Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.

Verano Azul, serie (Antonio Mercero, 1981-82)


Ochenters, hoy comentamos una de las series emblemáticas de nuestra infancia y adolescencia, Verano Azul, convertida en canon de la España de su época, y una de las más exitosas y repuestas de Televisión Española. Ya os adelantamos, que, como fans declarados de la serie, nos hemos permitido un análisis crítico y en perspectiva, también sobre sus aspectos colaterales, los personajes, y la época, siempre desde el cariño y la nostalgia, ya que la vivimos con ellos y como ellos.
La serie fue un proyecto original del guionista y director Antonio Mercero, un renovador del lenguaje cinematográfico y televisivo, reconocido internacionalmente por su premiadísimo mediometraje La cabina (1972), y que ya había cosechado el éxito en tv con la serie Crónicas de un pueblo (1971-74).

         Al igual que Verano Azul es inseparable de Mercero, también lo es del compositor de su archifamosa sintonía, Carmelo Bernaola, que concibió una melodía alegre y optimista, propia del título y el espíritu de la serie, y que ya forma parte de la banda sonora de nuestra vida. Quién no la recuerda cada vez que monta en bici.



EL ESTRENO TARDÍO
         El proceso de producción de la serie hasta su emisión duró en total tres años, entre escritura del guion, localizaciones, rodaje y montaje. Se rodó entre finales de agosto de 1979 y diciembre de 1980, sobre todo en la localidad malagueña de Nerja (auténtica protagonista también de la serie), aunque también en Vélez-Málaga y en Motril y Almuñécar (Granada). Sin embargo, debido a su complejidad y a la burocracia de TVE, no llegó a la primera cadena de Televisión Española hasta el 11 de octubre de 1981, y sus 19 capítulos se emitieron cada domingo en la sobremesa hasta el 14 de febrero de 1982. 

EL ARGUMENTO Y LOS PERSONAJES
La serie trata sobre el verano de descubrimientos de un grupo de niños y adolescentes, en el que despertarán al mundo y a la vida, acompañados de dos amigos adultos, una pintora en horas bajas y un viejo marinero retirado.
La pandilla de Verano Azul la componen siete chavales de diferentes edades, cinco chicos y dos chicas:
BEA (Pilar Torres): Es la “guapa” del grupo y objeto de interés amoroso de los dos adalides de la panda, Javi y Pancho. Ella mantiene en todo momento la incertidumbre a ese respecto sin decantarse por ninguno, pero, vista la serie tantas veces, da la impresión al final de preferir un poco más a Pancho (que es además el que más hace por conquistarla, Javi espera más que le caiga “por derecho”). Bea es la hermana mayor del benjamín del grupo, Tito.
DESI (Cristina Torres): es la amiga inseparable de Bea y siempre está a su sombra. Pese a ser una joven con atractivo, es retratada como “fea” (al llevar gafas y corrector dental), y además ella asume ese complejo. También lleva mal la separación de sus padres.
JAVI (Juan José Artero): Es el líder de la panda. Orgulloso, seguro de sí mismo, y hecho al mando. Es alto, guapo, rubio, y viste de marca. Aunque no lo reconozca, está enamorado de Bea.
PANCHO (José Luis Fernández): es un amigo temporal de la pandilla, ya que, al contrario que los demás, no es veraneante sino que vive en el pueblo, es huérfano, no estudia, y trabaja como repartidor para su tío. Al principio rivaliza con Javi, tanto por el mando del grupo como por el amor de Bea, pero luego se hacen grandes amigos, pese a que son personalidades y estilos opuestos (Pancho es un chico de la calle, moreno, guapo también, con el pelo largo y un poco “macarra”).
QUIQUE (Gerardo Garrido): es el equivalente de Desi para Bea, el mejor amigo de Javi, y relegado siempre a un segundo plano. “Menos guapo”, algo fondón y con un protagonismo limitado.
PIRAÑA (Miguel Ángel Valero): En realidad se llama Manolito, pero recibe el apodo por su voracidad a la hora de comer. Es uno de los pequeños junto con su inseparable Tito. Pese a ser el “gordito” del grupo, también es el más intelectual, el que lee, y a menudo instruye no solo a Tito, sino también a los mayores.
TITO (Miguel Joven): Es el pequeño del grupo, y también el más ocurrente, espontáneo, y con las frases más divertidas (“Jo, tío, es que tu padre es un plasta”). Como hermano de Bea, es muchas veces el nexo de unión entre chicos y chicas, y también protagonista junto con su amigo Pi, de las situaciones más rocambolescas y jocosas de la serie.


