Como
es habitual en sus películas, Milius firma también el guion, esta vez junto a Dennis
Aaberg. Como hemos dicho, la película narra el devenir de tres jóvenes amigos,
amantes del surf, y la diferente suerte que correrán en sus vidas. En ese
sentido tiene bastantes similitudes con otros títulos de la década de los 70
como “American Graffiti”, de su amigo George Lucas, incluso, aunque en menor
medida, con “Tal como éramos”.
Los protagonistas son tres
actores tan guapos y apolíneos como cuasidebutantes en la gran pantalla, y que
tendrían, algunos más que otros, protagonismo en la década siguiente, los 80:
El protagonista principal, que
es la vez alter ego del director, y
narrador de la historia, es el recordado Jan-Michael Vincent (Denver, Colorado,
15 de julio de 1944, Asheville, Carolina del Norte, 10 de febrero de 2019). Su
papel es de Matt Johnson, que es a la vez el mejor surfista del grupo, y el más
perdido emocionalmente. Con una personalidad melancólica y autodestructiva, se
da a la bebida hasta perder el control, y en una ocasión provoca un grave
accidente de tráfico al ir andando, tambaleante y borracho, por en medio de la
carretera. En una fiesta, conoce a una jovencita llamada Peggy (Lee Purcell), a
la que deja embarazada, y con la que luego se terminará casando. Vincent sería
conocido en los 80 por la serie “Helicóptero” (Lobo del aire, Airwolf, 1984-87)
Junto a él, William Katt, que
acababa de participar en el clásico de terror adolescente “Carrie” de John
Carpenter, y de presentarse al casting de “la guerra de las galaxias” para el
papel de Luke Skywalker, y al que toda nuestra generación recuerda como, Ralph
Hinkley, el atolondrado profesor de reformatorio que encuentra por casualidad
un traje con poderes sobrenaturales en el clásico televisivo ochentero “El Gran
Heroe Americano”. En El Gran Miércoles,
Katt es Jack Barlow, quizás el más equilibrado de los tres amigos, que,
mientras los otros beben cerveza y disfrutan de las olas, él alterna sus
aficiones con un trabajo como socorrista de la playa. Además, al contrario que
los otros dos, cuando es llamado a filas, no elude su deber con excusas (sus
compañeros se consiguen librar simulando no ser aptos para el servicio, uno
aparentado una lesión de nacimiento en una pierna, Vincent, y el otro haciéndose
pasar por un desequilibrado, Busey).
El tercero en discordia es Garey
Busey como Leroy Smith, alias “el masoquista”, el más descontrolado de los tres
y también el más dado al exceso y la pelea. Busey hizo carrera en los 80 como
secundario, sobre todo en papeles de villano o de policía (era el compañero de
Keanu Reeves en todo un clásico de la década, el thriller “Le llaman Bodhi”,
que por cierto también tiene como telón de fondo el mundo del surf, en este
caso mezclado con lo que se empezaba a conocer como “deportes extremos”).
Junto a ellos, participan otros
actores jóvenes, como un casi adolescente Robert Englund, que luego sería
famoso por hacer de Freddy Krugger. También, y como curiosidad participa Gerry
López, que no sonará por el nombre, pero sí por el rostro, ya que repetiría con
Milius en “Conan el Barbaro” como el pequeño ladronzuelo del bigote, que ayuda
a Conan a colarse en el templo de la serpiente junto a Valeria (Sandahl Bergman).
López solo era actor ocasional, ya que se dedicaba al surf (de hecho era
campeón), y en la peli se interpreta a sí mismo. Sin doble, ya que, vista la
peli en las teles de hoy, se ve que en las escenas de grandes holas, los
actores principales son doblados por especialistas, que no siempre guardan
parecido con ellos.
Como anécdota, os diremos también
que en los créditos iniciales, entre las fotos reales de surf, aparece una del
propio Milius, y que más tarde se marca un cameo, ya con su barba recortada
habitual, cuando los protagonistas deambulan por la noche mexicana y un tipo
les ofrece marihuana.
CHICAS, FIESTAS, Y SURF
La
peli destila un aroma a nostalgia de la juventud perdida, de esa época tan
idealizada por los estadounidenses como son los 50-60, en la que todo era
felicidad y bienestar, representado por las casitas con jardín, con el
Chevrolet Impala o el Ford Tunderbird en la puerta, la esposa rubia despidiendo
al marido para ir al trabajo mientras el niño coge el autobús amarillo para ir
al cole, y que tan bien representaron en sus comedias, Doris Day y Rock Hudson.
