Presentación

Amantes de mundos fantásticos, bisoños aventureros en busca de tesoros, criaturas de la noche, princesas estudiantiles y fanáticos de cachas de postín, ¡sed bienvenidos!. Invitados quedáis a rebuscar en nuestra colección de VHS, acomodar vuestras posaderas en una mullida butaca, darle al play, y disfrutar de lo bueno, lo malo y lo peor que dieron estas décadas.

ADVERTENCIA: Aquí no se escribe crítica cinematográfica (ni se pretende). Las reseñas son altamente subjetivas y el único objetivo es aprender y disfrutar del cine y, por supuesto, de vosotros.
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Homenaje a Ennio Morricone (Roma, 10 de noviembre de 1928 - 6 de julio de 2020), el genio heterodoxo que nos cautivó con sus bandas sonoras


Ochenters, acabamos de enterarnos del fallecimiento del genial compositor de bandas sonoras Ennio Morricone a los 91 años, tras ingresar en un hospital romano debido a una caída. Por ello, y casi a vuela pluma, vamos a hacer una breve semblanza de su vida y obra, que es la del propio cine.

MORRICONE, LEONE Y EASTWOOD
         Hay una anécdota muy curiosa sobre Leone y él: Ya se conocían desde antes de que le llamara en 1963 (cuando tan solo había compuesto música para el film El Federal), pero ninguno de los dos lo recordaba. Resulta que habían ido juntos al colegio de niños, en el barrio del Trastevere. Treinta años después, los dos se reencontraron y el director le invitó al cine a ver Yojimbo, de Kurosawa. A Leone le encantó, y a Morricone salió horrorizado. Pero de ahí salieron las ideas para La muerte tenía un precio, Por un puñado de dólares, y El bueno, el feo y el malo, las películas rodadas en Almería, y protagonizadas por Clint Eastwood, que lanzaron a la fama a los tres, y que renovaban por completo el western clásico (de hecho crearon un género nuevo, el spaguetti western), y en las que la partitura fue tan o más influente que los propios fotogramas.
       
LA MÚSICA DE MORRICONE
         Si Williams es un compositor clásico sinfónico, Zimmer o Jarre son más instrumentales, y así podríamos seguir, ninguno es tan heterodoxo y atípico como Morricone. Para él, la reverberación, el eco, un silbido, una flauta de pan, una guitarra eléctrica, una campana, todos los instrumentos le valían, y tenía un tacto especial para reconocer algo tan delicado y único, a la vez que universal, como la simple emoción. En este sentido, baste el ejemplo, no solo del tema principal de El bueno, el feo y el malo (1966), sino también e incluso más, el del climax final de la película, “El éxtasis del oro”, para muchos su composición más lograda.

SUS BANDAS SONORAS DE LOS 80
         Compositor de más de 500, bandas sonoras, Morricone ha trabajado con directores de la talla de Pier Paolo Pasolini, Lina Wertmuller, Roman Polanski, Bernardo Bertoluci, Oliver Stone o los españoles Luis Buñuel en Leonor (1975) o Pedro Almodóvar en Átame (1990). Entre sus composiciones más renombradas de nuestra querída década están La misión (1986), Los intocables de Elliot Ness (1987), o Cinema Paradiso (1988). Todas diferentes, todas distintas, todas con su toque maestro, porque, según sus propias palabras, Morricone se adaptada con su música a cada película.

CONCLUSIÓN
         Resulta chocante que con tantas y tan superlativas bandas sonoras en su haber, Morricone tan solo hubiera recibido el Óscar honorífico a toda una carrera en 2006, y solo en 2015 la estatuilla por un film de Tarantino, Los odiosos ocho. Sin embargo, los fans siempre recordaremos la flauta del pan de La Misión, el piano forte de Los intocables de Elliot Ness, la melodía de Cinema Paradiso, o la guitarra, el silbidos y los coros de voz de La trilogía del dólar. Siempre con nosotros el gran Ennio Morricone.


Por Víctor Sánchez Escritor @VíctorSescritor

De vuestros niños de cincuenta años: Homenaje a “Los payasos de la tele”



Ochenters, suerte tuvimos de vivir aquellos años y aquella tele, con Los payasos, Félix Rodríguez de la Fuente, Gloria Fuertes… Ellos nos hicieron como somos, junto a nuestros padres claro, y les debemos, como a ellos, lo que somos. Por eso vamos a dedicar unas emotivas y cariñosas líneas a aquellos locos vestidos de rojo, que tanto nos hicieron reír, en aquellos años en blanco y negro, a los que empezaba a llegar el color. Ay, aquellos sábados por la mañana con Gaby, Fofó, Miliki, y los demás… ¿Cómo están Ustedes?... ¡Bien!

