Una familia llega a una casa en la que cinco años antes se habían cometido varios crímenes. Poco después, el hijo comienza a tener unas horribles pesadillas que le empujan al asesinato. (http://www.filmaffinity.com/es/film652110.html)
Jesse: Algo está intentando introducirse en mi cuerpo
Ron: Sí, es una chica, y está esperándote. Y tú quieres dormir conmigo.
Chocante. Así definiría la secuela de la exitosa Pesadilla en Elm Street que revivió a la New Line Cinema. No digo que no me guste, o que me parezca mala, simplemente ... Me resulta chocante... Dos son los motivos que me impulsan a clasificar a esta película de esta guisa. El primero es su fuerte carga homoerótica. El segundo el cambio de tercio respecto a las reglas instauradas por Craven respecto al Dios del sueño, quien , precisamente por esto declinó participar en el proyecto.
En efecto, la carga homosexual, independientemente de las intenciones del guionista David Chasquin (Lecturas diabólicas, La granja maldita), es evidente. El protagonista, Jesse Walsh (Mark Patton) es un adolescente muy afeminado tanto en su aspecto físico como en su comportamiento: esos gritos de histérica para descojone del personal, ese bailecito con gafas horteras, su ambiguo comportamiento con su compañero Ron (Robert Rusler) ... Y eso a pesar de su relación con Lisa (Kim Myers). Más explícito, a este respecto, resulta todavía la visita al bar de ambiente que culmina con la muerte de su sádico profesor de gimnasia en la ducha previamente de haber sido azotado en las nalgas con una toalla(y no es coña) ...
En cuanto al cambio de reglas este es un hecho que decepcionó a muchos seguidores y que no guarda coherencia con la saga. Porque si la premisa era que Freddy actuase como una deidad cuasi omnipotente en lares de Morfeo, ¿qué sentido tiene que despliegue su poder en la realidad? Para esto se juega con la posesión de Jesse por parte de Krueger al mudarse a la que fue la casa de Nancy (la protagonista de la primera parte) y encontrar su garra, pero tampoco resulta ni coherente ni convincente. En efecto, Jesse comienza a ver a Freddy en sueños, pero después lo ve despierto (en la escena de la muerte de Ron , literalmente llegará a transmutarse, dolorosamente, en él), y no sólo él; sus padres serán testigos de extraños fenómenos como un pájaro que arde espontáneamente, idén de la tostadora; el entrenador será golpeado por balones y atado por cuerdas antes de morir; y el culmen sucede en la fiesta de la piscina en la que todos los asistentes son atacados por nuestro querido hombre del saco.
Pese a esto, a mí me parece una película entretenida, lo que ocurre es que prácticamente no tiene cabida en el universo Freddy que se desarrollaría posteriormente. Jack Sholder - a quien el productor Robert Shaye le ofreció el papel por haber trabajado juntos con anterioridad - , también director de la fantástica Lo oculto (1987), hace un buen trabajo, la música de Chirstopher Young - sin llegar a la genialidad de la de Charles Bernstein - transmite inquietud con una base orquestal muy atmosférica, y se pueden destacar grandes momentos como ese inicio en el que un autobús desbocado termina suspendido en equilibro sobre una gigantesca columna rocosa que se erige sobre un precipicio infernal, o cuando Freddy se abre paso - con gran dolor para nuestro protagonista - a través del estómago de Jesse e irummpe en la realidad. También a destacar el maquillaje de Freddy obra de Kevin Yagher (repetiría labor en la tercera y cuarta parte además de en la serie de televisión sobre Krueger) , quien lo rediseñó basándose en un libro de quemaduras para darle el mayor realismo posible y perfiló sus rasgos al modo de una bruja.
En taquilla funcionó muy bien recaudando 30 millones en Estados unidos con un presupuesto de 2.200.000, reanimando aún más a la New Line Cinema y encauzando sus esfuerzos hacia una tercera. Lo dicho, una curiosidad dentro de la saga, pero ni de lejos la peor.
GERMÁN
FERNÁNDEZ JAMBRINA
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