Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

Único Testigo (Witness, Testigo en peligro, Peter Weir, 1985)

Único testigo es todo un clásico de nuestra querida década. Este soberbio y original thriller de ambiente rural estuvo dirigido por Peter Weir, y protagonizado por Harrison Ford, Kelly McGillis y Danny Glover. Junto a ellos, el niño Lukas Haas, y Alexander Godunov.
  
EL ARGUMENTO Y LOS PERSONAJES
         El protagonista principal de la película es sin duda Harrison Ford, por entonces la más rutilante estrella emergente del Hollywood de los 80, que quería escapar un poco del estereotipo de Han Solo e Indiana Jones, y acceder a papeles con más poso interpretativo; cosa que logra con creces en el papel de John Book, un avezado inspector de homicidios de la cuidad de Filadelfia, al cargo de un aparentemente rutinario caso de asesinato en la estación de tren de la ciudad. Por este trabajo recibió su primera nominación a los Óscar, y es sin duda una de sus mejores interpretaciones.
         Su partenaire es la casi debutante Kelly McGillis (que luego haría Top Gun), y que también estuvo nominada a los Globos de Oro por hacer de Raquel Labb, la joven viuda de la secta Amish, que viaja en tren junto a su hijo Samuel, papel que recayó en el niño Lukas Haas, espléndido como el pequeño callado, observador e inteligente chaval que es testigo por casualidad de un asesinato en los baños de la estación.
La trama argumental gira en torno a este trío protagonista. Cuando Samuel identifica al asesino en comisaría (en una impactante escena sin diálogos pero llena de expresividad, y brillantemente coreografiada), la trama va a dar un giro inesperado. El asesino es otro policía, el teniente McFee (Danny Glover), un condecorado inspector de narcóticos, al que protege el propio jefe de Book, el capitán Paul Schaeffer, interpretado por otro malo habitual, el veterano Joseph Sommer. Ambos intentan matarle y amenazan la vida de la madre y el niño, por lo que John Book, herido en el estómago, tiene que huir con ellos a la campiña de Pensilvania, donde vive prácticamente aislada la comunidad Amish.
         Cuando los pone a salvo en su granja, John se marcha en coche pero cae desmallado y choca contra una pajarera.
         Obligado a permanecer con los Amish en su convalecencia, Book se convierte en un miembro más de la comunidad, adoptando su vestimenta y costumbres, y ayudando en sus tareas al abuelo de la familia, el viejo Eli Labb (Jan Rubes).
En algunas labores es un auténtico experto, como en los trabajos con la madera (recordemos que el propio Harrison Ford se ganaba la vida como carpintero en Los Ángeles cuando era un joven aspirante a actor, y se nota), en cambio no tiene ni idea, por ejemplo, de ordeñar una vaca (“creo que no ha tocado una teta en su vida”, le dice el viejo Eli Labb. “Tan grande, nunca”, se defiende él).
         En el cuerpo de policía, Book solo tiene el apoyo de su compañero Carter, interpretado por Brent Jennings. Eliminado por la mafia policial, John ya solo cuenta con sus propios medios y la aislada e incomunicada sociedad Amish.
         Sin embargo, por un error fatal, son descubiertos y John Book se tendrá que enfrentar a su destino en una secuencia final llena de acción y violencia.

¿QUÉ SON LOS AMISH Y CÓMO SE LES RETRATA?
         Si bien la película comienza en un entorno urbano, la ambientación principal se desarrolla en la comunidad Amish, una secta etnoreligiosa de origen protestante anabaptista, que se caracteriza por su rechazo a toda tecnología posterior a finales del siglo XIX, por lo que carecen de electricidad, teléfono o vehículos a motor. Tienen un estilo de vida rural, pacífico, y humilde, basado en el trabajo en el campo. Llevan una vestimenta sencilla y profesan un fundamentalismo religioso rayano en la intolerancia. Son descendientes de inmigrantes germanoparlantes, sobre todo del norte de Suiza y el sur de Alemania.
         En la película son retratados con bastante fidelidad, según la crítica, aunque sobre todo haciendo hincapié en su faceta más positiva de bondad, sinceridad, solidaridad y ética de trabajo. Y un poco menos en otros aspectos más sectarios relacionados con la religión, la discriminación o la xenofobia, que quedan un poco diluidos en frases como “ten cuidado con los de origen inglés” del abuelo Labb.
         Al principio, cuando Raquel y Samuel viajan en tren (no pueden hacerlo en avión), a visitar a unos familiares, todo les resulta extraño y amenazador. El pequeño jamás ha visto un hombre de color, ni por supuesto, un asesinato, y queda espantado.
         También se puede ver claramente como esta comunidad es tomada como atracción turística por los visitantes de los condados de Pensilvania donde viven, que los ven como una rareza local a la que hacer fotos (cosa que ellos aborrecen). Es precisamente el enfrentamiento de John Book con unos fanfarrones que están mofándose de Daniel Hochleitner (Alexander Godunov), que pese a ser un hombre joven y fornido no puede usar la violencia para responder, el que alerta a la policía de su presencia, hasta entonces imposible de localizar entre las numerosas e incomunicadas granjas.
         También se evidencia en la película su rechazo a la violencia y las armas. Book es reprendido cuando permite al pequeño Samuel, con el que entabla una relación casi de padre e hijo, jugar con su pistola, y Raquel se la esconde en un bot de conservas. Tras este incidente, el abuelo Eli explica a su nieto, entre otras cosas, que los Amish rechazaron ser reclutados en las guerras del pasado.