EL ORÍGEN DE LA LEYENDA
Nuestros héroes vienen de una familia de payasos circenses que se remonta al siglo XIX, y comenzaron en la profesión en los felices años treinta de nuestro siglo, nada menos que en el mítico Circo Price, pero, después de la guerra, fueron de los tantos que emigraron a Hispanoamérica en busca de una vida mejor.
 
Su primer destino fue la soleada y caribeña Cuba, donde los tres hermanos Aragón, Gabriel (Gaby), Alfonso (Fofó) y Emilio (Emilín en un principio, aunque pronto se lo cambiaría por Miliki), comenzaron a hacer sus pinitos en televisión, lo que les hizo conocidos también en México (donde se iniciaron en el cine), Venezuela e incluso Estados Unidos. Su siguiente destino sería Puerto Rico, donde estarían desde 1965 hasta 1971, con el programa El Show de las 5, uno de los más vistos y recordados en la historia de la televisión en aquel país. Luego recalaron en Argentina, donde, ya con la incorporación de Fofito, hijo de Fofó, tienen también su propio Show televisivo y ruedan más películas.
Su éxito en Hispanoamérica hace que una TVE con aires de renovación se fije en ellos, y en 1972 les contrate para el programa El gran circo de TVE, que pasaría a sustituir a Los Chipitirifláuticos.
Su carisma, su talento, y esa conexión mágica que, como Félix o Gloria Fuertes,  tenían con el  público infantil, hizo que alcanzaran un éxito arrollador, y, ya conocidos como Los payasos de la tele, se convirtieran en todo un fenómeno televisivo y social en la España de los setenta y primeros ochenta.

LOS PAYASOS UNO A UNO
         GABY: Su papel era del serio del grupo, el que, supuestamente ponía orden en el caos de los demás. No vestía de payaso, como los otros, sino de frac, y siempre iba un poco al margen de ellos. Tocaba el saxofón.
         FOFÓ: Pese a no ser el mayor, era el que hacía las veces de jefe, el que mandaba (por lo menos entre los de la nariz de payaso), el que quedaba siempre por encima en las situaciones cómicas, y el que llevaba la voz cantante, también en las canciones. Su instrumento era la trompeta. Pese a ser a veces brusco y mandón, era el personaje más querido, hasta el punto de que su fallecimiento inesperado en 1976, fue una tragedia para los niños de entonces, y de un impacto social a nivel nacional, similar al que tendría cuatro años más tarde la trágica muerte en accidente de avioneta del gran Félix Rodríguez de la Fuente, en 1980, de la que también nos enteramos un sábado por la mañana. Siempre nos emocionamos al recordar estos momentos, como al ver la estatua dedicada al Fofo en la entrada al Parque de Atracciones de Madrid.
         MILIKI: Su personaje era quizás el de mayor poso interpretativo, y el que más calaba en la chavalería. Era el más noble, el más soñador, siempre risueño, y también atolondrado. Su instrumento era el acordeón. Al fallecer su hermano Fofó, fue el que, digamos, tomo la jefatura del grupo, aunque siempre con un aire mucho más benévolo y tolerante, también el liderazgo en las canciones, dándoles un toque más entrañable, y también pasó a ocupar el primer lugar en el corazón de los niños.
         FOFITO: Al ser el más joven, era también el más alocado, el más procaz y el que decía siempre la mayor tontería. Tocaba la guitarra, y hoy es el único del cuarteto original que todavía vive, aunque el resto estén siempre en nuestros corazones.
         MILIKITO: Hijo de Miliki, se incorporó al grupo tras el fallecimiento de Fofó. Con una sólida formación musical (es pianista), y un talento natural como mimo, tenía escasa experiencia ante las cámaras, y por ello inicialmente se decidió que fuera mudo (al estilo de Harpo Marx), y se comunicara agitando un cencerro en vez de una bocina como aquel. Sin embargo, más adelante, “recuperó milagrosamente la voz”, revelándose como un excelente payaso. Quizás por ello, dejó el circo en 1981 para emprender carrera en solitario, inicialmente como humorista y cantante (recordemos su mítico programa de gags al estilo Paul Hogan, Benny Hill o Saturday Night Live, Ni en vivo ni en directo), para luego convertirse en presentador y productor con la llegada de las televisiones privadas.
         RODY: Hijo pequeño de Fofó, fue el último en incorporarse a la troupe, entre 1982 y 83, cuando Milikito dejó el show, y éste paso a llamarse, en su última etapa, El loco mundo de los payasos. Rody se pintaba la cara de negro y se caracterizaba de afrocubano. En las últimas décadas, ha sido también el que ha seguido un poco el legado circense de la familia con giras por España, algunas junto a su hermano Fofito.
 
