un crédito él mismo para financiarla, Lucas les dio con la puerta en las narices para este nuevo proyecto, y se lo ofreció a Paramount, estudio caracterizado por su apuesta desde siempre por el cine de aventuras.

LA ELECCIÓN DEL PROTAGONISTA

Contrariamente a lo que se pudiera pensar, Harrison Ford no era la primera opción para el personaje de Indiana Jones. El hombre en quien primero pensaron Lucas y Spielberg fue en Tom Selleck, y, hay que reconocer que el personaje le cuadraba por completo: era alto, apuesto, fornido, con sex apeal y sentido del humor. Ideal para el papel. Así que ambos se fueron a por él como el Séptimo de Caballería. Sin embargo, se chocaron contra un muro. Por entonces, Selleck era la estrella de una serie de televisión de gran éxito, Magnum P. I., y tanto Universal Televisión como CBS se negaron en redondo a “cederles” al actor, que ya estaba decidido a embarcarse en el nuevo proyecto. Tan es así que incluso esgrimieron su contrato para impedirlo por completo, algo que al propio Tom Selleck, aunque no abiertamente, siempre le ha dolido, porque, aunque ha sido y es una estrella indiscutible, Indiana Jones le hubiera convertido en mito de Hollywood. Solo podemos conformarnos con un vago remedo de cómo hubiera sido el Indi de Selleck, y lo tenemos en la cinta de aventuras de serie B La gran ruta hacia China (1983), con la que sus productores televisivos quisieron compensarle.
Descartado Selleck para el papel, Lucas y Spielberg tiraron de lista, y el número dos era un actor de su total confianza, la estrella emergente Harrison Ford, que ya trabajaba con Lucas en la saga Star Wars, y que también reunía todos los atributos del personaje: Apostura, carácter, atractivo y vis cómica. Así, aparte de Han Solo, Ford se convertiría para siempre en Indiana Jones. 

LA TRAMA Y LOS PERSONAJES

         El protagonista de la película es el arqueólogo y aventurero Indiana Jones (Harrison Ford), inseparable de su sombrero Fedora, su chaquetilla de cuero marrón, su pistola Webley, y su látigo. Se ha hablado mucho del atuendo del personaje, y de su parecido con otros anteriores, ya sea de la ficción o de la realidad, como el personaje de Humprey Bogart en El tesoro de Sierra Madre (1948), el de Charlton Heston en El secreto de los incas (1954), o el famoso arqueólogo descubridor de Machu Pichu, Hiram Bingham, que también vestía de explorador y con un sombrero de ala ancha.
Vemos, al principio de la película, al protagonista del film en la selva de Sudamérica, entrando en una cueva perdida, y llena de trampas, en busca de un ídolo de oro, y de la que sale escapando de una gigantesca piedra rodante, en una secuencia que quita el aliento, emociona, y se ha convertido en uno de los símbolos del personaje (En esa secuencia, por cierto, le acompaña un por entonces joven y desconocido Alfred Molina).
         Al salir de la cueva, se da de bruces con el villano de la película, Monsieur Belock (interpretado por un malo de manual Paul Freeman), un arqueólogo como él, aunque francés, más mayor, y con menos escrúpulos, que le roba el ídolo y manda a los indios óbitos que lo persigan y maten.

