Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

Y Si No, Nos Enfadamos (1974, Marcello Fondato) Altrimenti Ci Arrabbiamo



                                
Queridos Ochenters, tengo que confesaros que me ha costado como nunca saber cómo empezar a hablaros de otra de las películas de mi infancia, pero es tal el cariño que siento hacia este dúo de justicieros de mano larga, que he tenido que verme la película en cuestión varias veces seguidas (como cuando tenía unos ocho años)
Por aquel entonces, mi pasión por el cine ya estaba latente, por supuesto no podía permitirme comprar las cintas originales pero sí rogar por un VHS virgen que me permitiera grabar todas mis películas favoritas. Una de ellas, que aún conservo a pesar de estar rota por tanto visionado, era la película de la que me dispongo a hablar, “Y Si No, Nos Enfadamos”.

Y los motivos por los que me ha resultado especialmente difícil comenzar son dos; uno de ellos es puramente sentimental, debido al cariño infinito que siento hacia los actores protagonistas y a los que considero una parte importante de mi infancia cinéfila, pero sobretodo, por la dificultad para tratarla, pues apenas hay información de ésta más allá de la propia película y algún dato suelto de producción, aun así, mi pasión por todos los estilos de cine (especialmente musical para maldición de mi familia y amistades) no me permitía dejar en el olvido a mis queridos Carlo Pedersoli y Mario Girotti, o lo que es lo mismo, Bud Spencer y Terence Hill.

Pero no divagaré más y os hablaré de qué trata esta cinta, que, al igual que el mal entendido cine de acción, el guion no es más que una excusa para entretener y sobretodo para ver en pantalla lo que todos esperábamos de pequeños, justicia a golpes. Comencemos.

Ben (Bud Spencer) es un malhumorado mecánico aficionado al automovilismo y que es dueño de un taller mecánico junto a su viejo amigo Jeremías, interpretado por Luis Barbero.


En los primeros minutos de la cinta, vemos cómo Ben se maravilla ante la oportunidad de conseguir un flamante bólido rojo nuevo con capota amarilla modelo “Dune Buggy”, el cual es el primer premio de un concurso de Rallycross.


En ese mismo momento aparece Kid (Terence Hill) para incordio del pobre Ben y como es normal en sus personajes, hace todo lo posible por fastidiar a los interpretados por su compañero, que viene a participar en el concurso de rally para optar también al primer premio.


Tras una frenética carrera y en la que, como era de esperar, ambos ganan, reciben el premio, un único bólido que se tendrán que repartir.


Y aquí somos participes de una disputa por ver cómo deciden quién se queda el coche, produciéndose uno de los diálogos que guardo en el recuerdo y que repetía con mi hermano hasta la saciedad a la hora de decidir cómo nos jugábamos algo.


Kid – ¿Nos lo jugamos a las cartas?
Ben – No. ¿Echamos un pulso a ver quién gana?
Kid – No. ¿Nos lo jugamos a cerveza y salchichas?
Ben – ¿…Dónde?

Para los que no hayáis visto la película, el reto no consiste en otra cosa que beber cervezas y comer salchichas hasta que uno se retire, teniendo que pagar la cuenta y perdiendo el premio, en este caso, el bólido.


Para la “competición” gastronómica porcina y cervecera (más espuma que cerveza) deciden ir al restaurante del parque de atracciones cercano al taller mecánico de Ben, pero al poco entran en escena el estereotipo por excelencia de “los villanos” de la cinta, una parodia de mafia que trabajan para un orondo especulador inmobiliario conocido por todos como “El Padrino” e interpretado por John Sharp, el cual quiere quedarse con los terrenos del parque de atracciones para construir el casino más alto del mundo, y así, como buen villano extorsionador, ordena a sus secuaces que amedrenten a los usuarios del parque y destrocen algunos de los locales comerciales del mismo como advertencia a los vecinos de la zona, empezando como ya he mencionado por el restaurante donde se encuentran Ben y Kid.


