Único testigo es todo un clásico de nuestra querida década. Este soberbio
y original thriller de ambiente rural estuvo dirigido por Peter Weir, y protagonizado
por Harrison Ford, Kelly McGillis y Danny Glover. Junto a ellos, el niño Lukas
Haas, y Alexander Godunov.
EL ARGUMENTO Y LOS PERSONAJES
El
protagonista principal de la película es sin duda Harrison Ford, por entonces
la más rutilante estrella emergente del Hollywood de los 80, que quería escapar
un poco del estereotipo de Han Solo e Indiana Jones, y acceder a papeles con
más poso interpretativo; cosa que logra con creces en el papel de John Book, un
avezado inspector de homicidios de la cuidad de Filadelfia, al cargo de un aparentemente
rutinario caso de asesinato en la estación de tren de la ciudad. Por este
trabajo recibió su primera nominación a los Óscar, y es sin duda una de sus
mejores interpretaciones.
Su
partenaire es la casi debutante Kelly McGillis (que luego haría Top Gun), y que también estuvo nominada
a los Globos de Oro por hacer de Raquel Labb, la joven viuda de la secta Amish,
que viaja en tren junto a su hijo Samuel, papel que recayó en el niño Lukas
Haas, espléndido como el pequeño callado, observador e inteligente chaval que
es testigo por casualidad de un asesinato en los baños de la estación.
La trama argumental gira en torno a este trío
protagonista. Cuando Samuel identifica al asesino en comisaría (en una
impactante escena sin diálogos pero llena de expresividad, y brillantemente
coreografiada), la trama va a dar un giro inesperado. El asesino es otro
policía, el teniente McFee (Danny Glover), un condecorado inspector de
narcóticos, al que protege el propio jefe de Book, el capitán Paul Schaeffer,
interpretado por otro malo habitual, el veterano Joseph Sommer. Ambos intentan
matarle y amenazan la vida de la madre y el niño, por lo que John Book, herido
en el estómago, tiene que huir con ellos a la campiña de Pensilvania, donde
vive prácticamente aislada la comunidad Amish.
Cuando
los pone a salvo en su granja, John se marcha en coche pero cae desmallado y
choca contra una pajarera.
Obligado
a permanecer con los Amish en su convalecencia, Book se convierte en un miembro
más de la comunidad, adoptando su vestimenta y costumbres, y ayudando en sus
tareas al abuelo de la familia, el viejo Eli Labb (Jan Rubes).
En algunas labores es un
auténtico experto, como en los trabajos con la madera (recordemos que el propio
Harrison Ford se ganaba la vida como carpintero en Los Ángeles cuando era un
joven aspirante a actor, y se nota), en cambio no tiene ni idea, por ejemplo,
de ordeñar una vaca (“creo que no ha tocado una teta en su vida”, le dice el
viejo Eli Labb. “Tan grande, nunca”, se defiende él).
En el
cuerpo de policía, Book solo tiene el apoyo de su compañero Carter,
interpretado por Brent Jennings. Eliminado por la mafia policial, John ya solo
cuenta con sus propios medios y la aislada e incomunicada sociedad Amish.
Sin
embargo, por un error fatal, son descubiertos y John Book se tendrá que
enfrentar a su destino en una secuencia final llena de acción y violencia.
¿QUÉ SON LOS AMISH Y CÓMO SE LES RETRATA?
Si
bien la película comienza en un entorno urbano, la ambientación principal se
desarrolla en la comunidad Amish, una secta etnoreligiosa de origen protestante
anabaptista, que se caracteriza por su rechazo a toda tecnología posterior a
finales del siglo XIX, por lo que carecen de electricidad, teléfono o vehículos
a motor. Tienen un estilo de vida rural, pacífico, y humilde, basado en el
trabajo en el campo. Llevan una vestimenta sencilla y profesan un
fundamentalismo religioso rayano en la intolerancia. Son descendientes de
inmigrantes germanoparlantes, sobre todo del norte de Suiza y el sur de
Alemania.
En la
película son retratados con bastante fidelidad, según la crítica, aunque sobre
todo haciendo hincapié en su faceta más positiva de bondad, sinceridad,
solidaridad y ética de trabajo. Y un poco menos en otros aspectos más sectarios
relacionados con la religión, la discriminación o la xenofobia, que quedan un
poco diluidos en frases como “ten cuidado con los de origen inglés” del abuelo
Labb.
Al
principio, cuando Raquel y Samuel viajan en tren (no pueden hacerlo en avión),
a visitar a unos familiares, todo les resulta extraño y amenazador. El pequeño
jamás ha visto un hombre de color, ni por supuesto, un asesinato, y queda
espantado.
También
se puede ver claramente como esta comunidad es tomada como atracción turística
por los visitantes de los condados de Pensilvania donde viven, que los ven como
una rareza local a la que hacer fotos (cosa que ellos aborrecen). Es
precisamente el enfrentamiento de John Book con unos fanfarrones que están mofándose
de Daniel Hochleitner (Alexander Godunov), que pese a ser un hombre joven y
fornido no puede usar la violencia para responder, el que alerta a la policía de
su presencia, hasta entonces imposible de localizar entre las numerosas e incomunicadas
granjas.