         Tras escapar, volvemos a verle, pero esta vez como profesor de universidad, en esa dualidad propia de los superhéroes, que alternan su identidad y personalidad. Tras la clase, en la que tiene que “vérselas” con embelesadas alumnas mientras habla del neolítico y un túmulo cerca de El Cairo, le espera su superior, el Dr. Marcus Brody (un espléndido, como siempre Delholm Elliott), que dirige el museo en el que se aceptan “sin preguntas” todas las reliquias que Jones encuentra por el mundo.
         Brody le lleva con dos hombres del gobierno, que desvelan la trama de la película: La búsqueda del Arca de la Alianza, que han emprendido en Egipto los nazis alemanes, porque Hitler está convencido de sus poderes sobrenaturales, y que, si la encuentra, sus ejércitos serán invencibles. Este aspecto de la trama, también tiene un apoyo histórico: Efectivamente, en su maniática locura, Adold Hitler sí que estaba "chiflado por el tema" del ocultismo, como se dice en la película, y más todavía que él, su segundo Heinrich Himler, que buscó reliquias y objetos sagrados por todo el mundo (de hecho estuvo en la España franquista buscando por las catedrales el "Santo Grial", y tuvo una embarcación dragando el Rhin durante toda la guerra buscando el famoso "Oro del Rhin" de la leyenda germánica y las óperas de Wagner).  
         Para encontrar el arca, Jones debe ir primero a Nepal, en busca de su mentor cuando era estudiante, el legendario profesor Abner Ravenwood. Sin embargo, allí a la única que encuentra es a su hija Marion. Para este papel, la heroína de la película y el interés romántico del protagonista, se barajaron varias actrices jóvenes del momento, y de hecho, tanto Sean Young como Debra Winger hicieron audiciones, pero Spielberg tenía claro que quería a Karen Allen para el personaje, con ese punto de sarcasmo que la joven actriz había desplegado en su pequeño papel en Desmadre a la americana. Marion es decidida y valiente, y, en su primera escena hace una exhibición de aguante bebiendo, en otra de las escenas legendarias de la película. Además, Marion tiene una historia anterior con Jones, ya que ambos fueron novios por un tiempo cuando él era el ayudante de su padre, y sigue dolida porque la dejó para irse por el mundo en busca de reliquias.

         Marion guarda un medallón egipcio, el cabezal del Bastón de Rá, que también buscan los nazis, y que es la clave para encontrar el Pozo de Almas, donde supuestamente estaría el arca . Al no querer deshacerse de él, Marion se unirá a la aventura, que les llevará a Egipto. Y en El Cairo, encontrarán a Salah, un viejo amigo que les ayudará en su búsqueda, y que interpreta un genial y siempre solvente John Rhys Davis. En un principio, Spielberg pensó en Danny de Vito para el papel por su carácter cómico, pero no estaba disponible. Quizás De Vito hubiera dado al personaje un cariz más histriónico, incluso ridículo, mientras que Rhys-Davis pone el punto justo de humor, y también el poso y el temple del experto y amigo.
         En las afueras de la capital egipcia, los nazis han montado una gigantesca excavación, empleando a cientos de obreros locales, y al frente de los trabajos tienen a un viejo conocido de Jones, el Dr. René Belock.

NIÑOS, AVIONES Y SECUENCIAS ÉPICAS

         Si algo no puede faltar en las películas de Spielberg son niños, aviones, y espléndidas secuencias de acción, posibles o imposibles, narradas paralelamente por la batuta sinfónica de John Williams.
         Podemos ver un pequeño hidroavión biplano al principio de la película. Si nos fijamos bien en las letras de su código de identificación, podemos ver que hacen referencia a Obi Wan y a C3PO, de La guerra de las galaxias (también encontramos a los dos androides de Star Wars en un jeroglífico egipcio).
           Otro avión emblemático es el soberbio Clipper de pasajeros, en el que Jones viaja al Tibet, seguido de cerca por la Gestapo, y un DC-3 que le lleva a Egipto. En estos dos últimos casos, Spielberg aprovecha el vuelo de los aviones, superpuesto sobre un mapa con el trayecto, para realizar las transiciones a nuevos escenarios, en un alarde propio del cine clásico.
         En otra de las escenas emblemáticas de la película, los nazis planean llevarse el arca a Berlín en un extraño monoplano de dos hélices que, aunque fue diseñado y construido expresamente para la película en Inglaterra por la Vickers Aircraft Company, y pintado en los estudios Elstree, se inspira en los innovadores prototipos nazis de la Segunda Guerra Mundial, especialmente en los diseños de Blohm y Voss y el Lippisch P 04-106 de una sola ala. Junto a él, y en otra secuencia espectacular, Indi recibe una soberana paliza de un forzudo alemán.


