David es un experto informático capaz de saltarse los más
avanzados sistemas de seguridad y de descifrar los más herméticos códigos
secretos. Pero su juego se complica cuando involuntariamente conecta su
ordenador al del Departamento de Defensa americano, encargado del sistema de
defensa nuclear. Desencadena así una situación de peligro difícilmente
controlable. Con la ayuda de su novia y de otro informático genial intentará,
en una carrera contrarreloj, evitar la Tercera Guerra Mundial. (http://www.filmaffinity.com/es/film553168.html)
Extraño juego. El único movimiento para ganar es no jugar.
Lección de historia relámpago: Los ochenta (menuda sorpresa,
¿verdad?), Capitalismo, Estados Unidos, Comunismo, Unión soviética, Guerra
Fría. Fin de la clase (lo bueno, si es breve, dos veces bueno).
El temor permanente, y claramente fundado, de que
aconteciese la Tercera Guerra Mundial fue un hecho inscrito a fuego en el
pensamiento de los millones de habitantes de las sociedades civilizadas desde
el término de la Segunda Guerra Mundial; y ya lo dijo Einstein: la Tercera
sería con armas nucleares, la Cuarta con palos y piedras. Ese miedo a una muy
factible posibilidad que condenase al género humano a su extinción fue llevado
al cine en muchas ocasiones desde las más diversas ópticas. Así, a nadie se le puede olvidar la imagen del
vaquero a lomos de la bomba atómica en ¿Teléfono Rojo? Volamos hacia Moscú
(1964) – única y genial incursión de Kubrick en la comedia- , la
materialización del terror nuclear sufrido en carnes japonesas de las garras de
Godzilla (1954), o la desoladora visión rusa mostrada en Cartas de un hombre
muerto (1986).
Queda claro que la película de John Badham (Fiebre del
sábado noche, Drácula, Cortocircuito, Trueno Azul) no presenta ningún tema
original, pero sí lo es en cuanto a las novedades que introduce y que le
diferencian de las producciones de similar temática que hasta el momento se
habían estrenado. En primer lugar un tono desenfadado en clave de aventura, huyendo
del dramatismo acentuado, enfocado al gran público, y más concretamente, de la
mano de sus dos protagonistas - el omnipresente Matthew Broderick en la piel de
David y la encantadora Ally Sheedy como Jennifer - al público juvenil. En
segundo lugar un fuerte componente informático, reflejo por otro lado del auge
que experimentaba en aquellos tiempos, que nos advierte de los peligros de la
excesiva dependencia tecnológica y de sus extremos: delegar decisiones de
importancia capital en programas informáticos. En esto tiene mucho que ver el
cuidado guión de Lawrence Lasker y Walter F. Parkes (nominados al Oscar por su trabajo), quienes se documentaron a conciencia y llegaron a establecer amistad
con hackers y expertos informáticos, temática que repetirían en Los fisgones
(1992).
Justo al inicio es cuando se plantea esta segunda cuestión,
la de la dependencia tecnológica. Durante un ejercicio simulado del ejército (que
los militares ignoran no es real) un 22% de los responsables de girar
la llave y freír al demonio ruso no acata la orden de lanzamiento. Son las
dudas morales que asaltan a estos hombres (o miedo, o pena, o cobardía…¿quién
sabe?) las que caracterizan la impredecibilidad de un comportamiento humano
situado en las antípodas de una máquina guiada por unas directrices
inexorables. El WOPR es el ordenador creado con la función de ejecutar sin
contemplaciones el lanzamiento de misiles nucleares en el caso de un ataque
soviético, una máquina supuestamente exenta de errores, pero que, tras su
fortuito encuentro con David, un pionero hacker cinematográfico que navega a la
caza de videojuegos, desencadena una situación crítica que pone en jaque a las
dos superpotencias.
La figura de David,
parece estar ligeramente inspirada en la del hacker interpretado por Jeff
Bridges en la por entonces revolucionaria Tron (1982), película por todos
conocida y que abrió la veda de los videojuegos en el cine. Otra película que
siguió su estela, aunque desviándose completamente en un batiburrillo (no por
ello carente de encanto) en el que se mezclaban los videojuegos con Star Wars,
fue la posterior El último Starfighter (1984). En cuanto al WOPR, a mí me parecen claras las
similitudes con otros superordenadores que lograron desencadenar el horror
en el terreno de la ficción: ahí están Skynet en Terminator (1984) y las
máquinas de Matrix (1999).