Sin
embargo, ese envoltorio de tafetán y papel de regalo, de las presidencias de
Eisenhower o JFK, ocultaba una sociedad con un grave problema racial y de
pobreza, que terminó por estallar en los 60, con disturbios y protestas,
agravados por el reclutamiento forzoso para Vietnam, y en medio del cual estaba
surgiendo un movimiento nuevo, que predicaba la paz, la fraternidad entre los
pueblos, y el amor libre, representado por los llamados “Hippies”, aunque fuera
más allá de las comunas y el consumo de estupefacientes.
Todo
ello se refleja en la película, siempre desde el punto de vista del director y
los personajes, que son lo que podríamos asimilar a “pijos”. Solo interesados
en el surf, las chicas y las fiestas. En este sentido, y a ojos de hoy, la película
podría calificarse, aparte de clasista, de machista, ya que las jovencitas son
representadas como meros objetos sexuales para divertimento de los chicos, de
natural “salidos” y a los que se les consiente todo. Y ellas parecen solo
preocuparse del tamaño de sus pechos, del volumen de su peinado, y solo tienen
como objetivo gustarles y dejarles que se solacen con ellas.
Teniendo
en cuenta que la peli retrata una sociedad diferente y con unos valores propios
del momento, sin embargo, tanto en ese aspecto, como en el rechazo de lo que
representa el movimiento Hippie, que se ve en la película, encontramos la
ideología del propio Milius, que, siendo un cineasta soberbio, también era un
conservador recalcitrante y amante de las armas (al contrario que la mayoría de
los directores de su generación, especialmente sus amigos Lucas o Spielberg,
Scorsese, De Palma o el maestro de todos ellos, Ford Coppola, que pertenecen al
ala liberal de Hollywood). Esta característica queda mucho más patente en su
clásico de los 80 “Amanecer rojo”, que, aparte de tener un planteamiento de lo
más delirante y quimérico (una invasión ruso-cubana de territorio
estadounidense), es un panfleto antisoviético lleno de burdos clichés, eso sí
envuelto en una trama de acción trepidante, en la que por cierto, rodó, como El Gran Miércoles, con la fórmula de
jóvenes actores debutantes como Charlie Sheen, Lea Thomson, o Patrick Swayze,
en su primer encuentro con Jennifer Grey antes de “Dirty Dancing”.
EL CINE DE JOHN MILIUS Y SU GENERACIÓN
Indiscutible como cineasta,
tanto en su faceta de guionista como de director, John Milius firma auténticas
obras maestras en los 70-80. Como guionista: Apocalipse Now, Las aventuras de Jeremiah Johnson, o Platoon, mas otros no acreditados o en
los que colaboró como “12 del patíbulo” o “Harry el sucio”, además de ayudar a
sus amigos (George Lucas le dio una participación de los beneficios de “La
guerra de las galaxias”, que algunos cifran en torno al millón y medio de
dólares, aunque no queda acreditado que participara en la confección de la
historia, algo que sí se sabe que ocurrió con Steven Spielberg y “Tiburón”, ya
que Milius fue el que le contó la historia del crucero Indianápolis, que relata Quinn en el Orca.
Como director, vamos a
mencionar los otros dos títulos que tenemos comentados en el blog: “El viento y
el león” (1975), protagonizada por Sean Connery y Candice Bergen, y que es un
espléndido relato del colonialismo en África en el cambio de siglo, del XIX al
XX, y la ya mencionada “Amanecer rojo” (1984), que más allá de su tufillo
propagandístico de la era Reagan, y de su planteamiento imposible, es un
arquetipo de lo que debe ser el cine de acción. Y también el clásico del género
de “espada y brujería” “Conan el Bárbaro” (1982), rodada en exteriores en
España, y protagonizada por Arnold
Schwarzenegger.
CONCLUSIÓN
Volviendo
a la peli que nos ocupa, El Gran
Miércoles, vista tantas veces, te deja un sabor agridulce, de decepción, de
lo que pudo haber sido y no fue, de la nostalgia de un pasado que siempre fue
mejor, de cuando nos íbamos a comer el mundo, podíamos con todo, y como dice en
su narración el protagonista, al principio del film, “estábamos en nuestro
mejor momento”.
Pese a
no ser un superéxito en su estreno, El
Gran Miércoles es hoy un film de culto, tanto por su trama y protagonistas,
como por la excelente factura de su producción, las escenas en el agua, tanto
las de las olas gigantes, como las rodadas en el interior “del tubo”, y su
banda sonora.
#Víct80er
Victor Sanchez escritor