Muy
buenas ochenters , hoy cogemos nuestro Delorean y nos transportamos
hasta el año 1988, fecha en la cual, tuvo lugar el estreno de la
película que os traigo a continuación: Black Eagle.
El
argumento es el siguiente: Ken Tani /Águila Negra ( Sho Koshugi),
agente de la CIA, acude a la isla de Malta, con el fin de conseguir
un láser de alto secreto, hundido en el Mediterráneo, antes de que
se apoderen de él los espías de la KGB, liderados por el temible
Andrei (Jean Claude Van Damme).
La
premisa argumental, de juntar a dos de las estrellas marciales del
momento y con un Van Damme ejerciendo de nuevo un rol de villano, era
a priori muy interesante y con visos de ser un taquillazo. Koshugi
había tenido muy buenas críticas por su actuación en la serie The
Master (1984) junto a Lee Van Cleef y Van Damme había tenido un buen
debut con la película Retroceder Nunca, Rendirse Jamás ( de la cuál
tenéis una review en el blog hecha por mi compañero Germán).
El
caso es que la película en sí, nunca llega a funcionar como
debería, ya que las interpretaciones, son demasiado planas, los
efectos especiales, tienen demasiado cartón (hay explosiones como la
final del barco ruso, que más de serie B son de serie Z chusquera) y
las coreografías marciales, a pesar de estar supervisadas por el
propio Koshugi, no son lo suficientemente buenas como para enganchar
al espectador.
Si
uno va al cine a ver el duelo entre las dos estrellas marciales del
momento, lo mínimo que espera es un combate decente o dos si nos
ponemos a pedir, pero por desgracia no es el caso, ya que en el
primer enfrentamiento, todo se queda en un tanteo, en el segundo en
el castillo, cuando uno piensa, que van a darse leña a maza, resulta
que todo queda en un poco de pintalabios y poco más…bueno…ya
llegará el combate final…paciencia…pues ese momento llega al
final de la película, ese momentazo que estás deseando, cuando ves
que el nipón va pintarrajeado en plan Ninja-comando y empieza a
lucir sus cualidades marciales, Van Damme pone su cara de mala leche,
se le hincha el bultito de grasa que luce en su frente, tú
emocionado y al final…todo queda en interruptus, y a Van Damme me
lo calzan las aspas del motor del barco…ay madre que decepción.
Todo
ello adornado por una música de sepelio , durante la hora y media de
película, ya que ni durante los combates se anima, que sería lo
lógico, pues no, toda la música es completamente lineal a lo largo
de toda la trama, con lo que si las actuaciones son pobres, las
coreografías son malas y la música no acompaña, pues no es de
extrañar que al final sólo recaudase la miserable cifra de tres
millones de dólares en USA.
Para
el recuerdo nos quedará esa escena de Van Damme haciendo el espagat
entre dos bidones y lanzando cuchillos a un panel de madera. La
paliza que le da un joven Kane Koshugi ( su hermano Shane también
sale en la película, ambos hijos en la realidad de Sho Koshugi) a un
grupo de jovenzuelos malteses, que visto ahora, es el mejor combate
que veremos en la película y de hecho este muchacho sigue actuando
ya que ha aparecido en films como El Asesino junto a Jet –Li y
Jason Statham o Ninja: Shadow of a tear junto al gran Scott Adkins,
o frases como:
- “Como vé hemos ganado”, le dice Koshugi al coronel ruso jugando en el casino, y éste le responde :”Lógico, apostaron al rojo
- “No se haga el héroe Nick” le dice el jefe de la CIA al agente Nick y éste le contesta : “Todos somos héroes, por eso nos ama”
Como
véis, no he disfrutado tanto con 39 años de la película como la
disfruté con 11 años, pero aún así, no deja ser una pieza de
cierto culto ochenter , por el hecho de ver a Van Damme ejerciendo un
rol de villano o por el hecho de ver a uno de los mejores artistas
marciales como Sho Koshugi a pesar de que aquí no luzca como
debería.
Nos
leemos pronto ochenters, me monto en el Delorean y regreso a nuestra
época en busca de nuevas joyas que desgranar.
JOSE
MARÍA MOLANO
TRAILER
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