Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

Terminator (1984, James Cameron) The Terminator






En el año 2029, después de devastar la Tierra y esclavizar a la humanidad, las máquinas, gobernadas por la inteligencia artificial conocida como Skynet, están a punto de perder la guerra contra la resistencia humana liderada por John Connor . Frente a esa situación, las máquinas entienden que asesinar a John Connor en el presente, sería irrelevante, dado que ya ha conducido a la resistencia humana del mundo entero a la victoria. Por lo tanto, Skynet elabora su estrategia decidiendo eliminar al líder enemigo antes de que éste nazca, de modo que no pueda cumplirse su misión de conducción futura. Para ello envía al pasado (año 1984) a un Terminator T-800 modelo Cyberdyne 101, un cíborg asesino (Arnold Schwarzenegger), a través de una máquina del tiempo, con la misión de exterminar a Sarah Connor (Linda Hamilton), madre de John, antes de que éste sea concebido.Enterados del plan para asesinar a la mujer que dará a luz al único hombre capaz de salvar a la humanidad, la resistencia también consigue acceder a la máquina del tiempo y logra enviar a un soldado humano, Kyle Reese (Michael Biehn), con la misión de protegerla.



Volveré (T-800)
    


 John Connor me dio una fotografía tuya. Entonces no supe por qué. Era muy vieja, rota, descolorida. Eras joven, como ahora, pero parecías un poco triste. Siempre me pregunté lo que estarías pensando. Memoricé cada rasgo, cada curva… atravesé el tiempo por ti, Sarah. Te quiero, desde siempre (Kyle Reese)


 De la pesadilla febril de un joven surgió un robot envuelto en llamas. El joven de veintiocho años, un tal James Cameron que había trabajado como factótum en la New World Pictures de Roger Corman, dormitaba enfermo de gripe en el camastro de un hotelucho de muerte situado en Roma. Las circunstancias que lo habían impulsado a visitar la capital itálica no fueron otras que ver el montaje de la infame Piraña II (1981),  engendro en el que, pese a su negativa, figuraría como director aún habiendo sido defenestrado por el maquiavélico productor Ovidio Assonitis tras cinco días de infernal rodaje. El productor griego afincado en Roma, como en otras ocasiones, había conseguido lo que quería: un nombre americano que figurase como director para que la película tuviese gancho comercial (y visto hoy día, vaya si acertó). El resultado de ese efímero debut rodado en Jamaica es una película cutre y casposa, finalizada realmente por el propio Assonitis, donde la supuesta secuela de la de Joe Dante sólo es una excusa para que pirañas de plástico ataquen a chicas bonitas que posan ligeras de ropa en la cubierta de un yate. Toda una losa en la carrera de un Cameron hundido tras visualizar semejante patraña, anunciada a bombo y platillo como suya, de la que no fue responsable. Pero como una visión elegiaca, la imagen del robot cromado ungido en fuego transmuta en la del ave fénix resurgiendo de sus cenizas: una carrera cinematográfica que podría haber sido truncada, tan injusta como prematuramente, por la falta de escrúpulos de un productor, pero que, a la postre, resultó una de las más exitosas e influyentes de la industria cinematográfica.


De regreso a Los Angeles, con el robot asesino grabado en su cerebro y una determinación férrea para resarcirse y demostrar su valía, comenzó a escribir el guión de Terminador. Cameron tenía muy claro los parámetros por los que se regiría su historia. En primer lugar iba a ser una película de bajo presupuesto, y para eso, aparte de su experiencia en la productora de Corman , tomó como modelo una de las películas más exitosas de serie B de la historia : Halloween (1987) de John Carpenter, una película que con 300.000 dólares de presupuesto había recaudado 47 millones. Por otro lado, parece que Cameron volcó parte de su experiencia vital e inquietudes que le acompañaron desde la infancia: Serie B, literatura (Harlan Ellison se querelló contra Cameron por la similitud de algunos de los presupuestos de la película con sus relatos) y cine de ciencia ficción (2001: Odisea en el espacio le causó una honda impresión), pasión por la ciencia y la tecnología, y el paisaje industrial (central eléctrica y papelera) de su kapuskasing (Ontario) natal. Un primer borrador de 48 páginas escrito por el propio Cameron fue ampliado a otro borrador ampliado de 122 por Gale Anne Hurd (que sería pareja de Cameron), quien escribiría el guión definitivo, y otro amigo de Cameron, William Wisher, ayudó con algunos diálogos. Cameron y Hurd hicieron un pacto: él vendía los derechos de Terminador a Pacific Western Productions (nueva productora creada por la misma Hurd) y ella le aseguraba la dirección de la película independientemente del estudio con que firmara. Finalmente la producción fue cosa de Hemdale, Orion se encargó de la distribución y HBO se quedó los derechos para la televisión. Comenzaba la búsqueda del exterminador.



