Año 1983, el año de guerra de los Bond. Es en este año cuando se da un hito histórico cinematográficamente hablando y no es otro que el hecho de que en pantalla van a coincidir dos películas de la saga Bond, como eran “Octopussy”, protagonizada por el Bond ochentero Roger Moore y “Nunca digas nunca jamás”, protagonizada por el mejor Bond para quien esto escribe, como era Sir Sean Connery.
En realidad “Nunca digas nunca jamás”, debería haberse titulado “Warhead”, pero a Irvin Kischner, su productor, le hizo gracia la frase que Connery le había soltado dourante el rodaje en Marruecos de “El Hombre que pudo reinar” al serle propueso volver a retomar el papel del agente doble cero: “never again, never again”.
Este hecho de que coincidiesen dos filmes de la saga a la vez, radicaba en el hecho de que Kevin Mc Clory había litigado los derechos de “Thunderball” a Ian Fleming y al conseguirlos, buscaba la manera de hacer un remake de ella.
La trama parte del robo por parte de ESPECTRA, de dos cabezas nucleares, con lo que ante el rescate exigido por la organización, el MI6 decide reactivar el programa doble cero con el fin de desbaratar los planes de la organización.
La película en sí huele a nostalgia pura y dura desde el inicio, partiendo de que quien ejerce el rol principal, es el Bond más genuino, como es Sean Connery el cual además conduce el Bentley de las novelas de Ian Fleming.
Sin embargo pronto notamos carencias, desde la ausencia de una escena pre-créditos, la falta de la melodía original y un tema principal malo de solemnidad.
A pesar de contar con un reparto notable con un Max Von Sidow ejerciendo de Blofeld, un Klaus María Brandauer ejerciendo del villano de la función, Largo y unas Bárbara Carrera como villana y una jovencísima Kim Basinguer ejerciendo de chica Bond, la película se ve lastrada por unas escenas de acción que salvo las que tienen lugar en Niza con la moto y el R-5 y las escenas acuáticas, no son de las que suelen enganchar, es más ni siquiera las que ocurren cuerpo a cuerpo son dignas de la saga.
Eso sí Bandauer, da un notable como nota en su rol de villano, con ese tono tan cínico como despiadado, marca de los mejores villanos de la saga.
En general la película pierde atractivo para todos los fans de la saga desde el principio y quizás por ello el resultado en taquilla no fue el esperado y la batalla la ganó con diferencia “Octopussy”.
Ochentesidades:
La escena de sexo con Bond en el baco fue íntegramente rodada por Carrera y Connery ya que ésta quería saber de primera mano lo que era estar con un doble cero, según cuenta la rumorología.
Fue la última vez que veríamos a “Spectre” hasta el estreno de la película del mismo título en 2015.
El jefe de especialistas era un jovencísimo Steven Seagal, el cual rompió una costilla a Connery durante la preparación de la escena con el gigantón del spa.
Este film fue el debut en el cine de un jovencísimo Rowan Atkinson, que se haría mundialmente famosos por su papel como “Mr Bean.”
Carrera consiguió una nominación a los Globos de Oro como mejor actriz secundaria, más que merecida la verdad.
Fue la última vez que veríamos a Connery sin barba en una película y su segundo regreso a la saga tras la vuelta en “Diamantes para la Eternidad”.
Nota: 5,5.
Lo mejor: Volver a ver a Connery como 007, una Carrera descomunal y una Kim Basinguer que empezaba a despuntar.
Lo peor: No se respira el espíritu 007 desde el inicio y eso lastra la película
JOSE MARÍA MOLANO
JOSE MARÍA MOLANO
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