El protagonismo principal de la serie recae también en dos adultos, que se hacen amigos de la pandilla por casualidad:
JULIA (María Garralón): Es una pintora de mediana edad, una mujer instruida, sensible, y de indudable atractivo, que vive envuelta en un halo de misterio. Es el referente sobre todo de las dos chicas de la pandilla, que siempre recurren a ella en busca de consejo.
CHANQUETE (Antonio Ferrandis): Es el personaje más carismático sin duda de la serie, un pescador retirado que vive en un idílico cerro frente al mar, en su viejo barco, La Dorada, habilitado como vivienda junto a su huerta. Si julia es el referente de las chicas, Chanquete lo es de todos, pero en especial de los chicos, a los que aconseja recurriendo a su experiencia y al refranero común, como un filósofo del pueblo y de la vida. Es conocido y querido por todo el vecindario, socarrón y de fácil risotada.


Junto a los protagonistas infantiles y juveniles, que la serie convirtió en iconos para toda una generación de niños y adolescentes, encontramos también a sus familias, madres y padres, encarnados por actores profesionales del cine y la televisión, que reproducen  de alguna forma los estereotipos más instalados en la época, y a los que incluso se los podría encasillar en el espectro sociológico e incluso ideológico del momento (la España de la Transición): el padre tradicional de “ordeno y mando” y bofetada fácil (conservador), encarnado por el padre de Javi, Javier (Manuel Gallardo), el padre dialogante, tolerante y comprensivo, partidario de tomar las cosas con mesura (progresista), el padre de Bea y Tito, Agustín (Manuel Tejada, que aparece además muchas veces leyendo en la playa “El País”).
Luego tendríamos también otros modelos sociales, como el padre entrometido, el de Quique, Enrique (Fernando Hilbeck), el padre siempre ausente, aunque consentidor y dadivoso, Jorge (Carlos Larrañaga), el padre de Desi, y el padre que cree que “se las sabe todas”, Cosme (Manuel Brieva), el padre del Piraña.
Sin embargo, si hay un modelo estereotipado de la época, que se refleja en la serie, es el de las madres, retratadas casi siempre tomando el sol o en labores domésticas, cotilleando entre ellas, o despotricando de sus maridos, de los que asumen ser dependientes en todos los aspectos (en contraposición con el personaje de Julia, una mujer “sin hombre”, autosuficiente, que vive sola, y tiene un pasado misterioso del que nunca habla, salvo a retazos).
Las madres de Bea y Javi, Carmen y Luisa (Elisa Montés -hermana de  Emma Penella y Terele Pávez, y madre de Emma Ozores-, y Helga Liné, ambas actrices de recorrido, curtidas en el Landismo, los Spagetti Western y el Destape), son dos bellezas maduras que aparecen exhibiendo sus hermosos cuerpos, cubiertos tan solo por diminutos bikinis, mientras chismorrean entre ellas de todo y todos (“esa, esa, es que está separada”), ya que dan la impresión de ser amigas de antes y veranear las dos familias juntas.
Por su parte la madre de Quique, Mercedes (Concha Leza), aparece como una mujer manipuladora e intervencionista, que convence a su marido para que se “infiltre” en el grupo de los muchachos, todo un desastre.
Como su hijo, la madre del Piraña, Nati (Ofelia Angélica), es el arquetipo de mujer “gorda” y bonachona, casada con un hombre pequeño y delgado al que dominar, y que atiborra a su hijo de comida ( Pi aparece en casi todas sus escenas deglutiendo bocadillos, hasta en la bici). Y finalmente, la madre de Desi, Pilar (Concha Cuetos), la “mujer doliente”, abandonada por su marido (Larrañaga), un mujeriego empedernido que, sin embargo, piensa que sigue siendo de su posesión (es curioso que Cuetos interpretara un personaje muy similar en el capítulo de Curro Jiménez en el que aparecía, y por cierto, Mercero volvería a recurrir al tándem Cuetos-Larrañaga en los noventa, para su teleserie Farmacia de Guardia).