 Lance Henriksen fue considerado como primer candidato (una vez descartado interpretó al policía que se encarga de los asesinatos de la guía telefónica), O.J. Simpson fue propuesto por Orion y Cameron había pensado en Jürgen Prochnowm, pero tras el éxito de Conan el Bárbaro (1982, John Milius) un nombre sonaba fuerte: Arnold Schwarzenegger. Lo paradójico de la situación es que, en principio, fue considerado para encarnar a Kyle Reese. Cameron era bastante escéptico en cuanto a la elección del austriaco, pero la película de Milius le había gustado y concertó una cita en un restaurante alemán. Cameron cuenta que Schwarzenegger le había sorprendido. No sólo era simpático y educado, sino que se mostró entusiasmado por el proyecto y aportó ideas propias sobre el personaje del T-800 (que caminase sin mover los hombros o el hecho de recargar las armas sin mirar, entre otras). Pero lo que cautivó a Cameron fue la estructura ósea de su impresionante rostro. No había duda. Arnold Schwarzenegger no debía interpretar a Kyle Reese sino al T-800.

 
 
Para el papel de Sarah Connor se habían barajado los nombres de Jennifer Jason Leigh y Rosana Arquette, pero Linda Hamilton, con una apariencia delicada y una belleza imperfecta, fue la elegida para interpretar a una heroína que transformaría su fragilidad en fortaleza. Pese a las reticencias iniciales (un nada atractivo debut de un desconocido James Cameron) y  tras una primera prueba fallida, Michale Biehn encarnaría al sargento Kyle Reese (a pesar de que el mismísimo Sting hubiese sido considerado para el papel). Con el reparto completo surgió un problema: Schwarzenegger estaba sujeto a un contrato que le obligaba a interpretar por segunda vez al bárbaro cimerio (Conan el Destructor, 1984), por lo que el rodaje se retrasó nueve meses los cuales aprovecharon para trabajar más la pre- producción. El rodaje comenzó en marzo de 1984, en Los Angeles. Ambos, Hamilton y Biehn, lo recuerdan como una experiencia muy dura. Además de malos olores, calor extremo y humedad, Cameron era muy exigente y los llevó al límite tanto física como psicológicamente. En este aspecto, Linda Hamilton tuvo que lidiar con una rotura de tobillo y ligamentos causada por un accidente poco antes, por lo que la dureza se vio incrementada más si cabe.

En el apartado de los efectos especiales, pese a no ser prodigiosos debido al escaso presupuesto, destaca el nombre del ganador de cuatro Oscars, Stan Winston. Un trabajo artesanal basado en maquetas, miniaturas, y moldes de escayola. Son unos efectos que, hoy día, cantan a leguas, pero muy meritorios a tenor de los medios disponibles y muy disfrutables por los nostálgicos. La música corre a cargo de Brad Fiedel, quien mediante el uso de sintetizadores, instrumentos electrónicos y percusión potencia la atmósfera de pesadilla tecnológica y el empleo del tempo acelerado en las persecuciones marca un ritmo trepidante. También cabe destacar un tema principal que repetiría, de forma mejorada, en Terminator II (1991).



 Ya desde el inicio queda claro el carácter antagónico de los protagonistas. Mientras Kyle Reese rebota contra el suelo, como si hubiese caído de varios pisos de altura, y  sufre las dolorosas consecuencias del viaje temporal, el T-800 se materializa plácidamente arrodillado y su rostro impasible no denota sentimiento ajeno a una calma, dado el contraste, perturbadora. Su cuerpo es imponente, una mole perfecta de puro músculo que al igual que una apisonadora arrolla con todo para alcanzar su objetivo; a este respecto es muy significativo el enfrentamiento con los tres punkis a los que reclama su vestimenta: una mortal y fugaz confrontación en la que a uno de ellos le arranca el corazón con sus propias manos. Reese, por su parte, es acorralado por la policía  a las primeras de cambio. Queda muy clara la debilidad del humano en contraste con la fortaleza de la máquina asesina e implacable a la que se enfrenta. Reese es débil en comparación a la máquina, pero su temperamento, forjado en la crudeza de la guerra y en los desoladores campos de trabajo, es fuerte; por el contrario, Sarah, es una joven ingenua que se verá desbordada por lo abismal de la situación: no sólo por la lucha directa por su supervivencia, sino porque el futuro de la sociedad dependerá del nacimiento de un hijo aún no engendrado.

