Lo bueno , lo malo y lo peor del cine de los setenta , ochenta y noventa.
Presentación
Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.
ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.
Hoy
cogemos el Delorean y nos trasladamos a mil novecientos ochenta y
cinco.
Este
año es para quien os escribe estas líneas, el mejor año en cuanto
a producción de joyas de nuestra añorada época y para ello os dejo
un pequeño listado y así os hacéis una idea de lo que os digo:
Terminator
Los
Goonies
Lady
Halcón
El
Club de los cinco
Mad
Max III
El
Jinete pálido
Estos
son sólo unos pocos ejemplos de la calidad cinematográfica que
había en aquella época y en la que tuvimos el estreno de una de las
películas más destacables de Chuck Norris: “Código de silencio”.
SINOPSIS
Dos
agentes de policía son asesinados en medio de una operación contra
el tráfico de drogas. La investigación recae sobre los hombros de
Eddie Cusack ( Norris) el cual se verá envuelto en una pelea entre
familias por el monopolio del tráfico de drogas y venganza por el
asesinato en el que se vieron involucrados los policías.
OPINIÓN
Notable
producto a mayor gloria de Chuck Norris, marcando el acento en su
modo “Lone Wolf” de trabajar que ya pudimos observar en “Mc
Quade”. Esta vez además está solo de verdad, ya que sus
compañeros en cierto momento le dan la espalda, por no apoyar a un
compañero acusado de homicidio voluntario de un civil ( acusado con
razón y causa que defiende Norris).
Acorde
a su estatus de estrella, veremos a Norris acompañado por un
secundario de lujo como Dennis Farina y el imborrable villano
encarnado en la persona de Henry Silva, un villano de esos que con
sólo mirarte ya te acojonaba porque seamos sinceros, vemos a este
hombre frente a nosotros y como esboce esa medio sonrisa, seguro que
a más de uno/a nos entraban las ganas de salir pitando.
Las
escenas de acción son dignas de nuestro protagonista como aquella
que tiene lugar en los billares enfrentándose solo a cerca de veinte
pandilleros o aquellas que tienen lugar al final de la película en
la que esta vez se hace acompañar por ese robot policía, el cual
visto con perspectiva hacia nuestra época actual, segur que se lo
cepillaban en un decir Jesús, viendo la velocidad de tortuga con
reuma a la que se movía el cacharrete.
Destacar
la notable dirección de Andy Davis ( El Fugitivo), en la que no
escatima en ofrecernos la crudeza de los asesinatos que son cometidos
por el equipo de Silva así como mantener un ritmo alto para lo que
era el cine de acción de la época de modo que los apenas noventa y
cinco minutos se nos pasan muy rápido.
OCHENTESIDADES
El
papel de Norris había sido ofrecido a Clint Eastwood pero éste
estaba comprometido para la realización de “ El Jinete Pálido”
Dennis
Farina era, en el momento del rodaje un verdadero policía, que
trabajaba en el departamento de Chicago, lugar donde se rodaron la
mayor parte de las localizaciones de la película
También
se pensó para el papel de Norris en Kris Krisofferson , el cual
había sufrido un batacazo con “ Las Puertas del Cielo”, pero
también la declinó para hacer “”Flashpoint”
Considerada
como “Harry el Sucio” al “NorriS Style”, es la segunda
película con más recaudación de Norris tras “Desaparecido en
Combate”
Henry
Silva desempeñó el mismo rol en otra película de similars
características protagonizada por el bigotudo Burt Reynolds ,
llamada la “Brigada de Sharky”.
Hoy
cogemos nuestro Delorean y regresamos al año 1984, aunque en España
el film del que os voy a hablar hoy no se estrenó hasta un año
después.
