Un paso adelante y estás muerto. Un paso atrás y estás muerto. Y si no te mueves estás muerto.
Explotation puro y duro que bebe de películas como Los amos de la
noche (1979, The Warriors) o la mítica 1997: Rescate en Nueva York (1981,
Escape from New York). Dirigida por todo un especialista del subgénero como es
un Enzo G. Castellari que comenzó su andadura en el spaghetti western, rodó
aquel fetiche para Quentin Tarantino llamado Aquel maldito tren blindado (1978,
The Inglorious Bastards), y, a principios de los ochenta, ofreció su
particular visión de Tiburón con L´ultimo squalo - aquí conocida como Tiburón 3
(¡chúpate esa, Spielberg!)-.
Corre el año 1990 y el Bronx es un territorio sin ley. Unos créditos iniciales nos avisan de la macarrada que estamos a punto de ver y acto seguido sumergimos nuestros caretos en una trama que se centra en el rescate de la
hija de un magnate que se ha escapado adentrándose en el Bronx: un
territorio plagado hasta los topes de bandas callejeras que combaten a muerte
entre sí. Pues resulta que la dama es recogida por una de las
bandas y como su líder, Trash, le ha
hecho tilín, se encuentra como Pedro por su casa y no hay dios que la eche de allí. El padre de la fémina envía a rescatarla a un policía que
está más pirado que cualquiera de los pandilleros (¡y ya es decir!) y claro, se
arma gorda.
El recorrido por la fauna más variopinta
del Bronx se encuentra plagado de momentos descacharrantes a la par de psicotrónicos: las motos están decoradas con calaveras molonas; el vestuario
pandillero va desde el cuero con tintes sado a la equipación deportiva del hockey sobre
patines - pasando por modelitos y pinturas de guerra inclasificables-; el guión
hace aguas por todas partes; las escenas de pelea son cutres de narices; otras, directamente, no tienen sentido; el
protagonista parece un Pancho (el de Verano azul) pasado de horas de gimnasio que gesticula menos que una careta; y
el final es tan abrupto que uno piensa que han adelantado los títulos de
crédito. Pero en términos globales la película es cojonuda y tiene escenas flipantes.
Como aquella en la que nos presenta a la banda de Pancho (digo la de Trash) en
medio de un descampado y un tipo toca la batería (ejemplar ejemplo de sonido
diegético) mientras la cámara sigue el ritmo presentándonos la jeta de los
macarras del Bronx; o esa en la que un tío en moto se pega un piñazo y se
ve claramente que es un extra que ha sufrido un accidente (cinema verite); o
cuando vemos a The Ogre, el Rey del Bronx (Fred Williamson, actor que repetiría
con Castellari unas cuantas ocasiones), y a su séquito, o a la otra banda que
parece sacada de La naranja mecánica en versión danzarina; o cuando, de nuevo
nuestro amado Pancho, contempla a su amigo moribundo (en una escena la mar de gay, todo hay que decirlo) y éste le pide que , por
piedad, lo remate, y va Pancho y le parte el cuello. ¡Flipante!
He de decir que no he comprendido bien su
profundidad debido a que el sonido de la copia que he visto era defectuoso.
¡Pero eso debe encumbrar más, si cabe, a tan insigne obra maestra! Porque, si
pese a que no he entendido la mitad de los diálogos me lo he pasado de puta
madre, ¡imaginad si la hubiese escuchado bien! Además, la carátula y el póster
forman parte de la mitología ochentera que embellecía las estanterías y paredes
de los videoclubs y, por si esto fuera poco, ¡podemos disfrutar de una segunda y
hasta una tercera parte (ésta dirigida por Joe D'amato) que conforman la ya
considerada de culto, Trilogía del Bronx!
GERMÁN
FERNÁNDEZ JAMBRINA
TRAILER
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