DOS GRANEROS, DOS ESCENAS MEMORABLES
         Como vamos viendo, la película está repleta de momentos memorables, pero sin duda los más emblemáticos, junto con el que ya hemos mencionado de Lukas Haas señalando al asesino en comisaria, son las dos escenas que ocurren en sendos graneros, una de noche y otra de día:
         La primera sucede en la granja de los Labb:
         Aunque Raquel tiene un pretendiente “oficial”, su vecino, el mencionado  Daniel Hochleitner, con el que apenas se roza, a medida que ella y John Book se van conociendo, la chispa del amor va a surgir entre ellos dos (espectacular, por cierto, la química que destilan ambos actores). Esta atracción va a tener su punto álgido cuando, una noche, John, ya casi repuesto, está con ella en el granero arreglando el coche para marcharse. Por casualidad, se enciende la radio y empieza a sonar un clásico de todos los tiempos, “What a wonderful world” de Sam Cook. Emocionado, John empieza a cantar y a bailar con Raquel (algo prohibidísimo en su secta), y en pleno éxtasis de risas, cuando están a punto de besarse, les sorprende el viejo Eli, que les reprende severamente, especialmente a Raquel.
Escena del granero:
         La segunda es la famosa escena de la construcción del granero para una joven pareja de recién casados, en la que participa toda la comunidad.
Para aprovechar sus habilidades como carpintero, el viejo Eli convence a John para que colabore también. Para esta secuencia, Peter Weir también optó por prescindir casi por completo de los diálogos, y los espectadores seguimos todo el trabajo en común de grandes y pequeños únicamente acompañados por la espléndida partitura de Maurice Jarre.
Aquí se puede ver de forma muy clara la diferencia de sexos: mientras las mujeres y las niñas bordan el ajuar, y preparan y sirven la comida, los hombres y los niños levantan la estructura, hacen agujeros en las vigas y martillean los clavos.
Al final del día, el granero está terminado.
Como curiosidad, a lo largo de toda la secuencia se puede ver junto a Harrison Ford a un por entonces jovencísimo y desconocido Viggo Mortensen.

Escena de la construcción:


EL PODEROSO FINAL DE LA PELÍCULA
         Pese a que la mayoría de la gran familia ochenter habréis visto la película, puesto que es todo un clásico y es repuesta una y otra vez en televisión, ya sabéis que no nos gusta contar el final en nuestras reseñas. Sí os diremos que, tras casi toda la película metidos como espectadores, casi participantes, en la comunidad Amish, el choque de contrastes entre la granja anclada en el siglo XIX, casi al estilo de la “Casa de la pradera”, y la llegada de un moderno automóvil del que los tres malvados policías sacan sus fusiles, impacta casi tanto como las trepidantes y violentas escenas de lucha entre Book, y McFee, Schaeffer y Fergie (Angus MacInnes). Tres contra uno, pero no cuentan con los Labb, especialmente con el pequeño Samuel, que se las apañará para ayudar sin utilizar la violencia.

CONCLUSION
La película fue un éxito de crítica y público, y recibió ocho nominaciones a los Óscar, entre ellas mejor película, mejor director, y mejor actor principal, y obtuvo dos estatuillas, mejor guión original y mejor montaje. Un premio exiguo, podríamos decir, pero es que aquel año competía con títulos como Memorias de África (que se llevó siete galardones, entre ellos mejor película), El honor de los Prizzi, Ran, Cocoon o incluso Regreso al futuro.
Aparte de la originalidad de situar en el centro de la trama a la secta Amish, que, sobre todo para el público español y europeo en general, era totalmente desconocida, también el hecho de que los malos sean en este caso policías, le da un toque contracorriente muy innovador (detrás de la película está la productora The Ladd Company, de Alan Ladd Jr., el hombre que saco la cara por George Lucas ante los escépticos gerifaltes de la Fox que desconfiaban de La guerra de las galaxias).
Además, el ritmo pausado, acompañado de la magnífica banda sonora de Maurice Jarre, a ratos sinfónica, a ratos New Age, con notas largas, hace que el espectador se sitúe en esa atemporalidad en la que viven los protagonistas.
Luego esa historia de amor imposible, inconclusa entre John y Raquel, que termina… como tiene que terminar, con el personaje de Godunov enfilando confiado el camino de la casa de los Labb. Esa inocencia del niño Lukas Haas, al que Book regala un juguete de madera antes de arreglar la pajarera que rompió al llegar. Son tantos y tantos momentos.
Así que ya solo nos queda decir: Tened cuidado con los de origen inglés.

Por 








1 comentario:

Han Solo dijo...

Banda Sonora, fotografía, historia, guión, actores, actrices...
Peliculon