SINOPSIS:
Tras
pasar siete años en un campo de prisioneros en Vietnam, el coronel
Braddock consigue volver a su país, pero sabiendo que muchos de sus
compatriotas aún siguen encerrados, decide aprovechar una misión
diplomática estadounidense, para regresar e intentar localizar y
rescatar a esos soldados que aún siguen confinados, tiempo después
de acabada la guerra.
OPINIÓN:
La
factoría Canon puso en manos del correcto Joseph Zito,( Viernes 13:
el último capítulo o Red Scorpion) esta bélica película,
descaradamente patriótica y encabezada por la estrella marcial Chuck
Norris.
Apoyada
en una decente banda sonora, y sumergiéndonos en la selva
vietnamieta, en la comunista Saigon o en la decadente Tailandia
mostrándonosla como un lugar de vicio, suciedad y corrupción (
prostitutas, strippers desnudas, calles sin asfaltar ) y aunque la
verdad es que fue rodada en Filipinas esta película es una de las
muchas que se hicieron por aquellos años, como una especie de
manifiesto protesta en contra de la política tomada por Estados
Unidos en la guerra de Vietnam y en el abandono que se hizo de muchos
soldados, los cuales se sospechaba que siguieron confinados en
centros de prisioneros, mucho tiempo después de que hubiese
finalizado la contienda.
Con
un estilo muy ochentero en las escenas de acción y con un Norris en
plena forma y siguiendo los cánones de películas similares, como
por ejemplo Acorralado, aunque ésta se centraba más bien en los
problemas de la vuelta a casa tras la contienda ( si bien es cierto
que en el inicio del film, Braddock a través de flashbacks, no para
de recordar todas las penalidades sufridas en su confinamiento, las
cuales devienen en su decisión de retornar a Vietnam), la película
es muy entretenida, con unos veinte minutos finales intensos, con
sucesivos tiroteos y explosiones con nuestro héroe en plan
“destroyer” y llevando a buen puerto su misión.
Escenas
como la destrucción del campamento vietnamita, él solito, por
supuesto, que para eso es Chuck o las finales en las que se deshace
de los soldados a base de metralleta, son escenas por las que siempre
se recuerda esta película, porque luego serían copiadas, bien en
parodias como Hot Shots o bien en otras películas de acción.
En
mi opinión es una de las mejores películas de Norris, alejado de
sus roles marciales y marcando las pautas que le iban a convertir en
uno de los mejores action-man de los ochenta y parte de los noventa,
además de ser el inicio de una trilogía y de un personaje que le
iban a dar buenos réditos a lo largo de décadas, pesto que treinta
y dos años desùés, todos seguimos recordando al coronel Braddock
junto a John Rambo, como los iconos por antonomasia del cine bélico
americano de los ochenta.
OCHENTESIDADES:
Uno
de los especialistas que trabajaron con el equipo no fe otro que
otro de los action-man por excelencia de aquella época: Jean Claude
Van Damme.
Ésta
fue la primera de las cinco películas que Norris protagonizó para
la factoría Cannon y por las que percibió una cifra nada
desdeñable para la época de un millón de dólares por film.
Aaron
Norris, hermano de Chuck, sería el responsable de los especialistas
para la trilogía entera.
Este
film y su secuela fueron rodadas seguidas, pero al visionarla, los
productores se dieron cuenta que ésta era mejor y decidieron que la
secuela sería en realidad una precuela, que mostraría los
acontecimientos previos a este film.
Chuck
Norris quiso protagonizar esta película, como un sentido homenaje a
su hermano pequeño Wieland caído en combate en 1970 en la Guerra
de Vietnam.
Rodada
entre Junio y Octubre de 1984 su recaudación fue de 23.000.000
dólares sólo en USA.
Espías
como nosotros
(John Landis, 1985),es una
divertidísima comedia ambientada en el tenso conflicto Estados
Unidos-URSS de mediados de los años ochenta; un ejemplo de cómo se
puede hacer cine de actualidad geopolítica en clave de humor y
parodia, del director de Desmadre
a la americana.