 LA ESPAÑA DE 1979 EN 1981-82
Ya en su estreno, la serie, pese a ser todo un éxito, llegó a TVE podríamos decir que un poco desfasada. Aunque solo habían pasado un par de años, la España de 1981 casi 82, no tenía nada que ver con la de 1979. En moda y en música, se había pasado ya de la rumba y el pasodoble, al punk, el rock duro y el tecno-pop, de los apretados y exiguos bañadores Turbo, a los bermudas de color fuxia, de la coleta y el vestidito de tirantes, a los cardados, las hombreras y las faldas ra-ra. El mayor deseo de la chavalería ya no era tanto la bicicleta como el Walkman, estábamos en plena Movida y de fuera llegaba la explosión del pop anglosajón de los ochenta.
Sin embargo, hay otros aspectos de la vida infantil y juvenil, que aparecen en la serie, y que si tenían plena vigencia, como los recreativos, el cine de verano, el tabaco ocasional semitolerado, el futbol de chapas, tirar piedras, o “mirarle el culo” a las chicas. Y por supuesto, las bicicletas. Si tanto se ha dicho del protagonismo de Nerja en Verano Azul, ¡qué decir de las bicicletas! ¡Si eran las que teníamos los chavales de la época! (por ejemplo, en mi caso, era la BH azul de Desi).
Además, la serie tuvo el atrevimiento de abordar, aunque que fuera de forma incidental y suavizada, asuntos impensables en la televisión de aquellos tiempos, como la separación y el divorcio, la menstruación femenina, el derecho de protesta, la especulación inmobiliaria, el medio ambiente o los conflictos generacionales. Consiguió así, romper ciertos tabúes, aunque sin cuestionar otros tan “hispánicos” como la religión o la autoridad. También abordaba fenómenos muy en boga a finales de los setenta, como el fenómeno fan y los ídolos musicales, o el movimiento Hippie.


Analizada en perspectiva, la serie reflejaba también la ideología del partido dominante del momento, la extinta UCD (que más tarde heredaría el PSOE), ese conformismo con lo establecido, con cierta tolerancia pero sin cuestionar el orden existente en aras a la “convivencia”, el llamado “Espíritu de la Transición” (hay un discurso de Chanquete en ese sentido, aunque con la excusa de una pelea, “huyamos del enfrentamiento, olvidemos el pasado”). 


LOS EPISODIOS MÁS EMBLEMÁTICOS
         Como suele ocurrir en las series corales, hay capítulos en los que la historia se centra sobre todo en las vivencias de uno de los personajes, otros en un actor invitado, los hay en los que prima la aventura, la trama romántica, una temática seria o más cómica. Aunque no nos faltan ganas, no desgranaremos los 19 capítulos, pero sí tres de los más emblemáticos. El episodio 3 “a lo mejor”, el 16, “No nos moverán”, y el 18, “Algo se muere en el alma”.

EPISODIO 3 “A LO MEJOR”
         La temática de este episodio es el conflicto generacional. Los chavales de la pandilla están hartos de obedecer “porque sí” a sus padres, y debaten la manera de rebelarse con una huelga al estilo obrero. Al final acuerdan no responder ni que “sí” ni que “no” a sus padres, y cuando les digan algo, contestar “a lo mejor”. La estrategia resulta un fracaso, así que deciden cambiar de táctica, y responder de forma elaborada, pero hablando con las sílabas al revés, con lo que nadie les entiende. Al final, después de un montón de situaciones cómicas, padres e hijos, junto con Chanquete y Julia,  acaban ante la policía local.
         Es sin duda el episodio más divertido de la serie, y en él participa como actor invitado el orondo Ricardo Palacios, secundario en infinidad de Spagetti Western, haciendo del agente municipal apodado Barrilete, dicho al revés Telerriba (“Hay que aprender idiomas, Telerriba”).
EPISODIO 16 “NO NOS MOVERÁN”
         Su temática es la especulación inmobiliaria. Una promotora quiere edificar un gigantesco complejo de torres de apartamentos, y para ello es imprescindible que Chanquete les venda su terreno frente al mar, pero se niega a tal monstruosidad, pese a las múltiples ofertas, y las presiones del alcalde, los comerciantes del pueblo y el resto de propietarios. Fracasado el intento “por las buenas”, la inmobiliaria decide utilizar malas artes, primero intentando desacreditar a Chanquete con propaganda, y luego agrediéndole físicamente para amedrentarle (a lo que su amigo Frasco, dueño de la taberna, responde a tiros contra la sede de la inmobiliaria). Finalmente, la promotora envía a las bravas a sus excavadoras para derribar La Dorada, pero Julia y la pandilla se plantan delante, entonando una versión de la famosa canción protesta “No nos moverán” (“¡del barco de Chanquete, no nos moverán!”)
         El capítulo denuncia uno de los males endémicos de nuestro país ya por entonces, y que se prolonga hasta nuestros días: la especulación inmobiliaria, la corrupción, y los pelotazos urbanísticos. Además sirve de excusa para algo tan impensable en aquel momento como era emitir por el canal público, y aunque fuera con la letra modificada, una canción tradicional de reivindicación de los movimientos izquierdistas, popularizada, entre otros por Joan Baez o Quilapayún.

