¡Subcriaturas! Gozer el gozeriano, el Destructor, Zildrohar.
El viajero ha llegado. Elegid y morid (Gozer el gozeriano)
El
Viajante vendrá en una de las formas preestablecidas. Durante la rectificación
del Vuldronaii el Viajante toma la forma de un gran Torb. Luego, durante la
tercera reconciliación del último suplicante de los Meketreks escogieron otra
forma para él: ¡la de un gran Sloar! Muchos Shubs y Zuuls descubrieron lo que
era asarse en el fondo del Sloar aquel día, os lo aseguro (Vinz Clortho)
Los doctores Peter Venkman (Bill Murray), Raymond Stantz
(Dan Aykroyd) y Egon Spengler (Harold Ramis), ante sus escasos resultados en el
campo de la investigación paranormal, son expulsados del departamento de
parapsicología de la Universidad de Columbia. Es entonces cuando deciden
emprender un negocio enfocado a la eliminación de fantasmas: por medio de un
equipo de protones invención de la casa los atrapan y depositan en una unidad
de contención. Lo que no saben es que su negocio les obligará a trabajar muchas
horas extras…
La
idea original de
este dicharachero grupo de exterminadores de seres ectoplasmáticos se fraguó en
la cabeza de un Dan Aykroyd a tenor de dos de sus pasiones: el humor y lo
paranormal. Para crear la historia tomó como influencia un artículo sobre
física cuántica y parapsicología y películas como Spook Busters (1946) o Ghost
Chasers (1951)-
protagonizadas por The
Bowery Boys-
y las de corte más
fantástico de Abbott y Costello –
Agárrame ese fantasma (1941), Abott y Costello contra los fantasmas
(1948), Abott y Costello contra el hombre invisible (1951) y etcétera- . Bajo
el título de Ghost Smashers, y con la incógnita del resto del reparto
principal, la película iba a ser protagonizada por Aykroyd y su gran amigo (y
compañero de Saturday Night Live) John Belushi. La trama incluiría viajes
espacio temporales, un montón de monstruos gigantescos (el malvavisco gigante
sólo iba a ser uno de ellos) y varios grupos de cazafantasmas. También existían
diferencias en cuanto a los trajes (por ejemplo llevaban casco) o al equipo de
protones (originalmente era una varita mágica). Cuando se lo presentó a Ivan Reitman
a este le gustó, pero le advirtió que tendría que retocar el guión si no quería
que los productores lo rechazasen por conllevar un presupuesto inasumible.
Fue el propio Reitman el que aconsejó a
Aykroyd que incluyese a Harold Ramis y Bill Murray, y al parecer, sin tener el
guión definitivo, se presentó delante de los productores y les dijo que la
película iba a costar treinta millones de dólares. La cifra la dijo a boleo,
pero aceptaron a condición de que estuviese lista en el plazo de un año
empezando el ocho de enero de 1983. El estruendoso pistoletazo de salida sólo
fue superado por el del resultado final.
Harold Ramis y Dan Aykroyd escribieron juntos el guión en el
sótano de la casa de éste en unas tres semanas. Los cambios fueron varios. No
sólo lo simplificaron las partes más grandilocuentes de la versión anterior,
sino que – bajo consejo de Reitman y el propio Ramis – centraron la historia en
el inicio de Los Cazafantasmas. Durante la escritura John Belushi murió por lo
que Bill Murrai interpretaría al doctor Venkman. Para el papel de Winston
Zeddmore habían pensado en Eddie Murphy, pero tuvo de declinar la propuesta al
estar rodando Superdetective en Hollywood (1984) ¿Os imagináis a Murphy como
cazafantasmas a expensas del soso de Ernie Hudson? Otro intérprete original que
cambió fue John Candy, quien en principio iba a interpretar a Louis Tully,
papel que recayó en el magnífico Rick Moranis. En cuanto a Egon Spengler, fue
el propio Harold Ramis el que puso su nombre basándose en un compañero de
escuela que se llamaba Egon y en el filósofo alemán Oswald Spengler. Con
Sigourney Weaver como Dana Barret y Annie Potts en el papel de Janine el
reparto quedó completo. ¡Luz verde para cazar fantasmas!
