El
fenómeno Star Trek celebra su cincuenta cumpleaños, y lo hace en
torno a la fecha del 8 de septiembre, por eso, CINE DE LOS OCHENTA
va a reseñar sus más relevantes títulos cinematográficos en la
década, empezando por la película más ochenter
de todas: Star
Trek IV: Misión salvar la Tierra (Star Trek IV: A voyage home,
Paramount Pictures, 1986)
dirigida por Leonard Nimoy y protagonizada por el reparto original de
la serie.
Sus
puntos fuertes: El original argumento lleno de humor y guiños a la
actualidad de entonces -los tripulantes del Enterprise
retroceden en el tiempo a 1986-, que la hizo convertirse en la más
rentable de la serie en la década, el trabajo del elenco
protagonista en el que todos tienen su momento de lucimiento, y el
toque de denuncia en favor de la defensa del medio ambiente y las
especies animales amenazadas. Su punto flaco, unos efectos especiales
que entonces parecían espectaculares pero hoy en día están
superados pero conservan el encanto de los fondos pintados, los
decorados, las maquetas y los fundidos.
Según
Leonard Nimoy, tras una primera película muy visual pero algo
estática y dos continuaciones espectacularmente intensas pero muy
dramáticas, tanto el productor Harve Bennett como él, estaban
decididos a “animar la cosa” en esta cuarta. Tanto Bennett como
Nick Meyer, otro veterano de la franquicia se encargaron de pulir el
guión, que incluía un viaje al pasado, se pensó en Roma o el
Lejano Oeste y al final fue a la actualidad de entonces.
Para Nimoy, como cuenta
también en su libro de memorias, este nuevo rodaje como
actor-director iba a ser un reto exigente (Mientras Star Trek III se
había rodado en estudio y él sólo aparecía a ratos, esta iba a
rodarse casi toda en exteriores de San Francisco y San Diego, y él
aparecía en casi todo el metraje), lo que le obligó a ponerse en
forma y dejar de fumar. Pero todo mereció la pena porque cuando
terminó, se quedó con esa “sensación de satisfacción” de
haber devuelto a Star Trek y a Spock mucho de lo que le había dado.
El
argumento
Tras rescatar a Spock
desobedeciendo las órdenes de la flota estelar, Kirk y su equipo son
unos proscritos que pilotan una nave Klingon. Decididos a afrontar su
destino, deciden regresar a San Francisco para ser procesados, pero,
cuando se acercan a la Tierra, detectan una señal desconocida. Se
trata de una enorme y poderosa sonda que emite un mensaje
indescifrable al tiempo que destruye todo a su paso mientras se
dirige también a la Tierra amenazando con destruirla. Aislando la
señal, Ujura y Spock deducen que se trata de un canto similar al de
las ballenas, pero en el siglo XXXIII el ser humano las ha extinguido
por completo. La solución: forzar la velocidad de curvatura para
viajar al pasado, algo que ya han hecho antes, para ir a finales del
siglo XX y traerse a dos ballenas para que “hablen” con la
amenazante sonda.
A su llegada, la tripulación
espacial no desentona en la variopinta fauna urbana del San Francisco
de 1986, pero están totalmente fuera de lugar, lo que desemboca en
situaciones hilarantes y otras peligrosas. Se distribuyen el trabajo:
Kirk y Spock conseguirán las ballenas, Uhura y Chejov combustible
nuclear para los vacíos depósitos del ave
de presa
klingon tras un viaje tan exigente; por su parte, Scotty y McCoy han
de fabricar con tecnología de la época, un tanque para albergar a
sus nuevos huéspedes para que Sulu lo transporte a la nave.
Los protagonistas van a contar
con la inesperada ayuda de una joven bióloga marina, Gillian Taylor,
que trabaja en el acuario de la ciudad, donde hay a una pareja de
ballenas en cautividad que pronto van a ser liberadas. Es la ocasión
perfecta. Kirk traba amistad con Gillian que al principio reacciona
con escepticismo pero luego se compromete a ayudarlos. Sin embargo,
la prematura puesta en libertad de las dos ballenas precipita los
acontecimientos y el grupo tiene que despegar rumbo a alta mar para
salvarlas de unos desaprensivos balleneros. Finalmente regresan al
futuro para soltar a los cetáceos justo en el momento en que la
Tierra va a ser destruida y así salvar el planeta.
Momentos
inolvidables
Tras un comienzo más pausado,
la película adquiere un ritmo trepidante con la llegada de los
protagonistas al San Francisco de los ochenta (Las escenas de las
calles se rodaron con peatones y tráfico reales lo que, según Nimoy
resultó mucho más emocionante). Tiene momentos muy divertidos, como
en el que Spock para los pies a un gamberro en el autobús con su
famoso pellizco vulcano y arranca el aplauso de los viajeros; el
memorable diálogo de Scotty con el vetusto ordenador ochentero a
través de un primitivo ratón que utiliza como micrófono (“Hola,
computadora…”); cuando un hombre vestido de forma extraña y con
evidente acento ruso acompañado de una mujer de color, Chejov y
Uhura, preguntan por la calle dónde está la base de los
portaaviones nucleares (esta escena se rodó con cámara oculta para
ver la reacción real de la gente, recordemos que entonces estábamos
en plena Guerra Fría, de hecho, si nos fijamos, un policía en moto
observa la situación con desconfianza y la persona que finalmente
les hace la indicación es una viandante improvisada); o cuando Sulu
se sube a un helicóptero UH y le preguntan “¿Pilota usted?” y
él responde con modestia “un poco”.
