Ochenters, vamos a comentar una
de las más legendarias series televisivas de ciencia ficción de todos los
tiempos: Espacio 1999, creada por los
especialistas Gerry y Sylvia Anderson en coproducción la italobritánica, ITC y
RAI, y protagonizada por Barbara Bain y Martin Landau.
Espacio 1999 nació como un proyecto ambicioso desde el primer
momento. Los Anderson, sus productores, venían de cosechar éxitos notables en
el género como la serie de marionetas de los sesenta Thunderbirds, El Capitán Escarlata, El Capitán Marte, XL5 o ya en
los primeros setenta UFO, su
antecedente más claro; su objetivo con esta serie era marcar un antes y un
después en la ciencia ficción televisiva y para ello contaron con el
presupuesto más alto hasta entonces de la televisión británica, lo que les
permitió contar con un amplio elenco protagonista, estrellas invitadas del
renombre de Cristopher Lee o Joan Collins, magníficos decorados en los
legendarios estudios Pinewood de Londres, y unos efectos especiales notables
para la época que recuerdan a 2001 Una
odisea en el espacio.
EL ARGUMENTO DE PARTIDA
El planteamiento a ojos de hoy
nos parecería optimista, pero entonces realmente se pensaba que en 1999 íbamos
a tener una base permanente en la Luna y tecnología para viajar al espacio.
Así, la base lunar Alpha es el principal centro de colonización e investigación
en nuestro vecino planetario, y a la vez custodia y administra el almacén de
residuos nucleares en que se ha convertido su cara oculta. El 13 de septiembre
de 1999 se produce una gigantesca explosión accidental, y la Luna sale
despedida de su órbita sin control hacia el espacio exterior. Atrapados en la
base, los 311 habitantes de Alpha se convierten en forzosos viajeros
interestelares mientras buscan un planeta de condiciones similares a la Tierra
donde establecerse.
LA PRIMERA TEMPORADA
Sin duda es la más espectacular
y con los argumentos más interesantes. Tanto Gerry como Sylvia Anderson
apuestan por un guión que mezcle la acción y la aventura con historias
trascendentes y cargadas de simbolismo, en las que se abordan los misterios de
la existencia desde un punto de vista filosófico muy de la época. Los escenarios
para los planetas que visitan en su periplo, recreados con lujo en los enormes estudios
Pinewood y con la técnica del fondo pintado, son a veces oníricos,
alucinógenos, casi lisérgicos, como salidos de la fantasía quimérica de un
dibujante o un novelista.
En cuanto al elenco
protagonista, lo encabezan, como ya hemos dicho, dos estrellas de postín como
Barbara Bain y Martin Landau (pareja entonces en la vida real y que ya hicieron
juntos la serie de espías de los sesenta “Misión Imposible”), ambos interpretan
a la doctora Elena Russell y al comandante de la base John Koenig (ambos en una
permanente y siempre pendiente tensión romántica no resuelta), se les une como
tercer protagonista el veterano Barry Morse, que interpreta al profesor Víctor
Bergman, que aporta la visión científica e incluso moral a la historia.
Les secundan habituales de la escena británica como Nick Tate, que interpreta
al piloto de las Águilas Alan Carter,
Ziena Merton como la oficial de comunicaciones Sandra, el técnico de la
computadora Kano (Clifton Jones) y el
supervisor Paul (Prentiss Hancock) y estrellas invitadas como los antes mencionados Christopher Lee y Joan Collins, junto a Margaret Leighton, Peter
Cushing, Isla Blair, Julian Glover o David Prowse, que más tarde
interpretaría a Darth Vader en la gran pantalla.
Mención aparte merecen tanto el
diseño de producción como los efectos especiales, ambos propios de una gran
superproducción: La sala de control, los pasadizos y estancias de la base, el
turbotransporte, el microtransmisor personal con pantalla, las pistolas de
rayos, el vestuario y mobiliario futurista (sillas y mesas con diseños que hoy
vemos en terrazas de bar), los trajes espaciales, y por supuesto las maquetas
de la base Alpha y las espectaculares naves espaciales, las míticas Águilas que todos queríamos tener de
pequeños. Estos efectos especiales corrieron a cargo del reputado Brian
Johnson, pionero de los fundidos y el blue
screen y que luego trabajaría con Scott y Lucas en Alien y El imperio
contraataca.