También conocemos al “consigliere” del Don, conocido como “El Doctor” e interpretado por “Donald Pleasence”, que realmente es la cabeza pensante de todo el plan para el desalojo del parque de atracciones.


Aquí, y haciéndonos partícipes de lo absurdo, vemos como Ben y Kid siguen con su concurso, absortos ante el destrozo que la banda está causando en el bar, llegando a volar varios taburetes cerca de sus cabezas. Ante tanto “ruido”, y con el bar ya destrozado, deciden marcharse a otro sitio para seguir con el concurso, y es donde sucede el hecho en el que se centra todo el guion, que como vuelvo a repetir, no es más que una excusa para que lluevan los mamporros.

Al salir del local, uno de los secuaces de “El Padrino” que está amenazando a los usuarios del parque bate en mano para que se bajen de sus coches o los destroza, les ordena lo propio a Ben y a Kid, los cuales conducen el bólido. Ante la negativa de estos, pues no entienden el motivo por el que se tienen que bajar del coche, el matón les advierte que si no se bajan del bólido, se lo “carga”.

Kid – Qué nervioso es. ¿por qué tiene empeño en cargárselo?

Al hacer caso omiso al mafioso, siguen su camino. Es entonces cuando uno de los matones golpea el bólido con otro coche provocando un accidente que destroza el bólido, el cual es consumido por las llamas.

Ben no tiene interés en reclamar nada, pues serían muchos líos y no merece la pena, pero tras la insistencia de Kid deciden ir a visitar al “Padrino” para pedirles que les den otro bólido nuevo idéntico al suyo, pues lo han perdido por culpa de sus matones. Pero quiero haceros partícipes del humor absurdo e inocentón que desprende toda la cinta para que comprendáis por qué me gustaban tanto. La escena se desarrolla en un salón de baile, del cual es dueño el "Padrino" y donde las parejas van poniendo una mano al hombro para cambiar de compañero de baile entre los que se encuentran Ben y Kid; uno de los esbirros jefes que se hace llamar Atila (con una cara realmente cómica) los reconoce y decide intervenir para echarlos del local y como veis, termina incluso en una conga. Os dejo la escena.


Como digo, un humor simple pero efectivo que aún a día de hoy me provoca carcajadas.

Tras conseguir llegar al "Padrino", al que ellos llaman “papi”, le explican el por qué de su visita, el mensaje es simple: “Debéis devolvernos nuestro cochechito” ya que lo han perdido por culpa de sus hombres, a lo que el padrino responde con tono desafiante que qué ocurre si se niega, a lo que contestan que si se niega, se enfadan (tremendos). Como es normal, esto enfurece aún más al "Padrino", que ordena a Atila darles una lección. Tras el primer encuentro con Atila, el cual les incendia el coche con ellos dentro, llegan a la conclusión de que tienen que hacérselo comprender para que les devuelvan el bólido. Aquí entramos en una serie de gags de la pareja acosando al matón a cual más divertido, terminando en un gimnasio donde se encuentran entrenando los esbirros del "Padrino". Como era de esperar, empiezan las tortas. Esta escena es puramente Bud Spencer y Terence Hill, con la canción principal de la BSO que casa a la perfección con lo absurdo de la escena. Os la dejo a continuación.


Una vez todos los matones aleccionados y con los mejores golpes clásicos de cada personaje más propios de los dibujos animados que del cine, Ben y Kid quedan a la espera de que los mafiosos respondan a su petición, pero como es normal, estas humillaciones no hacen otra cosa que enfurecer aún más al “Don” el cual envía a un grupo de motoristas para darles otra lección, y les ordena que le vayan relatando a través de una radio cómo va la misión.


