“Sólo al soñar tenemos libertad, siempre fue así; y siempre así será”.
“¡Oh, Capitán, mi Capitán!”.
Dirigida por un Peter Weir (para mí un maestro en el séptimo arte) quien ,como en la mayoría de sus películas, imprime su genuína y alternativa visión del mundo y de la vida (recordemos La última ola, Galipolli, Único testigo, La costa de los mosquitos, El show de Truman ...), El club de los poetas muertos es un clásico ochentero que cautivó a crítica y público recaudando la increíble cantidad (sobre todo para tratarse de un drama) de casi 236 millones de dólares y cosechando multitud de premios. La película narra la relación entre un nuevo profesor de literatura y sus alumnos en uno de los internados más prestigiosos, estrictos y exigentes a finales de los años 50 en el noroeste de los Estados Unidos. La historia es obra del guionista Tom Schulman, quien se basó en sus propias experiencias como estudiante. A destacar también la música del ganador de tres Oscars, Maurice Jarre.
El club de los poetas muertos supone una visión rupturista contra los valores establecidos en cuanto a la educación académica y familiar por la que muchos jóvenes se vieron oprimidos en ese tiempo y lugar, pero que se puede generalizar a muchos ámbitos (seguro que muchos nos sentimos identificados). Y es que John Keating - un magnífico Robin Williams al que Weir dio manga ancha a la improvisación – ejemplariza el ariete que pretende desmontar ese rígido sistema por el que los alumnos de la Welton Academy se ven costreñidos y que ven en él una válvula de escape hacia mundos inexplorados y llenos de posibilidades, hasta entonces, inéditas.
Keating no enseña literatura. Keating supone un choque frontal a sus mentes bisoñas repletas de información académica , pero vacías del jugo de la vida. Carpe Diem, es la primera lección de Keating: aprovechad el momento, pues cuando menos esperéis estaréis criando malvas.
“Toma las rosas mientras puedas;
veloz el tiempo vuela,
la misma flor que hoy admiras
mañana estará muerta”.
Pero también versan sobre el amor, el aceptar puntos de vista diferentes, la búsqueda de las pasiones, de los sueños, el seguir un camino propio ...
"Todos necesitamos ser aceptados, pero deben entender que sus convicciones son suyas. Aunque a los otros les parezcan raras o impopulares, aunque el rebaño diga "eso esta maaaal" (como si estuvieran balando)... deben encontrar su propio paso, su propia manera de caminar, en cualquier dirección, como quieran, sea ridícula, orgullosa, como sea".
Y por supuesto, sus enseñanazas son una delicia para todo amante de la literatura. Autores como Walt Whitman, Shakespeare, Robert Frost, Alfred Lord Tennyson y Lord Byron .
"No olviden que a pesar de todo lo que les digan, las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo (...). Les contaré un secreto: no leemos y escribimos poesía porque es bonita. Leemos y escribimos poesía porque pertenecemos a la raza humana; y la raza humana está llena de pasión. La medicina, el derecho, el comercio, la ingeniería... son carreras nobles y necesarias para dignificar la vida humana. Pero la poesía, la belleza, el romanticismo, el amor son cosas que nos mantienen vivos" .
Como veis, la película está repleta de frases memorables. Pero no se puede afrontar la película aceptándo sin más sus enseñanzas de un modo ciego y dogmático. El propio Keating cae, en varias ocasiones, en los mismos errores de dogmatismo que el achaca a la educación que se imparte en la Welton Academy. En mi opinión, tan sectaria es la enseñanza en el centro como obligarles a arrancar la introducción de Evans Prichard o el saltarse el estudio de autores realistas. ¿Por qué sólo centrarse en el romanticismo y obviar los estudios filosóficos y otro tipo de literatura? Ese es la mayor pega de Keating: en ocasiones actúa de la misma manera que el enemigo a quien pretende combatir.
No obstante, la película no resulta tan maniquea, y consta de varios momentos en los que equilibra un poquitín la balanza. Uno es cuando abronca a un alumno que pretende que lo expulsen bajo su consigna del Carpe Diem inculcándole la virtud de la prudencia. Otro es cuando el joven Todd (Ethan Hawke, quien quedó impresionado con Robin Williams como actor) , escribe la consigna del Carpe Diem en una hoja para, tras la visión del tocho de libros que tiene que estudiar, arrugarla y lanzarla a la papelera. Y es que, ¿cómo diablos va a aprovechar el momento bajo esas circunstancias?
Al final, todo ese optimismo y vitalidad desbordantes se ven aplastadas por la cruda realidad. Y el Club de los poetas muertos , y como no, Keating, van a ser el chivo expiatorio por la directiva como consecuencia de la muerte de Neil , uno de sus más insignes estudiantes (Robert Sean Leonard), quien prefiere suicidarse a seguir el camino implantado por su padre y que le obliga a renunciar a su pasión: el teatro.
Pero este final tiene un matiz agridulce cuando, en lo que es una de las escenas más emotivas que nos ha dado el séptimo arte, muchos de ellos vuelven a rebelarse al subirse encima de sus pupitres al grito de: “¡Oh, Capitán, mi Capitán!”.
GERMÁN
FERNÁNDEZ JAMBRINA
TRAILER
1 comentario:
Me ha fascinado el desarrollo,narrativa y propuesta de tu visión de esta maravillosa película de tintes dramáticod en la necesidad de buscar nuestro propio camino y aprovechar el momento.
Como dice el canto del grupo de jóvenes "Carpe diem",gracias al agradecido personaje que interpreda Robin Williams como el más que profesor John Keating.
Muy bien llevada,ambientada,guionizada y musicarizada donde hace que los jóvenes empiecen a cuestionarlo todo "No importa lo que digan,las palabras y las ideas pueden cambiar el mundo"
Ayleens (@ayleens4ever)
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