Entre los mejores momentos de la primera temporada
encontramos los capítulos “El fin de la etenidad”, “Curso de colisión” o “Hacia
la Tierra” en el que participaba Christopher Lee.
LA SEGUNDA TEMPORADA
Para la segunda temporada, y
después de una tibia acogida de la serie en el mercado anglosajón (que no en el
resto del mundo), se introducen cambios drásticos: el presupuesto se recorta,
se pasa de los gigantescos y espectaculares decorados planetarios de fantasía en
los estudios Pinewood a exteriores rodados en el campo, de los
argumentos profundos y complejos a sencillas historietas en las que prima la
acción y la aventura prescindiendo del toque científico-trascendente, la amplia
y vistosa sala de control de Alpha es sustituida por un pequeño escenario con
mesas, se reduce y modifica el elenco protagonista y la talla de los actores
invitados y se reciclan de la primera temporada la mayoría de los efectos
especiales.
En cuanto al reparto, aunque se
mantiene la pareja protagonista Bain-Landau y otros secundarios como Ziena
Merton o Nick Tate, se prescinde de Barry Morse como el profesor Víctor
Bergman, así como de otros personajes más secundarios como el técnico Kano (Clifton
Jones) y el ayudante Paul (Prentiss Hancock), y entran en su lugar el segundo
de a bordo Toni Verdeschi (Toni Anholt), y sin duda el único fichaje de
campanillas, Catherine Schell, que ya actuó como invitada en la primera
temporada, y que interpreta a la alienígena mutante Maya (capaz de
transformarse en cualquier tipo de ser vivo), un personaje muy original y
llamativo, y también de los más recordados de la serie.
Además de esto, se modifica la cabecera de entrada (pasando del espectacular redoble de tambor, la partitura orquestal y la guitarra eléctrica, a una música más al
modo sintonía), y también se renueva el vestuario, haciéndolo aún más colorista
y setentero, con grandes cuellos de solapa en las chaquetas, pantalones de pata
de elefante para ellos y minifalda con botas altas de tacón para ellas.
Pese a todo, la segunda
temporada tiene episodios memorables y muy conseguidos como el espectacular
capítulo 17 “Portadores de misterio” en el que unas extrañas criaturas, a las
que solo Maya y el comandante Koenig pueden ver en su fealdad, poseen la mente
de los tripulantes de Alpha para apoderarse de la base.
LA CANCELACIÓN PREMATURA
como hemos dicho, la serie fue recibida con
tibieza en el mercado anglosajón, más predispuesto a la aventura intrascendente
que a argumentos pausados y adultos. Si para la primera temporada, la serie
había sido realizada en coproducción con la RAI italiana, para la segunda,
Gerry Anderson, por entonces ya separado de su esposa y socia, Sylvia, buscó
apoyo en el productor estadounidense Fred Freiberger, lo que sin duda influyó
en los cambios en el guión para convertirla en una space opera más al uso con el objetivo de calar en el mercado
americano, algo que posteriormente el propio Martin Landau reconoció como un
error, declarándose defensor del estilo de la primera temporada de la serie.
Pese a que la acogida en Reino
Unido y Estados Unidos fue fría y no con buenas críticas, la serie obtuvo un
éxito notable tanto en la Europa continental como la América de habla hispana
(donde sus seguidores, aún hoy son legión), y ello hubiera permitido a Anderson
rentabilizarla económicamente para continuar alguna temporada más, pero,
fracasado en su objetivo de copar el mercado anglosajón, el productor tiró la
toalla y Espacio 1999, como en su día
la serie original de Star Trek, fue
víctima de la falta de visión de los ejecutivos de las grandes cadenas de tv.
CONCLUSION
Aunque el terremoto provocado por La Guerra de las Galaxias en 1977 dejó temblando todo lo anterior,
hoy en día Espacio 1999 es una serie
de culto con seguidores en todo el mundo, que marcó a nuestra generación, y de
la que se celebran convenciones y encuentros de los fans, la última en New
Jersey en julio de 2017 a la que asistió un veteranísimo Nick Tate. Aún hoy la
serie mantiene su atractivo original, sorprenden sus logrados efectos especiales,
y atraen sus personajes y sus complejos argumentos, por lo que os recomendamos
su revisión.
Por Víctor Sánchez González