Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

Yo, el Halcón (1987, Menahem Golan) Over the Top


Otra obra magna de la grandísima productora Cannon, aunque esta vez hay que reconocerles que innovaron de lo lindo creando la primera película –si obviamos Destroyer: Brazo de acero (1986) - de pulsos de la historia y la más icónica hasta el día de hoy. Aunque esto tampoco sorprende de una productora que en 1984 había estrenado la primera película sobre “break dance” : Bre         akin (1984).

Los inefables primos Menahem Golan y Yoram Globus ya habían trabajado con Sylvester Stallone en Cobra (1986) coproduciendo junto con la Warner Bros y había resultado un éxito financiero. Así que se empeñaron en volver contratar a toda costa a un Sylvester Stallone que rechazó una tras otra vez el papel hasta que aceptó cuando le ofrecieron 12 millones de dólares, casi la mitad del presupuesto de la película (25 millones). Stallone, quien también escribiría el guión (historia de David Engelbach y Gary Conway junto con Stirling Silliphant (En el calor de la noche, Harry el ejecutor), llegó a declarar que también aceptó porque pensó que nadie la vería.

Para la promoción, la Cannon contactó con profesionales del mundo del pulso y se creó una competición con el nombre de la película (Over the Top en inglés) que duró un año y pasó por diversos países de EEUU, Europa, Japón e Israel … ¡De locos! Luego se usaron imágenes reales de la competición para recrear la final.
La dirección corre a cargo del propio Menahem Golam y cuenta con banda sonora del gran Giorgio Moroder.


La historia es muy sencilla. Lincoln Hawk (Stallone) es un camionero que entre viaje y viaje gana un dinero extra echando pulsos. Su mujer Christina (Susan Blakely) se encuentra muy enferma y le pide que vaya a recoger a su hijo Michael (David Mendenhall) a la escuela militar donde permanece interno. Hawk los abandonó hace diez años, pero Christina, en su lecho de muerte, quiere que se conozcan. El problema es que el padre de ella (Robert Loggia) tratará de inmiscuirse en la relación por todos los medios. Hawk intentará recuperar a su hijo de camino al Campeonato Mundial de Pulsos que se celebra en Las Vegas.

Lo que nos encontramos en Yo, el Halcón es una curiosa mezcla de drama y película de acción que resulta muy chocante por diversos motivos que la convierten en una obra esperpéntica y descabellada, pero ahí es donde gana los enteros y reside su encanto…

Podemos observar dos partes claramente diferenciadas. La primera trata sobre la relación entre Hawk y su hijo Michael mientras son perseguidos por los secuaces de su abuelo. La segunda es la que corresponde al campeonato mundial de pulsos, vamos la que estamos deseando ver.


 La relación padre-hijo se resume en que el niño se pasa la mitad del tiempo llorando y pataleando mientras que Hawk trata de darle lecciones de vida y son puteados sistemáticamente por un abuelo odioso (Robert Loggia) que parece extraído de la mafia siciliana. En este punto hay que remarcar que el hijo es uno de los niños más asquerosillos y repelentes que se recuerdan en la historia del cine. Incluso en la parte final de la película, cuando supuestamente el chico ya no es un pijo y un listillo redomado, sigue dando el mismo asco. Y es que cuando uno veía la película de chavalete se imaginaba que Stallone era su padre. Stallone era nuestro Rocky, nuestro Rambo, nuestro Cobra … ¡Cómo no íbamos a odiar a ese engendro maligno con la manera que maltrataba a Stallone!

Por supuesto , la altura intelectual de Haws tampoco ayudaba mucho a que el chaval se comportase. Su filosofía de la vida se limita a la dicotomía camión-pulsos en un intento bastante bochornoso de identificar metafóricamente estos elementos con conceptos tan elevados como sacrificio y fuerza de voluntad. No es que esto tenga por qué ser malo,  lo malo es que transmite sus enseñanzas de manera tan simplona que da vergüenza ajena. Ejemplo de esto es la secuencia de los pulsos entre su hijo y un macarrilla de tres al cuarto en un bar de carretera. Vaya manera de traumatizar al chiquillo, ¡y qué cara loco tenía el macarrilla!


 Un diálogo que sintetiza la moralina de la película es el que sigue:

“Pero también eres un maldito niño mimado al que siempre se lo han dado todo hecho. Debes empezar a hacer las cosas por ti porque te aseguro que la vida no regala nada a nadie. No sé si me comprendes. Si quieres algo, Mike, debes ganártelo.”