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Boceto del Story Board de Ghost Smashers |
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El rodaje transcurrió entre localizaciones reales en la
ciudad de Nueva York, el plató de Columbia Pictures y otras localizaciones de Los Angeles. Así se pueden observar
edificios como la Biblioteca Pública (los andamios que se ven en la película
son reales porque estaban limpiando la fachada), la Universidad de Columbia,
Central Park, el Parque de Bomberos, el Edificio 55 Central Park West (Calvin
Klain tenía un apartamento en este edificio), el Lincoln Center o el New York
City Hall. No obstante, en algunos de esos lugares, sólo se utilizaron los
exteriores, siendo rodadas las secuencias de interior en otras ubicaciones. Por
ejemplo, en el caso de la Biblioteca de Nueva York parte de la grabación del interior
sucedió realmente en la Biblioteca de Los Angeles, lo mismo ocurrió con la Estación
de Bomberos : se rodó en el interior de una estación abandonada (también de Los
Angeles). Sin embargo, la escena en la que los cazafantasmas se precipitan al
interior del pavimento tras la destrucción de la calle fue totalmente real…
¡Qué no cunda el pánico! ¡Sólo era una bromilla! Evidentemente esa escena se
rodó en estudio y se emplearon grúas hidráulicas para simular el terremoto. Al
55 Central Park West se le añadieron ópticamente diez plantas en cuya cúspide
se ubica El templo de Gozer, recreado en estudio. La escalera que suben no
pertenece realmente al 55, sino al Biltmore Hotel, y también fue recreada con
efectos ópticos en su mayoría, salvo dos pisos.
Hay una anécdota muy curiosa respecto al rodaje de
exteriores. Resulta, que para el final de la película, cuando la multitud se
agolpa en las puertas del edificio 55 Central Park West (donde está el templo
de Gozer, vamos), se cortó el tráfico a varias calles durante determinadas
horas de los tres días que se rodó en el lugar. En un momento determinado, Dan
Aykroyd vio al famosos escritor de ciencia ficción Isaac Asimov y fue a saludarle efusivamente
al ser un gran fan, cuál sería su sorpresa cuando Asimov se le quejó
airadamente por el fastidio que le producía esos cortes de tráfico.
John de Cuir (ganador de tres Oscar, entre ellos el de
Cleopatra) fue el encargado del diseño de producción y de la dirección artística.
De Cuir recurre a un diseño muy artesanal basado fundamentalmente en maquetas y
decorados como el del templo de Gozer o las gárgolas del edificio 55. El
supervisor de los efectos visuales fue el ganador de dos Oscar, Richard Edlund
(La guerra de las galaxias, En busca del arca perdida). El de los efectos
especiales fue Chuck Gaspar (Cortocircuito, Bitelchus, Arma letal). Tanto en el
caso de los efectos especiales como en los visuales predominan las técnicas
artesanales. Por ejemplo, cuando Dana está en la cocina y los huevos saltan y
se fríen simplemente utilizaron unos resortes para empujar los huevos y una
superficie caliente para freírlos. Uno de los efectos visuales más sencillos
fue el que utilizaron para la escena en que el fantasma Slimer gira alrededor
de la lámpara. Como tenían poco tiempo y los rasgos del fantasma no quedaban
bien simplemente pintaron un cacahuete de verde y le dieron velocidad para que
no se distinguiese muy bien. Por cierto, la glotonería de este fantasma es un
homenaje al difunto John Belushi.
Lo que hay que tener en cuenta es que el año de los
Cazafantasmas fue la antesala de los efectos digitales, utilizados por primera
vez en El secreto de la pirámide (1985), después de esto, el trabajo manual y el de los efectos ópticos se simplificó
muchísimo.
La dirección de Ivan Reitman es correcta. Todos sabemos que
no es Kurosawa ni Ford, pero aunque es frecuente que en el género del humor la
cámara esté al servicio de los actores desdeñando piruetas de cámara o planos
exquisitos, en esta ocasión pudo desplegar en mayor medida sus conocimientos
técnicos al tratarse de un producto de alto componente fantástico. Reitman da
rienda suelta a chistes y situaciones desternillantes sin desdeñar escenas
genuinamente fantásticas e incluso alguna que roza el terror. Lo inverosímil va
in crescendo, culminando con el malvavisco gigante, pero la grandeza de Los Cazafantasmas
se encuentra en tornar lo que podría resultar ridículo en un momento hilarante
tras otro y conjugarlo con una temática fantástica dando como resultado un
híbrido perfecto de humor y fantasía. En esto, Reitman, resulta un claro
vencedor.