         A estos componentes también habría que añadir a Rita Irasema, hija de Miliki, que, junto a su padre, presentó una variante del programa entre 1993 y 95.

EL CIRCO Y SUS CUATRO PARTES
         El programa se grababa inicialmente en una carpa de circo, en Madrid, con un enloquecido público infantil llenando la grada, normalmente colegios enteros llevados allí en autobús. Comenzaba con la famosa canción que todos recordamos y sabemos tararear: Había una vez… Un circo que alegraba siempre el corazón…
Luego se dividía en cuatro partes:
LA PRESENTACIÓN: Los payasos salían de uno en uno preguntando a los niños del público ¿Cómo están ustedes?... ¡Bien! Cuando los cuatro estaban en pista, hacían un breve entremés cómico al estilo de los payasos del circo clásico.

LA ACTUACIÓN: Era un número de circo, alternando malabaristas, equilibristas, domadores, trapecistas, etc.
LA AVENTURA: Era el momento preferido de los seguidores del programa. Se trataba de una escena de unos 10 minutos de duración, ambientada a modo de telecomedia, en la que los payasos vivían una peripecia cada vez en un lugar distinto, y en la que participaban también otros actores. Entre ellos el personaje recurrente del Señor Chinarro, muy querido también por la audiencia infantil, interpretado magistralmente por el actor Fernando Chinarro, que hacía de un tipo normal, que se veía envuelto en las locuras de los payasos, y se desesperaba con sus tonterías. Hay que decir también que las aventuras muchas veces tenían moraleja, y también las utilizaban para hacer pedagogía (aprender las tablas numéricas, por ejemplo).



LA CANCIÓN: Para terminar el espectáculo, los payasos cantaban una de sus populares canciones, siempre con la participación de los niños del público, y con la ayuda de sus instrumentos musicales. 


AQUELLAS INOLVIDABLES CANCIONES
          Vamos a reseñar tan solo algunas de ellas, las que nuestra generación más recuerda, y también comentaremos su intencionalidad, siempre didáctica o festiva, y, por supuesto, contextualizada a la época:
         HOLA DON PEPITO, HOLA DON JOSÉ: Es quizás la canción más popular junto con la que comentaremos después, La gallina turuleca. Habla de dos señores que se encuentran por la calle y se saludan. Ensalza el valor de la amistad y las buenas costumbres. Como en casito todas, contaba con la participación del público infantil haciendo de coro, y respondiendo al Hola Don Pepito… con un Hola Don José… ¿Pasó usted por mi casa?... Por su casa yo pasé…
         LA GALLINA TURULECA: Como ya hemos comentado, otra de las más recordadas. Tiene una intención didáctica, para ayudar a los más pequeños a aprender los números, porque cuenta la historia de una gallina que ha puesto un huevo, ha puesto dos y ha puesto tres…
         EL AUTO NUEVO: Es la canción por la que más se recuerda a Fofó, también la más divertida, y en la que los niños nos lo pasábamos en grande, porque aparte de cantar, había que hacer movimientos con las manos y el cuerpo (llevar el volante, el tunel, los baches, las curvas…). Su intencionalidad era sobre todo lúdica, aunque, como era constante en ellos, los payasos siempre ensalzaban los valores familiares, y también en este caso la prudencia en la conducción. El viajar es un placer, que nos suele suceder. En el auto de papá, nos iremos a pasear… Vamos de paseo, ¡pí, pí, pí!  Vamos con el semáforo… Rojo, amarillo y... ¡Verde!
                                             El auto de Papá con Fofó
         MI BARBA TIENE TRES PELOS: Es otra de las más divertidas porque es un juego en el que, a medida que avanzan las estrofas, hay que sustituir las palabras, barba y pelos, por gestos. Mi barba tiene tres pelos… Tres pelos tienen mi barba…
         COMO ME PICA LA NARIZ: Otro de los clásicos de su repertorio, en el que los niños tenían que estornudar. Cómo me pica la nariz… Ya no lo puedo resistir…
     DALE RAMÓN: La canción del niño futbolista. Dale Ramón, Dale Ramón… Chuta más fuerte para ver si metes gol…
         ASÍ PLANCHABA: Es una canción deliciosa, y también muy recordada, pero también es quizás por la que más ha pasado el tiempo, ya que reproduce los estereotipos asociados a las niñas, y al género femenino en general, en aquellos tiempos(lavar, planchar, cocinar, rezar… Así planchaba así así…), mientras, como hemos visto en la anterior, al niño se le ponía a correr, saltar y jugar al futbol. Era algo consustancial a los tiempos, espontáneo y nada intencionado por parte de nuestros queridos payasos, que nos querían igual a niños y niñas, y tienen muchas canciones dedicadas a ellas, como la siguiente.
         SUSANITA TIENE UN RATÓN: Es otra de las más recordadas, y también la favorita de Miliki. Susanita tiene un ratón… Un ratón chiquitín…  Aunque asociamos las canciones al conjunto de los payasos, es justo también decir que letra y música son casi siempre de Emilio Aragón padre, Miliki.
         SI TOCO LA TROMPETA: Si toco la trompeta, tara, tara tareta… Con esta canción, los payasos buscaban que los más pequeños conocieran los instrumentos musicales de forma divertida. A este respecto, siempre recordaremos a nuestro Miliki tocando una canción con niños puestos en fila a modo de teclado y con una campana cada uno. Él les tocaba el hombros y así iban nota a nota. ¡Qué momentos!
         FELIZ EN TU DÍA: Es otra de las más famosas, y que aún hoy cantamos a nuestros hijos junto al Cumpleaños feliz, en sus onomásticas. Feliz, feliz en tu día… Amiguito que Dios te bendiga… Que reine la paz en tu vida… Y que cumplas muchos más… Nuestros payasos eran entrañables, les adorábamos, y les adoramos, pero también reconocíamos y reconocemos, que eran bastante tradicionales y beatones. Era la España de entonces.