Y claro está que gana el pulso al macarrila. Aunque tenga más años, sea más fuerte y le doble el tamaño.
Como veis es la típica ideología norteamericana que impregnaba las películas de los ochenta en la que uno puede conseguir todo lo que quiere si se lo propone. De hecho el personaje de Hawks está basado en John Brzenk, un luchador de pulsos profesional que vencía a adversarios mucho más grandes y pesados que él. Por otro lado, este tipo de papel, el del hombre que supera a adversarios más fuertes, ya lo había interpretado Stallones en Rocky.

Otra cosa que choca mucho es que cada dos por tres se escucha una canción de la banda sonora que incluye Winner Takes It All, interpretada por Sammy Hagar. En concreto, Meet Me Half Way de Kenny Loggins debe sonar treinta veces. Es exagerado, os lo juro por Snoopy.


Llegamos a la locura final: el Campeonato Mundial de Pulsos. Como os había señalado al principio, para recrearla se utilizaron imágenes del verdadero campeonato mundial de pulsos. Luego se intercalaron con las de la grabación. Mucho público que había asistido a la final participó como extra en la grabación, así como muchos luchadores profesionales como el propio John Brzenk (el luchador en el que se inspiraron para crear a Hawks),  Cleve Dean o Allen Fisher.  El propio  Rick Zumwalt (Bob Hurley) era un luchador de pulsos real que se afeitó la cabeza para el papel recibiendo 10.000 dólares a cambio.

Treinta minutos de músculos hipertrofiados, rostros desencajados, venas a punto de reventar, sudor, testosterona a chorro, gritos guturales propios de bestias ignotas , situaciones estrambóticas y frases legendarias. Eso no es una final de pulsos, es un puto carnaval y los luchadores son personajes propios del esperpento: imaginaros al adversario de Hawk (Grizzly) fumándose un puro que se traga antes de comenzar y en el segundo pulso pegándose  un buen lingotazo de aceite de motor para calentar …




Luego está la apoteósica parte de los comentarios de los luchadores dirigiéndose a cámara …

Grizzly: Cuando salgo a esa mesa la persona que está frente a mí es un mortal enemigo. Y le odio.

Perro Loco Madison: No me gusta que la gente se me acerque para decirme eso de “Macho, eres el mejor” A mí no me hace falta que la gente me lo diga. Si gano es únicamente porque yo he querido ser el mejor. Al menos una vez en la vida.

Bosco : Mi cuerpo es un motor. Este es el enchuche (refiriéndose al brazo). Y voy a encenderlo ahora mismo.

Hawk: Lo que yo hago es intentar coger mi gorra y darle vueltas. Y eso es como un interruptor que se conecta. Y cuando se conecta me siento otra persona. Me siento como …como una máquina. Un camión.

Bob Hurley: Yo cuando me pongo a luchar voy a romperles el brazo. Es lo que sé hacer y lo consigo. No valen segundos lugares. Hay que ser el número uno. Los segundones apestan.


 Yo, el Halcón resultó un fracaso en taquilla recaudando 16 millones de dólares con un presupuesto de 25, recibió malas críticas y David Mendenhall ganó dos premios al peor secundario y peor nueva estrella en los Golden Raspberry Awards (Stallone fue nominado a peor actor pero no ganó).


Pero eso a muchos nos importa un huevo. Imposible que Yo, el Halcón no fuese de nuestras favoritas en la infancia. Molaba porque te imaginabas conduciendo un camión y entrenando con el entrañable de Sly. Además desató la fiebre de los pulsos en el colegio. La de dedos que retorcí empleando la artimaña de Lincoln Hawk …


GERMÁN FERNÁNDEZ JAMBRINA

3 comentarios:

Noemi dijo...

Casi había olvidado esta película, pero creo que volveré a verla. Buena opinión, muy bien documentada.

Santi.cusco20@gmail.com dijo...

Para mi no es mala la película es muy buena y nos una lección, de superación, sacrificio, y objetivos q se trazo un padre con errores. Al que decide recuperar el cariño de su hijo.

Unknown dijo...

Me imagino qué la crítica solo quería destruir una buena película porque todo lo que crítica es nada más que la base de una realidad y un hombre termina venciendo obstáculos solo por el único deseo de estar con su hijo ahora sin madre,buena película