Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

El nombre de la rosa (1986, Jean- Jacques Annaud) Der Name der Rose


Año 1327. En compañía de un joven e inexperto novicio, el monje Guillermo de Baskerville investiga una serie de muertes intrigantes acaecidas en una abadía Benedictina del norte de Italia. Aunque todo parece indicar que las muertes están ligadas a una de las profecias del Apocalipsis, Baskerville está convencido de que la clave del misterio se halla en la custodiada biblioteca del monasterio. (http://decine21.com/peliculas/El-nombre-de-la-rosa-3395)


Habiendo llegado al final de mi vida de pecado, con mi cabeza cana, me preparo para dejar en este pergamino mi testimonio de los maravillosos y terribles hechos que vi en mi juventud , hacia finales del año de Nuestro Señor. Que Dios me dé la sabiduría y la gracia de ser fiel cronista de los hechos ocurridos en una remota abadía en el norte de Italia.


- El abad y sus colegas creen que el diablo está aquí dentro.

- Lo está.

-La única evidencia que veo del diablo es el deseo de todos de que esté aquí.


La risa mata el temor, sin temor no hay fe, y sin temor al demonio no se necesita a Dios.


Basada en la novela homónima de Umberto Eco, aunque centrada en su trama detectivesca y despojada de su profundidad histórica , teológica y filosófica, la adaptación cinematográfica de Annaud es una gran película de misterio e intriga con trasfondo religioso, y todo un clásico ochentero de visión obligada. Quizás el primer inconveniente al que se enfrenten muchos de los conocedores de la obra de Eco se encuentre en la ya tan manida pregunta : ¿es mejor la película o el libro? Para el que suscribe esta cuestión carece de todo sentido por el hecho de que el cine y la literatura, pese a sus conexiones, son formas artísticas distintas y lo que se puede encontrar en un libro muchas veces es imposible trasladarlo a la gran pantalla. En efecto, ¿cómo adaptar esas precisas descripciones de la abadía , los eruditos debates teológicos o la información histórica, tan abundante en la novela, a un formato audiovisual, sin que resulte tedioso? El propio Eco se pronunció en su día  dejando claro que en el momento que Annaud aborda la novela la obra deja de ser suya cobrando vida propia, una vida que sigue un camino distinto al de la palabra impresa. Annaud por su parte reafirma que su labor, como director, es la de interpretar la obra de Eco, añadiendo o quitando lo que considere necesario y ofreciendo su propia visión. 


Pero no quisiera dar la impresión de que la versión de Annaud conforma una suerte de sucedáneo o visión descafeinada del libro de Eco. Annaud es un obsesivo del detalle. Cuatro años , nada más y nada menos, estuvo preparando la película. Los interiores se rodarían bajo las vastas bóvedas del antiguo monasterio cisterciense de Eberbach, mientras que las localizaciones para los exteriores están sitas en Roma. Esa iluminación, tenue y lóbrega a base de velas y lámparas de aceite corre cargo de Tonino Delli Colli, asiduo de Passolini, Leone o Fellini,. La música es obra del difunto oscarizado James Horner. Para mostrar de la manera más fidedigna la vida y el comportamiento de los monjes de la abadía benedictina contrató al especialista en historia medieval Jacques Le Goff, quien asesoró respeto al  más mínimo detalle referente a decorados, objetos, vestimenta ... Fue tan radical Annaud en su concepción que tanto los libros de la biblioteca como los trajes de los personajes fueron hechos a mano, obligó a los intérpretes de los monjes a afeitarse la cabeza, a recibir clases de canto o incluso a arrancarse los empastes dentales, y no contento con esto sólo contrató a los de rostros más grotescos, peculiares, desproporcionados; de narices prominentes y caras redondas como la luna ... Annaud huye de los personajes de postín, de los peluquines o de los campesinos impolutos que copaban las películas ambientadas en el medievo hasta la fecha, mostrándonos una pauperización real plagada de piojos, suciedad y ratas. Aún así, en aras de conseguir el éxito mundial , y concebida como una superproducción, fue rodada en inglés, y los papeles más destacados encarnados por estrellas de la talla de Sean Connery o F. Murray Abraham y de promesas como Christian Slater o Ron Perlman, todos simplemente fabulosos.