 
 

El futuro lo conocemos a través de los recuerdos de Reese, quien nos muestra una sociedad asolada por el holocausto nuclear entre cuyos despojos observamos la omnipresencia de las máquinas y su poder destructor para con los supervivientes. Lo interesante de este punto es que Cameron parece querer indicar, con su ambiente opresivo, oscuro (casi toda la acción transcurre de noche) y sucio, y sus constantes referencias industriales y tecnológicas (máquinas de trabajo, televisiones, walkman,  fábrica), que el presente en el que desarrolla la acción no está muy lejos de ese futuro apocalíptico. A este respecto no se pueden obviar esas constantes persecuciones en moto, coche o camión - para las que Cameron tomó como influencia Driver (1978, Walter Hill) y Mad Max 2 (1981, George Millar) – en las que esa máquina inmisericorde e implacable acosa sin tregua a Sarah y a Reese, y la que una vez despojada de su envoltorio humano (piel, sangre y músculos humanos) se nos presenta como un esqueleto metálico de despiadada sonrisa (la pesadilla de Cameron hecha realidad): la fusión total entre la máquina y el hombre. Un dato tan curioso como significativo es el nombre del local en el que trata de dar caza, por primera vez, a Sarah: TechNoir. Cameron eligió este nombre como un chiste ante las posibles etiquetas que recibiría su película por parte de los críticos: una película de cine negro tecnológica


 

 Aunque Terminator es mucho más que eso. Es una película de acción, de ciencia ficción con ligeros toques de terror en la que tiene cabida una historia de amor y que presenta varias lecturas. No sólo la vertiente más lúdica sino una más profunda en la que se puede reflexionar sobre la influencia de la tecnología en la sociedad, las paradojas espacio temporales e incluso claras alusiones mesiánicas. El resultado final me parece impresionante. Una película tan comercial como de culto y que con un presupuesto de 6.400.000 dólares superó los 38, un margen de beneficio que aunque no superó el de la citada Halloween, sí fue espectacular. Debido al éxito el caché de Schwarzenegger se dobló y Cameron pudo resarcirse de la película que originó su pesadilla además de abrirle la puerta a una lluvia de oportunidades que, como todos sabéis, aprovechó a la perfección encumbrándose como uno de los directores de cine fantástico y de acción más talentosos y comerciales de los ochenta y mitad de los noventa.

Una curiosidad para terminar. En una escena final que Cameron no incluyó se veía que la fábrica donde se libra la lucha final se llama Cyberdine Systems, además, un hombre recogía un chip informático que se había desprendido del endoesqueleto del T-800. ¿Os suena de algo? ¿Segundas partes nunca fueron buenas?

GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA



TRAILER





3 comentarios:

Merchandising Peliculas dijo...

Un clásico de los ochenta fantástico. Si hubiera que hacer una lista estaría sin duda al lado de Cazafantasmas, Alien, Predator, Indiana Jones y Regreso al futuro. La peli vista en su contexto es más de terror acción, y la segunda no desmerece. Parece mentira que Cameron acabara de salir de Piraña 2, los vampiros de mar, que es bastante cutre y después llegara a dirigir Titanic y Avatar. Incluso Abyss no parece del mismo director.

Germán Fernández dijo...

Hola. Precisamente explico lo de la segunda parte de Piraña en el comentario. Un saludo.

Jack Lawton dijo...

Pues a mi Piraña 2 me resulta entretenida, no se... Vale, es MUY CUTRE. Pero seamos serios, cuantas películas MUY CUTRES están entre nuestras favoritas? Seguro que no sería ni la primera ni la última, a que no?

En cuanto a TERMINATOR, poco mas se puede añadir. Es un PELICULÓN.

Gracias por el blog.