         En cuanto a la participación infantil, bien es cierto que en este film en particular no tiene un protagonismo especial, como ocurre en otras muchas del director, pero sí son un grupo de niños los que salvan a Jones al correr a abrazarle en un bar de El Cairo, cuando Belock iba a matarle con una pistola. Son los hijos de su amigo Salah, que hace un comentario muy estadounidense: “Son mejores que los marines americanos”.
         En cuanto a secuencias épicas, las tenemos a raudales. Desde el principio, con la famosa secuencia de la bola que ya hemos comentado, y que se rodó también en los estudios Elstree, cerca de Londres, pasando por la escena de disparos en el bar de Nepal, o la famosa persecución en camión, una secuencia de más de veinte minutos, rodada en Túnez, en los mismos escenarios del Tatooine de La guerra de las galaxias, y en la que podemos ver a Indiana Jones arrastrado por el suelo con su característico látigo, o peleando en la cabina del camión con un soldado alemán del Africa Corps.
         Cómo no comentar la famosa escena del combate en las calles de El Cairo entre Indiana Jones y un gigantesco árabe con turbante y una enrome cimitarra. Inicialmente, se había previsto una larga y épica pelea, brillantemente coreografiada, y para la que el especialista contratado se había estado preparando a conciencia. Sin embargo, ya iban bastante sobrados de metraje y otra larga escena de acción podía hacer la película excesivamente extensa, así que Spielberg quería acortarla como fuera, pero no se le ocurría cómo, y fue el propio Harrison Ford el que dio con la solución, y le dijo: “¿Por qué no le pego un tiro y ya está?”. La solución convenció al director, y la verdad es que la secuencia resultó, y además provocaba carcajadas en el cine. También circula otra versión en la que se dice que no se pudo rodar porque Ford estaba enfermo. La verdad, me quedo con la primera.
         Como anécdota diremos también que la primera secuencia en rodarse fue la del submarino alemán, que fue filmada en el puerto francés de La Rochelle, y se utilizó uno de los submarinos del film Das Boot (El submarino), original de la Segunda Guerra Mundial.
         En cuanto a la parte que se desarrolla en el yacimiento arqueológico, esta llena de "momentos Spielberg", como cuando Marion trata de emborrachar a Belock, cuando Indi la rescata en la tienda, o la mágica secuencia de la Cámara de mapas.


     Y cómo no referirnos también a la famosa escena de las serpientes en el Pozo de Almas, rodada también en los estudios Elstree, y para la que se utilizaron diez mil ejemplares vivos, de las que solo las cobras eran venenosas, aunque una pitón mordió a un técnico del equipo. Pese a que en la trama, Indiana Jones tiene miedo a las serpientes, no era el caso de Harrison Ford, pero el actor confesó que sintió repugnancia al encontrarse con tantas, y de hecho nunca estuvo en contacto cercano con ninguna, ya que, en el primer plano en el que aparece junto a la cobra, el equipo de producción colocó un cristal entre él y la serpiente.

         En la otra escena con bichos de la película, la del principio con Alfred Molina, también se utilizaron tarántulas vivas, que se le pusieron por toda la espalda. Sin embargo, como no se movían, la escena no lograba transmitir la tensión necesaria, así que los especialistas se vieron obligados a colocarle también un ejemplar hembra para “excitarlos”.

CONCLUSIÓN

         En busca del arca perdida es hoy un referente del cine de aventuras de todos los tiempos, y una película emblemática. En su estreno fue un éxito total en todo el mundo, con una recaudación de casi 400 millones de dólares. Tuvo 9 nominaciones a los Óscar (curiosamente ninguna por su banda sonora), de las cuales obtuvo 5 estatuillas, de los llamados “premios técnicos” (una vez más, Hollywood ninguneaba a las “películas de verdad”), aunque cabe destacar que uno de ellos fue un reconocimiento especial a Ben Burtt y Richard L. Anderson por la edición de sonido. La película ha tenido hasta hoy, tres secuelas: la soberbia “Indiana Jones y el templo maldito”, que también comentaremos, la muy notable “Indiana Jones y la última cruzada”, y la más reciente y mucho menos notable “Indiana Jones y la calavera de cristal”.
Así que solo nos queda decir: “¡Están excavando en lugar equivocado!”
          

Por Víctor Sánchez escritor @VictorSescritor