Mención aparte, casi al
final, la escena del hospital, cuando un espantado Dr. McCoy pide a
sus compañeros que rescaten al accidentado Chejov exclamando “¡no
podemos dejarlo en manos de la medicina del siglo XX!”. Se puede
ver en las caras lo bien que se lo estaban pasando los actores
mientras rodaban la persecución por los pasillos. Como también
ocurre en la escena final, con todos saltando al agua como
adolescentes en una juerga.
También hay otros momentos no
tan hilarantes y más propios de una película de ciencia ficción.
Los efectos especiales, encargados a la prestigiosa e innovadora ILM
de George Lucas, combinan momentos aun hoy impactantes, como los
vuelos espaciales, las teletransportaciones o la recreación mecánica
de las ballenas George y Gracie, los MacGuffin
de la película (recursos que hacen de hilo conductor de la trama),
con otros por los que ha pasado más el tiempo, como algunos fundidos
o el psicodélico y casi lisérgico momento del viaje atrás en el
tiempo a velocidad diez de curvatura.
El
reparto
Participan en esta película
los actores habituales de la serie, “los siete magníficos” como
los llama cariñosamente Nimoy, a saber: Bill Shatner como Almirante
Kirk (al que una vez más dobla al español el gran Constantino
Romero), Leonard Nimoy como Sr. Spock, DeForest Kelley como el Dr.
Leonard McCoy "Bones", Michelle Nichols como la teniente
Nyota Uhura, Jimmy Doohan como Scotty, George Takei como Hikaru Sulu
y Walter Koenig como Pavel Chejov.
Junto a ellos, como debutante
en la serie, la actriz Cathy Hicks en el papel de la bióloga Gillian
Taylor, cuya espléndida sonrisa inunda la pantalla, y que, en
palabras de Nimoy, hace una interpretación magnífica aportando “una
inocencia sorprendida y fresca, mezclada con un cinismo urbano que
hace funcionar de forma maravillosa el personaje.”
También aparecen brevemente
otros personajes que dan continuidad a la historia como el embajador
Sarek, padre de Spock, que desde la serie original de los sesenta
interpreta Mark Lenard, o la teniente Saavik (Robin Curtis).
Un
poco de Historia
La serie original Star Trek,
sus películas, secuelas y spin
offs forman
parte ya del imaginario colectivo de varias generaciones y
constituyen un auténtico fenómeno social en todo el mundo, pero el
camino ha sido largo y no siempre fácil.
Todo
surgió de la mente de un creador televisivo, el genial Gene
Roddenberry. George Takei, el actor norteamericano de origen japonés
que encarna al piloto Hikaru Sulu, ha contado recientemente cómo le
presentó su proyecto cuando le ofreció el papel. Roddenberry quería
presentar una visión optimista y amable del futuro, con la
tecnología al servicio del bienestar común de pueblos y razas que
viven en armonía.
La serie original comenzó a
emitirse el 8 de septiembre de 1966 en la cadena NBC y duró tres
temporadas con 79 episodios hasta 1969, en que la cadena decidió
cancelarla de forma sorpresiva pese a que era un producto aceptado y
rentable.
La productora, Paramount,
guardó el proyecto en un cajón y no tenía intención alguna de
reflotarla. Solo el inesperado éxito de La
guerra de las galaxias
en 1977 les hizo desempolvar la franquicia, primero con las películas
y luego con más series.
Sin embargo, el elenco
protagonista ya estaba entrado en años y en kilos, se les había
ignorado durante una década, y sin embargo ellos son los que
sostienen verdaderamente Star Trek junto con su creador, Gene
Roddenberry, al que se relega, sin embargo, a un papel de mero
asesor, porque en esta nueva etapa, Paramount considera Star Trek un
proyecto estratégico, de estudio, para el que se maneja un alto
presupuesto, guiones y directores diversos. Sin embargo, es solo en
el momento en el que los originales de la serie toman las riendas
cuando se produce el despegue. Es el propio Leonard Nimoy el que se
postula como director, el que consulta a Roddenberry, el que
supervisa los guiones y apuesta por un relato fresco, dinámico,
novedoso y divertido para Misión
salvar la Tierra,
a la que dota también de un mensaje muy actual en el momento.
Recordemos que en aquel entonces la caza de ballenas estaba
desregulada, era indiscriminada en todos los mares y llevaba a estos
cetáceos, parientes cercanos del hombre, a una extinción segura.
Aún hoy en día, las ballenas, como otros mamíferos marinos, no
tienen su supervivencia asegurada porque hay países como Noruega o
Japón que amparan su caza bajo supuestos “científicos” que
ocultan su objetivo comercial, y torpedean en los organismos
internacionales cualquier iniciativa conservacionista.
Ya en los ochenta vinieron
desde muy lejos para avisarnos de que cuidemos el planeta. Ellos
siguen su viaje, para llegar donde nadie ha llegado antes. Larga vida
y prosperidad.
Víctor Sánchez González
TRAILER
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