Sus
puntos fuertes: la pareja protagonista (Chevy Chase y Dan Aykroid,
dos cómicos de relumbrón, entonces en lo más alto de su carrera),
la pareja creativa Aykroid-Landis (guionista y director, con un texto
lleno de gags hilarantes llevados con efectividad a la pantalla), el
magnífico elenco de secundarios (encabezados por Steve Forrest), y
su mensaje conciliador y optimista en plena Guerra Fría. Su punto
débil: aunque de forma sutil y contenida (no tan descaradamente como
algunos productos de acción de la década), toma partido del lado
americano en el conflicto.
EL
ARGUMENTO
Emmet
Fritz-Hume (Chase) y Austin Millbarge (Aykroid), son dos funcionarios
de poca monta que se presentan a las pruebas para hacerse espías.
Tras un examen desastroso, son reclutados para una acción encubierta
en el extranjero, que les llevará desde el Medio Oriente al
mismísimo corazón de la Unión Soviética, donde, con la ayuda de
un grupo de militares rusos, tratarán de evitar un conflicto nuclear
global.
EL
REPARTO
Los
divos absolutos de la película son Chevy Chase y Dan Aykroid,
auténticas estrellas de la comedia ochentera que provenían, como
Bill Murray o John Belushi, de la inagotable cantera del show
televisivo “Saturday Night Live”. Chase es un “caradura” con
habilidades diplomáticas que se junta por casualidad con un
despistado experto en decodificación (Aykroid), y ambos se
convertirán en atribulados espías.
El
protagonismo femenino corre a cargo de dos actrices y modelos: Donna
Dixon, casada entonces con el propio Aykroid, que interpreta a una
bella agente de la CIA, y Vanesa Angel (conocida por la serie “La
mujer explosiva” y que estuvo a punto de interpretar
a “Xena la princesa guerrera”), que hace de militar rusa. Ambos
papeles tienen una gran carga erótica y escasa relevancia argumental
más allá de convertirse en objeto de deseo de los protagonistas
masculinos, algo, por otra parte, muy habitual en el cine de entonces
(por cierto, Dan Aykroid, autor del guión, “enrolla” a su esposa
con el personaje de Chase en vez de con el suyo).
El
malo de la película no es otro que el “SWAT” Steve Forrest, que
interpreta a un desquiciado general de las fuerzas aéreas empeñado
en desatar por su cuenta la tercera guerra mundial para que
prevalezca el “modo de vida americano.”
Les
acompañan secundarios como Bruce Davison (Agente del gobierno) o
Bernie Casie (el “malencarado” coronel instructor), así como un
montón de caras conocidas en breves cameos: Desde Frank Oz (El
actor, director y marionetista que pone voz a Joda en Star Wars, que
interpreta al profesor del examen), pasando por los también
directores Terry Gilliam, Joel Cohen, Sam Raimi y el mago de los
efectos especiales Ray Harryhausen (en las desternillantes escenas de
los doctores), el cantante B. B. King, el cómico Martin Brest, y
hasta el mismísimo Bob Hope, ya muy anciano pero con su chispa de
siempre, que asoma la cabeza apenas un instante en una tienda de
campaña.
AMBIENTACIÓN
HISTÓRICA
Pese
a ser una comedia de entretenimiento, Espías
como nosotros
refleja el ambiente de permanente desconfianza que viven en los
primeros ochenta las denominadas entonces “dos superpotencias”,
Estados Unidos y la URSS, con sus ejércitos en una descontrolada
escalada nuclear que llevaba inexorablemente a lo que se denominó
“destrucción mutua asegurada” (Siglas en ingles MAD, “loco”;
los americanos desplegando en Europa Occidental sus misiles Persing
y Cruise ylos rusos
copando sus bosques con las plataformas móviles de SS-20),
y los dos con el espionaje como principal arma para obtener
información del otro. Una inestabilidad acrecentada si cabe por la
agresiva política exterior llevada a cabo por la administración
Reagan (que también trata de utilizar el cine como herramienta de
propaganda política contra el enemigo comunista), y que coincide con
los breves y sucesivos liderazgos en Moscú hasta la llegada de
Gorbachov (un pacifista convencido que acabará arrastrando al viejo
“cowboy” americano a la mesa de desarme, algo que se anticipa
también en el gag final de la película en el que los dos países
negocian ya la paz).
