Nos
trasladamos en nuestro Delorean hasta el año mil novecientos ochenta
y ocho para traeros mi despedida a la década de los ochenta
encarnada en la figura de Chuck Norris y en este caso os traigo de
vuelta a su personaje más emblemático junto a Walker: El coronel
James Braddock.
SINOPSIS:
Durante
la caída de Saigón, el coronel Braddock cree que su mujer ha
fallecido en una explosión, con lo que vuelve a los Estados Unidos
completamente devastado. Trece años después, un cura que trabaja en
Vietnam le comunica que su mujer realmente sigue viva y que además
tiene un hijo, con lo que desde ese momento decide viajar a Vietnam
con el fin de rescatarlos.
OPINIÓN:
Fue
la primera película que Aaron Norris dirigió para su hermano y como
debut lo hizo con un guión que desde el principio falla en cuanto a
las dos películas de la saga. No se sabe si fue porque debido a las
consabidas “diferencias creativas” entre Joseph Zito y Chuck
Norris que hicieron que el primero se bajase del barco, la película
ya estuviese gafada desde el inicio o porque los fallos de
guión son evidentes.
Como
recordamos, en la primera película se especifica que Bradock fue
apresado desde mil novecientos setenta y dos hasta mil novecientos
ochenta y dos en un campo de concentración vietnamita, con lo que es
imposible que estuviese en la caída de Saigon. Otro fallo notable es
la trama de su mujer…si él en la segunda película se muestra
claramente que ya estaba casado y con un hijo.
A
pesar de los fallos de continuidad de la saga, la película es una de
las mejores de Noris, dejando su imprenta de “action-man” a lo
largo de la película, acabando sin compasión con los vietnamitas
que salen a su paso, tanto a patadas y puñetazos como a base de
golpes de metralleta, dejándonos secuencias llenas de acción y
emoción e incluso de tensión, con dos escenas marcadas a fuego.
La
primera, la escena de la tortura a la que le somete un magistral
general Quok interpretado por el brillante actor Aki Aleong. Una
escena rodada en plano secuencia a lo largo de ocho insufribles
minutos en los que Braddock debe mantenerse con los talones elevados,
con el fin de no activar el resorte que apretaría el gatillo y
acabaría con la vida de su hijo.
La
segunda escena nos llega al final, cuando el general pilotando su
helicóptero de combate siendo asediado por los helicópteros
americanos en la frontera entre Filipinas y Vietnam, es tiroteado por
un Braddock malherido con la ayuda de su hijo y éste por accidente
lanza proyectiles que destruyen la frontera por completo y como
consecuencia de los impactos de Braddock, su piloto perece y el
helicóptero se estrella contra la selva.
Si
bien es cierto que hay puntos en común con las dos películas
precedentes de la saga ( en vez de prisioneros de guerra, lo que
tenemos son jóvenes huérfanos a los que Braddock intenta liberar ,
sobre todo tras el asesinato de su mujer por parte del general Quok),
esos fallos de guión, quizás hicieron mella en los fans de la saga
que le dieron la espalda y el proyecto de un “Braddock IV” quedó
en el cajón de los guiones perdidos.
No
nos cebemos en ello, la película es buena, de las mejores de Norris
y el primer cuarto de hora, según se comentaba, fue una muestra muy
real del ambiente en la caída de Saigon, además de que el joven
Roland Harrah III que interpretaba al hijo de Norris, consiguió una
nominación a los “Young artist award “de mil novecientos ochenta
y nueve, como mejor actor joven, aunque luego no se alzase con el
premio.
Además
la partitura orquestada por Jay Chattaway y la fotografía de Joao
Fernandes, ayudaron mucho a que el espectador se sintiese como dentro
de la pantalla, lo que da cierta idea de lo bien realizado que estaba
esta parte en la sala de montaje.
Por
José María Molano
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