¿Pero qué sería de la película sin sus protagonistas
absolutos? Desde el principio quedan clarísimas sus personalidades: Venkman es
la labia y la ironía, Raymond Stanz el entusiasmo y Egon Spengler el cerebro.
Tres personalidades muy distintas que juntas encajarán como las piezas de un
reloj suizo. No nos engañemos, el fuerte de la película son estos tres
personajes a los que Bill Murray, Dan Aykroyd y Harold Ramis lograron
transmitir todo la camaradería y compenetración que existía entre ellos en la
vida real. Y eso no se finge. El que Reitman hubiese trabajado en dos ocasiones
con Murray - Los incorregibles albóndigas (1979) y El pelotón chiflado (1981) –
propició que diese manga ancha a sus improvisaciones, constituyendo, el
personaje de Peter Venkman, quizás el más desmadrado de todo el reparto. En
contraposición, el cuarto cazafantasmas interpretado por Ernie Hudson, ofrece una
actuación, a mi juicio, poco menos que anecdótica. Hudson no aporta casi nada
(por no decir nada) al papel de Winston Zeddmore ni a la trama general. Y las
pocas veces que la cámara capta su atención desentona por completo con el resto
de cazafantasmas. Cierto es que su rol sería como el del único con algo de
sentido común, pero ese sentido común queda diluido por las locuras de sus
compañeros y es difícil tomarlo en serio. ¿Os imagináis – repito- a Eddie Murphy como Winston Zeddmore? Otro
gallo hubiese cantado. Pero, en fin Serafín…
Pero no creáis que los secundarios se quedan cortos. Louis
Tully, interpretado por Rick Moranis, nos ofrece momentos muy divertidos entre
los que podría destacar la fiesta en su casa o la búsqueda de la “Guardiana de
la puerta”. Gustó lo suficiente en esta primera parte como para que en la
segunda tuviese más protagonismo, tanto que casi me atrevería a decir (incluso
él se lo creyó en la ficción) que es el
verdadero cuarto cazafantasmas de la secuela. Annie Potts, como Janine, la
secretaria de nuestros héroes, sigue la senda de los personajes más
carismáticos repartiendo a diestro y siniestro con su lengua viperina. El
conato de romance que mantiene con Egon fue reemplazado en la segunda parte por
un idilio en toda regla con Louis Tully - ya veis, el “pringao” de Tully se
lleva a Dana en la primera y a Janine en la segunda - , mucho más acertado que
en esta ocasión a efectos interpretativos. Sigourney Weaver, como Dana Barret, ofrece
un papel muy comedido que aporta credibilidad a la trama, ¡aunque quién se cree
que se líe con el amigo Venkman! Mi escena favorita es en la que es atrapada
por esa multitud de brazos que surgen del sofá y después arrastrada hacia la
puerta donde espera Zuul (¡tremenda!). Mención aparte merece el sufrido William
Atherton, quien se metió bajo la piel de odioso Walter Peck. Interpretó tan
bien su papel de puntilloso secretario del Departamento de Medio Ambiente que
aguantó insultos y bromas durante años después del estreno. Para rematar,
cuando explota el malvavisco y le cae parte encima (en realidad era espuma de
afeitar) el actor no fue avisado
previamente, y el cabreo que se pilló fue antológico.