VALORACIÓN Y LEGADO
         Para un niño de entonces, que además tuvo la ocasión de ir de pequeño con el colegio a ver el rodaje de uno de los programas, os podréis imaginar la emoción que supone hacer este artículo homenaje. Fue una fría mañana de invierno de aquella España aún en blanco y negro. Nunca habíamos estado en un rodaje televisivo. Nos sorprendía todo, desde las cámaras grúa hasta las largas esperas, y las repeticiones. Los payasos tardaron una eternidad en salir, y luego hicieron la presentación por lo menos seis veces (debía ser para ver cuál quedaba mejor), hubo varias actuaciones circenses, un bocadillo más pan que chorizo con una Mirinda, y, para nuestra decepción, nada de Aventura. Y ese sábado por la mañana plantados delante del televisor para vernos, y no salimos, y troceados, hasta meses después. Otra decepción.
         Más adelante, allá por 2001 tuve la ocasión de conocer a mi ídolo de los payasos, el gran Miliki, en una rueda de prensa en la presentaba un libro. Llego tarde también, como todos los artistas, y diciendo ¿Cómo están ustedes? En mi turno, antes de la pregunta, le di las gracias “por la infancia que nos habían dado” a nuestra generación, a lo que él respondió emocionado, hasta tal punto que su gesto salió reflejado en los periódicos del día siguiente. Para él, ya anciano, éramos “sus niños de treinta años” a los que dedicó un CD de canciones.
         Años después, también tuve ocasión de dar las gracias a Rody, que vino con su circo a nuestro barrio. Se llenó de madres y padres cuarentones con hijos pequeños. En las canciones, pidió “un padre” y allí estaba yo para cantar Mi barba tiene tres pelos, junto a mi hijo, que se pegó al micrófono. Y Rody, sinceramente emocionado también, manifestó su sorpresa porque él también se la supiera.
         Como toda historia de payasos, esta también tiene que tener un punto triste, y es que el legado de estos iconos del circo y la televisión, no es un legado de unidad, sino de disgregación, porque los herederos han tomado caminos diferentes. Como ya hemos dicho, Emilio Aragón hijo es un reputado productor de televisión, compositor y director de orquesta, y encarna el legado de Miliki. Por otro lado están Los gabitos, que son hijos de Gaby, que también han sacado sus discos y han montado espectáculos. Y por otro lado, como ya también hemos reseñado, Rody, hijo de Fofó, y que encarna su legado.
         Pero nos quedamos con la magia de entonces, con aquellos recuerdos, con aquel se me luenga la traba, feliz año huevo, y… ¿Cómo están ustedes?... ¡Bien!
        