CAPÍTULO 18 “ALGO SE MUERE EN EL ALMA”
         Es el famoso capítulo de la muerte de Chanquete, que fue anunciado a bombo y platillo por la prensa nacional incluso antes de su emisión, algo nada habitual, en lo que hoy se conoce como un “spoiler” en toda regla. Se trata de un episodio único, y al margen del tono y el estilo de la serie, en el que toda España lloró al son de la famosa sevillana “Cuando un amigo se va” (“El barco se hace pequeño, cuando se aleja en el mar…”).
Como fan de Verano Azul, y en general de las series televisivas, considero que el episodio de la muerte de Chanquete, es un final en exceso dramático y trágico, que además ponía fin definitivo a la historia en impedía de facto una posible continuación de la serie. Hubiera sido igualmente plausible, y no exento de tensión dramática, un final menos funesto, simplemente con la tristeza del fin de las vacaciones y las despedidas (el propio capítulo 19 “El fin del verano”). Los fans hubiéramos llorado igual, pero sin morir nadie, y se hubiera dejado abierta una posible segunda temporada con los mismos protagonistas.
Fue tanta la repercusión de este capítulo, que España entera llegó incluso a creer que el propio Antonio Ferrandis, Chanquete, había fallecido de verdad. A este respecto, contaré una anécdota personal: A mediados de los ochenta iba con mi abuela por Gandía cuando nos topamos con Antonio Ferrandis en una parada de autobús. Yo me quedé pasmado, pero mi abuela sí que hablo con él, y fue muy amable. Me cercioraba por fin de que los rumores no eran ciertos (el actor falleció en 2000).

VALORACIÓN Y LEGADO
La serie fue un éxito rotundo desde su estreno, y congregaba a grandes y pequeños frente al televisor cada fin de semana (bien es cierto que era la época en que todos veíamos lo mismo, al haber solo los dos canales de la tele pública). Por ello, en la iconografía de nuestra generación, está a la altura de otras series españolas míticas como Curro Jiménez, Turno de Oficio, Anillos de oro o Brigada Central.
Lanzó a la fama a sus protagonistas. En especial al veterano Antonio Ferrandis, un curtido actor secundario, fajado en el cine del Landismo, en papeles casi siempre de tipo serio, por su calva, su bigote, y su imponente vozarrón; muy lejos del entrañable Chanquete, un “abuelo” bonachón de barba y pipa (sin duda Verano Azul fue el papel de su vida, como Curro Jiménez para Sancho Gracia o Juncal para Paco Rabal).
Por su parte, los niños de la serie sufrieron, en muchos casos, el síndrome de la estrella infantil. De hecho, solo Juanjo Artero se dedica hoy en día profesionalmente a la actuación, y con una tortuosa carrera llena de altibajos, en la que solo ha conseguido cierto reconocimiento ya cincuentón, con el gesto más pausado, y la voz educada y profunda, en papeles sobre todo de policía, o capitán de “El Barco”.
Por su parte, Juan José Valero, el Piraña, tuvo un breve paso por el legendario programa infantil y juvenil “La Bola de Cristal”, en el que interpretaba al detective “Mantequilla”, y hoy es profesor universitario en Madrid (como curiosidad, tanto él con Tito, como Pancho con Javi, tuvieron, tras la serie, una breve carrera musical como dúo).
En cuanto a las dos chicas de la panda, Bea y Desi, Pilar y Cristina Torres, son enfermeras. Pancho, (José Luis Fernandez), tras pasar por el infierno de las drogas, vive en el anonimato. Gerardo Garrido (Quique), es fotógrafo, y el pequeño Tito (Miguel Joven), trabaja como guía turístico para el Ayuntamiento de Nerja, su ciudad natal. 
La serie se emitió también en Francia, en Iberoamérica, Portugal, Angola, Argelia, y en algunos países del Este, como Yugoslavia, Checoslovaquia, Polonia, o Bulgaria, causando gran impacto por su temática adolescente y por mostrar aspectos desconocidos entonces en aquellos países como el movimiento Hippie.
Hoy en día, Verano Azul, es, sin duda, con Curro Jiménez, la serie más emblemática de TVE, que la repone regularmente, y forma parte de su oferta gratuita a la carta. Además, en la ciudad de Nerja hay calles y parques dedicados la serie y sus personajes, y una reproducción de La Dorada.
Y los fans solo tenemos una cosa que decir: “A lo mejor”.

Por Víctor Sánchez González

















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