El hilo conductor de la historia, una vez explica el origen
del grupo y su primera captura, se desarrolla a través de Dana Barret. Ésta
sufre una experiencia paranormal en su casa (atención al paquete de malvavisco
que deja encima de la mesa antes de que salten los huevos) en la que se le
aparece una especie de perro monstruoso que le grita: Zuul. Claro está,
recurrirá a los cazafantasmas, quienes, con un Venkman en cabeza que demuestra
un interés ajeno al comercial, comienzan a investigar y le dicen que Zuul es un
semi dios adorado por hititas, mesopotámicos y sumerios. Al mismo tiempo
descubren que la energía psicokinética de Nueva York es desorbitada. Pues bien,
Dana y el pesado de Louis Tully serán poseídos por Zuul y por Vinz Clortho, dos
pedazo de monstrencos de aspecto canino, y aunque conservan el aspecto humano
dicen ser La Guardiana de la Puerta y El Maestro de la Llave. Juntos podrán
invocar a Gozer, un dios cuyo advenimiento significará el fin del mundo
(interpretado por la andrógina modelo eslovaca Slavitza Jovan). Además, capullo
secretario de medio ambiente mediante, los fantasmas atrapados en la unidad de
contención son liberados por todo Nueva York, siendo el edificio donde habita
Dana una especie de superconductor diseñado para atraer toda la turbulencia
espiritual; ahí es nada.
Este planteamiento da pie a muchas escenas memorables como
las posesiones de Dana y Louis, la plaga de fantasmas que asola la ciudad o el
enfrentamiento final contra el Hombre Malvavisco en el que se encarna Gozer:
una especie de King Kong muy parecido al muñeco Michelin que es la imagen
comercial de una marca de malvaviscos… ¡Y qué hay de los viajes en el cochazo
Ecto-1¡ ¿Imposible citarlas todas, verdad?
Vicisitudes ficticias a parte, una muy real con la que
tuvieron que lidiar durante el rodaje fue que una serie producida en 1975 por
la CBS llevaba por nombre The Ghost Busters. Los productores crearon una lista
de nombres alternativos, pero al ver que los extras, durante la grabación de la
parte final, coreaban entusiasmados “¡Ghostbusters!” insistieron hasta comprar
los derechos del nombre que todos conocemos.
Pero si memorables son muchas escenas, menos no es la
canción homónima compuesta e interpretado por Ray Parker, Jr. Un super éxito
que lideró la lista Billboard durante varias semanas y sumó ingentes beneficios
a los ya logrados en las salas de cine. El videoclip resultó un reclamo
comercial fabuloso y en él aparecen los propios cazafantasmas junto con Chevy
Chase, Danny de Vito o John Candy entre otros. La canción no estuvo exenta de
polémica al denunciar el compositor y cantante Huey Lewis que la melodía era un
plagio de una canción suya compuesta en 1983 y titulada “I Want a New Drug”. El
resto de la banda sonora contiene temas de The BusBoys, Alessi Brothers, Thompson
Twins y Air Supply.
La música de la película fue compuesta por el ganador de un
Oscar Elmer Bernstein (1967, Millie, una chica moderna) y conocido por sus
trabajos en El cabo del miedo, Al límite o Mi pie izquierdo. La música de
Bernstein destaca por el uso del Ondas Marnetot (que utilizaría en varias películas)
y del sintetizador, instrumentos con los que consigue una música totalmente sobrenatural
y acorde con las apariciones fantasmales.
Con un presupuesto de treinta millones de dólares, los beneficios
que alcanzó en taquilla superaron los 238 millones en poco más de un año. Reitman comenta que se imaginaba el bombazo en taquilla al observar las reacciones de la gente en los pases preliminares y sobre todo teniendo en cuenta que estos pases se proyectaron con parte de los efectos visuales incompletos hasta poco antes del estreno. Un
éxito respaldado por la crítica (American Film Institute le asignó el número
veintiocho de las cien mejores comedias de todos los tiempos) y el público que
considera a Los Cazafantasmas como un referente del cine fantástico y de humor
dirigido a todas las edades. A raíz de ésto surgió una secuela,
series de televisión, videojuegos y todo tipo de merchandising (que voló literalmente de las tiendas en pocas semanas) destinado a
satisfacer el voraz apetito de los fans de los cuatro jinetes del ectoplasma.
Si hay algo raro, en tu barrio
¿A quién vas a llamar?
GERMÁN
FERNÁNDEZ JAMBRINA
Ficha técnica y artística
TRAILER
SELECCIÓN DE ESCENAS
ESCENAS ELIMINADAS
VIDEOCLIP
Dedicado a la memoria de Harold Ramis, nacido el 21 de
noviembre de 1944 y fallecido el 24 de febrero del 2014. Descanse en paz.