         Por Víctor Sánchez González @VictorSescritor













Lady Halcón (Lady Hawke, Richard Donner, 1985)


Ochenters, vamos con uno de los títulos más icónicos de nuestra querida década, Lady Halcón (Lady Hawke, El hechizo del halcón, El hechizo de Aquila, La dama halcón, Richard Donner, 1985), protagonizada por Matthew Broderick, Rutger Hauer y Michelle Pfeiffer. Un film con temática medieval de espada y brujería, que cuenta una historia de amor, aventuras  épicas, y fantasía, con un estilo moderno, y la música de Alan Parson Project.


LA TRAMA Y LOS PROTAGONISTAS

La trama comienza en las mazmorras de un castillo, de las que consigue escapar un joven llamado Phillipe Gastón (interpretado por un adolescente Matthew Broderick, al que conocíamos del clásico ochenter Juegos de guerra).  "Gastón el Ratón" es un habilidoso y escurridizo ladronzuelo de poca monta, que con algo de fortuna, consigue ser el primer preso en escapar de la prisión de Aquila.


Perseguido por los guardias, a los que manda el capitán Marquet (Ken Hutchison), es descubierto en una posada, en la que está almorzando un misterioso caballero, Etienne Navarre (un Rutger Hauger que acababa de ser el replicante Roy Batty de Blade Runner, y que esta vez hace de héroe y no de villano). En un combate desigual, en el que identificamos por primera vez en el cine el sello inconfundible del “sonido Alan Parsons”, Etienne toma partido por Gastón, y ambos derrotan a los guardias y consiguen escapar.
El joven se pega al caballero, al que acompaña siempre un fiel halcón, y ambos pasan la noche en una granja perdida del bosque. A medianoche, el joven tiene un encuentro con una bella y enigmática mujer acompañada de un lobo. Es la primera vez que vemos en pantalla a Michelle Pfeiffer, que nos cautivó y nos enamoró en el cine solo con aquel instante (de hecho, y para muchos fans, Pfeiffer nunca ha estado tan bella como en Lady Halcón).

Poco después, entra en escena el villano del film, el malvado y abyecto obispo de Aquila, interpretado de forma tan convincente por el británico John Wood, que le convierten en uno de los malos más logrados de los ochenta. El obispo ordena a su capitán Marquet, que mate a Navarre pero salve al halcón.
Así, en una persecución a campo abierto, los guardias entran en combate con nuestros héroes y, aunque consiguen escapar, el halcón es herido accidentalmente. Navarre insiste en llevarle a un monasterio abandonado, para que un solitario monje ermitaño, Imperius (interpretado por el secundario Leo McKern), sea quien le cure.


Allí, Gastón conoce por fin la naturaleza de los extraños sucesos que le han venido ocurriendo desde que se unió al caballero Navarre, y quiénes son en realidad esa extraña y bella mujer, el halcón y el lobo. Lo que cuenta Imperius es sin duda una de las historias de amor más bellas y emotivas de la historia del séptimo arte, la de Isabeau y Navarre, “siempre juntos, eternamente separados”. Victimas del lascivo y depravado obispo de Aquila, que deseoso de obtener el favor carnal de la noble doncella, no puede tolerar que ella y el capitán de su guardia ,Etienne Navarre, se amen de forma sincera. Por ello, y, presa de la ira, los expulsa de Aquila, y lanza sobre ellos un terrible conjuro: durante el día ella será el halcón, durante la noche él será el lobo, y solo podrán verse apenas un instante en el amanecer y el ocaso.
Mientras Isabeau se recupera de su herida, Navarre cuenta Imperius su intención de volver a Aquila, entrar a escondidas ayudado por Gastón, y matar al obispo. Sin embargo, el viejo monje le dice que si lo hace sin más, el hechizo será irreversible, pero que hay una posibilidad de romper el maleficio, y es hacerlo en un día sin luz y una noche sin oscuridad, en un próximo eclipse.
Ya sabéis que, aunque sea una película muy conocida, y que los ochenters hemos visto muchas veces, no nos gusta contar el final, pero sí os diremos que es de lo más épico y romántico.