La historia gira en torno a la investigación que Guillermo de Baskerville (Sean Connery) , acompañado de su joven pupilo, Adso de Melk (Christian Slater),  emprende en un monasterio benedictino a raíz de las extrañas y terribles muertes de algunos monjes. El personaje de Guillermo de Baskerville, queda , sin duda, definido por su propio nombre; formado por la unión del del filósofo Guillermo de Okham y el de la obra El perro de los Baskerville de Connan Doyle, en clara alusión al archiconocido Sherlock Holmes. Así, nuestro Sherlock Holmes franciscano junto con el inexperto Adso - un pequeño Watson - empleará toda su potencia deductiva para demostrar que las muertes tienen una explicación natural y no son obra del diablo ni está aconteciendo la profecía del apocalipsis. Los ojos de Guillermo , sagaces, inquisitivos, observan y asimilan todo lo que sucede alrededor para hilvanar a fuego lento y establecer las conexiones entre los hechos que para la mayoría pasan desapercibidos. Y es que , Guillermo, pese a ser un fervoroso creyente, representa a la razón, una razón que no va reñida con la fe en cuanto cree que no hay que atribuir causa sobrenatural a lo que escapa a nuestro entendimiento sin agotar las explicaciones naturales. Por si fueran pocas las referencias filosóficas, descubrimos que todo el misterio ronda alrededor de un libro de Aristóteles. Pero además, el amor a la verdad de Guillermo es tan intenso que no dudará en sacrificar su vida por el conocimiento (¡Adso, salva los libros!, grita a su pupilo en medio de un incendio en el que por poco perece consumido) , o por defender la causa que cree justa (actúa como un Socrates al enfrentarse a los veleidosos designios de la Inquisición). 
El joven Adso , por su parte, representa la inocencia, el candor, de la juventud. Pese a ello, adelanta a su maestro en cuestiones amorosas y sexuales, al yacer junto a la campesina - la rosa, de quien desconocemos su nombre- o al utilizar sus conocimientos clásicos (la historia de Teseo y el laberinto del Minotauro) para encontrar la salida del laberinto de la biblioteca.
La relación entre ambos es de amistad, e incluso paterno filial, pero pese a la erudición de Guillermo de Baskerville, este no menosprecia a su alumno y le insta a que actúe y piense "por sí mismo".





Por contra, los antagonistas, Jorge de Burgos (Feodor Chaliapin Jr) y el inquisidor Bernardo Gui (F. Murray Abraham) representan la tradición eclesial más ortodoxa. El primero, ciego furibundo que odia la risa por encima de todas las cosas, llegando a declamar : la risa mata el temor, sin temor no hay fe, y sin temor al demonio no se necesita a Dios.  No nos extraña que sea el artífice principal del misterio que rodea a la abadía, y a los libros , que culmina con la máxima: el que sabe demasiado ... muere ... El segundo, radical inquisidor, fanático e intransigente que no duda en manipular las pruebas, los testigos y los acusados con tal de que se adecuen a una férrea sentencia que ya ha dictado de antemano.  
Entre estos cuatro personajes principales (Guillermo, Adso, Jorge y Bernardo) es donde se libra una verdadera batalla entre la luz y la oscuridad, la razón y el fanatismo, que queda complementada por las pinceladas que nos informan de las desavenencias entre franciscanos, benedictinos, dulcinistas y representantes papales, así como por la atmósfera de  miedo y superstición que ciegan a la mayoría de los monjes - de los que Severino el arbolario (magnífico Elya Baskin) sería otra excepción. 

Atreveos pues, ¡oh, aguerridos aventureros! , a adentraros en la lúgubre abadía benedictina y sus inextricables laberintos. A nada temáis siempre que os ilumine la luz de la razón ...

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA





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