ESCENAS
HILARANTES
Desde
el principio, la película es una sucesión de escenas a cual más
divertida, desde el comienzo, cuando Fritz-Hume está haciendo que
estudia en plena oficina mientras ve en su pantalla una vieja
película de Ronald Reagan.
Muy
poco después, la graciosísima secuencia del examen, en la que Chevy
Chase saca a pasear todo su arsenal de humor físico y chusco, desde
la flatulencia a las caídas, pasando por sus incontables gadgets,
trucos y chuletas
para copiar, implicando casi sin querer a su “nuevo amigo”
Aykroid.
Rápidamente
y de forma sorpresiva, ambos son ascendidos a espías de “nivel 10”
y enviados a un campamento para entrenarse en el que su
comportamiento es tronchantemente desastroso. Aun así, son enviados
a Oriente Medio, donde se hacen pasar por eminentes doctores en dos
escenas memorables (la del saludo, “doctor, doctor”, y la de la
operación “a vida o muerte”). De allí pasan a la frontera
soviética por las heladas montañas y, para no ser descubiertos,
improvisan un destartalado escenario con luces en plena nieve para
hacerse pasar por extraterrestres en la secuencia más famosa del
film.
Al
final acabarán en un pequeño campamento militar ruso que custodia
un misil nuclear donde descubren que se su misión es un señuelo,
ideado por un general americano para desatar la guerra total.
En
esta parte, aunque también con una buena dosis de humor, se muestra
a los rusos como personas de carne y hueso, no tan distintos de
nosotros, y no como en otros filmes de la época en los que aparecen
retratados siempre como pérfidos monstruos sin alma. Al final todos
tienen los mismos anhelos de paz, amor y fraternidad, y colaboran
para reprogramar y anular la secuencia de lanzamientos y juntos
salvar el mundo.
CONCLUSIÓN
Más
en la línea comercial de “Que vienen los rusos” de 1966, que en
la sátira mordaz de la excelente “¿Teléfono rojo? Volamos hacia
Moscú” (Stanley Kubrick, 1964), Espías
como nosotros
es una más de las comedias ochenteras de Aykroid y su grupo de
amigos humoristas como El
pelotón chiflado
o Cazafantasmas.
Esta vez con el telón de fondo de la Guerra Fría.
“Remo
Williams: The Adventure Begins”, título original de la cinta, solo
puede concebirse dentro de una década plagada de imaginación,
pasión por las artes marciales y valentía absoluta por parte de las
productoras cinematográficas a la hora de realizar todo tipo de
films.
Nos
encontramos en 1.985, y la tristemente desaparecida “Orion
Pictures” venía de triunfar arrolladoramente, un año antes, con
“Amadeus” y “Terminator” por lo que decide producir una serie
de películas basadas en las novelas pulp de los años 70, escritas
por Richard Sapir y Warren Murphy, con el personaje “Remo Williams”
como protagonista, un policía sentenciado a muerte por un delito
accidental y que es captado por una organización gubernamental que
opera al margen de la ley, falseando la muerte de Remo y otorgándole
una nueva identidad.
Esta
película se engloba dentro de las 18 producciones previstas por
“Orion” para el mismo año y que resultan ser un desastre
financiero todas ellas. Sólo la excelente acogida de público y
crítica de “Platoon” en 1986 y el éxito comercial de “Robocop”
en 1987 salvan a “Orion Pictures” de la quiebra. Por ello, y
debido a la escasa recaudación de “Remo Williams: The Adventure
Begins”, se descarta cualquier posible secuela.