LOS ESCENARIOS Y LA BANDA SONORA

La película fue rodada en Italia, en exteriores de las regiones de Lazio, Lombardía y Veneto. La ciudad ficticia de Aquila, que administra con mano de hierro el malvado obispo, mientras él lleva una vida de lujo y mujeres, se inspira en el nombre de la capital de los Abruzzos, L’Aquila, y su fortaleza es en realidad el castillo de Torrechiara en Parma. Para el lejano monasterio, lleno de trampas, en el que habita y se da a la bebida el monje Imperius, se escogieron las ruinas de Rocca Calascio.

En cuanto a los espectaculares parajes naturales, también se rodaron muy cerca de los castillos, en la pradera alpina de Campo Imperatore, donde, casi sin efectos especiales, y solo con recursos de cámara y un excelente montaje, se rodó la impresionante secuencia de la transformación del halcón y el lobo con las primeras luces del amanecer.
En cuanto a la banda sonora, es uno de los aspectos más innovadores, aparte del diseño de vestuario, de la película, aunque no está exento de cierta controversia. Siempre hay algún purista que pone en duda la idoneidad de una partitura con música electrónica de un grupo de rock progresivo, en una película de temática medieval, y que hubiera preferido una banda sonora al uso, con música clásica de orquesta. Siendo admiradores y reconociendo el valor de la música clásica en el séptimo arte, tenemos que decir que es precisamente la original banda sonora de esta película, la que le da una de sus señas de identidad. No hubiera sido igual de emotiva, impactante y arrebatadora con una música convencional, por muy deliciosa que fuera. Es ese contraste entre la trama antigua y la música moderna, e incluso como hemos dicho, el diseño de producción y el vestuario con toques contemporáneos (y no olvidemos tampoco la fotografía de Vittorio Storaro), lo que da vigor a la película, y la convierte en lo que es. De hecho Richard Donner no tuvo ninguna duda, y, desde que puso en marcha el proyecto, y mientras localizaba exteriores en Europa, encargó a su equipo que contactara con Alan Parsons, ya que era muy aficionado al grupo.
Por otro lado, este tipo de música en las películas era la moda en los ochenta, porque, aunque algunos nuevos directores como George Lucas o Steven Spelberg, seguían apostando por la música sinfónica (en el caso de ambos del insigne e inigualable John Williams), también hay otros directores del momento, como Ridley Scott o Peter Weir, que optan por compositores de música electrónica, como el genial Vangelis, u otros ya directamente procedentes del pop o el rock como Giorgio Moroder o Brian May. Y no solo para producciones de ambientación contemporánea o futurista, sino también para películas de época, como Gallipoli en el caso de May, o Carros de Fuego en el caso de  Vangelis.
En cuanto a la banda sonora en sí, Lady Halcón es “sonido Alan Parsons”, y tiene el sello inconfundible del grupo británico, que entonces estaba en la cresta de la ola, con éxitos tan ochenters como Prime Time o Don’t answer me. Sin embargo,  gran parte de la composición corrió a cargo de Andrew Powell, habitual director de orquesta en los LPs de la banda, con Alan Parsons en la producción (algo que le apasiona también), y en labores de ingeniero de sonido, y con el resto del grupo a los instrumentos. Al parecer, solo Eric Woolfson se mantuvo al margen.

IMPLICACIONES RELIGIOSAS DE LA PELÍCULA

Otro de los rasgos de originalidad de la película es el hecho de poner como villano a un obispo, un prelado de la iglesia, algo impensable por aquellos tiempos, en los que el tema religioso de mantenía al margen o se tocaba muy de pasada, para bodas o cosas parecidas, y los eclesiásticos eran tipos bonachones o santurrones, tratados siempre desde un punto de vista positivo. Muy distintos de el de esta película, un personaje además, para el que no se ahorra ni un ápice en aberración y maldad, siempre bajo esa falsa sonrisa bondadosa del “rogando pero con el mazo dando”.
Sin embargo, en el film se trata de, digamos, “esconder” lo evidente. Por ejemplo, pese a que el personaje luce vestimenta y oropeles de prelado, no lleva símbolos que lo asocien a la iglesia católica o a otra confesión (es un detalle que pasa desapercibido, pero que en sucesivas revisiones se puede comprobar). Además, en los diálogos también se deja constancia, aunque también pueda pasarse por alto, que se ha “apartado de Roma”, y cultiva las artes malignas.