Resulta curioso la forma de enfocar el comportamiento de la
inteligencia artificial por entonces. Casi se muestra al WOPR como un artilugio
dotado de cierto pensamiento humano, pero cuyos poderes rozan casi la
omnipotencia. Y es que en aquella década los ordenadores eran capaces de lograr
cualquier cosa, desde enamorarse de su propietario tras absorber el champán
derramado sobre sus circuitos (Sueños eléctricos, 1984), hasta crear a una
chica perfecta, casi una diosa, dispuesta a cumplir todos los caprichos de un
par de desbocados adolescentes (La mujer explosiva, 1985).
Las actuaciones de los protagonistas me parecen muy
naturales. Existe una gran química entre ambos y la historia de amor que surge
es tan ligera y anecdótica que no desvía un ápice la atención sobre la esencia
de la trama. Eso sí, hacen una pareja adorable. Además su aspecto es el de dos
adolescentes normales, no el de los modelos que inundan actualmente las
películas orientadas a un público juvenil. Otro personaje que me gusta es el de
Falken. El difunto John Wood interpretó con mucha clase a un genio retirado del
mundo y cuya indeferencia hacia la inminente destrucción mundial le confiere un
cariz netamente misantrópico.
Aunque el decorado de la sala de ordenadores costó un millón
de dólares y fue el más caro hasta entonces, la película no abusa de efectos
especiales ni visuales. Se centra en la aventura que viven los personajes y
sólo muestra alguna imagen de las pantallas que no se acerca ni de lejos al
despliegue visual de la ya mencionada Tron(1982). Pero si bien resulta
sumamente entretenida y fácil de digerir quizás se me atraganta un poco el
tramo final por efectista. Los secundarios sobreactúan, hay que aceptar
gratuitamente ciertos acontecimientos y alguna innecesaria vuelta de rosca –
made in Hollywood - que acrecienta artificiosamente la tensión para culminar con
una sala repleta de exultantes militares vitoreando y abrazándose tras alcanzar
el siempre consabido final feliz. En
este tramo lo que más me gusta es el juego al tres en raya y su explícita
metáfora por medio de la cual el WOPR "aprende" la inutilidad de un juego donde no se puede ganar.
La película resultó un éxito. Fue nominada a tres Oscar (fotografía,
guión y sonido) y con doce millones de presupuesto casi llega a los ochenta de
beneficios, además catapultó la carrera de un Matthew Broderick que
protagonizaría algunos de los clásicos indiscutibles de los ochenta como Lady
Halcón (1985) o Todo en un día (1986)
GERMÁN
FERNÁNDEZ JAMBRINA
TRAILER
7 comentarios:
Qué tiempos, la que liaba Broderick con su antepasado de los spectrum. Y ni nos preguntábamos si eso podía ser posible.
Por cierto, no sé si la tendrás como clásico ochentero, pero creo que poco le falta para lograr ese honor a una película que he revisado hace poco: "El corazón del ángel", de Alan Parker, con Mickey Rourke y Robert De Niro en los papeles principales.
Hola, Iker. El corazón del ángel me encanta, tanto la película como el libro. Por supuesto que será comentada por estos lares.
Un saludo.
Creo recordar que la película era bastante fiel a la novela de William Hjortsberg. El "Seven" de David Fincher ha sido muy influyente, pero tomó buena nota de la atmósfera truculenta y opresiva de "El corazón del ángel". Y la ahora tan aclamada "True detective" también.
Leeré tu reseña con gusto.
Un saludo.
Este es uno de esos clásicos de los que apenas tengo recuerdos. Tengo el recuerdo de que cuando la ví me gustó, también recuerdo el argumento, pero no tengo recuerdos claros de alguna secuencia en partícular o de algo que se me quedara en la memoria.
Posiblemente la vi solo una o dos veces y en mi mas tierna adolescencia. Tal vez sea eso.
Muy buen trabajo, me encanta tu blog. Muy buena temática la que has elegido.
Saludos.
¨que juego tan extraño la única forma de ganar es no jugar¨. Pocas veces he visto una reflexión tan demoledora sobre la guerra con permiso de la tremenda La tumba de las luciérnagas que en un diamante en bruto y de visión obligada (con gafas del estilo de la naranja mecánica) para esos patrioteros que tan alegremente campan or ahí.
Mi comentario va a ser un poco chorra, pero es lo que siento:
Esta película es una JODIDA MARAVILLA. Sin alaracas, sin aspavientos, casi sin pretenderlo.
Se plantan a hacer una película entretenida, con algo de trasfondo detrás y se marcan ESTO. Pocos premios le dieron para los que se merecía.
Gracias otra vez por el blog, camarada.
¡Me encanta esta película!! :-) Y creo recordar haber leído que ganó un premio por los decorados. Resulta que querían rodar en el sitio real y no les dejaron, entonces montaron decorado y ganaron un premio por ello.
La tengo en DVD y la habré visto un millón de veces, incluso alguna más :P XD
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