Como podéis imaginar, nuevamente son Kid y Ben los que dan la lección a los moteros. El "Padrino" muy enfurecido y siguiendo los consejos de "El Doctor", decide contratar a Paganini, (Manuel de Blas) un asesino a sueldo, para acabar con los problemas con la pareja de una vez por todas.


Paganini, el cual no pronuncia ni una palabra en toda la cinta, como era de esperar tampoco logra su objetivo, llegando a ser coaccionado por Kid que se hace con el mismo fusil que Paganini iba a usar contra ellos durante el caótico ensayo del coro de Bomberos dirigido por un excéntrico director de orquesta que no gana para batutas e interpretado por el cómico español Emilio Laguna, escena que estaréis recordando con una sonrisa y tarareando la famosa canción a la vez.


Paganini es obligado a ir al local del “Padrino” con un violín en mano a cambio del fusil para hacerle comprender al mismo que siguen esperando recuperar su “cochecito”
Tras esto, Ben ya está harto de la situación y decide desistir de su intento en reclamar el coche, pero “El Doctor” decide atacar al que él considera el artífice de todo, al pobre Jeremías, amigo de Ben, al cual conocen porque había trabajado como cocinero en el restaurante del "Padrino".

Esto enfada y mucho a Ben, al igual que a Kid, que deciden dar una paliza a todos los matones del local.

Ben y Kid – “Ya estamos enfadados”

Os dejo esta última pelea.


Queridos ochenters, con este último vídeo dejo la trama… Sí ya, os he contado prácticamente toda la cinta, pero no puedo evitar recordar las escenas de esta fantástica y divertida película.

Para ir terminando, os dejo algunas curiosidades que he ido encontrando sobre la cinta, así como de los propios Carlo y Mario.

-La película fue un éxito, traducida a más de 15 idiomas.


-Se rodó entre Madrid y Roma. Las partes rodadas en Madrid fueron rodadas junto al estadio Vicente Calderón.


-El famoso tema de la película, “Dune Buggy” fue interpretado por Oliver Onions, grupo de música italiano que también participó en películas como “Banana Joe” o “Sandokan”.


-En la escena en el parque de atracciones con el cohete sobre raíles donde los participantes podían demostrar su fuerza y el cohete salía despedido cuando Ben lo lanza, hubo un fallo con la potencia a la que debía salir despedido y éste cayó sobre varios operarios que terminaron en el hospital.


-Carlo Pedersoli, antes de dedicarse a la interpretación, fue campeón de natación durante diez años y participó en dos olimpiadas representando a Italia.


-Su primera aparición fue en “Quo Vadis?”, donde interpretaba a un guardia romano.


-Su nombre artístico procede de la mezcla de su actor favorito, “Spencer Tracy”, con su cerveza favorita “Budweiser”, dando así el nombre por el que a día de hoy lo conocemos, “Bud Spencer”.


-Por el contrario, a Mario Girotti le dieron una lista con veinte posibles nombres en la que tuvo que decidir en menos de veinticuatro horas.


-Mario empezó en el mundo del cine a los doce años en la cinta “Vacanze Col Gangster”


-Mario y Carlo llegaron a ser grandes amigos, rodando hasta diecinueve películas juntos.


-Una multitud despidió a Carlo Pedersoli con gran cariño, así como su amigo Mario, sonando en su funeral el clásico “Dune Buggy” de esta cinta.


Amigos, pues por hoy me despido con la sensación de felicidad que siempre me deja la revisión de esta cinta, tarareando aún sus cómicas canciones y disfrutando de cada una de sus películas como el primer día. No puedo estar más agradecido a Carlo y a Mario por darnos tanto con tan poco. Bud Spencer y Terence Hill siempre formarán parte de nuestra bagaje ochentero, y nos gustase su cine o no, debemos de reconocer que eran únicos en el cine de comedia al más puro estilo del gag clásico. 

Hasta el próximo escrito amigos.




1 comentario:

Tomas dijo...

Acabo de ver la pelicula con mi hija y nos partimos de risa. Saludos.