CONCLUSIÓN

Lady Halcón es hoy en día todo un clásico de nuestra querida década, y, aunque fue ignorada en los Óscar, como era habitual por entonces con films que hoy son leyenda, fue todo un éxito que la muchachada fuimos a ver al cine. Los chicos nos enamoramos para siempre de Michelle Pfeiffer, y todos en general pudimos reencontrarnos con un Rutger Hauger con el que nos podíamos identificar. Por poner tan solo un mínimo pero al film, sería quizás el papel de Mathew Broderick, que da un poco el toque de humor y se aparta del tono épico y romántico que impregna el resto de la película (eso de que se ponga a hablar solo pues puede parecer gracioso o ridículo). Sin embargo, como fans incondicionales de la película, y que la vemos siempre que la reponen, solo nos queda relamernos con la más bella historia de amor de los 80, la de Isabeau y Navarre.


Por Víctor Sánchez Escritor @VíctorSescritor







El coche fantástico, serie (1982-1986, Glenn A Larson, Knigth Rider, El auto fantástico, El auto increíble)


 

“El coche fantástico' es una trepidante aventura de un hombre que no existe, en un mundo lleno de peligros. Michael Knight, un joven solitario embarcado en una cruzada para salvar la causa de los inocentes, los indefensos, los débiles, dentro de un mundo de criminales que operan al margen de la ley”

Ochenters, vamos a comentar una de las series más emblemáticas de nuestra querida década, EL COCHE FANTÁSTICO, que lanzó la fama al apuesto y apolíneo David Hasselhoff, y convirtió a KITT en uno de los referentes automovilísticos de los 80.

EL ARGUMENTO Y LOS PROTAGONISTAS


         El protagonista absoluto de la serie es Michael Knight (es constante el juego de palabras tanto en el título de la serie en inglés, Knight Rider, que se podría traducir como caballero andante o caballero montado, como en los títulos de los capítulos). Lo interpreta, como ya hemos dicho, David Hasselhoff, hasta entonces un joven actor casi desconocido, al que apenas habíamos visto en pequeños papeles en series, o en el film de serie Z Star Crash (1979), un remedo barato de La guerra de las Galaxias que hoy es casi un film de culto, en el que era el protagonista junto al icono del género de aventuras Caroline Munro.
         La serie convirtió a Hasselhoff en una estrella, y en uno de los iconos de los 80, con su melena rizada, su media sonrisa, su camisa desabrochada, su chaquetilla de cuero, y sus botas, que le daban un cierto aire de macarra. Como curiosidad diremos que el gran Hoff ha tenido posteriormente una exitosa carrera como cantante, y que, pese a su fama, tardó casi una década en conseguir que alguna cadena televisiva creyera en su siguiente proyecto, la luego exitosa Los vigilantes de la playa.
En EL COCHE FANTÁSTICO, Hasselhoff Interpreta a Michael Arthur Long, teniente de policía, que cae abatido junto a su coche, un Pontiac Trans-Am negro. Para su fortuna, es rescatado por una organización liderada por el magnate Wilton Knight, que, tras salvarle la vida y reconstruirle la cara, le cambia el nombre por el de Michael Knight, y le pone a trabajar para la Fundación para la Ley y el Orden en la lucha contra el crimen y la injusticia. Y lo hará al volante de su mismo vehículo, al que han dotado de la más avanzada tecnología, y han convertido en el poderoso e indestructible KITT (Knight Industries Two Thousand, en español Industrias Knight 2000), un coche dotado de un cerebro electrónico que le permite autoconducirse, y no solo hablar, sino incluso hacerlo con ironía y sentido del humor.
Como jefe en la Fundación, Michael tiene a Devon Miles, interpretado por el veterano Edward Mulhare, secundario en un montón de clásicos del cine de los 50, 60 y 70. Miles es un cincuentón flemático y estirado, que era el principal colaborador del magnate Wilton Knight, y asume la dirección de la Fundación tras su muerte.
A los dos les acompaña una joven mecánica, que es la encargada del mantenimiento y las averías de KITT. Aunque generalmente se considera que este personaje es Bonnie Barstow (interpretada por Patricia McPherson), en la temporada 2 fue April Curtiss (Rebecca Holden).
La historia de este personaje es muy curiosa: al parecer, al final de la primera temporada, y por un problema contractual, McPherson dejó la serie, y se contrató a Holden. Sin embargo comenzaron a recibirse cartas de los fans reclamando la vuelta de Bonnie y los productores se echaron atrás y así quedó hasta el final de la serie. Aunque para la generalidad de los fans, se considera que Bonnie Barstow es el personaje “oficial”, hay también un grupo numeroso que valora el personaje de April y en general la segunda temporada, donde se encuentran algunos de los mejores capítulos de la serie. En cuanto a diferencias, tanto ambas actices como el matíz que dan a sus personajes son muy diferentes. Mientras Patricia McPherson tiene el pelo liso, es alta y apolínea, y su personaje es formal y aséptico, Rebecca Holden es menuda, peliroja (con un cardado superochentero), con mucho sex appeal, y su personaje es cercano, divertido, y además tiene una gran química tanto con Michael como con KITT.
Como curiosidad os diremos que EL COCHE FANTÁSTICO fue la primera serie de televisión en la que un personaje femenino ocupaba el puesto de mecánico principal de del coche protagonista. Y estos arreglos se hacían casi siempre en carretera, a bordo de un camión negro con el emblema de la fundación, un caballo de ajedrez, al que KITT entraba en marcha, a través de una rampa levadiza.
En la cuarta y última temporada se añadió un personaje adicional, el controvertido Reginald Cornelius III o RC, interpretado por el actor de color Peter Parros, en teoría para dar un apunte cómico y étnico a la serie, aunque, la verdad, con poca fortuna, ya que en esta temporada la es cuando la serie más decae.