Reparto
singular y director eficaz
Para
interpretar a “Remo Williams” la productora buscaba a un actor
que pudiera interpretar a un nuevo “duro” del cine de acción y
por ello eligieron a Fred Ward, actor que había participado en dos
producciones de notable éxito en 1983 como fueron “Elegidos para
la gloria” y “Más allá del valor”. Y esta era sin duda una
oportunidad de oro para Fred Ward de lanzar su carrera hacia el
estrellato, cosa que no ocurriría debido a la pobre recaudación en
taquilla y los problemas financieros de “Orion”.
Para
encarnar al inolvidable maestro coreano de artes marciales que
enseñaría a Remo todo tipo de técnicas de combate, los
productores, inspirándose claramente en el personaje de “Pat”
Morita (Karate Kid, 1984), decidieron no seleccionar a un actor
asiático sino, como solía hacer Hollywood en décadas anteriores,
elegir a un actor occidental y maquillarlo con rasgos orientales.
Esta
incompresible decisión, a priori, resultó todo un acierto ya que un
irreconocible Joel Grey (Cabaret, 1972), debido a una fantástica
labor de maquillaje, realizó una soberbia e inolvidable
interpretación como el inflexible maestro “Chiun”, por la que
sería nominado en la categoría de mejor actor secundario en los
Globos de Oro.
Otros
actores que acompañarían a Fred Ward y Joel Grey serían veteranos
como Wilford Brimley, que había participado en producciones tan
notables como “La Cosa” (1982) o “Cocoon” (1985); J.A.
Preston, un habitual de multitud de series de televisión durante los
años 70 y 80; y una semi desconocida Kate Mulgrew, que una década
después se haría mundialmente famosa por interpretar a la capitana
“Janeway” en la serie “Star Trek: Voyager”.
Pero
si hay una persona a la que debemos destacar es al director de la
cinta, Guy Hamilton (James Bond contra Goldfinger, 1964; La batalla
de Inglaterra, 1969; El hombre de la pistola de oro, 1974, etc.),
célebre por ser el director de las consideradas por muchos, mejores
películas de la saga de James Bond, y que debido a sus problemas
fiscales tuvo que declinar en 1978 dirigir “Superman” en
detrimento de Richard Donner. Suyo es el mérito de pese a contar con
un lamentable guion y un ínfimo presupuesto, lograr una película
llena de humor y acción bien rodada que ocuparía un hueco en
nuestro corazoncito ochentero.
Serie
B pero cuando tienes buenos profesionales…
Si
hay un apartado que sobresale en esta película por encima de
cualquier otro es la portentosa labor de maquillaje, por la que sería
nominada al Oscar compitiendo duramente con “El Color Púrpura”
de Steven Spielberg y “Máscara” que finalmente sería quien
obtuviera el premio.
Las
interminables sesiones de maquillaje para caracterizar a Joel Grey
surtieron el efecto deseado puesto que al ver la cinta, olvidamos por
completo al maestro de ceremonias de “Cabaret” y creemos ver a un
auténtico maestro coreano.
También
cabe destacar la fotografía de Adrew Laszlo, excelente director de
fotografía húngaro, experto en rodar secuencias de acción como ya
había demostrado en “The Warriors” (1979) o “Acorralado”
(1982).
Y
qué decir de la banda sonora puramente ochentera compuesta por
Craig Safan (serie “Cheers”, 1982; “The Last Starfighter”,
1984).
Los
80…
Como
he comentado anteriormente, “Remo Williams: desarmado y peligroso”,
es una de aquellas entrañables producciones contextualizada en una
década donde la pasión por las artes marciales y todo lo que
proviniese de Oriente, los justicieros callejeros, la defensa del
débil frente al fuerte y la imaginación desbordante e inocente,
estaban a la orden del dia.