También
se evidencia en la película su rechazo a la violencia y las armas. Book es
reprendido cuando permite al pequeño Samuel, con el que entabla una relación
casi de padre e hijo, jugar con su pistola, y Raquel se la esconde en un bot de
conservas. Tras este incidente, el abuelo Eli explica a su nieto, entre otras
cosas, que los Amish rechazaron ser reclutados en las guerras del pasado.
DOS GRANEROS, DOS ESCENAS MEMORABLES
Como
vamos viendo, la película está repleta de momentos memorables, pero sin duda
los más emblemáticos, junto con el que ya hemos mencionado de Lukas Haas
señalando al asesino en comisaria, son las dos escenas que ocurren en sendos
graneros, una de noche y otra de día:
La
primera sucede en la granja de los Labb:
Aunque
Raquel tiene un pretendiente “oficial”, su vecino, el mencionado Daniel Hochleitner, con el que apenas se roza,
a medida que ella y John Book se van conociendo, la chispa del amor va a surgir
entre ellos dos (espectacular, por cierto, la química que destilan ambos
actores). Esta atracción va a tener su punto álgido cuando, una noche, John, ya
casi repuesto, está con ella en el granero arreglando el coche para marcharse.
Por casualidad, se enciende la radio y empieza a sonar un clásico de todos los
tiempos, “What a wonderful world” de Sam Cook. Emocionado, John empieza a
cantar y a bailar con Raquel (algo prohibidísimo en su secta), y en pleno
éxtasis de risas, cuando están a punto de besarse, les sorprende el viejo Eli,
que les reprende severamente, especialmente a Raquel.
Escena del granero:
La segunda
es la famosa escena de la construcción del granero para una joven pareja de
recién casados, en la que participa toda la comunidad.
Para aprovechar sus habilidades
como carpintero, el viejo Eli convence a John para que colabore también. Para
esta secuencia, Peter Weir también optó por prescindir casi por completo de los
diálogos, y los espectadores seguimos todo el trabajo en común de grandes y
pequeños únicamente acompañados por la espléndida partitura de Maurice Jarre.
Aquí se puede ver de forma muy
clara la diferencia de sexos: mientras las mujeres y las niñas bordan el ajuar,
y preparan y sirven la comida, los hombres y los niños levantan la estructura,
hacen agujeros en las vigas y martillean los clavos.
Al final del día, el granero está
terminado.
Como curiosidad, a lo largo de
toda la secuencia se puede ver junto a Harrison Ford a un por entonces jovencísimo
y desconocido Viggo Mortensen.
Escena de la construcción:
EL PODEROSO FINAL DE LA PELÍCULA
Pese a
que la mayoría de la gran familia ochenter habréis visto la película, puesto
que es todo un clásico y es repuesta una y otra vez en televisión, ya sabéis
que no nos gusta contar el final en nuestras reseñas. Sí os diremos que, tras
casi toda la película metidos como espectadores, casi participantes, en la
comunidad Amish, el choque de contrastes entre la granja anclada en el siglo
XIX, casi al estilo de la “Casa de la pradera”, y la llegada de un moderno automóvil
del que los tres malvados policías sacan sus fusiles, impacta casi tanto como
las trepidantes y violentas escenas de lucha entre Book, y McFee, Schaeffer y Fergie
(Angus MacInnes). Tres contra uno, pero no cuentan con los Labb, especialmente
con el pequeño Samuel, que se las apañará para ayudar sin utilizar la violencia.
CONCLUSION
La película fue un éxito de
crítica y público, y recibió ocho nominaciones a los Óscar, entre ellas mejor
película, mejor director, y mejor actor principal, y obtuvo dos estatuillas, mejor
guión original y mejor montaje. Un premio exiguo, podríamos decir, pero es que
aquel año competía con títulos como Memorias
de África (que se llevó siete galardones, entre ellos mejor película), El honor de los Prizzi, Ran, Cocoon o
incluso Regreso al futuro.
Aparte de la originalidad de
situar en el centro de la trama a la secta Amish, que, sobre todo para el
público español y europeo en general, era totalmente desconocida, también el
hecho de que los malos sean en este caso policías, le da un toque contracorriente
muy innovador (detrás de la película está la productora The Ladd Company, de Alan Ladd Jr., el hombre que saco la cara por
George Lucas ante los escépticos gerifaltes de la Fox que desconfiaban de La guerra de las galaxias).
Además, el ritmo pausado,
acompañado de la magnífica banda sonora de Maurice Jarre, a ratos sinfónica, a
ratos New Age, con notas largas, hace
que el espectador se sitúe en esa atemporalidad en la que viven los
protagonistas.
Luego esa historia de amor
imposible, inconclusa entre John y Raquel, que termina… como tiene que terminar,
con el personaje de Godunov enfilando confiado el camino de la casa de los Labb.
Esa inocencia del niño Lukas Haas, al que Book regala un juguete de madera
antes de arreglar la pajarera que rompió al llegar. Son tantos y tantos
momentos.
Así que ya solo nos queda
decir: Tened cuidado con los de origen inglés.
Por
1 comentario:
Banda Sonora, fotografía, historia, guión, actores, actrices...
Peliculon
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