EL FORMIDABLE KITT
Como ya hemos comentado, el modelo de automóvil que se utilizó en la serie para encarnar a KITT fue un Pontiac Firebird Trans-Am V8, de color negro, que se ha convertido en todo un icono de la década de los 80, a la altura de otros vehículos legendarios como el Delorean de Regreso al Futuro, la furgoneta GMC Vandura  del Equipo A, o el Ford Grand Torino de Starsky & Hutch.
KITT tenía todo tipo de adelantos tecnológicos, scanner, cámaras, videoteléfono, un volante y un salpicadero futuristas, y sus características luces rojas del morro. Y cómo no mencionar su función más espectacular: el TURBO BOOST, un botón que lanzaba el coche en un salto volador que le permitía atravesar muros y pasar por encima de todo tipo de obstáculos: ríos, puentes, camiones, etc.

Para el rodaje de cada capítulo se utilizaban en torno a una decena de coches, de los que dos eran para los primeros planos, y el resto para las tomas lejanas y las escenas de riesgo. Estos últimos acaban casi todos en el taller de chapa.
En la cuarta y última temporada, a KITT se le añadieron vistosas innovaciones, como unos alerones laterales y traseros que se desplegaban cuando Michael activaba el modo superpersecución.
Como curiosidad, en uno de los capítulos, KITT “pierde la memoria”, que resulta ser un aparatoso artefacto que lleva bajo la carrocería (curiosamente muy similar a los reproductores de vídeo de entonces), y que encuentra por casualidad un niño, que es el que le ayuda cuando está perdido.


GARTZ Y KARR, LOS ARCHIENEMIGOS
         Tanto Michael como KITT se enfrentan, en tal vez los capítulos más recordados, a una especie de “versión malvada” de ambos. La de KITT es KARR (Knight Automated Roving Robot, o Robot Rodante Automatizado Knight), que parece en dos capítulos de la primera y tercera temporadas. Se trata de un prototipo diseñado también por Industrias Knight, pero que por un fallo de programación, resulta inestable y potencialmente peligroso.
         Por su parte, el “reverso tenebroso” de Michael es Gartz, hijo legítimo del magnate Wilton Knight, que es malvado y cruel. Odia a Michael porque le ve como un rival ilegítimo, y desarrolla un supercamión llamado Goliath para enfrentarse con KITT. Este personaje aparece en dos capítulos de la segunda temporada.
      Otro de los capítulos legendarios era en el que Michael y KITT se enfrentan a un grupo de moteros que quieren sembrar el caos en una pequeña localidad del medio oeste. Y como curiosidad, en este episodio, la estrella invitada era la actriz Anne Lockhart, a la que los ochenters recordamos como Sheba en Galáctica, estrella de combate.

        Y mencionaremos también el episodio en el que Devon se hace pasar por un excéntrico magnate tejano.


CONCLUSIÓN

Quién no ha hablado a su reloj para decir “KITT, te necesito”, y ha esperado recibir como respuesta un “¿Dónde estás, Michael?”. ¿Quién no recuerda su famosa sintonía?. EL COCHE FANTASTICO forma parte de nuestra esencia ochenter. Es una serie que ha trascendido la leyenda y forma parte de la iconografía de la década. También ha tenido versiones, remakes (bastante flojos, la verdad), y videojuegos. Así que ochenters, conectemos el TURBO BOOST y a volar.

Por Víctor Sánchez escritor